En este comentario, Michael Roberts se basa en las autobiografías de Duncan Foley y Anwar Shaikh para reflexionar sobre las importantes y trascendentales contribuciones de cada uno de ellos.
Si alguna vez hubo dos merecidos candidatos al llamado premio Nobel de Economía, ésos fueron Duncan Foley y Anwar Shaikh. Pero en lugar de ello, el premio del Riksbank se concede a economistas de la corriente dominante, a menudo con la pretensión más oscura de esclarecer cualquiera de las cuestiones económicas y sociales candentes de nuestro tiempo.