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Foofind, el ‘google’ de las descargas

Fuentes: Público

Pablo Soto (Madrid, 1979) lleva toda su vida dedicado a intentar comprender los protocolos de las redes de intercambio de archivos en la Red. Esta búsqueda lo ha llevado a enfrentarse en los tribunales a las cuatro mayores discográficas del mundo, que le exigen 13 millones de euros por las presuntas pérdidas que sus programas […]

Pablo Soto (Madrid, 1979) lleva toda su vida dedicado a intentar comprender los protocolos de las redes de intercambio de archivos en la Red. Esta búsqueda lo ha llevado a enfrentarse en los tribunales a las cuatro mayores discográficas del mundo, que le exigen 13 millones de euros por las presuntas pérdidas que sus programas han provocado a la industria cultural. Cuando se cumple un año desde que finalizó el juicio, aún pendiente de sentencia , Soto ha decidido lanzar un nuevo proyecto.

El programador se adentra de nuevo en un terreno tan atractivo para el usuario como resbaladizo para el creador: un buscador que muestra enlaces a todo tipo de archivos, también a los de redes P2P. «Este lanzamiento es coherente con los argumentos que siempre he defendido: la tecnología es neutral y lo que importa es el uso que se hace de ella», dice.

El buscador indexa unos 8,5 millones de enlaces y la cifra crece a diario

Foofind.com , que ya está disponible, muestra un aspecto tan austero como el propio Google, presentando un logotipo y una caja de búsqueda. Los resultados se pueden mostrar en todas las redes en las que busca (eMule, Magnet, BitTorrent, Web y Ftp) o sólo en algunas ellas, permitiendo a la vez seleccionar el archivo buscado por tamaño.

» Hemos querido ser a las redes P2P lo que Google es a la web «, comenta Soto para explicar la filosofía de Foofind. Para «hacer una fotografía de lo que se encuentra» y mostrarlo en la página de resultados, el programador y su equipo han creado unas piezas de software que recorren e indexan todo lo que encuentran en esas redes de forma automática.

La tarea de clasificar y actualizar cinco redes no se plantea sencilla. Lo que Soto califica de «bonito» es diseñar formas eficaces de abordar ese universo de enlaces. Pero existe un trabajo añadido cuando de lo que se trata es de crear un buscador que incluye enlaces a redes P2P, ya que es más que probable que localice contenidos sujetos a copyright .

Retirada de enlaces

Cualquier lanzamiento que realice Soto está llamado a convertirse en un producto controvertido. Los 13 millones que le piden Promusicae (asociación que representa a los productores de música españoles) y las discográficas obligan a Soto a ser tremendamente pulcro con los productos que lanza. » Creo que van a intentar ir contra mí , pero no porque lo que haga tenga algo denunciable sino, simplemente, porque no lo dejarán pasar», explica.

Soto eliminará los enlaces que le pidan los propietarios de los derechos

Foofind se ha creado en colaboración con abogados, que se han encargado de supervisar el proceso de desarrollo para eliminar cualquier aspecto que violara la legalidad. El resultado es un buscador que muestra enlaces que ya existen en Internet, sin almacenar los contenidos. Según la última sentencia acerca de páginas con enlaces a redes P2P, la de Elrincondejesus.com, el juez consideró que «el sistema de enlaces constituye la base misma de Internet» y procedió a desestimar la demanda que la SGAE había presentado contra el propietario de la web, aunque esta resolución puede recurrirse.

En el caso del nuevo proyecto de Soto, el programador madrileño ya ha preparado su defensa. «Foofind es, a grandes rasgos, como Google, con la diferencia de que ellos sólo indexan enlaces http [páginas web], y nosotros agregamos, además, otras redes». Foofind clasifica enlaces, sin analizar si el contenido se corresponde con el que se describe en el título del mismo. De todas formas, si un propietario de derechos no quiere que un enlace aparezca indexado en Foofind, tiene a su disposición un apartado con el que podrá comunicarlo. La queja llegará a los creadores del buscador , que la evaluarán y, si la solicitud corresponde al titular de esos derechos, lo eliminarán. «Si una productora de cine, por ejemplo, nos solicita que eliminemos unos enlaces y nos aporta la documentación necesaria, los quitaremos».

«La tecnología es neutral, lo que importa es su uso», dice el programador

Soto calcula que su buscador puede llegar a indexar 32.000 millones de enlaces. Están encontrando entre uno y dos millones de enlaces nuevos cada día; ayer rondaba los 8,5 millones. » Estamos hablando de miles de millones de archivos «, razona y añade que este tipo de borrado «es más de lo que exige la ley».

En Suecia se ha condenado a los creadores del buscador de descargas The Pirate Bay (TPB) a un año de prisión y al pago de 2,7 millones de euros, por lo que el lanzamiento de Foofind se plantea, a primera vista, como algo complicado legalmente. La legislación en Suecia no es la misma que la española y el funcionamiento de ambas también es distinta. TPB «no indexa de forma automática sino que se suben obras de manera manual», explica Soto. Además, TPB alberga los torrents (pequeños archivos que indican dónde encontrar el archivo que se busca).

Aunque Soto demuestra una gran ambición en la mejora del motor de búsqueda, no sucede lo mismo cuando se le pregunta por las vías de ingresos mediante publicidad. Foofind no tiene anuncios y, según Soto, no va a tenerlos a medio plazo. » Cuando tengamos que comprar más servidores… quizás lo hagamos . Sólo vamos a provocar generación de ingresos cuando sea necesario para crecer». El futuro del trabajo de este programador está basado en la idea de que el buscador crezca. «En el fondo, de lo que se trata es de hacer algo tan bueno que no le quede más remedio a los proveedores de motores de búsqueda que licenciar nuestra tecnología», añade. El software que actualiza los enlaces en Foofind funciona de forma permanente, con algunos filtros establecidos. La web incorpora un filtro para evitar los enlaces relativos a archivos con copyright . «Es un filtro sencillo, pero que no es infalible, ya que sólo busca en el nombre del archivo».

Como sucede cuando se utilizan programas como eMule, la búsqueda hace referencia al título del archivo, sin que tenga por qué corresponderse con su contenido real. «Nosotros buscamos, por ejemplo, los nombres de las productoras afiliadas a Promusicae en el nombre del archivo y lo que se encuentra con esos parámetros no se indexa». Durante la celebración del juicio por la demanda que interpuso Promusicae contra Soto, se explicó que su empresa podría haber realizado un filtro para que los contenidos con copyright no aparecieran en los programas que había creado. «Eso se llama externalizar costes, que yo tenga que desarrollar medidas de seguridad para proteger su propiedad intelectual», espeta. «Si cojo una base de datos y comparo los términos con un diccionario para eliminar todo lo que tenga una palabra, me estoy cargando la base de datos, lo que tiene copyright y lo que no. Imagine si un usuario en Google pusiera » download [descargar] Alejando Sanz» y no mostrara nada. No funciona así».

Sistema de relevancia

Foofind no tiene desarrollado un sistema sofisticado de relevancia para localizar los enlaces más allá de mostrar los resultados en función de los términos que se han especificado en la caja de búsqueda. «Lo único que tenemos en cuenta, además, es el número de fuentes , qué popularidad tiene ese contenido», señala su creador.

Los resultados que muestra Google, con un algoritmo más complejo, también tienen en cuenta aspectos como las veces que los usuarios han pinchado en un enlace o los links que las páginas incluyen para enlazar a su vez a otras.

En cuanto a la licencia del buscador, aquella que permite copiarlo o modificarlo, Soto especifica que el código tiene licencia GPL, lo que permitiría crear clones del mismo. Lo único que no tiene una licencia abierta, por ahora, es el software que se utiliza para encontrar los archivos, » aunque tampoco descartamos publicarlo en un futuro «, añade.

El creador se muestra esperanzado tanto con este proyecto como con el proceso judicial que, como él mismo detalla, llegó a pesarle mucho en algunos momentos. Por eso, a la pregunta de por qué vuelve a desarrollar un sistema relacionado con el P2P, que tantos problemas le está causando, lo tiene claro: «No sé hacer otra cosa» .

Juicio a Pablo Soto

La mayor demanda en España contra un creador de P2P

¿De qué se acusa a Soto? La Asociación de Productores de Música de España (Promusicae) y las discográficas Warner, Universal, Emi y Sony BMG interpusieron una demanda a Soto a mediados de 2008. En ella le reclaman 13 millones de euros en concepto de «competencia desleal» por crear los programas P2P Blubster, Piolet y Manolito P2P.

¿Cuál es su defensa? La defensa de Soto está basada en la neutralidad de la tecnología, que significa que el creador de un programa informático no es responsable del uso que se haga del mismo. En el caso del P2P, se puede utilizar para compartir todo tipo de archivos, no sólo los que tienen ‘copyright’.

¿Por qué tardaron ocho años en demandarlo? El primero de los programas especificados en la demanda, Blubster, fue lanzado en el año 2001. El presidente de Promusicae, Antonio Guisasola, explicó durante los días posteriores a hacer pública la demanda que era «el momento de atacarlo» porque este software es el último de los programas de intercambio originarios. La defensa, en cambio, considera que, tras el fracaso de Promusicae ante el Tribunal de Justicia de la UE (cuando intentó plantear acciones civiles contra usuarios de redes P2P en España), se decidió arremeter contra las herramientas P2P.

¿Hay precedente en España? No existe ningún juicio anterior parecido, ya que la empresa de Soto es la única especializada en programar sistemas P2P para el usuario en España. Sí existen precedentes judiciales con páginas web de enlaces. El único pronunciamiento firme en este sentido ha sido el caso Sharemula. La Audiencia Provincial de Madrid sobreseyó las actuaciones contra esta página. Al igual que en los programas de Soto, Sharemula indicaba dónde encontrar los archivos, pero no los almacenaba.

¿Por qué le reclaman 13 millones de euros? Las discográficas calculan que los programas han sido descargados unos 20 millones de veces. Asumen que cada obtención del programa equivale a, al menos, una canción descargada. Valoran cada canción en un dólar que, en función del número de descargas del programa, arroja un resultado de 13 millones de euros. Durante el juicio, la industria se negó a detallar a qué precio venden las canciones a los portales on-line.

¿La sentencia será definitiva? No. Es posible apelar ante la Audiencia Provincial y después ante el Tribunal Supremo. Ambas partes han anunciado su intención de recurrir una decisión desfavorable. El caso se puede prolongar unos diez años.

Progreso

La industria cultural contra la tecnología

1. Gramófono y pianola (1906) El compositor John Philip Sousa consideraba, ya a principios del siglo pasado, que el futuro de la música estaba amenazado por lo que denominaba «máquinas parlantes» (el gramófono y la pianola). Sousa inició un movimiento con el que pretendía que el Estado protegiera a los artistas. El Tribunal Supremo de EEUU estimó, dos años después, que estos instrumentos no infringían los derechos de autor, aunque se estableció un canon.

2. No a la radio (1932) Las discográficas no estaban de acuerdo con la proliferación de las emisoras de radio y los transistores. Sus artistas tuvieron prohibido por contrato durante casi un año acudir a ellas. Más tarde, la industria musical descubriría la radio como herramienta de promoción.

3. El televisor (1949) La industria vio en el televisor el culpable de que la asistencia al cine se redujese. Hubo compra de emisoras y presiones hasta que se convirtió en una nueva forma de obtener ingresos por la redistribución de las películas.

4. La llegada del casete (1964) Con las cintas de casete, las ventas de música crecieron. La industria lanzó la campaña ‘Home taping is killing music’ (‘Las grabaciones caseras están matando la música’). En 1974, reproductores y cintas vírgenes empezaron a pagar un canon.

5. La cinta betamax (1984) Ante una demanda de la industria de Hollywood, el Tribunal Supremo de EEUU dictaminó en 1984 que el sistema de grabación Sony Betamax era legal. El argumento era que el fabricante de una tecnología no puede ser culpable del uso que hacen de ella sus clientes. Más tarde, el vídeo se convertiría en una de las principales fuentes de ingresos de la industria.

6. Aparición del mp3 (1998) La industria discográfica de EEUU (RIAA) demandó al fabricante del primer reproductor MP3, Rio PMP300. Pedía que fuera retirado del mercado por fomentar la piratería. La sentencia consideró que los creadores del dispositivo no eran responsables de su uso. La RIAA apeló y volvió a perder.

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