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VI Congreso Nacional del PT

Fortaleza entre las turbulencias

Fuentes: CELAG

I El VI Congreso Nacional de PT, al que asistieron 2.000 militantes, culminó con la victoria de la senadora Gleisi Hoffmann, quien se convirtió -con el 61,8% de los votos- en la primera presidenta mujer del Partido. El principal oponente era el también senador Lindbergh Farias, que recogió el 31% de los sufragios. Ambos tienen […]

I

El VI Congreso Nacional de PT, al que asistieron 2.000 militantes, culminó con la victoria de la senadora Gleisi Hoffmann, quien se convirtió -con el 61,8% de los votos- en la primera presidenta mujer del Partido. El principal oponente era el también senador Lindbergh Farias, que recogió el 31% de los sufragios. Ambos tienen una muy buena relación personal y política, al punto que son dos de los representantes del PT más activos y mediáticos en el Senado. Hoffmann era la apuesta de Lula y de la corriente que lidera: Construyendo un nuevo Brasil (CNB) -la mayoritaria, además-; mientras que Farías tenía el apoyo de corrientes más radicales, como Muda Brasil (Cambia Brasil), y de sectores juveniles que están pujando por una renovación más profunda en la conducción y en la orientación ideológica.

De todos modos, el Partido salió fortalecido del Congreso; las diferencias son normales y necesarias en la construcción colectiva. El principal punto de discrepancia en las discusiones de comisión fue si el partido se definía o no como socialista. Ese era un reclamo de las corrientes más radicales pero CNB (que controló la dirección del partido y ahora también) es reticente a declarar ese principio. Aun no están publicadas las resoluciones finales, pero es posible que se haya consensuado la utilización de un concepto que incluya la idea de socialismo, pero matizada con la de democracia. Se acordó que en estos momentos de grave crisis institucional en el país, la prioridad era mantener y profundizar la unidad del partido, exigir la salida de Michel Temer, la convocatoria a una asamblea constituyente, el apoyo al nuevo paro general programado para finales de mes y la realización de elecciones directas. El partido se ha pronunciado por no participar de una posible elección indirecta en caso de renuncia o apartamiento del cargo del presidente golpista.


Gleisi Hoffman y Lula (Fuente: CELAG)

II

Sin embargo, la posibilidad real de que sean realizadas elecciones directas es muy baja. Sus impulsores lo saben: se trata más bien de un deseo y de una declaración de principios. La presión popular es un activo que poseen el PT y los movimientos de izquierda que reclaman las «Direitas jà!», pero la situación donde eso podría definirse mediante la aprobación de una Enmienda Constitucional -el Congreso-, en su mayoría no es favorable a dicho recurso. La Constitución del país establece claramente que en caso de una acefalía del Ejecutivo en la segunda mitad del mandato, son los legisladores quienes se erigen en electores, en todos los escenarios que están abiertos:

  1. Destitución por impeachment: hay pedidos de impeachment radicados en la Cámara de los Diputados. Varios de ellos ya han sido rechazados por el Presidente de la Cámara, Rodrigo Maia (del DEM, partido aliado a Temer). Aun en el caso de que se diera curso a alguno, el procedimiento es largo -tiene que ser votado dos veces en cada Cámara- y considerando que las elecciones generales están pautadas para octubre de 2018 es poco probable que esto pueda suceder para descomprimir la crisis.
  2. Renuncia: No es un escenario descartable, aunque hasta el momento Temer haya expresado que no dejará el cargo bajo ninguna circunstancia. Hay que tener en cuenta que la inminente caída que se vislumbraba pocas semanas atrás, no se ha dado, incluso con la poderosa Red O Globo apoyando la renuncia. Con muy baja popularidad y pérdida de algunos apoyos legislativos, Temer sigue conduciendo. Esto estaría indicando varias cuestiones, no excluyentes: que aun el establishment no se ha puesto de acuerdo en el nombre de su sucesor; que no se ha resuelto una salida satisfactoria para garantizar benevolencia en su situación judicial -por eso no deja el cargo que le otorga inmunidad- o; que el gran acuerdo golpista sigue firme, particularmente entre los principales partidos -el partido de Temer (PMDB) y el PSDB- y el establishment económico y financiero al que representa el Ministro de Hacienda, Henrique Meireles.
  3. Destitución por parte del Supremo Tribunal Federal: Temer, junto a Aécio Neves y otros, está siendo investigado por el Supremo tras las confesiones de los directivos del holding JBS. Si Temer llegara a ser imputado -por corrupción pasiva, asociación ilícita y/o obstrucción de la justicia-, las investigaciones y sucesivos plazos judiciales, además de recursos que demoren la sentencia, harían que la acefalía se produjera muy cerca de las elecciones generales de 2018.
  4. Destitución por parte del Tribunal Supremo Electoral. Junto con una eventual renuncia, es un escenario probable actualmente. El recurso de casación de la fórmula Dilma-Temer por irregularidades en la financiación de la campaña presidencial de 2014 fue presentado en 2015 por Aécio Neves -contrincante de Dilma en esa elección y hoy imputado por recibir coimas-. Apartada Dilma, quien tiene que enfrentar hoy el proceso es Michel Temer. También puede ser un proceso que se prolongue, particularmente por recursos de la defensa; lo cierto es que comenzó el 6 de junio.

III

Siendo casi imposible una elección directa, el sucesor sería elegido por los diputados. No está clara la reglamentación sobre quiénes podrían presentarse como candidatos. En principio, cuenta el mismo criterio que en una elección directa: mayor de 35 años, afiliado a un partido político. Pocas chances tiene un ciudadano común, y lo más probable es que ese candidato se negocie entre la clase política tradicional y el establishment económico. Nombres que suenan: el propio Rodrigo Maia (presiente de la Cámara), el presidente provisional del PSDB Tarso Jeiressatti, Henrique Meireles (Hacienda), Nelson Jobim (ex ministro de los gobiernos de Cardoso, Lula y Dilma), el propio Fernando H. Cardoso y otras figuras del poder judicial que han cobrado popularidad: Carmen Lucia (Presidenta del STF) y Sergio Moro, el juez que conduce la Operación Lava Jato. Si bien estos últimos podrían tener cierto consenso popular, padecen restricciones (deben afiliarse a un partido 6 meses antes de la elección, y la afiliación requiere que dejen el cargo).

IV

El PT ya ha manifestado que no participará de la elección indirecta, sean quienes sean los candidatos. Lula desmintió categóricamente los rumores de sus negociaciones con Fernando H. Cardoso para consensuar un candidato de transición. Y, como la vía de anticipar elecciones directas es muy poco probable, la esperanza está puesta en la candidatura de Lula para 2018. Él no se ha anunciado como candidato, pero es quien mejor mide -de lejos- entre todos los candidatos posibles. El problema de esta esperanza es que Lula también está siendo acosado por las causas judiciales y, también, que existe la posibilidad de que sea inhabilitado para concurrir a las elecciones. Si existe un plan electoral del PT alternativo a Lula como candidato, aun no se conoce.

Las alternativas que podrían estarse considerando en tal caso son: no participar en las elecciones de 2018, desconocerlas, en tanto la inhabilitación sería otro paso más del golpe institucional; abroquelarse tras un candidato progresista con cierta chance, como Ciro Gomes (PDT), o crear un nuevo candidato presidenciable del PT. Sea o no Lula el candidato de la izquierda, las opciones de la derecha de cara a 2018 se han reducido drásticamente desde la estrepitosa caída política de Aécio Neves. Las encuestas le otorgan una buena performance a Jair Bolsonaro, extremista de derecha y misógino, pero su radicalidad espanta al votante de centro. La otra opción es Joao Doria, un empresario advenedizo en política que ganó la ciudad de Sao Paulo el año pasado y que tiene el perfil de administrador que está colando en el electorado en los últimos procesos electorales de la región.

V

Entre los principales desafíos del Partido, cabe destacar: a) La inexistencia de una estrategia electoral alternativa en caso de que Lula sea inhabilitado. Con el tiempo que resta para las próximas elecciones, internamente deberían estar ya buscando y consensuando con Lula una figura que pueda ser apoyada por el partido y los movimientos sociales, políticos y sindicales de la base electoral; b) Estrategia de alianza con otros partidos. En un sistema presidencialista de coalición, el PT ha formado tradicionalmente alianzas con el PMDB, partido de Temer, por ser uno de los partidos «comodín», que ayudan a definir elecciones por tener una gran cantidad de afiliados. Coaligarse nuevamente con este partido, si es que eso es posible, sería un golpe muy duro para la militancia y los votantes del PT; la opción del PSDB, el otro grande, es prácticamente nula como aliado, y una coalición con muchos partidos pequeños implica enormes complejidades de negociación, pero es la opción menos contradictoria; c) el fin del financiamiento empresarial de campañas sancionado el año pasado, sumado al extremo control del financiamiento electoral tras los escándalos de corrupción destapados, dificultará la recaudación de fondos para sostener la millonaria campaña que se avecina. Finalmente, d) el PT declaró en el Congreso su voluntad de reforzar vínculos con partidos progresistas de la región a través del Foro de Sao Paulo; sin embargo, y aunque sea un paso necesario, es insuficiente. En el caso que Lula ganara, su desempeño interno dependerá mucho de la correlación de fuerzas regional entre los progresismos y la derecha. Quedan elecciones clave en otros países antes de octubre de 2018 y da la impresión que -tal vez por ser el Brasil un continente dentro de otro- no se tiene la conciencia suficiente de que hay que involucrarse más con los procesos de la región. La declaración de la necesidad de fortalecer instancias de integración regional como CELAC y UNASUR son deseos materializables en la medida en que se es gobierno; y es imprescindible que el PT también puje para que otros partidos de izquierda consigan el poder antes de que Lula -o su plan b- alcance la presidencia.

Fuente: http://www.celag.org/fortaleza-entre-las-turbulencias-el-vi-congreso-nacional-del-pt/