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Hablemos de eso

Francia, seis meses de manifestaciones y huelgas

Fuentes: Viento sur

Desde mediados de enero de 2023, varias jornadas de huelgas y manifestaciones han movilizado a millones de personas. Estaban convocadas por la intersindical nacional que agrupa a CFDT, CGT, FO, CGC, CFTC, UNSA, Solidaires y FSU[1]; una intersindical no revolucionaria y con un fuerte componente de [sindicalismo de] «diálogo social». Lo que motivó esta unidad de acción sindical, pocas veces vista, fue el proyecto de ley de contrarreforma de las pensiones y la voluntad de desmantelar el movimiento sindical. Esta unidad abre perspectivas sobre las que debemos trabajar. La imposibilidad de construir una huelga nacional intersindical que pudiera mantenerse durante varios días es el otro factor decisivo del periodo. ¿Qué lecciones podemos extraer de ello? Una vez más, tenemos que reexaminar nuestras prácticas sindicales. Partiendo de la realidad, no sólo de nuestros deseos. La violencia policial, el odio y el desprecio de clase de la burguesía y la solidaridad sindical internacional son sólo algunas de las cuestiones que se plantean aquí.

La ley del gobierno y la patronal

En los últimos 30 años hemos asistido a muchos ataques contra el sistema de pensiones[2]: 1993, 1995, 2003, 2007, 2010, 2013, 2018, 2019, 2023. Sus objetivos eran parecidos: hacernos trabajar más, pagar menos y destruir un sistema de pensiones que, si bien desde nuestro punto de vista no es perfecto, la burguesía lo ve como una anomalía dentro del sistema capitalista. A lo largo de todos estos años se han utilizado las mismas herramientas para destruirlo: aumentar el número de años necesarios para calcular las pensiones, alargar el periodo de cotización necesario para una pensión completa, descontar [cuando no se cumple al 100% algún requisito], retrasar la edad legal de jubilación, suprimir los regímenes más ventajosos que el régimen general [en sectores penosos], desposeer a los trabajadores y trabajadoras de sus fondos de pensiones en favor del Estado, etc. En lo que respecta a la reforma actual, el proyecto que se convirtió en ley en marzo, que numerosas publicaciones ya lo han diseccionado, la podemos resumir como sigue:

– Retraso de la edad legal de jubilación a los 64 años. Las sucesivas contrarreformas han supuesto un retroceso social de casi medio siglo[3].

– Aumento de la duración de las cotizaciones necesarias para tener derecho a una pensión completa: 43 años. Este es el otro parámetro decisivo, ya que no basta con tener 64 años, sino que es necesario haber trabajado ininterrumpidamente toda la vida. Lo que resulta imposible si tenemos en cuenta los años de estudio, la precariedad de los contratos, los empleos no declarados que se generalizan y no dan lugar a cotizaciones a la seguridad social, etc.

– La desigualdad entre hombres y mujeres se mantienen o incluso se agravan.

– La desigualdad social se mantendrá o incluso se agravará, ya que las personas más ricas podrán beneficiarse de regímenes de pensiones complementarios más ventajosos.

– Eliminación de los pocos regímenes de jubilación más favorables que quedan y que son mejores que el régimen general: industrias eléctricas y del gas, RATP, Banque de France. Uno de estos regímenes emblemáticos era el de la SNCF, cuyo final ya fue decretado por una ley de 2018.

¿Es verdad que se pone fin a los regímenes especiales?

En Francia, son la Asamblea Nacional y el Senado quienes deciden qué leyes se aplican a la gente. ¿A toda la gente? No. ¡No necesariamente a quienes las imponen a los demás! Las y los senadores reciben una pensión neta de unos 2190 euros tras … un único mandato de 6 años. El Senado estima la pensión media de estos pilares de la República (!) en 3856 euros netos. «Nuestra contribución equivale aproximadamente al 15% de nuestra asignación parlamentaria», intentan justificar. Cierto, pero la realidad es que se quedan con una asignación mensual neta de 5569 euros… que suele sumarse a otras remuneraciones. Desde la Asamblea Nacional, muchos diputados y diputadas dan lecciones al Senado: «nosotros hemos reformado nuestro sistema, ustedes deberían hacer lo mismo». Pero olvidan dar los detalles de su reforma: según la página web de la Asamblea Nacional, un diputado o diputada que haya cumplido un mandato de cinco años recibe una pensión mensual neta de 684,38 euros a los 62 años. Tras dos mandatos, esto significa una pensión de 1368 euros netos, el equivalente a lo que tiene derecho el resto de la población, ya que un organismo oficial (la Direction de la recherche, des études, de l’évaluation et des statistiques) afirma que actualmente la pensión media es de 1400 euros netos.

Dirigirse a los «representantes electos de la República» podría considerarse populista, o incluso un caldo de cultivo para la extrema derecha. Sin embargo, se puede objetar que la llamada extrema derecha, a través de sus diputados y diputadas, se beneficia alegremente de las ventajas del sistema de la llamada democracia representativa, tanto en la Asamblea Nacional como en el Parlamento Europeo. No hay razón para no retomar esta crítica al enriquecimiento y a la hipocresía de quienes hacen la ley desde el parlamento. La cuestión de las pensiones de las y los parlamentarios es una manifestación del odio y del desprecio de clase. Esto es lo que debemos poner de relieve. No solo la minoría de explotadores y sus servidores se están atiborrando cada vez más pródigamente, sino que además sienten el mayor de los desprecios hacia nosotros y nosotras. Hablan de trabajadores que se jubilan tras más de cuatro décadas de explotación, fatiga, desgaste y salarios miserables, pero se embolsan una pensión equivalente a la nuestra tras uno o dos mandatos para los que… sólo se les pidió que nos representaran.

Manifestaciones enormes…

La intersindical nacional ha convocado catorce jornadas nacionales de huelgas y manifestaciones: 19 de enero, 31 de enero, 7 de febrero, 11 de febrero, 16 de febrero, 7 de marzo, 8 de marzo, 11 de marzo, 23 de marzo, 28 de marzo, 6 de abril, 13 de abril, 1 de mayo y 6 de junio. Pasemos por alto la batalla de cifras que tradicionalmente enfrenta a la policía, los sindicatos y los medios de comunicación en torno al número de manifestantes[4]. Sea cual sea el punto de referencia utilizado, la participación fue excepcional, la más alta en años. Un fenómeno que se dio en las grandes ciudades, pero también en multitud de pueblos y ciudades medias de toda Francia. Esta era una característica del movimiento de los chalecos amerillos: un fuerte arraigo local en todas las regiones. El 31 de enero, por ejemplo, el número de manifestantes en Tarbes (región de Occitania) a escala de París habría representado 6 millones de personas; había 5.200 personas en las calles de Saint-Gaudens (departamento de Haute-Garonne), una localidad de 11.500 habitantes. Los ejemplos podrían multiplicarse. En total, un millón, dos millones, dos millones y medio… no se trata de eso. Las manifestaciones han sido de una magnitud que no se había visto en mucho tiempo; nadie lo niega.

Pero eso no basta, porque su objetivo esd aplastar a los sindicatos

La capacidad de negociación necesaria para la victoria sólo puede evaluarse caso por caso en un momento dado. Por muy importantes que sean el debate y la lucha sobre las pensiones, nos enfrentamos a una ofensiva de los capitalistas y sus representantes que va más allá de este marco. Existe el deseo de acabar con el movimiento sindical, con todo el movimiento sindical. De ahí el desprecio del gobierno hacia la intersindical en su conjunto y hacia cada uno de sus componentes. No es raro que el gobierno ignore a Solidaires o que se enfrente a la CGT, pero es mucho menos habitual que desprecie a la CFDT. En comparación con anteriores luchas a gran escala en el país, hay un cambio que hay que tener en cuenta: el de la casta política en el poder. Para los tecnócratas como Macron y sus ministros, el gobierno no es más que un momento en una vida profesional que va de asesoramientos a empresas, a consejos de administración, gestión de empresas públicas, etc. No les importa mucho el gobierno como tal. No les importa que su carrera política se estanque como fruto de una derrota social. De ahí su cinismo ante el rechazo masivo de su proyecto de ley. Además, el propio Macron está en su segundo mandato y no puede optar a la reelección. Esto le le predispone aún más para ir de frente en las batallas decididas por la patronal; él se irá y dejará todo el trabajo el trabajo para sus servidores.

Se puede decir que la movilización fue a la vez excepcional e insuficiente. Excepcional por el número de manifestantes, por su duración, por la revuelta popular y, también, por el hecho de que a lo largo de estos meses ha habido huelgas en numerosas empresas privadas y en distintos sectores profesionales. Insuficientes, porque, como hemos dicho desde el principio, «las manifestaciones no serían suficientes». Sin embargo, siguen siendo el método de acción preferido por mucha gente. Sigue siendo difícil el generalizar el bloqueo de la economía, parar los medios de producción, es decir, ir a la huelga; ya sea en el tiempo que dure, pero también durante las jornadas nacionales [de movilización]. Las razones son bien conocidas; en primer lugar, la debilidad de la organización sindical interprofesional local. Esto se debe al antisindicalismo militante de la patronal: ausencia de derechos en las empresas más pequeñas y su puesta en cuestión en las demás, la integración de la representación de las y los asalariados cada vez más institucionalizada y cada vez menos representativa y represión antisindical en todas partes. Pero también es el resultado de las decisiones tomadas por los propios sindicatos: cuando se quiere cambiar radicalmente la sociedad y se cree que la huelga general es la forma de lograrlo, no se puede marginar la dimensión intersindical del sindicalismo en la actividad cotidiana. También hay que tener en cuenta el retroceso ideológico de nuestra clase social, que se refleja en el hecho de que una parte de ella exonera a las y los empresarios de sus responsabilidades en la explotación capitalista para centrarse únicamente en el gobierno. La propaganda del Rassemblement National (RN, extrema derecha) también apunta en esta dirección.

Si bien esta observación es necesaria para avanzar, también es importante reiterar el poderoso carácter de este movimiento de masas. Sin volver sobre las enormes manifestaciones en todas las regiones, es importante señalar los bloqueos y las concentraciones que se han venido dando, fundamentalmente desde marzo [cuando se aprobó la Ley]. Acciones que no sustituyen a las huelgas, porque tienen un efecto más débil sobre la economía y la producción y, por tanto, sobre los beneficios de los capitalistas. Pero sí reúnen a equipos sindicales de CGT, Solidaires, FSU e incluso FO o CFDT de las mismas ciudades o de los mismos barrios en las grandes aglomeraciones. A corto plazo, esto refuerza la confianza popular en el movimiento y en las organizaciones sindicales; a largo plazo, crea una dinámica positiva para el movimiento sindical.

Pero, ¿qué hacer entre dos manifestaciones?

Esta es una pregunta que se han planteado de forma sincera muchos equipos de activistas. De ahí las series de manifestaciones nocturnas conocidas como «desfiles de las antorchas»; de ahí los debates y a veces las iniciativas sobre caja de resistencia[5]; de ahí las Asambleas Generales (AG) en las ciudades que reunían a militantes de diversas organizaciones; de ahí las caceroladas de los últimos meses. Una sucesión de acciones que no era suficiente para ganar la partida porque no se lograba parar la economía, pero, también, porque no arrastraba a más gente que la que ya estaban movilizadaa a otro nivel. Para modificar la relación de fuerzas a nuestro favor era necesario ganarse a quienes no se habían sumado al movimiento de protesta colectiva: las y los asalariados de las empresas en las que la huelga no estaba en el orden del día, a la gente de los sectores en los que se piensa que no puede hacer huelga; a quienes necesitan sentir el apoyo concreto de los equipos sindicales de la gran empresa de al lado, a veces en el misma empresa (las subcontratas), o contar con los equipos sindicales locales y su presencia. La distribución de panfletos y los debates organizados por la CGT, Solidaires y otros sindicatos locales/departamentales son fundamentales para construir una huelga nacional interprofesional.

En «Comment s’occuper entre deux dates de mobilisation?» [Qué hacer entre dos fechas de grandes movilizaciones], Baptiste Pagnier, militante de la unión departamental de la CGT de París, desarrolla este tema de forma muy pertinente en el número de marzo de la revista La Révolution prolétarienne[6]. Podríamos añadir que el apoyo a las huelgas existentes debería ser algo natural. En la región de Île-de-France, por ejemplo, decenas de trabajadores de filiales de La Poste[Correos] (Chronopost, en Alfortville en el Val-de-Marne; DPD en Coudray Montceaux, en Essonne) están en huelga desde hace más de un año y medio. Han estado presentes en todas las manifestaciones de París desde el 19 de enero, pero muy pocos equipos sindicales han acudido a sus manifestaciones y piquetes, invitándoles a sus propias empresas o a sus puertas para dar a conocer la huelga. Veinte meses de lucha no es habitual, pero en todas las regiones hay huelgas que necesitan respaldo y apoyo.

Destacar el lapso de tiempo entre dos fechas de movilización nacionales es también un tema recurrente para ciertas corrientes políticas, que tienen especial interés en atraer a la gente con discursos y escritos de tonos radicales. A menudo afirmando que «hay que convocar una huelga general ya», «no esperemos a la intersindical». Pero, ¿qué hizo la intersindical? Pues bien, el 12 de febrero, por ejemplo, la intersindical llamó a «los trabajadores, los jóvenes y los pensionistas a intensificar el movimiento paralizando Francia en todos los sectores el 7 de marzo». La intersindical aprovechará el 8 de marzo, día internacional de lucha por los derechos de la mujer, para poner de relieve “la gran injusticia social de esta reforma contra las mujeres». ¿Qué más se le puede pedir a una intersindical que agrupa a CFDT, CGT, FO, CGC, CFTC, UNSA, Solidaires y FSU? En un momento en el que la unidad en la acción sindical es el factor determinante para la participación de muchos asalariados y asalariadas, ¿qué sentido tiene gastar tiempo y energía en criticar a una intersindical que propone semejante perspectiva para principios de marzo? Sería mejor hacer de ello un punto de apoyo, como en los sectores profesionales; por ejemplo, en la SNCF, donde SUD-Rail y la CGT preservaron el marco unitario intersindical con la UNSA y la CFDT, sin que ello les impidiese que llamar a una huelga renovable a partir del 7 de marzo, llamamiento que luego hizo suyo conjuntamente las cuatro federaciones.

El llamamiento lanzado por la federación sindical SUD-Rail tras varios días de huelga renovable en el sector ferroviario, el 10 de marzo, ilustra claramente lo que significa apoyar una huelga interprofesional: ¡significa participar en ella y contribuir a prolongarla!

Los ferroviarios les hablan:

No hace falta explicar todos los efectos perjudiciales de la ley de pensiones. Las enormes manifestaciones en todo el país demuestran que es rechazada por la gran mayoría de la población. Pero la patronal, los accionistas y, por tanto, el gobierno han decidido un enfrentamiento: las manifestaciones no bastan. Necesitamos una huelga intersectorial.

Al día siguiente del 7 de marzo, la CFDT, la CGT, la FO, la CGC, la CFTC, la UNSA, Solidaires, la FSU y las organizaciones juveniles dejaron claro que «apoyan y animan a todos los sectores profesionales a continuar y ampliar el movimiento». ¿Quieres apoyarnos? Entonces únete a la huelga. Rápido, para ganar rápido.

Los ferroviarios llevamos una semana en huelga renovable. Lo mismo ocurre en otros sectores. No queremos una huelga por delegación: para ayudarnos a resistir, ¡es necesario que otros sectores se unan a la huelga y bloqueen el país! La mejor manera de apoyar a los huelguistas es organizar una huelga en los centros de trabajo. La mejor manera de ganar rápidamente es actuar juntos.

En el congreso de la CGT de finales de marzo, Pierre Germain-Bonne, delegado del sindicato de colectividades locales de Échirolles (Isère), dijo lo mismo: «Los compañeros de los piquetes necesitan apoyo y … más huelguistas. No necesitan cheques de solidaridad para los fondos de huelga. Recibimos cheques, esta mañana hemos recibido otros 6.000 euros para caja de resistencia de Isère, pero será necesario que nos envíen huelguistas a quienes dar el dinero».

«Fortalecer el movimiento paralizando Francia en todos los sectores»

La cuestión de una huelga renovable se estuvo debatiendo en varios sindicatos. Es un debate que está presente mucho más allá de los círculos que se contentan con reclamarla sin organizarla nunca[7]. Pero el problema está, justamente, en organizarla. Es cierto que la intersindical nacional no fue unánime al respecto. Pero varias organizaciones se mostraron favorables a esta posición, y es un avance innegable en comparación con lo que hemos visto en el pasado durante movilizaciones sociales similares. En situaciones como esta, debemos apoyarnos en la unidad intersindical que rechaza la contrarreforma y dar valor a los llamamientos a la huelga renovable, allí donde sea posible, de varias organizaciones interprofesionales nacionales. Ya el 11 de febrero, la CGT, la UNSA, la FO, la CGC y Solidaires convocaron una huelga indefinida en la RATP a partir del 7 de marzo; lo mismo hicieron la CGT y SUD-Rail en el sector ferroviario; y la CGT en el sector de recogida de basuras y residuos domésticos; y rápidamente se sumaron convocatorias sectoriales del mismo tipo[8]. Los sindicatos de la enseñanza (FSU, UNSA, FO, CFDT, CGT, CGT, SNALC, SUD) convocaron «huelgas masivas el 7 de marzo para cerrar completamente las escuelas y los servicios». También en la enseñanza superior y de investigación, todos los sindicatos convocaron para el 7 de marzo «huelgas masivas que conduzcan al cierre total de las universidades y los organismos de investigación». La intersindical llamó a la gente a movilizarse en masa el 8 de marzo».

¿Utilizó la intersindical la fórmula huelga general? Por supuesto que no, pero si el objetivo es construir esta huelga general y no sólo decir que la hemos convocado, qué es más útil: ¿un llamamiento de una o dos organizaciones que inclusa con esta fórmula tan deseada o un llamamiento a «paralizar el país» seguido inmediatamente de otro para «continuar y amplificar el movimiento», como lo hicieron juntos la CFDT, la CGT, la FO, la CGC, la CFTC, la UNSA, Solidaires y la FSU?

La intersindical CFDT/CGT/FO/CGC/CFTC/UNSA/Solidaires/FSU fijó como fecha límite el 7 de marzo, con un llamamiento a «paralizar Francia». En la tarde de ese día, el mensaje de las mismas organizaciones intersindicales nacionales fue muy claro: «[la unión intersindical] apoya y anima a todos los sectores profesionales a continuar y ampliar el movimiento». Al contrario de lo que ocurrió durante movimientos similares en el último cuarto de siglo, esta vez la intersindical no fue, en absoluto, un obstáculo [para la movilización]; sea cual sea la opinión de algunos comentaristas radicales que no son huelguistas, o de algunos revolucionarios cuyo propio sector no destaca por el número de huelguistas.

Unidad y creación de huelgas: prioridades acordes con nuestros objetivos

La unidad también fue muy visible en las diversas acciones decididas localmente en todo el país: panfletos en las puertas de las empresas o en lugares públicos, bloqueo de peajes, rotondas o carreteras, apoyo a las ocupaciones de centros de producción, etc. Existe una relación dialéctica entre la unidad y la construcción de la huelga. Existe una relación dialéctica entre el mantenimiento a largo plazo de la intersindical nacional y las consignas planteadas por cada una de las fuerzas sindicales. El efecto, en la realidad -y esto es lo que cuenta- se refleja en el alto nivel de movilización social. Nos interesa mucho mantener la unidad de acción sindical, así como los marcos intersindicales de reflexión. Esto es algo totalmente necesario frente al deseo de destruir el sindicalismo.

Durante el movimiento de 2019, muchos limitaron su acción huelguística a jornadas nacionales de acción, y en una gran parte del sector privado (y no sólo) ni siquiera hubo un verdadero intento de huelga. Tenemos que superar esto y no organizar una «huelga por delegación» [que sean unos cuantos sectores que hagan la huelga por el resto], como hacen los que anuncian cajas de resistencia en lugar de organizar una huelga. Entre el 11 de febrero y el 7 de marzo, hubo casi un mes en el que, dado el clima general, los equipos sindicales pudieron dedicarse exclusivamente a construir la huelga: en sus centros de trabajo, en primer lugar, y también en el marco local interprofesional. «Lo paramos todo, en trabajo en la medida de lo posible (huelga, horas de delegación, descanso, etc.) y las reuniones, y organizamos asambleas generales, la distribución de panfletos, reuniones de información, caja de resistencia, nos tomamos el tiempo de pasar por distintos centros de trabajo cercanos, ofreciéndoles ayuda si era necesario, y de coordinarnos con los sindicatos del mismo sector profesional. Las herramientas sindicales (federaciones, sindicatos departamentales y locales) sirven para ello, y los contactos horizontales les dan vida»[9]. Si se quiere una huelga general, la actividad no puede limitarse a la propia empresa o al propio sector profesional. Los vínculos locales intersectoriales son fundamentales para ganar. Pero también está en juego el futuro: periodos como los que atravesamos desde enero atraen a nuevas personas al sindicalismo, los contactos son numerosos, la afiliación aumenta… Hay que estructurar todo eso, crear o revitalizar los sindicatos interprofesionales locales; también aquí podemos citar lo que hicieron varios equipos de militantes: compartir la hora de la comida, antes o después de las manifestaciones; elaborar un calendario de distribución de octavillas en las empresas seleccionadas; formalizar el nombramiento de los representantes de las secciones sindicales; reforzar las oficinas sindicales interprofesionales… En resumen, tenemos que conseguir que en el futuro seamos más eficaces y, por tanto, más útiles a los trabajadores y trabajadoras para defender sus reivindicaciones inmediatas y crear las condiciones de la emancipación social.

Construir la huelga significa multiplicar los debates en los centros de trabajo. Es allí, empresa por empresa, sección por sección, donde se gana y se construye la huelga. Las asambleas generales lo más cerca posible de los lugares de trabajo permiten al mayor número posible de huelguistas tomar las riendas de su huelga. Son menos espectaculares, pero más eficaces que las asambleas generales interprofesionales en las ciudades, cuando éstas no se basan en huelgas masivas en empresas y secciones[10]. Es fundamental que se oiga la voz de todos; eso presupone que las y los trabajadores se sientan seguros para expresarse. Las AG organizadas a una escala demasiado grande no aportan democracia a la huelga. Incluso en los sectores en los que la huelga es renovable, se ha producido un retroceso en la autoorganización y en la práctica de las asambleas generales de huelguistas. No es cuestión de ocultarlo o de conformarse con ello. Es un problema al que se enfrenta el sindicalismo que propugna la emancipación social, la ruptura con el capitalismo, la autogestión y la socialización de los medios de producción y de intercambio. La debilidad de las herramientas interprofesionales locales también está saliendo a la superficie, como ocurre durante todo movimiento social a gran escala; tenemos que intentar aprender las lecciones de esto, de acuerdo con las conclusiones, si queremos que las cosas cambien.

Se ha dicho que la CFDT peso mucho en la intersindical nacional. ¿Qué pesó mucho? Tal vez, pero es la mayor organización en términos de afiliación y la mayor según los resultados de las elecciones sindicales. No podemos darnos por satisfechos con eso. Otro ejemplo, en parte relacionado con el anterior: hace 10 años, era el sector de los transportes el que registraba la mayor tasa de sindicación; en el momento del último estudio sobre el tema, en 2019, las actividades financieras y de seguros habían ocupado ese lugar, gracias a un fuerte crecimiento, mientras que la tasa de afiliación en el transporte disminuía. Dado el tipo bastante diferente de sindicalismo mayoritario practicado en cada uno de estos dos sectores, esto puede no ser satisfactorio. Pero en ambos casos, la observación es inútil si no conduce a una acción para remediar la situación: recursos para la sindicalización allí donde decidamos hacerlo, basándonos en el análisis de las realidades locales.

Sólo la verdad…[11]

La dificultad de este movimiento fue la realización de huelgas renovables. Los ferroviarios lo intentaron, siguiendo los llamamientos de las federaciones CGT, UNSA, SUD-Rail y CFDT. Pero la debilidad (relativa) era evidente en dos aspectos:

Ya el 7 de marzo, el porcentaje de huelguistas[12] era inferior al de huelgas anteriores, motivadas también por los ataques a las pensiones. Un 41,29% el 7 de marzo de 2023, frente a un 61% el 24 de noviembre de 1995, un 62,40% el 12 de mayo de 2003, un 61,47 el 14 de noviembre de 2007 (y un 71,90% el 14 de octubre), un 50,50 el 5 de diciembre de 2019.

En parte por esto, pero también por otras razones (entre ellas la debilidad de las asambleas generales y un fuerte deseo de no ir solos [a la huelga]), fue difícil renovar la huelga. El segundo día de huelga había un 18,99% de huelguistas, un 11,93 el tercero y un 8,40% el cuarto. En 2007, la cifra fue del 42,80% el segundo día y del 30,31% una semana después; en 2019, el 7 de diciembre había un 44,51% de huelguistas y un 40,40% el día 8. La segunda semana de huelga de marzo de 2023 registró cifras que fluctuaron entre el 4% y el 6% (aparte de un punto álgido del 15,61%); la cifra descendió a entre el 2% y el 6% en la tercera semana (excepto el día 23: 26,98%). En relación con esto, Tony Fraquelli señala en la entrevista mencionada que «ya en febrero, nosotros [las cuatro federaciones] convocamos dos días de acción cuando sólo había un día convocado por las confederaciones. Y nos dimos cuenta de que era muy fuerte el primer día, una huelga mayoritaria entre los ferroviarios, pero que, al día siguiente, a pesar de la convocatoria interfederal, la huelga se había convertido en minoritaria»[13].

Independientemente de las cifras precisas, las y los sindicalistas y huelguistas percibieron esta realidad en tiempo real. También lo hicieron la patronal y el gobierno. El entusiasmo es necesario para animar una huelga y puede llevar a no detenerse en las cifras. Pero no tiene sentido ocultar la realidad a las y los huelguistas del sector… sobre todo, porque lo comprenden muy bien. El problema se plantea más en relación con otros sectores profesionales: «En tal empresa la huelga continúa», «En tal empresa, la Asamblea General ha renovado la huelga»; pero si no existe una herramienta sindical local transversal por la que se pueda transmitir «la verdad de lo que se dice», muchos equipos sindicales corren el riesgo de basar su análisis de la huelga en ilusiones. En este sentido, los boletines diarios de La grève, como los publicados por Solidaires, la federación SUD-Rail y sin duda otras estructuras sindicales, son herramientas muy pertinentes, tanto para la circulación de la información como para la dinámica de construcción de la huelga.

Ni que decir tiene que este ejemplo de la huelga de la SNCF no cuestiona el trabajo de nuestros compañeros ferroviarios. Todo lo contrario. No hay ningún sentimiento de que antes era mejor; no se trata de eso, en absoluto, sino de analizar la situación para avanzar y fortalecernos. Y también es la ocasión de saludar a todos y a todas las huelguistas, con una dedicatoria especial a Sébastien Noris: «Sébastien es ferroviario; desde hace más de 25 años trabaja y milita en el taller del TAV de Villeneuve, en el Val-de-Marne. El gobierno y su policía le han mutilado un ojo. Sébastien es el líder de la sección sindical SUD-Rail en su empresa: 92% de los votos en las elecciones en el colegio de ejecución, 73% en el de supervisión. ¿Quién de los que quieren imponernos su ley puede pretender tener semejante base democrática? La mutilación de manifestantes es atroz, sea quien sea la víctima, por supuesto. Pero esta reseña sobre Sébastien pretende mostrar, una vez más, la gran hipocresía de su democracia burguesa»[14] )

El tema de las pensiones ilustra cómo vincular la defensa de las reivindicaciones inmediatas y las alternativas al sistema capitalista. Lo inmediato es el rechazo de la contrarreforma. Es correcto denunciar el retraso de la edad legal de jubilación, rechazar el aumento del número de los años de cotización necesarios para tener una pensión completa, explicar el escándalo de los “25 mejores años” aplicados al régimen general que se traduce en pensiones que son mucho más bajas de lo que serían si la base fuera, por ejemplo, “los mejores 6 meses”, reclamar una consideración real de las condiciones penosas, exigir medidas que establezcan la igualdad entre mujeres y hombres, etc.

De las pensiones a la lucha anticapitalista

Para decirlo en dos palabras, todo esto tiene que ver con el reparto de la riqueza; muchos carteles, eslóganes, pancartas, carteles, folletos destacan los cientos de miles de millones de los accionistas, el fraude fiscal, etc. De ahí surgen dos preguntas: ¿Quienes crean estas riquezas? y ¿Cómo se distribuyen?, de donde llegamos a: Quienes los producen con su trabajo reciben sólo una pequeña parte mientras que [las riquezas] Son acaparadas por los accionistas, los patrones, es decir por quienes no las producen. No es que las escandalosas ganancias capitalistas deben financiar nuestras jubilaciones, ya que son nuestras cotizaciones las que lo hacen, lo que significa que debemos administrarlas nosotros y solo nosotros, sin la patronal ni el Estado. Pero globalmente, ¡los capitalistas nos cuestan muy caro! Esto mejora la credibilidad de la búsqueda de alternativas.

El importe de las pensiones es otro ejemplo. El escándalo de las pensiones de miseria se denunciado ampliamente, así como la falsa promesa de revalorización ligada a la contrarreforma; con razón. Otras cuestiones se plantean fácilmente: “La batalla para que el importe de la pensión esté indexado a los mejores salarios percibidos anteriormente es bastante comprensible; pero una vez en la jubilación, ¿qué justifica las diferencias en la remuneración ya que todo el mundo realiza el mismo trabajo (o, más exactamente, no realiza ningún trabajo si definimos el trabajo como trabajo asalariado)?” Por supuesto, esto permite volver a la noción de salario diferido y, por lo tanto, al escándalo de la estatización del sistema de pensiones, la confiscación por parte del Estado de parte de la remuneración de nuestro trabajo. Pero no hace falta buscar mucho para que esta problemática de las diferencias entre los niveles de pensiones de jubilación lleva a la discusión sobre el fundamento real de la jerarquía salarial.

En las manifestaciones abundan las consignas que denunciaban la naturaleza del trabajo subordinado, enfatizando la pérdida de sentido del trabajo, la discrepancia entre esta contrarreforma y las cuestiones sociales y ecológicas, el papel que juegan las personas pensionistas en la sociedad… Un número reciente de Cerises la cooperative[15] se preguntaba: “¿No hay en estas múltiples expresiones mucho más que el simple rechazo a la ampliación de la jornada laboral que debe caracterizarse como subordinado? ¿No es ya la expresión implícita del rechazo del papel de los accionistas, de la única valoración económica a través del mercado y, por último, del rechazo a considerar como único trabajo útil la actividad que valoriza el capital? ¿No es una de las condiciones más importantes para la victoria del movimiento y el retroceso del gobierno la clarificación de todos estos elementos implícita o explícitamente contenidos en las movilizaciones y en sus expresiones? (…) ¿No es urgente y posible ampliar el estado de ánimo visiblemente compartido por una mayoría de mujeres y hombres, explorando juntos otras perspectivas, otros intercambios sobre el trabajo y la actividad, sobre la urgencia de liberarnos de la valorización única del capital, de discutir el fin de la subordinación, de la urgencia de acabar con los accionistas y su omnipotencia, de volver a la diferencia entre cotizaciones e impuestos, sobre el salario socializado, sobre la organización y el control de todos nuestros tiempos de vida, etc.?

En las manifestaciones se grita “La Sécu es nuestra”. Admitamos que nos la robaron hace mucho tiempo. Si efectivamente fue así en el pasado, ¿quién piensa hoy que la Sécu, y por tanto la jubilación, pero no sólo, la gestionan quienes, a través de sus cotizaciones, la hacen existir, es decir, los trabajadores y las trabajadoras? Sin embargo, ¿Hay algo más simple para diseñar? El informe presentado por Henri Raynaud al Comité Nacional Confederal de la CGT, en enero de 1947[16], insistió en tres temas: una caja única, una tasa única de cotización interprofesional, la gestión obrera sin patrones y sin supervisión estatal. Los tiempos de lucha son tiempos en los que se acelera la conciencia de la explotación y la opresión. Es importante plantear reivindicaciones que saquen a la luz las contradicciones del sistema capitalista, su incapacidad para reformarse hasta el punto de satisfacer las necesidades colectivas y garantizar el futuro del planeta. Unas cuantas discusiones entre huelguistas, unos cuantos debates en asambleas generales bastan para sacar a relucir estas reflexiones y muchas otras. A partir de ahí, es más fácil compartir la idea de que el futuro de las pensiones no depende de cuestiones técnicas, sino que está ligado al cuestionamiento del sistema capitalista.

Lo social hace la política

Otra lección del período: como en cada momento de fuertes luchas colectivas de nuestra clase social, la extrema derecha ya no está para nada en el centro de las discusiones. Organizar la lucha de clases, de hecho, es la mejor manera de hacerla retroceder. De ahí los intentos del Ressemblement National  (RN) [Agrupación Nacional] de volver al panorama mediático con la moción de censura en la Asamblea Nacional. En cuanto a la izquierda, corre detrás del movimiento; sus dirigentes retoman a su cuenta las consignas sindicales, pero todo el mundo sabe que no son ellos quienes han permitido que exista el movimiento actual y sus perspectivas de continuidad.

Hay que insistir que el sindicalismo es político, no tiene por qué ponerse al servicio de fracciones partidistas y/o filosóficas, que por lo demás son respetables. El sindicalismo agrupa a quienes deciden organizarse conjuntamente únicamente por pertenecer a la misma clase social, trabajando para defender las reivindicaciones inmediatas y a favor de una transformación radical de la sociedad. La opresión ligada al sistema capitalista, la opresión económica derivada de las relaciones de producción y del derecho de propiedad, es común a toda la gente de abajo. Aquí es donde se produce la confrontación de clases. Ello no impide, muy al contrario, considerar que existen otras formas de opresión, que no se trata de jerarquizar, ni entre ellas, ni frente a la opresión económica. Las luchas contra la opresión y por la igualdad, la libertad, etc., también hacen política. La distribución de roles que quiere que el partido se ocupe de la política y el sindicalismo de los temas sociales es un callejón sin salida. Los sindicatos son, o al menos deberían ser, la herramienta de autoorganización de la clase trabajadora.

La crisis de su democracia burguesa

El gobierno se apoyó en su mayoría relativa y en la derecha de la Asamblea Nacional. No es una sorpresa. Durante unas semanas, la representación nacional hizo… representación, teatro; tampoco hay sorpresa por ahí. La oposición actuó para retrasar la adopción del texto, el gobierno hizo lo propio para acelerar su validación. Cada grupo fingió estar ofendido por los medios utilizados por el otro campo: multiplicación de enmiendas, por un lado, voto bloqueado, por el otro. Este es solo el juego institucional normal, según lo dispuesto por la Constitución de la V República Francesa; esta república al servicio de la burguesía, construida sobre la masacre de los Comuneros y Comuneras de 1871.

Es en esta lógica que, en lugar de someter su proyecto de ley al voto de las y los diputados, y así correr el riesgo de su rechazo, el presidente de la República recurrió al artículo 49.3 de la Constitución. Se trata de considerar por defecto que se adopta el texto en cuestión, salvo que en los días siguientes se vote una moción de censura por mayoría de diputados/as. Por supuesto, hay una nueva estafa aritmética y democrática detrás de esta opción: mientras que la aprobación o el rechazo de una ley se evalúa por mayoría relativa (las abstenciones y ausencias bajan el umbral a alcanzar, basta tener más “a favor” que “en contra”), la moción de censura a raíz de la aplicación del artículo 49.3 requiere la mayoría absoluta del número de escaños; en este caso 287. Esto invierte, de hecho, la necesidad de una mayoría sobre el texto: al no poder reunir los votos que habría necesitado para validarlo, el gobierno impuso a las oposiciones parlamentarias recabar 287 votos para que fuera rechazado mediante la moción de censura. Como era de esperar, esto no se logró, fueron 278 (más de los votos que habría recibido el gobierno en el caso de una votación ordinaria el 16 de marzo)

Cabe mencionar que desde que existe el artículo 49.3, tanto los llamados gobiernos de izquierda como los llamados gobiernos de derecha han recurrido a él con entusiasmo: antes de esta 100ª edición, desde 1962 había habido 56 49.3 de izquierda y 33 de derecha. Desde 1962, concretamente desde 1981, ningún gobierno, incluidas las fuerzas de izquierda, que desde la decisión de Macron/Borne del 16 de marzo de 2023 gritaban contra el escándalo, ha esbozado una reforma destinada a abolir esta posibilidad constitucional. Lo cierto es que la decisión del presidente de la República de utilizar este método ha ayudado a relanzar la revuelta en el país. El 49.3 en realidad coronó todo el trabajo: plazos restringidos para el examen del texto, votación bloqueada de la totalidad del texto en el Senado y, sobre todo, mentiras desvergonzadas desde la presentación del texto. La palma se la llevó el tema de la pensión mínima de 1200 euros para todos: en las primeras declaraciones relativas a 2 millones de afectadas/os, de desmentido en desmentido, el ministro de Trabajo llegó a 10.000. Otro ejemplo es el de los regímenes especiales de pensiones (según el gobierno, fuente de tantos males): ¡los, escandalosamente ventajosos de las y los parlamentarios no se tocan! Hay una exasperación democrática en el país, sobre todo entre los y las explotados del sistema capitalista. Esto no es ajeno a lo que hizo brotar buena parte del movimiento de los chalecos amarillos, con el desprecio desplegado durante la crisis sanitaria de la Covid donde, desde el poder, se decía todo y lo contrario.  La principal lección que se extrae de la secuencia parlamentaria es que marca, una vez más, la brecha que existe entre los representantes del pueblo y… el pueblo. Con toda legalidad, con el mayor respeto por las reglas de la llamada democracia representativa, el Parlamento aprobó una ley que fue rechazada por la gran mayoría de la población. Los movimientos, organizaciones y colectivos que reivindican la emancipación social deben tomar la ofensiva en este tema.

Hay que asumir la puesta en cuestión del llamado juego democrático, que niega los fundamentos mismos de la democracia. El sistema en vigor está hecho para proteger los intereses de la patronal, del accionariado, especuladores y capitalistas; ¡es ilusorio pensar que las herramientas puestas en marcha para perpetuarlo permitirán ir más allá! No tiene sentido repetir “al actuar así, Macron está haciendo la cama del RN”. Sí, la extrema derecha saldrá beneficiada… si no se hacen públicas las alternativas. Nuestro campo social, el de los y las que no viven de la explotación de los demás, debe retomar la ofensiva en términos de propuestas para la organización de una sociedad autogestionaria, igualitaria, ecológica… democrática, si volvemos a la verdadera significado de la palabra.

Violencias policiales

Especialmente desde el 16 de marzo, se habla de contenedores de basura quemados y de escaparates rotos. Ciertamente, en el período que estamos viviendo, estas no son marcas de radicalidad si entendemos por este término la perspectiva de romper más rápidamente con el capitalismo. Pero el enfado es grande y muy compartido; ¡lástima que unos cuantos botes de basura paguen el precio! “Hemos dicho varias veces que, a fuerza de no sentirse escuchada, la gente querría radicalizarse. Lo sentíamos venir, incluso entre nuestros militantes que no son anarquistas”: ¡son palabras del presidente de la Confederación Francesa de Trabajadores Cristianos (CFTC)!

La forma en que el poder utiliza estos hechos aislados para hablar de violencia es inaceptable. ¡La violencia está en querer hacer perder dos años de jubilación a millones de personas! También está en la represión policial que se ha reforzado fuertemente en las últimas semanas. En París, la Union départementale Solidaires había declarado la intención de organizar un mitin frente a la Asamblea Nacional el día de la votación. ¡El día anterior, el prefecto prohibió esta manifestación! Se necesitó un procedimiento sumarial ante el Tribunal Administrativo para que se levantara la prohibición. Miles de personas se dieron cita allí nada más anunciarse el 49.3. ¡Por la noche, la policía arrestó a más de 200 personas! Manifestaciones, concentraciones y represión policial se repitieron en muchas ciudades en los días siguientes. “La autoridad judicial no está al servicio de la represión del movimiento social”, resumía bien la situación el Syndicat de la magistrature [jueces]: “La prohibición de la manifestación en la Place de la Concorde en París el 18 de marzo, ha traído consigo una multitud de detenciones preventivas sin evidencias para caracterizarlas como infracción. De 292 arrestos, 283 no dieron lugar a ningún proceso. Este uso abusivo de la detención preventiva ilustra los abusos de las fuerzas del orden (…)” El ejemplo citado se refiere a París, pero el mismo método -prohibición de reuniones o manifestaciones, detenciones sin motivo y violencia policial- se utilizaron en muchas otras ciudades lo largo del tiempo; se prohibió hasta llevar cacerolas a las concentración, , objeto de escarnio en todo el mundo…

La juventud en lucha

La contrarreforma ataca a nuestra clase social. Sirve a los intereses del empresariado y del accionariado. Casi todo el mundo entiende eso. No hay necesidad de perder demasiado tiempo y energía discutiendo los detalles. Se trata de un proyecto de sociedad. Para mucha gente joven la jubilación está muy lejos, dicen que no tendremos jubilación. Pero lo que entienden es que después de la jubilación, ¿por qué [van a recortar] el seguro médico? ¿Qué pasará con las vacaciones pagadas? ¿Y el contrato de trabajo? ¿Y el salario?…  Hay que hacer el nexo entre las reivindicaciones más locales que se arrastran desde hace meses o años, el rechazo a la contrarreforma de las pensiones y la posibilidad de otro futuro. Hay que remarcar la amplia participación de la gente joven en las manifestaciones interprofesionales y, también, en las acciones dentro de las escuelas secundarias y universidades. Estas últimas son insuficientes, aquí también como fruto de la disminución de la presencia y las actividades sindicales; esto es lo que debemos abordar para ser más efectivos.

En cuanto a la juventud, llama la atención que el presidente de la República prefiera posponer lo que ha sido una de sus aficiones durante años. Ya en enero, Macron quiso anunciar la generalización del Servicio Nacional Universal (SNU). Ha retrocedido. Después se habló de marzo; luego el secretario de Estado a cargo del expediente mencionó una decisión en junio. El gobierno no abandona su proyecto militarista de esclavización de la juventud[17]. Pero, ante la movilización de los y las jóvenes, en el marco del movimiento contra el proyecto de ley de jubilación y también por la mejora de sus condiciones de estudio y de vida, temió que este anuncio de generalización y/o obligación del servicio nacional universal sea el detonante de ¡un movimiento de protesta aún más fuerte!

De la lucha anticapitalista y feminista a las pensiones

¿El inicio de una huelga renovable el 7 de marzo comprometió el día internacional de los derechos de la mujer el 8 de marzo? Por el contrario, permitió resituar claramente este día, pero más en general, las luchas feministas, en un marco anticapitalista, en conexión con la lucha de clases. Esto no siempre es “natural”, incluso en los círculos sindicales; pero es un tema importante hacer muy visibles estos vínculos, no considerar como secundarios los diferentes sistemas de opresión, incluido el patriarcado, sino por el contrario incluir las luchas que se le oponen en el de la emancipación total. El ejemplo lo dan los colectivos militantes que organizan giras y permanencias sindicales en los sectores más feminizados. Desde un punto de vista histórico, recordemos que, si en el origen de la huelga de noviembre/diciembre de 1995 en Francia hubo secciones sindicales que impulsaron asambleas generales y huelga renovable el 24 de noviembre, el día siguiente tuvo lugar una gran manifestación feminista por los derechos de las mujeres, sus reivindicaciones, sus libertades.

Huelga por delegación, referéndum, Consejo Constitucional

En lo que respecta a la huelga renovable nacional, estaban la SNCF, las refinerías, la energía. Otros sectores se vieron afectados, pero no a nivel nacional (limpieza), o no en forma de un movimiento renovable que se pueda calificar de masivo. Ante las dificultades de prolongar la huelga, parte de las fuerzas sociales intentaron buscar soluciones en otros lugares. Fue ante todo la vuelta a la huelga por delegación: la puesta en valor de las cajas de resistencia en este tipo de períodos forma parte de esta estrategia. Por mucho que la puesta en pie de tales herramientas, a largo plazo, sea una necesidad para el movimiento sindical, hay que pensar que cuando se ha iniciado un movimiento que se quiere generalizar no tiene sentido: a excepción de los pensionistas o desempleados/as, ¿quién debe aportar a las cajas de resistencia si no es la gente que deben estar en huelga? La cuestión de la constitución de verdaderas cajas de resistencia es importante. Es una pena caricaturizarla actuando de esta manera.

La oposición parlamentaria interpuso recursos ante el Consejo Constitucional; ¿quién pensaba que ello invalidaría totalmente el texto? Lo pudo haber hecho de forma suficiente para que el gobierno lo usara como pretexto para restablecer el diálogo como dicen los defensores del diálogo social: pero eso es olvidar que el objetivo del gobierno, el mandato de los capitalistas, de la patronal, del accionariado, no era discutir sino aplastar a los sindicatos. Como señaló el experto constitucionalista Dominique Rousseau, “el Consejo Constitucional reconoce que los ministros emitieron estimaciones erróneas durante los debates parlamentarios, que se utilizaron varios procedimientos acumulativamente para acelerar la aprobación de la ley y que el uso combinado de los procedimientos implementados tiene un carácter inusual, pero lo validó.

Dos palabras sobre el referéndum de iniciativa compartida destinado a oponerse a la ampliación de la edad legal más allá de los 62 años. Validado por el Consejo Constitucional, habría tenido la ventaja de congelar la ley durante nueve meses; pero luego se hubieran necesitado 4,7 millones de firmas para validar el proceso. Un proceso que desembocaría en la celebración del referéndum… salvo que el propio parlamento examinase la solicitud en los 6 meses siguientes. ¡Vuelta al punto de partida!

Lo internacional

Como era de esperar, la dimensión internacional de lo que está sucediendo actualmente en Francia es casi ignorada por el movimiento social. En cuanto a la actividad interprofesional, ésta es consecuencia de la insuficiente consideración del internacionalismo en el sindicalismo, a nivel mundial. Las organizaciones sindicales reciben mensajes de apoyo de sus contrapartes en otros países. Se organizan algunas presencias internacionales en las manifestaciones, como lo han hecho en varias ocasiones en los últimos meses las organizaciones integrantes de la Red Sindical Internacional de Solidaridad y Lucha. También se han llevado a cabo acciones transfronterizas. La manifestación del Primero de Mayo en París acogió a varias delegaciones sindicales de varios países europeos[18].

Esto es importante pero sigue siendo muy simbólico. En Europa y más allá, todas las poblaciones han sido objeto de ataques capitalistas contra las pensiones; todos se enfrentan también a lo que subyace a la ira popular también en el corazón del movimiento actual en Francia: la miseria que se extiende, la precariedad de los puestos de trabajo, la destrucción de los servicios públicos, la negación de la democracia, el desprecio de clase. Para quedarnos con países geográficamente próximos, recientemente ha habido, o hay, grandes huelgas en Gran Bretaña, en el Estado español, en Grecia, en Bélgica, en Alemania, en Portugal; y la lista está lejos de ser exhaustiva. Una de las claves de la victoria social está también en la acción sindical internacional.

La lucha continúa, ¿gracias a quién?

Gracias a los millones de personas que han participado en las protestas; pero si solo hubiera habido estos días de acción, la crisis política provocada por el rechazo masivo al proyecto de ley del gobierno no hubiera sido de esta magnitud. Ello se debe a las y los huelguistas. Huelgas difíciles, huelgas insuficientes, pero huelgas que significan que esta ley puede no estar cerca de ser aplicada, que el período de inestabilidad política institucional abre perspectivas, a condición de no encerrarse en dichas instituciones. Sin los y las huelguistas, el gobierno no hubiera necesitado recurrir al 49.3; sin las y los huelguistas, la cuestión del referéndum no se habría puesto en el debate público; sin los y las huelguistas, el grupo parlamentario LIOT no hubiera presentado una enmienda en la Asamblea Nacional para anular el paso a los 64 años…

No hemos ganado porque el gobierno convirtió su proyecto de ley en ley. Pero repitamos que el objetivo de nuestros adversarios de clase era otro: se trataba de destruir el movimiento sindical (véanse los dos gráficos al final del artículo, antes de las notas). Han fracasado. Las decenas de miles de nuevos miembros durante este semestre de luchas lo ilustran [ver sobre este tema el artículo publicado en esta web, ndt]. Ahora, tenemos que hacer algo con esta renovación sindical, para que dure. Las decisiones políticas organizativas son fundamentales: (re)dotar recursos significativos a las Uniones Locales (UL) interprofesionales, establecer planes de trabajo (giras, permanencias, etc.) que correspondan a los objetivos decididos colectivamente, continuar el trabajo sindical conjunto, etc.

Se entiende, esto no compromete sólo a lo nacional, ni mucho menos. Corresponde a cada sindicalista, a cada militante, a cada sección sindical, a cada colectivo sindical decidir, actuar para desarrollar una práctica sindical acorde con las ambiciones de transformación social, de lucha amplia, de huelga general. Esto requiere un tejido militante más extenso y más sólido. La formación sindical es sin duda una de las prioridades; las herramientas interprofesionales locales también.

¿Somos conscientes de nuestra dificultad en la construcción de un paro interprofesional nacional? Entonces, es necesario que parte de los medios sindicales, en particular en tiempo, de cada militante sirva para el desarrollo de las Uniones Locales, para que el sindicalismo esté presente en muchas más empresas y servicios, y se dirija a todos los trabajadores y trabajadoras, independientemente de su estatuto. ¿Es necesario el fortalecimiento de los colectivos sindicales locales interprofesionales, pero también en las empresas y los servicios? Las decisiones deben tomarse y aplicarse en cuanto a cómo se distribuye el tiempo que se pasa con los patronales y con las y los compañeros de trabajo. La recuperación de los CHSCT (Comité de higiene, seguridad y condiciones de trabajo) y de los y las delegados/as de personal debe ser una reivindicación prioritaria,

¿Notamos una participación demasiado débil en las asambleas generales de huelguistas? En el día a día es necesario volver a generar la confianza colectiva, gracias al sindicato; cada cual debe sentir que su palabra, sus reflexiones, sus ideas, son tenidas en cuenta. En los sectores donde se han puesto dispositivos antihuelgas, hay que combatirlos de forma unitaria; en todas partes donde se requiere una declaración individual de intención de ir a la huelga, esta maniobra individualiza la huelga y contribuye a que la AG se perciba como inútil ya que hay que decidir… dos días antes. Sin embargo, la AG no es la respuesta única a situaciones dispares. En muchas empresas, esto será lo que podría describirse mejor como discusiones entre colegas; también es importante, ¡aunque sea menos mítico!

¿Es importante la unidad sindical? Organicémonos para que siga, en las ciudades, en las empresas; repartiendo folletos de forma unitaria, reuniéndose, organizando actos festivos, debatiendo, elaborando las tarjetas obreras, luchando. ¡Porque la unidad no puede ser tratada sólo a través del prisma de la Intersindical nacional! Sin embargo, en este sentido, se podrían tomar iniciativas; la dinámica de las intersindicales de mujeres, las intersindicales que existen desde hace algún tiempo en cuanto a la actividad internacional, que también se ha hecho contra la extrema derecha, todo eso por supuesto es mejorable, pero también ampliable a otros temas.

La patronal lleva años trabajando para desarticular los colectivos de trabajo, para debilitar nuestra resistencia y nuestras luchas reivindicativas; sin este sentimiento colectivo, este sentimiento de pertenencia a una clase social, aunque no se diga explícitamente, es difícil construir… ¡movimientos colectivos!

Nuestro sindicalismo debe responder a estos ataques, a partir de lo que viven y cómo viven (y trabajan) las y los trabajadores de hoy. La mayoría social que se expresa en el país desde mediados de enero abre nuevas perspectivas políticas. Que las y los huelguistas y los manifestantes tengan cuidado de que no les confisquen lo que han construido. Al contrario, ¡debemos hacer que dé frutos!

Christian Mahieux, ferroviario jubilado, es miembro de SUD-Rail y de la Union interprofessionnelle Solidaires Val-de-Marne, y copreside la Réseau syndical international de solidarité et de luttes (www.laboursolidarity.org). Colaborador de la editorial Syllepse (www.syllepse.net), es colaborador de Cerises la coopérative (www.ceriseslacooperative.info) y de La révolution prolétarienne (www.revolutionproletarienne.wordpress.com).

Notas:

[1] Además de la intersindical nacional así definida, la CNT-SO y la CNT también convocaron manifestaciones y huelgas. Lo mismo ocurrió, por ejemplo, con LAB en el País Vasco o STC en Córcega; también fue el caso de todas las organizaciones sindicales establecidas en las últimas colonias francesas: USTKE en Kanaky, UGTG en Guadalupe, CDMT en Martinica, etc.

[2] Para ilustrar el carácter perpetuo de la lucha de clases en un régimen capitalista, podríamos remontarnos más allá de 30 años. Por ejemplo, en 1987, con la supresión de la indexación de las pensiones sobre los salarios de las personas cotizantes, lo que provocó una fuerte caída; las mentes más críticas podrían mencionar 1982, con el decreto del 26 de marzo (jubilación a los 60 años)… que inventó el principio del descuento.

[3] Hace 40 años, la edad legal de jubilación se redujo de 65 a 60 años.

[4] No obstante, hay que señalar que, con la gran participación del 19 de enero, los sindicatos tuvieron la oportunidad de hacer anuncios más realistas que los realizados durante años para alimentar el juego del «según la policía, según los sindicatos»; todo el mundo sabe lo absurda que se ha vuelto la situación, sobre todo en ciertas ciudades.

[5] Sobre el tema de los fondos de huelga y la necesidad de no plantearse la cuestión cuando la huelga haya terminado, sino mucho antes y en una perspectiva a largo plazo: Christian Mahieux, «Faut-il en faire des caisses?», Les utopiques n°13, Editions Syllepse, primavera 2020. Y también, el dossier disponible en el blog de la revista La Révolution prolétarienne.

[6] www.revolutionproletarienne.wordpress.com

[7] Algunas corrientes políticas destacan en este ejercicio. Sus representantes utilizan el tiempo y los recursos del sindicato para decir todo lo malo que piensan del sindicalismo.

[8] Hablamos aquí de llamamientos reales: no de los lanzados por estructuras sindicales que no representan nada en los centros de trabajo, o por quienes se limitan a presumir. Por ejemplo, la federación de Puertos y Muelles de la CGT juega al juego de siempre: «ninguna huelga indefinida en los puertos» sino una «huelga de horas extraordinarias renovables», como explicó en una reunión de las federaciones de la CGT, mientras que desde hace semanas multiplica sus posturas «duras», llamando regularmente a la huelga renovable en comunicados no distribuidos a la gente.

[9] En el blog de la revista: Retours sur la grève pour les retraites (2019-2020).

[10] En una entrevista publicada en la página web www.contretemps.eu el 13/04/2023, Tony Fraquelli, trabajador ferroviario y militante de la CGT, abordó otro aspecto igualmente importante: «Lo que me preocupa es que la forma en que se llevó a cabo esta lucha entre los trabajadores ferroviarios va a tener consecuencias concretas en los años venideros. Porque nos estamos alejando, por ejemplo, incluso en la mente de nuestros camaradas más jóvenes, del sindicalismo de clase y de masas, en el que llevamos nuestras reivindicaciones hasta la huelga para bloquear los medios de producción, para hacer triunfar nuestras reivindicaciones mediante huelgas masivas. Y hemos pasado al sindicalismo de clase, donde lo más importante es poner la huelga en el mapa, incluso si eso significa que sólo tenemos un puñado de activistas en huelga que hacen un gran alarde de bloquear y poner la huelga en el mapa. Lo importante para ellos es lo que mostramos. Esto ha ocurrido, por ejemplo, enviando delegaciones de unos pocos ferroviarios a bloquear incineradoras, o a bloquear la circunvalación. Pondré el ejemplo de una secuencia que vi muy concretamente aquí, empezando en Montreuil (Seine-Saint-Denis). La federación de comercio encargó un autobús, y 50 de ellos partieron de la rue de Paris [sede de la CGT] hacia la estación de Versalles, donde invadieron los carriles con  la bandera de los ferroviarios… A la vuelta, algunos volvieron a sus oficinas, mientras que otros dieron una vuelta por la circunvalación, donde bloquearon el tráfico durante 15 minutos. No duró mucho y no involucró a mucha gente, pero estuvo en todo Facebook y Twitter. Ese no es nuestro sindicalismo combativo. Desgraciadamente, este enfoque va a tener consecuencias en términos de desmovilización y de la forma en que construimos luchas más allá de los movimientos nacionales. El riesgo es el de discursos y acciones para la galería, un tipo de sindicalismo que conviene perfectamente a la Federación Sindical Mundial (FSM). […] En este sindicalismo de clase, pero no de masas, lo que cuenta es ser radical y las masas no importan; en cualquier caso, si no están con nosotros, están perdidas. Así que acabamos con huelgas ultraminoritarias. También está relacionado con la cuestión de la caja de resistencia, y desde este punto de vista hay cosas bastante sorprendentes. Es el caso de un sindicato que conozco, y que no nombraré, que solicitó dinero de la caja de resistencia a InfoCom-CGT y a la LFI, y acabó recibiendo varias decenas de miles de euros para sólo un puñado de activistas en huelga. Sin duda podemos aguantar así mucho tiempo. Pero no estamos construyendo nada».

[11] «Sólo la verdad es revolucionaria»; no se trata de saber quién lo dijo primero, sino de constatar que muchos militantes del movimiento obrero lo han repetido… ¡sin atenerse necesariamente a ello!

[12] Todas las cifras mencionadas son las de las estadísticas «oficiales» de la SNCF. Las tomemos como exactas o no, lo son a lo largo del tiempo y, por tanto, las tendencias aquí mencionadas no se ponen en duda. Se trata de las cifras de todos los colegios juntos, teniendo en cuenta que las tasas son siempre mucho más elevadas entre el personal operativo y los maquinistas.

[13] Según las mismas fuentes, la tasa de huelga fue del 26,09% el 7 de febrero y del 9,06% el 8 de febrero.

[14] «Haine, mépris et violence de classe», Cerises la coopérative nº 46, abril de 2023.

[15] www.ceriseslacooperativa.info

[16] Defensa de la Seguridad Social. Informe presentado por Henri Raynaud, secretario de la CGT al comité confederal nacional el 14 y 15 de enero de 1947 , Editions syndicalistes, 2016.

[17] Extracto de un comunicado de prensa reciente de Collectif Non au SNU:

“¿Qué es el Servicio Nacional Universal que el gobierno quiere hacer obligatorio para los jóvenes de 15 a 17 años?

–  Una operación de sometimiento de la juventud: uniforme, bandera, jerarquía, órdenes,… se trata de inculcar un espíritu de obediencia a las reglas, un absoluto respeto a las normas. Reglas y normas que, en su mayor parte, sólo pretenden perpetuar las desigualdades e injusticias inherentes a la organización actual de la sociedad.

– El cuestionamiento de los derechos de los trabajadores: con la UNS, cada año, 800.000 jóvenes sin derechos serán utilizados para reemplazar puestos de trabajo que actualmente ocupan empleados que tienen un salario, posibilidad de sindicación, derechos individuales y colectivos.

– Gastos considerables: el Estado presupuestará un gasto adicional anual de mil quinientos millones de euros, para hacer obligatorio el SNU. El presupuesto del ejército ya es de 44 mil millones de euros para 2023. ¡Aquí hay una gran cantidad de dinero que podría ser mucho más útil para la comunidad que en manos de los militares!

– El reforzamiento de la militarización: vigilancia militar, izada de bandera, canto guerrero, uniforme, carrera de obstáculos, etc. contribuirá al adoctrinamiento de los jóvenes.

La propaganda pretende banalizar el papel del ejército, mientras está al frente de la represión, en territorio francés, en las colonias y diversas regiones del mundo.

Los jóvenes deben involucrarse, dice el gobierno. ¡Pero ya lo es! Contra el racismo, para detener la destrucción de la Tierra, para defender su derecho al estudio, por el reparto de la riqueza y contra la explotación, por el derecho a la vivienda, por la igualdad de derechos y contra la discriminación, etc. ¿Cómo podemos hablar de aprender ciudadanía, cuando confiamos el marco al ejército?

[18] Incluidas, por ejemplo, las Comisiones Obreras de España (CCOO) que, con UGT, la patronal y el gobierno, firman desde hace años todos los convenios que cuestionan los derechos a pensión y organizan la jubilación a los 67 años. Acuerdos luego transformados en ley por sucesivos gobiernos de derecha o de izquierda (PS y Podemos para el episodio más reciente).

Este artículo apareció en la revista de la Union syndicale Solidaires, Les Utopiques n. 23 (éditions Syllepse, 2023).

Fuente: https://vientosur.info/francia-seis-meses-de-manifestaciones-y-huelgas-hablemos-de-eso/