Las nuevas políticas de Washington en la era Trump ponen en caída el envío de dólares a México. (foto: Ansa) (ANSA) – CIUDAD DE MEXICO, 4 ABR – Las remesas familiares de los mexicanos que viven en Estados Unidos cayeron 1,45% en febrero, después de un crecimiento que parecía imparable en los últimos 10 […]
Las nuevas políticas de Washington en la era Trump ponen en caída el envío de dólares a México. (foto: Ansa)
(ANSA) – CIUDAD DE MEXICO, 4 ABR – Las remesas familiares de los mexicanos que viven en Estados Unidos cayeron 1,45% en febrero, después de un crecimiento que parecía imparable en los últimos 10 meses, bajo la influencia de la política migratoria del presidente Donald Trump.
El año pasado, este rubro alcanzó su máximo histórico de casi 27.000 millones de dólares.
Pero, de ahora en adelante, los especialistas temen que la era de los envíos altos de dinero de Estados Unidos a México por parte de los migrantes a sus familias podría haber terminado por lo menos durante la gestión del magnate.
La caída de febrero se debió a un retroceso en el número de operaciones aunque acompañado de un aumento en el valor de la remesa.
Desde hace 33 meses, es decir, casi tres años, no se registraba una baja en la cifra de operaciones, que cayeron 5,18% anual a 6,8 millones, de acuerdo con los datos de la autoridad monetaria.
Desde marzo de 2016, cuando las remesas cayeron 2,88% anual, no se registraba una baja en el traslado de estos fondos que para una gran cantidad de familias pobres representan el único medio de supervivencia.
«Hacia adelante, el flujo de remesas estará influenciado por la política antimigratoria de la administración de Trump», pronosticó Alejandro Cervantes, economista del grupo financiero mexicano Banorte-IXE.
Trump ha endurecido su política migratoria, con amplias redadas en centros de trabajo, fuera de iglesias y escuelas y en lugares frecuentados por los indocumentados como plazas y centros comerciantes.
Asimismo, firmó órdenes ejecutivas como cortar fondos a «ciudades santuario», es decir, a las administraciones municipales que suelen tener políticas «amigables» con los migrantes.
En dos memorandos aprobados el mes anterior, y suscritos por el secretario de Seguridad Interna John F. Kelly, se otorgó autoridad a los policías de los condados y de los gobiernos de los Estados para que actúen como agentes migratorios.
Asimismo, se ordenó aumentar en 15.000 elementos las fuerzas disponibles de la agencia de Migración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) a fin de desplegarlas en la vigilancia de la frontera y en la cacería de migrantes sin documentos.
En el primer bimestre de este año, el valor de las remesas subió 2,30% anual a 4.107 millones de dólares, en buena medida impulsado por el incremento de enero pasado, cuando los mexicanos residentes en Estados Unidos (unos 11 millones, la mitad indocumentados) se apresuraron a enviar buena parte de sus ahorros a sus familias ante el temor de perderlos.
Testimonios publicados por la prensa local revela una gran incertidumbre en los receptores de las remesas, generalmente mujeres, niños y ancianos que habitan pequeñas localidades rurales mexicanas.
El temor de que se interrumpa el flujo vital de remesas del que depende su subsistencia crece cada día ante el riesgo tanto de que dejen de enviar dinero por estar ocultos y ausentarse de sus empleos a fin de eludir las redadas migratorias, como de ser atrapados y repatriados. Localidades enteras en zonas semidesérticas donde se vive de la agricultura de subsistencia, duramente golpeada por las endémicas sequías y los conflictos por la tierra, viven sólo de los ingresos que reciben de Estados Unidos.
«Sin este dinero nos damos cuenta que tendríamos un gran problema», afirmó Erick Montemayor, alcalde de la población de Ocampo, municipio montañoso en los límites entre los estados de Jalisco y San Luis Potosí, noroccidente de México.
Un estudio del banco español BBVA, difundido en enero pasado, señaló que el 40% de las familias receptoras de remesas tienen a una mujer como cabeza y casi la mitad de sus miembros no concluyeron la educación primaria.
Además, la mitad viven en el campo y un número amplio pero indeterminado figura en el segmento más pobre entre los mexicanos. (ANSA).
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