El anuncio de Vox de que se plantea la creación de un sindicato no debería pasar desapercibido si no queremos que ocurra lo mismo que en Alemania.
El genio ya no está en la botella” declaró Simon Kaupert, secretario de comunicación del sindicato de extrema derecha Zentrum Automobil. Nos hallamos en mayo de 2018 y en Alemania se celebran elecciones sindicales para elegir la composición de más de 28.000 comités de empresa en todo el país. Zentrum Automobil, sindicato fundado en 2009 como el brazo sindical del partido neonazi Alternativa para Alemania (AfD), ha conseguido representación en siete comités de empresas del sector de la automoción como BMW, Porsche, Opel, Siemens o Daimler Mercedes-Benz con más del 10% de los votos en algunas de esas empresas.
En la planta de Daimler en Stuttgart Zentrum Automobil consiguió seis delegados en el comité de empresa siendo uno de los centros de trabajo con mayor presencia sindical de la extrema derecha. Oliver Hilburger es uno de los delegados derechistas en Daimler. Conocido en Alemania por haber sido activista de la extrema derecha y guitarrista del grupo musical neonazi Noie Werte fue uno de los fundadores de Zentrum Automobil y es hoy uno de los dirigentes más visibles del sindicato.
En un país con una gran tradición y afiliación sindical la extrema derecha se ha colado en los centros de trabajo de la industria de la automoción, una de las locomotoras productivas de Alemania. Con un discurso muy táctico ─a diferencia del frente político intentan evitar declaraciones abiertamente xenófobas─, el sindicalismo de extrema derecha se centra en denunciar los efectos de la globalización económica situándose como alternativa patriótica al “establishment” de la socialdemocracia sindical agrupada en la todopoderosa Federación Alemana de Sindicatos (DGB) que afilia a más de seis millones de trabajadores alemanes.
Si bien fuera del sector de la automoción la presencia del sindicalismo ultraderechista es aún muy minoritaria y casi testimonial, no se puede despreciar ni pasar por alto la entrada de Zentrum Automobil en las fábricas y en los comités de empresa de la industria más importante de Alemania. Porque marca un precedente que se podría extender a otros sectores del trabajo y porque surge en un periodo de transición y de reestructuración de la economía mundial.
¿ES POSIBLE UN VOX SINDICAL?
Sólo Vox podría anunciar la creación de un sindicato impulsado desde el propio partido que “no estará al servicio de ningún partido político ni de ninguna causa ideológica.” Contradicciones al margen, el anuncio de la formación ultraderechista no debería pasar desapercibido si no queremos que ocurra lo mismo que en Alemania. Y las similitudes comienzan por el propio discurso. Declaraba Santiago Abascal en un mitin celebrado en Galicia de la necesidad de crear un sindicato que no esté “al servicio de la izquierda y sus intereses globalistas”. ¿Nos recuerda algo ese discurso? Efectivamente es un calco de las soflamas de Zentrum Automobil contra la izquierda y la globalización de la economía, ésta última denunciada de manera vaga y confusa no tanto por la explotación laboral que genera sino por estar asociada a la internacionalización del trabajo en detrimento de la soberanía de los Estados.
Vox busca contrarrestar el peso de las organizaciones sindicales en las empresas y el de reventar huelgas en los centros de trabajo y en las calles durante la crisis económica del Covid-19
Otra similitud es sin duda su rechazo al sindicalismo de clase y la denuncia populista de las subvenciones que los sindicatos de izquierdas reciben del Estado. Un discurso que pretende hacer frente al llamado “establishment”de los sindicatos mayoritarios pero con un objetivo final que no es otro que el de desmantelar toda estructura y organización sindical de clase en las empresas.
En realidad Vox no aspira a crear un sindicato. Su deseo es el de contrarrestar el peso de las organizaciones sindicales en las empresas y el de reventar huelgas en los centros de trabajo y en las calles en un periodo en el que se avecinan conflictos laborales por la caída de la economía a causa del covid-19. Sin embargo, y en un alarde de fariseísmo político, hablaba Santiago Abascal de la creación un “sindicato para la defensa de los derechos laborales de los trabajadores que no se arrodille ante los poderosos.” Un partido que precisamente nació de los poderosos para debilitar los derechos laborales de la clase trabajadora. Un partido que ha propuesto en su programa electoral el despido libre y reducir el gasto social. Un partido que fue el único que votó en contra del Ingreso Mínimo Vital para las familias más vulnerables y que votó en contra de prohibir a las empresas despedir a trabajadores durante el Estado de Alarma. Un partido que se manifestó en contra del paro de los sectores no esenciales de la economía en las semanas más duras del confinamiento cuando a diario fallecían más de 900 personas por el virus. Y un partido que una vez más se quedó en solitario votando en contra de derogar el despido por baja médica y como no, de derogar la reforma laboral del Partido Popular. Este es el partido que ha anunciado la creación de un sindicato bajo ese tapiz de populismo y de cercanía hacia los trabajadores.
El neoliberalismo salvaje que predica Vox hace que más que un sindicato lo que busque sea llegar a la clase trabajadora como posible caladero de votos, por un lado, y como fuerzas de choque de la patronal, por otro. Es decir, en primer lugar tenemos al partido de los dirigentes con apellidos compuestos de la aristocracia fijando su mirada en la clase obrera en un proceso de lepenización de su discurso.
No en vano, se han manifestado en las últimas semanas contra la desindustrialización de la economía e incluso un delegación de Vox se presentó en una de las concentraciones de los trabajadores de Nissan. La respuesta unánime del comité de empresa y de los trabajadores de Nissan fue la de rechazar la presencia del partido ultraderechista. En segundo lugar, Vox pretende combatir a los sindicatos de clase. En este aspecto, y salvando las distancias históricas y tácticas, su referente quizás sean más los “sindicatos libres” y el pistolerismo de la patronal en la Barcelona de los años 20 creados para responder desde la violencia y el asesinato a la pujanza del movimiento obrero catalán.
Vox sería la actualización de los “sindicatos libres” en el siglo XXI. Por ello quizás guarde más semejanzas con el pistolerismo de la década de los 20 que con el nacionalsindicalismo de la Castilla agraria de los años 30 o con el sindicalismo falangista que participó en la creación no sólo de los sindicatos verticales franquistas sino más tarde en la oposición sindical a ese mismo modelo, aunque como es obvio recupere parte de ese discurso muy especialmente el referente a la fraternidad entre patronal y la clase trabajadora. Para entendernos, Santiago Abascal, desprovisto de esa retórica anticapitalista del falangismo, no es Ceferino Maestú, viejo falangista que desilusionado con el sindicalismo vertical y sin renunciar a su ideología acabó siendo uno de los fundadores de CC OO. El modelo sindical de Vox recuerda más a un Francisco Aizcorbe, periodista y abogado carlista fundador de los “sindicatos libres” a quien la dictadura franquista le acabaría otorgando el titulo de Marqués de Zugarramurdi.
Vox es un monstruo creado por intereses empresariales e impulsado, no en menor medida, por los medios de comunicación que difundieron su discurso en los debates políticos en prime time de las televisiones y en publirreportajes dedicados a sus dirigentes en programas televisivos de la mañana como Espejo Público. Crear un sindicato y que éste gane presencia en los centros de trabajo es otra historia aún contando con medios y recursos económicos para ello. No es lo mismo presentar en el ámbito político una candidatura electoral en una circunscripción provincial o presentarse a unas elecciones municipales que presentar una candidatura en las elecciones sindicales. Se requiere de cierta estructura organizativa, afiliación, conocimiento del mundo laboral y sindical, y sobre todo necesitas en cada una de las empresas a un grupo de trabajadores dispuestos a dar la cara y presentarse en las candidaturas de un sindicato al que se le asociará de manera inevitable con el franquismo y la extrema derecha. Y si bien es verdad que Vox se ha asentado como partido político tanto a nivel social como electoral, no es menos cierto que un proceso de consolidación en los centros de trabajo tiene unos condicionantes más específicos y estructurales que no de mera coyuntura política.
No obstante, la entrada de un sindicato fundado en 2009 como Zentrum Automobile en los comités de empresa de las grandes multinacionales de la automoción en Alemania demuestra de igual manera que no podemos descartar el peligro en España. El mercado del trabajo en España, estructurado en su gran mayoría por pequeñas y medianas empresas en las que gobierna el caciquismo empresarial podría ser campo abonado para la llegada de la extrema derecha sindical especialmente en determinados sectores económicos.
Por otro lado, no podemos ignorar que el discurso contra las subvenciones o los liberados sindicales cala en ciertos sectores de la clase trabajadora. Y de ello se aprovechará el brazo sindical de Vox sin duda alguna. Así que lejos de frivolizar o bromear con el anuncio de la creación de un sindicato por parte de Vox es algo que debería de preocuparnos. Nos esperan tiempos de luchas laborales en el escenario económico post-covid 19 y necesitaremos de la unidad de la clase trabajadora. Si no queremos fascistas en nuestros barrios, tampoco los queramos en nuestras fábricas y centros de trabajo.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/pedro-luna-sindicato-vox-fuera-fascistas-nuestras-fabricas