Traducción: Daniel Barrantes
El grupo móvil de fiscalización del Ministerio de Trabajo y Empleo (MTE) liberó, el último sábado, a 78 trabajadores que se encontraban en situación análoga a la de esclavitud. A pesar de recibir un salario, no les eran ofrecidas condiciones humanitarias de trabajo. Plantaban forraje y hacían el surco del pasto en dos haciendas en el noroeste de Maranhão.
Alojados en chozas de paja y lona junto con cerdos, gallinas y perros, los 32 trabajadores de la hacienda Canaã, en el municipio de Bom Jesus, caminaban cerca de seis kilómetros por terrenos escarpados para conseguir llegar hasta el lugar de trabajo. La situación de los 46 trabajadores de la hacienda Mirabela II, ubicada en el municipio de Santa Luzia, no era mejor. Ellos dormían en un corral de carneros y cabras. «Ellos armaban sus redes para dormir encima de las heces de los animales. Tenían que pisar los excrementos de los animales para poder acostarse en las redes», cuenta el auditor fiscal de trabajo y el jefe de la acción de fiscalización, Carlos Henrique Oliveira. Entre las personas rescatadas había dos jóvenes con menos de 16 años.
De acuerdo con el auditor, había un abismo entre la tecnología utilizada en la cría de los animales y las condiciones de los trabajadores – el equipo de fiscalización tuvo que pasar por diversas cercas eléctricas para llegar hasta los alojamientos. «Ellos tenían esa infraestructura carísima, pero en relación con los empleados la situación era precaria.» En ambas haciendas había una cantina en la que se vendían comestibles básicos a los trabajadores. Tabaco, jabón, arroz, poroto, linternas y pilas eran ofrecidos a precios superiores que los aplicados en la región y la deuda de los empleados era anotada en una libreta para ser descontada del salario al final del mes.
La hacienda Canaã fue obligada a desembolsar R$ 45 mil en la rescisión del contrato con los trabajadores, mientras que la Mirabella II gastó R$ 40 mil. El nombre de los propietarios no fue divulgado por el MTE.