Cuando los miembros del G-8 anunciaron que anularán 40 mil millones de dólares a los 18 países más endeudados del Tercer Mundo, la orquesta de las manipulaciones tronó completa. Suena bonito lo que dijeron, pero no lo es. Se cancela parte de lo contraído con el FMI, el Banco Mundial o el Banco Africano de […]
Cuando los miembros del G-8 anunciaron que anularán 40 mil millones de dólares a los 18 países más endeudados del Tercer Mundo, la orquesta de las manipulaciones tronó completa. Suena bonito lo que dijeron, pero no lo es. Se cancela parte de lo contraído con el FMI, el Banco Mundial o el Banco Africano de Desarrollo. Pero la deuda privada queda intacta y esa es la que obliga a desembolsar anualmente las mayores cantidades por concepto de servicio de la eterna hipoteca.
El ministro de economía británico Gordon Brown calificó de histórico el paso dado, pero para que así fuera tendrían que cancelar la impagable deuda y no exigir a los supuestos favorecidos que sigan privatizando y abran más sus mercados, pues en la práctica, los piadosos países ricos hacen una inversión, aunque la envuelven de ficticia generosidad.
¿Qué es mejor poco que nada? ¿Qué es un gesto altruista? Necedades. Valga ilustrar si son o no paparruchadas con un par de casos. El primero: hace unos diez años el FMI indujo a Bolivia a privatizar sus hidrocarburos, en busca, -les dijeron- de rápidos y sonantes avances para la nación.
Artera falsedad seguida de muchas, como aquellas que antes facilitaron el robo de la plata, el oro, el estaño o el caucho y, encima, dieron pie a lamentables guerras y a la pérdida de territorio, incluyendo el que le daba salida al mar.
No es fortuito que involucradas de algún modo en esas contiendas estuvieran empresas extranjeras. Es una historia triste y aleccionante para contar otro día, pero reciclada ahora mismo, en los intentos separatistas de la oriental región de Santa Cruz.
En Bolivia no sólo han sido derrocados dos presidentes. Están por suceder eventos que pueden dilatar la recompensa de los desesperados, el momento en que quienes tienen todo el derecho puedan ejercerlo. Lamentable, pero muy posible.
El segundo ejemplo está en África, un continente de moda, y el país es Nigeria, donde el petróleo es explotado por empresas como la Shell, que obtiene enormes ganancias de las cuales solo dejan en el país la tajada a gobernantes corruptos que legislan a favor de ellas y no de sus poblaciones.
Dicen que el Congo es el sitio del planeta donde más recursos naturales juntos existen. El ya desaparecido Mobuto tuvo palacios exóticos en medio de la selva, cuentas multimillonarias en el exterior y las empresas norteamericanas, belgas u otras, también lograron y obtienen réditos inmensos. Pero la miseria persiste.
De no ser tan trágico fastidiaría insistir en que esto se repite en muchos sitios.
»Los supuestos alivios están condicionados a la apertura de las economías del sur a los intereses de las trasnacionales del norte», aclaró Eric Toussaint, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, con sede en Bélgica.
Dijo además algo muy importante. Lo que con tan insolente algarabía reducen es sólo la cuarta parte de los 370 mil millones de dólares que los países pobres le dan a las naciones ricas en un solo año por concepto de pago de intereses. Luego ¿de qué se ufanan?