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Ganamos la batalla pero la lucha sigue

Fuentes: Corriente Marxista Internacional

Los trabajadores dimos un voto de clase. Derrotamos al candidato de la coalición burguesa DEM-PSDB. Ahora seguimos en la lucha contra los burgueses que están en el gobierno y aliados al Partido de los Trabajadores. La victoria del Partido de los Trabajadores (PT) con el 56,05% de los votos es un golpe a la burguesía […]

Los trabajadores dimos un voto de clase. Derrotamos al candidato de la coalición burguesa DEM-PSDB. Ahora seguimos en la lucha contra los burgueses que están en el gobierno y aliados al Partido de los Trabajadores.

La victoria del Partido de los Trabajadores (PT) con el 56,05% de los votos es un golpe a la burguesía brasileña. Casi 56 millones de brasileños dieron un mandato claro a la presidente electa Dilma Rousseff: gobernar para los trabajadores, contra la privatización, invertir dinero público, incluso el procedente de nuevas reservas de petróleo, en salud, educación, vivienda, en la creación de empleo, y la reforma agraria. Es decir, el pueblo trabajador votó con seguridad contra el retorno de la derecha y por cambios, por el cumplimiento de sus demandas.

La burguesía y las elecciones

Un sector importante de la clase dominante brasileña creía que el PT no saldría victorioso en las elecciones ya que Lula no era candidato a la presidencia. Este sector apostó a la candidatura de José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB, surgido de una escisión del mayor partido de la Burguesía, PMDB en 1988) aliado de los Demócratas (ex Partido del Frente Liberal, formado por integrantes del Partido ARENA – Partido de la dictadura militar de 1964-1985). La candidatura de Serra pudo reunir lo más atrasado y lo más reaccionario de la sociedad brasileña.

Sin embargo, otro sector muy importante de la burguesía brasileña ha adoptado una táctica diferente. Apostó a la victoria del PT y se alió al partido de la clase obrera. Este sector está representado principalmente por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB es el partido más grande de la burguesía), que además de las famosas figuras reaccionarias José Sarney, Renan Calheiros y Jader Barbalho, también se aseguró su lugar bajo el sol con el ahora vicepresdiente de Dilma, Michel Temer.

En la primera ronda un sector secundario de la burguesía, pero que no puede ser ignorado, impulsó una ruta alternativa, poniendo sus fichas en la candidatura de Marina Silva, del Partido Verde (PV). Este sector cree que es posible construir una nueva fuerza política que podría atraer los votos de la pequeña burguesía con el discurso de la «sostenibilidad» y el ambientalismo. Para ello tenían la «candidata ideal» y al Partido Verde. Tuvieron un éxito importante con casi 20 millones de votos en la primera vuelta. Y a pesar de la «neutralidad» declarada por el PV y por Silva después de la 1 ª ronda, sus financiadores claramente emigraron a la candidatura de Serra en el ballotage.

Alianzas y trampas

Mirado de esa manera, algunos pueden llegar a la conclusión de que el PT sólo pudo ganar porque la burguesía está dividida. Después de todo, si el PMDB fuese con Serra, hubiéramos perdido la 2 ª ronda. Pero esta afirmación es falsa de pies a cabeza.

Por el contrario: hemos ganado a pesar de la alianza con el PMDB. La suma de fuerzas no siempre resulta en una fuerza mayor. En muchas actividades de campaña de Dilma, Michel Temer se quedó en el fondo, no decía nada y estaba medio oculto. Esto se debe a que importantes sectores de la clase obrera miraban con profunda desconfianza a un vice de un partido históricamente enemigo de los trabajadores, como el PMDB.

Ahora que sabemos los resultados de las elecciones, se anuncia que «Michel Temer va tener un papel de vice mucho mayor que los vicepresidentes que tenían Cardozo y Lula. Sí. ¡Y ese es el peligro!

En los años 30, al tiempo que criticaba la política del Frente Popular en España -llevada a cabo por los estalinistas en alianza con los liberales con el pretexto de estar en contra de los fascistas- Trotsky explicaba:

    «Los teóricos del Frente Popular no van más allá de la primera regla de la aritmética: la suma. La suma de comunistas, de socialistas, de anarquistas y de liberales es mayor que cada uno de sus términos. Sin embargo la aritmética no basta, hacen falta, cuanto menos, conocimientos de mecánica. La ley del paralelogramo de fuerzas se verifica incluso en la política. La resultante es, como se sabe, tanto más pequeña cuanto más divergentes sean las fuerzas entre sí. Cuando los aliados políticos tiran en direcciones opuestas, la resultante es cero. El bloque de las diferentes agrupaciones políticas de la clase obrera es absolutamente necesario para resolver las tareas comunes. En ciertas circunstancias históricas, un bloque de este tipo, es capaz de arrastrar a las masas pequeñoburguesas oprimidas, cuyos intereses están próximos a los del proletariado, ya que la fuerza común de este bloque resulta mucho mayor que las resultantes de las fuerzas que lo constituyen. Por el contrario, la alianza del proletariado con la burguesía, cuyos intereses, actualmente, en las cuestiones fundamentales, forman un ángulo de 180º, no puede, en términos generales, sino paralizar la fuerza reivindicativa del proletariado.» (León Trotsky, Lecciones de España: Último aviso, diciembre / 1937).

Todos sabemos, a qué fin llevó esta política de alianzas con sectores de la burguesía en España y cómo terminó la revolución española en la dictadura franquista. ¿Y en el Brasil de hoy sería diferente?

El gobierno de Lula ya está aliado a sectores de la burguesía desde hace 8 años. Alianza que se ha incrementado desde el primero al segundo mandato con la consolidación del PMDB como aliado y ahora con ¡un vicepresidente del PMDB en la fórmula de Dilma!

En 2006, sin el PMDB ni el PDT en la lista, Lula tuvo  2 millones de votos más que Dilma, pese a que ahora estaba aliada al gran PMDB, y ¡teniendo a uno de su principales dirigentes como vice!

Algunos pueden decir que en 2006 tuvimos más votos por la presencia del candidato Lula y que ahora casi nadie sabía quién era Dilma. Este es un factor importante a considerar. Pero no oculta el hecho de que la expansión de alianzas con partidos burgueses resultó en un menor número de votos.

El Programa de Gobierno Dilma-Temer

A principios de agosto, la editorial del Periódico Luta de Classes (órgano de prensa de la corriente interna del PT, Esquerda Marxista) ya había advertido:

    «En el último día de inscripción el comando de la campaña, la compañera Dilma difundió  el ‘programa’. La prensa burguesa se puso histérica denunciando la radicalidad del programa. Hubo un escándalo Nacional y una reacción inmediata de la dirección del partido. Dilma dijo que no sabía nada de aquello y que había ocurrido un engaño: Algunos incompetentes habían presentado el programa aprobado por el Congreso del PT que no estaba subscripto por el PMDB ni por los demás aliados.

    El mismo día, el «verdadero programa» se toma para el TSE y reemplaza el ‘malentendido’. La gran prensa suspira aliviada con el nuevo programa que  los Petistas nunca habían leído ni discutido.

    Por una abrumadora mayoría el congreso del PT aprobó un programa que debería ser la piedra angular de su programa de gobierno. Un texto que, aunque estaba muy lejos de ser un programa socialista, debido a la presión de los sindicatos y militantes contenía algunas de sus demandas, como las 40 horas de trabajo, los impuestos a las grandes fortunas y medidas en relación a la reforma agraria.

    Esto fue suficiente para que la prensa burguesa denunciara el ‘programa radical’ del PT. Los líderes del partido pronto se echaron atrás diciendo que era sólo la base para una discusión con los aliados burgueses, que nadie debe preocuparse, etc. En definitiva, los que se vieron afectados fueron los miles de petistas cuya mayoría había votado a partir de ese texto. Se desconoce que haya habido ninguna discusión donde la dirección haya insistido en el programa de la conferencia del PT y que, por tanto, haya habido alguna tensión con los llamados aliados.

    Por lo contrario, se lavó el programa,  dejando de lado el que ellos mismos habían aprobado. Se debería explicar a los cientos de miles de petistas que estaban representados por los miles de delegados en el congreso del PT para qué sirvió el Congreso y cuál es el valor de su voto.

    Después de todo, si el Congreso vota algo y de inmediato los líderes empiezan a declarar que no vale, que es ‘sólo una base’ y luego… ¿apoyan otro programa con la excusa de que los aliados así lo exigen?

    La colaboración de clases, la subordinación a la burguesía, lleva seguidamente a la capitulación. En política quién dice la «A» tiene que ir hasta la ‘Z’. En los dichos populares ‘si se arrodilló tiene que orar’. El resumen de la comedia es que el programa del PT acaba de ser aprobado, archivado y olvidado. Y los comandantes de la campaña llegaron a escribir el «verdadero programa» junto con los capitalistas, que no quieren saber nada de las propuestas de los trabajadores, incluso para las demandas que ya están obsoletas en la mayoría de los países capitalistas avanzados. La burguesía brasileña, controlada por el imperialismo, es reaccionaria hasta la raíz del cabello. Los petistas deben reflexionar sobre estos hechos.

    La Esquerda Marxista no comparte el programa del PMDB y los otros aliados inscritos en el Tribunal electoral junto al PT. La Esquerda Marxista sigue en la batalla para reunir a todos los que entienden la necesidad de romper alianzas con partidos capitalistas que desfiguran el PT y la lucha de los trabajadores por un gobierno socialista de los trabajadores.»

Además, Michel Temer dijo a los periodistas que la solución para la educación superior es ¡el cobro de aranceles en las universidades públicas! Y sólo fue contradicho bajo la presión del PT, que siempre ha estado en contra del cobro de tarifas en las escuelas públicas. Siempre ha estado por una universidad pública y gratuita de calidad para todos ¡¿Cómo aliarse con esta gente?!

Está claro que la alianza con el PMDB y los otros partidos burgueses no fortalecen a la clase obrera en su lucha por la emancipación de la humanidad. Por el contrario. Es como poner un carrito para ser tirado por un burro que va hacia el este y por otro hacia el oeste. ¡Pero la clase obrera necesita un norte! Y paralizar a la clase obrera sólo puede servir a la clase burguesa, que a su vez presenta los candidatos que defienden su programa, al mismo tiempo que «libera» un sector para aliarse con el PT y frenar la ascensión de los trabajadores.

La alianza con el PMDB ha reducido el voto del PT en relación a las elecciones anteriores y pone en riesgo la victoria de los trabajadores. Mientras que una lista del PT sin alianzas con partidos burgueses podría presentar un programa más vinculado con las masas, con soluciones concretas a las demandas más sentidas de los trabajadores, dando lugar a una victoria abrumadora en contra de toda la burguesía unificada.

Temer es nuestro vicepresidente: ¿Y ahora?

Golpeamos a un importante sector de la burguesía al derrotar a Serra en las elecciones. Una victoria del candidato burgués fortalecería al imperialismo en la región, renovando las fuerzas de las clases dominantes de los países vecinos, y aumentaría las amenazas en contra de la Revolución y del movimiento obrero en Venezuela, Bolivia, Ecuador y en toda América Latina.

¡Se la ganamos! Pero ahora la lucha debe continuar contra el PMDB, Michel Temer, Sarney y otros lacayos del imperialismo. ¡No nos dejemos engañar! Siempre que el Gobierno se enfrente a una decisión importante, cuya la elección sea ayudar o bien a la clase obrera o a la burguesía, el PMDB y otros partidos burgueses aliados al PT, van a utilizar sus puestos como Vice-Presidente, Ministros, etc. para obligar a Dilma a defender los intereses de la clase dominante.

Nuestro trabajo es llevar una lucha sin descanso contra los enemigos que están en el Gobierno ¡elegido por los trabajadores! Sólo la ruptura de las alianzas del PT con los partidos de la burguesía podría allanar el camino para el establecimiento de un Gobierno Socialista de los Trabajadores, capaz de cambiar realmente la vida de los trabajadores, garantizar el empleo para todos, el salario mínimo de acuerdo a la necesidad de una familia (en la actualidad es alrededor de 2 mil reales para 4 personas), la reforma agraria, vivienda para todos, educación y salud pública y de calidad para todos en todos los niveles, una pensión pública y solidaria, con la reducción de la edad de jubilación.

Para ello, Dilma debe romper alianzas y apoyar su gobierno en la Central Única de Trabajadores (Central Sindical más grande del Brasil), el Movimiento Sin Tierra (MST), la Unión Nacional de los Estudiantes (UNE) y en todos los movimientos sociales, haciendo ¡un gobierno con el pueblo!

Sin embargo, pese a la defensa de la teoría de la conciliación de clases, Lula y la dirección del PT aún gozan de gran confianza entre la clase obrera organizada. La conciencia de millones de trabajadores sólo avanzará  con la experiencia concreta de la lucha de clases y los grandes acontecimientos.

La crisis económica que continúa en todo el mundo está impulsando proyectos de ley en contra de los trabajadores en los países europeos, que han comenzando a movilizarse en Francia, España, Grecia, Italia, Inglaterra y otros países.

Toda medida que el Gobierno o el Congreso trate de aprobar para hacer que la clase trabajadora brasileña pague por los daños que los capitalistas tengan en la crisis debe ser combatida con fuerza por los trabajadores. Y entonces todo el mundo verá dónde se colocan los «aliados» de la burguesía, como Michel Temer, y otros.  Estos enfrentamientos en los que importantes segmentos de la clase obrera harán su experiencia mostrarán la necesidad de romper la alianza del Gobierno del PT con los partidos burgueses. Para ello, nos preparamos todos los días, estudiando, organizando y luchando en cada fábrica, escuela, universidad, lugar de trabajo, sindicatos etc.

Fuente original: http://www.corrientemarxista.org/internacional/8-america-latina/315-brasil-idilma-presidenta-ganamos-la-batalla-pero-la-lucha-sigue.html