El índice de producción industrial en Estados Unidos creció fuertemente en julio. Según la Reserva Federal, creció 1,1% desde junio, el aumento más rápido en casi un año. Muchas fábricas que suelen cerrar en julio, permanecieron abiertas y numerosas compañías aumentaron su inversión en renovación de maquinaria y equipamiento. Pese a este avance, la economía […]
El índice de producción industrial en Estados Unidos creció fuertemente en julio. Según la Reserva Federal, creció 1,1% desde junio, el aumento más rápido en casi un año. Muchas fábricas que suelen cerrar en julio, permanecieron abiertas y numerosas compañías aumentaron su inversión en renovación de maquinaria y equipamiento.
Pese a este avance, la economía ha venido dando síntomas contradictorios, entre ellos, los datos negativos del empleo que se mantiene en el 9.5% desde hace un año. En julio se reportaron 14 millones 599 mil desempleados. Recordemos que en esta categoría están las personas que no tienen trabajo, pero que lo han buscado activamente las últimas cuatro semanas.
La secretaria del Trabajo, Hilda Solís, confía en que mejorará la situación pero reiteró que depende de las empresas privadas la iniciativa de ofrecer empleos, porque sabemos que el papel del gobierno es limitado. «Hilda Solís no crea los trabajos. Los crean las empresas», afirmó
Desde el comienzo del plan de recuperación económica, la Administración Obama ha enfatizado que el principal motor para superar la recesión es el sector de los negocios privados.
Desgraciadamente, el sector privado no está generando empleos. En lo que va de año, se crearon 630.000 empleos netos en el sector privado, y el país requiere 10.6 millones empleos más sólo para retornar a los niveles previos a esta recesión, indicó el Instituto de Política Económica (EPI, por sus siglas en inglés)
La hipótesis de una recuperación significativa es poco probable debido precisamente a los ajustes frente a la crisis.
¿Quién puede creer que las empresas no van a intentar restablecer sus ganancias, bloqueando los salarios, o ajustando sus plantillas?. De hecho, lo hicieron.
Cuando la economía entró en espiral descendente, las empresas se dieron cuenta de que necesitaban construir con rapidez reservas de efectivo (Ya no podían confiar en que los bancos aportaran siquiera financiamiento básico cuando lo necesitaran). Entonces redujeron costos, en especial capital de inversión y laborales, mediante una desagradable mezcla de despidos, reducciones de jornadas y recortes salariales.
Hoy las empresas cosechan las recompensas de sus duras medidas tomadas. Las utilidades empresariales han llegado a 11% del Producto Interno Bruto, y las ganancias empresariales se incrementaron 44 por ciento en comparación con el año pasado
¿Empezó a mejorar la producción industrial? sí, muy lentamente, por cierto, pero a mejorar. Al mes de julio lleva seis meses continuos de crecimiento. Pero lleva tres meses en que también empezó -de nuevo- a expulsar trabajadores.
El analista, José Antonio Rojas Nieto, señaló que la industria de la construcción acumula 47 meses continuos de despido de personal hasta sumar un impresionante número de un millón 918 mil «arrojados a la calle», muchos de ellos mexicanos.
¿Caso aislado? Para nada. En los últimos tres meses en todo Estados Unidos se ha despedido a medio millón de personas. La mayoría de empresas privadas y urbanas, dice Rojas.
En comparación con anteriores olas de restructuraciones, ahora se trató más de generar eficiencias operativas, reduciendo empleos y capacidad, que en invertir en crecimiento.
Durante la primera mitad de 2010, General Motors tuvo ganancias por 2.200 millones de dólares; sin embargo, según The Wall Street Journal solo han agregado 2,000 empleos en todo el país, con lo que aumentaron su fuerza de trabajo de 113.000 a 115.000.
Hay dos factores entonces, uno es que la situación económica está peor para los trabajadores y por otro lado las ganancias están subiendo. Y la tasa de ganancia está creciendo simplemente por el hecho de que utilizan menos mano de obra con menos costos para producir
Robert Reich, economista de Berkeley y secretario del Trabajo con Bill Clinton, lo expresa así: «se ha llegado al fondo: las altas utilidades empresariales ya no conducen a un mayor empleo. Presenciamos un gran divorcio entre las ganancias y los trabajos».
El problema se complica por el cambio de políticas hacia la austeridad fiscal. La crisis de la deuda ha presionado al gobierno a hacer recortes en el sector público muy perjudicial para el empleo, no sólo por la perspectiva de recortarse los presupuestos gubernamentales, sino también porque no es probable que el sector privado sea lo bastante fuerte para tomar la rienda de la recuperación.
Sin un estímulo fiscal adicional, la recuperación económica en Estados Unidos abortará y habrá una recaída.
Pero el déficit fiscal se ha vuelto un asunto de tal prominencia política, que el coro de las posiciones conservadoras es unánime. Su mensaje central es sencillo: ya se ha intentado el rescate de la economía con un gigantesco estímulo fiscal y ahora es tiempo de dejar al sector privado hacer el resto
Cuando, de hecho, es el apoyo del sector público, en forma de estímulo fiscal, el que ha producido la recuperación del sector privado que se ha experimentado hasta ahora. Sin este respaldo, se expone a un retorno a condiciones más difíciles.
Alberto Ampuero es periodista radicado en Riverside, California.
http://www.argenpress.info/2010/08/estados-unidos-ganancias-sin-trabajos.html