Siete de cada diez personas pobres en el mundo son mujeres, en el Estado español hay el doble de mujeres que de hombres sobreviviendo con salarios bajos, y en Cataluña la brecha salarial de género es del 19,9%. Estas son algunas de las cifras que muestran cómo las mujeres ocupan una posición más precaria que los hombres en el mercado laboral, lo que justifica la necesidad de medidas como la Renta Básica Universal (RBU) para avanzar hacia una igualdad de género efectiva.
En este sentido, la RBU es una vía de redistribución de recursos para equilibrar situaciones de desigualdad social, que garantiza un sostenimiento material mínimo de vida, y que, por tanto, favorece una mayor autonomía y libertad para las personas. Cabe tener en cuenta que el 49,3% de las mujeres serían pobres en caso de autonomía (es decir, si tuvieran que vivir solo de su salario), frente a un 24,2% de los hombres. Esto implica que la mitad de las catalanas serían pobres si solo vivieran de sus ingresos, y en este supuesto habría el doble de mujeres pobres que de hombres. Este dato muestra hasta qué punto muchas mujeres pueden tener que sostener situaciones indeseadas porque son dependientes económicamente.