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El cineasta revivirá los bombardeos del 17 de marzo de 1938 en 'Mirant al cel'

Garay lleva a la pantalla los ataques aéreos de Barcelona

Fuentes: El Periódico de Catalunya

El 17 de marzo de 1938 es una hoja tachada en negro en el almanaque de Barcelona. Ese día, la ciudad sufrió sistemáticos bombardeos que minaron la esquina donde se unen las calles Gran Via y Balmes. Allí, en plena guerra civil, a dos pasos del cine Coliseum, circulaba un camión militar cargado de explosivos […]

El 17 de marzo de 1938 es una hoja tachada en negro en el almanaque de Barcelona. Ese día, la ciudad sufrió sistemáticos bombardeos que minaron la esquina donde se unen las calles Gran Via y Balmes. Allí, en plena guerra civil, a dos pasos del cine Coliseum, circulaba un camión militar cargado de explosivos que, al estallar, provocó una detonación colosal. Quienes sobrevivieron a esos ataques de la artillería aérea italiana, gran aliada de las tropas franquistas, jamás pudieron olvidar la gigantesca humareda y todavía menos los 600 cuerpos sin vida amontonados por el suelo.
El recuerdo de las personas que perecieron por las bombas arrojadas por los aviones Savoia 79 ha motivado a Jesús Garay a emprender, por vez primera, una película documental. Mirant al cel reiniciará el rodaje antes del verano, ya que el año pasado el cineasta comenzó a registrar conversaciones con pilotos y artilleros en la ciudad de Toulouse. «Tengo la necesidad de hacer un homenaje a Barcelona, pero no es un canto a la guerra sino al instinto de supervivencia», define Garay, consciente de que el manto del olvido suele cubrir a la contienda. «Es una paradoja que la historia más reciente sea la gran ignorada».
Mirant al cel es, para su director, la evocación de una época de ética y coraje. «Por ello, me interesa más el relato poético que el histórico», argumenta Garay, que no emprende un proyecto personal desde que en 1989 filmó La bañera.

EL HALLAZGO Y LA GÉNESIS
El origen de este proyecto se encuentra en el secreto conocimiento que tiene el cineasta de estrategias militares y en la casualidad del hallazgo de una batería antiaérea en la montaña del Carmel, cuando buscaba localizaciones inéditas para el rodaje de La Mari. «Son unas ruinas que pocos saben descifrar, una historia oculta por la vegetación que desprende cierta iluminación lírica», describe el cineasta, que en estos últimos años se ha dedicado a rodar tvmovies para TV-3, como Germanes de sang y Un amor de clar obscur.
Isona Passola, productora ejecutiva de Mirant al cel desde su empresa Massa d’Or Produccions Cinematográfiques, apuesta por un documental de autor que atraviesa la línea que separa la realidad de la ficción. «Todo transcurre en un único día para conseguir mayor realismo», valora Passola, que recuerda que en esos ataques falleció Julia, la madre de Juan, Luis y José Agustín Goytisolo. La ficción vendrá por un diálogo «imposible» entre un piloto italiano y un brigadista de Barcelona, a quienes darán vida dos actores.

IMÁGENES EN 3 DIMENSIONES
Los efectos digitales provocados por la última generación informática se llevan una buena partida de esta película, que cuenta con un presupuesto de 446.807 euros. «Hay gran escasez de imágenes filmadas ese día, por lo que tendré que recrear los ataques con la ayuda de las nuevas tecnologías», explica el director, que reprodujo las trágicas consecuencias de estos bombardeos en uno de los capítulos más emotivos de Des del balcó, serie basada en la obra de Montserrat Roig.
Garay está convencido de que las atroces embestidas emprendidas por los aviones de Mussolini fueron determinantes para establecer la estrategia de la segunda guerra mundial. «Fue el inicio de una nueva doctrina militar», afirma el director, en referencia a que Barcelona fue la primera ciudad occidental que sufrió ataques aéreos sistemáticos.
A menor escala, Londres ya había sido bombardeada desde dirigibles, y el pueblo de Guernica padeció los bombardeos un año antes. «Pero Barcelona marca un antes y después, ya que nunca antes una población civil había sufrido en Occidente ataques indiscriminados y continuados durante días enteros», recuerda el realizador. La lluvia de bombas empezó a caer el 16 de marzo y no paró hasta dos días después. «El objetivo era destrucción total, supervivencia cero, un experimento que culminaría siete años después en Hiroshima».