La construcción de Gasur o gasoducto del sur por parte de los gobiernos de Venezuela, Brasil y Argentina ha causado revuelo en Bolivia por la comprensión inicial que se tenía de que este gasoducto le quitaría el mercado regional del gas. Esta idea es falsa por varios motivos. En primer término porque la demanda de […]
La construcción de Gasur o gasoducto del sur por parte de los gobiernos de Venezuela, Brasil y Argentina ha causado revuelo en Bolivia por la comprensión inicial que se tenía de que este gasoducto le quitaría el mercado regional del gas. Esta idea es falsa por varios motivos. En primer término porque la demanda de energía por parte de Brasil y Argentina – según su matriz energética actual – es y será muy grande, tan grande como que cada uno de estos países está dispuesto a importar 120 millones de metros cúbicos de gas día a partir de la conclusión de dicho gasoducto. El Gasur no tiene capacidad de transportar tan gigantesca cantidad de gas natural en un solo gasoducto de las dimensiones planificadas.
Si Bolivia abasteciese a ambos gigantes de Sudamérica dicha cantidad de gas, con las reservas actuales, el gas boliviano se acabaría en menos de 40 años y además no sobraría nada para el uso y consumo interno. Por eso es conveniente que Venezuela ayude a proveer con este energético a ambas potencias sudamericanas. Además no solamente Argentina y Brasil demandan gas natural para su economía, el resto de países también lo hace incluyendo a Perú y Chile.
En estas condiciones conviene analizar el precio de venta con el que Venezuela proveerá gas a Sudamérica. Recuperar la inversión estatal venezolana de 20 a 25 mil millones de dólares ( 25 millardos como dicen los venezolanos ) con el transporte de 100 millones de metros cúbicos de gas día en el Gasur a los precios que Bolivia vende actualmente su gas, significaría un ingreso anual bruto para Venezuela de 4 mil millones. Menos costos de operación, costos financieros y costos de materia prima, prácticamente no tendría una utilidad asegurada, aunque sí sería escasamente rentable. Necesariamente Venezuela debe pensar en precios internacionales mayores, como los que se paga en Europa y Norteamérica.
Para asegurar la amortización del gasoducto en 10 a 15 años y conseguir una rentabilidad mínima, Venezuela tendría que vender el millar de pies cúbicos al menos a 6 dólares y hasta 9 dólares según los últimos datos ofrecidos por PDVSA. Precio que contrasta enormemente con el precio que Bolivia vende su gas natural actualmente a ambos países y que no pasa de 3,24 dólares, incluyendo los condensados que tienen un valor no declarado de 450 millones de dólares al menos. Condensados que se necesitan internamente en Bolivia para consumo industrial, doméstico y electricidad.
Es por lo tanto el Gasur un aporte positivo para Bolivia en dos sentidos. Uno que evita que Bolivia sea la vaca lechera única de la región a precios bajos sin valor agregado y monopólicos. Y segundo que haría reflotar el precio de entrega hasta aproximarse al precio que Venezuela se vería obligada a vender para no perder dinero de la inversión y además conseguir algo de rentabilidad con el gas. Y ese precio es prácticamente el doble y hasta podría triplicarse en el futuro mediato. Bolivia vendiendo a ese precio incrementado ingresaría más dinero con este proyecto que mostraría a Brasil y Argentina y el resto de Sudamérica que el precio del gas debe estar en función de la rentabilidad de los proyectos y no de precios solidarios como una vez Bolivia ofreció y vendió. Sin llegar necesariamente a los 12 dólares del mercado internacional.
Pero también existen otros beneficios que Bolivia podría alcanzar si previamente hace un pacto de proveedores con Venezuela, que por otra parte serían los únicos proveedores sudamericanos por un largo tiempo, dado que las reservas del Perú de 13 TPC se agotarán en 8 años debido a sus compromisos de venta con el método LNG a países de Norteamérica.
Son los beneficios que Venezuela ya tiene siendo miembro de la OPEP de productores de petróleo. Regular precios del gas en función de la subida de precios del petróleo, combustible al que reemplaza en la industria. Política única de productores y proveedores ( en este caso Bolivia y Venezuela ) en el campo de la industrialización, ciencia, tecnología, investigación, capacitación de recursos humanos y un largo etcétera.
Bolivia y Venezuela de esta forma también se darían cuenta que deben emprender y realizar obras conjuntas entre YPFB y PDVSA, como en exploración, explotación, extracción, transporte, comercialización, intercambio de productos hidrocarburíferos, industrialización, plantas petroquímicas, desarrollo de nuevos productos y procesos.
Esto evidentemente no daña a terceros y conviene a ambos países que de esta forma mostrarían los beneficios de la política bolivariana en los hechos al continente entero y más allá en ultramar también. Chile seguramente se daría por aludido ya que necesita del gas venezolano y también boliviano y tal vez se decida a conformar la nueva república bolivariana de Chile. Un pedido cada vez más clamoroso de sindicatos y organizaciones sociales de dicho país hermano. Y no solamente por la necesidad de gas, sino fundamentalmente porque Chile necesita salir de su aislamiento ancestral. Por estas razones Chile está obligada históricamente a devolver una salida al mar a Bolivia.
El Gasur y la provisión nacional están concebidas para beneficiar a Brasil y Argentina primariamente, ya que con este gasoducto ambos gigantes se abastecerían de la energía barata necesaria para un crecimiento prácticamente ilimitado de sus economías, a diferencia de EEUU o Europa que dependen de fuentes menos confiables y aun peligrosas.
Pero a cambio se puede y debe reclamarles que compren ambos países a Bolivia energía eléctrica, diesel, metanol y DME. Productos rentables y de alto valor agregado que Bolivia puede producir con inversiones de PDVSA y FECOIHBOL. Las cooperativas en Bolivia tienen un patrimonio cercano a los 2 mil millones de dólares, especialmente las de telecomunicaciones, según el presidente de CONCOBOL. Cooperativas que posiblemente deseen invertir junto a la refundada YPFB dueña de los hidrocarburos, en negocios tan sumamente rentables para los bolivianos.