1. La impotencia de la crítica estatal latinoamericana Varios presidentes y altos funcionarios de gobiernos latinoamericanos han criticado públicamente la matanza que Israel está cometiendo en Gaza, entre ellos, «Lula» da Silva (Brasil); Hugo Chávez (Venezuela); Daniel Ortega (Nicaragua); el gobierno cubano; David Choquehuanca (canciller boliviano) y Miguel D´Escoto, el león sandinista que funge como […]
1. La impotencia de la crítica estatal latinoamericana
Varios presidentes y altos funcionarios de gobiernos latinoamericanos han criticado públicamente la matanza que Israel está cometiendo en Gaza, entre ellos, «Lula» da Silva (Brasil); Hugo Chávez (Venezuela); Daniel Ortega (Nicaragua); el gobierno cubano; David Choquehuanca (canciller boliviano) y Miguel D´Escoto, el león sandinista que funge como presidente de la Asamblea General de la ONU.
Esas críticas públicas honran a los políticos que las hicieron y a la Patria Grande, porque es la actitud moralmente correcta que debe asumir una persona pública ante la política de Tel Aviv. El problema es que no tendrán mayor efecto, porque el Estado de Israel, apoyado por la burguesía atlántica imperialista —Estados Unidos/Unión Europea— está blindado contra la ética y es demasiado poderoso, como para hacerles caso a voces individuales latinoamericanas.
2. Retirar a los embajadores latinoamericanos de Israel
Frente a fuerzas políticas poderosas y éticamente blindadas hay un solo remedio en esta tierra: usar el poder real. Este existe en cuatro formas: el militar, el económico, el político y el cultural. ¿Tienen los presidentes alguno de estos poderes a su disposición? Obviamente que sí: el político-diplomático. La medida adecuada que pueden y deben ejecutar es el retiro inmediato de sus embajadores de Israel, como primer paso hacia una posible ruptura posterior de las relaciones diplomáticas, si Israel no para la agresión.
Sin embargo, por el mismo hecho, de que todos los Estados latinoamericanos son débiles a escala internacional, probablemente ningún gobierno lo hará individualmente. Porque, no solo son débiles estructuralmente, sino que enfrentarán este año una fuerte crisis económica, para la cual no están preparados, ni tienen ningún proyecto de defensa económica común ; lo que les hace más vulnerables aún ante los amos del sistema mundial. Enfrentarse individualmente sería posible en unos pocos casos, pero tendría un costo político muy alto. Por eso, toda acción de los gobiernos latinoamericanos debería ser colectiva.
3. Las plataformas diplomáticas de actuación
Los colectivos que están teóricamente a disposición son el ampliado Grupo de Río, la UNASUR y el ALBA. Por su afinidad ideológica, el ALBA sería el grupo de más fácil actuación en este escenario. Sin embargo, se trata de una fuerza débil, tanto en cuanto a algunos de sus países integrantes, como a nivel internacional. De ahí, que es improbable que vaya a retirar sus embajadores.
El Grupo de Río y la UNASUR tendrían el poder suficiente para actuar en bloque, pero algunos gobiernos están muy vinculados a Israel; por ejemplo, el gobierno de Uribe tiene una «relación especial» con el Estado sionista, que no pondrá en peligro, mientras que para el gobierno argentino es fundamental el apoyo de Israel en relación a sus ambiciones electorales. El Salvador, Chile, Perú y Uruguay tienen su propia problemática respectiva.
4. Reunión extraordinara del Grupo de Río y de la UNASUR
Ante esta situación, los gobiernos progresistas latinoamericanos deberían convocar a una reunión extraordinaria de cualquiera de los dos organismos, tal como se hizo en el caso de la subversión boliviana, para tomar medidas sobre el tema de Palestina. El solo hecho de que el sujeto colectivo latinoamericano tematíce la matanza y el problema de Medio Oriente, se convierte en un hecho político de enorme importancia a nivel internacional y consolida su status de actor global. Manda una señal y crea un contexto para hacer solidaridad real con el pueblo palestino y los sectores decentes de la nación judía y del Estado de Israel.
5. Retirar los embajadores para proteger al pueblo palestino y la paz mundial
Sin embargo, la justificación de tal cumbre va más allá de la ética. Hay una razón de Estado oculta y estructural en todo esto. Si habrá una guerra nuclear en alguna parte del planeta, que afectará a toda la humanidad, será en esta zona de Euroasia; de hecho, está anunciado para el caso de Irán. Es, por lo tanto, una obligación de cada gobierno latinoamericano, contribuir a una paz negociada en Medio Oriente, para proteger el futuro de sus pueblos. No se trata de un problema nacional o local, sino de un problema de la humanidad.
Por lo mismo, no puede quedar en manos de una elite criminal y sus padrinos atlánticos, que siguen engañando al pueblo judío con la quimera de que la vía militar le garantizará el futuro, mientras están masacrando a civiles inocentes y llevando a la especie al borde del holocausto nuclear.