«Ha sido la propia Comisión europea la que ha propinado ese golpe duro a Rajoy, cuando apenas dos días después de su «triunfante» debate sobre el estado de la nación ha desmantelado las previsiones gubernamentales: en 2013 la recesión será más profunda, el paro seguirá aumentado, será mayor el déficit público y, en general, más […]
«Ha sido la propia Comisión europea la que ha propinado ese golpe duro a Rajoy, cuando apenas dos días después de su «triunfante» debate sobre el estado de la nación ha desmantelado las previsiones gubernamentales: en 2013 la recesión será más profunda, el paro seguirá aumentado, será mayor el déficit público y, en general, más sombrías perspectivas después de más de cinco años ya de crisis».
Apenas unas horas después de acabar el debate del estado de la nación, del que es justo reconocer que Rajoy escapó vivo, la sombra de Bárcenas ha reaparecido de nuevo, posiblemente amenazando de muerte política al Presidente del gobierno y la reata de socios implicados en lo que simplificadamente hemos de entender como la financiación ilegal del PP y los dichosos sobres. Como símbolo del verdadero estado de la nación el caso Bárcenas no tiene parangón.
En ese debate era lógico escuchar con atención el discurso del Coordinador general de IU, Cayo Lara. Sumergido y desacreditado el PSOE, era a Cayo Lara a quien correspondía hacer la verdadera intervención de la oposición de la izquierda. Y cumplió sobradamente con las expectativas, un discurso coherente -la España oficial y la España real -, de denuncia firme ante la desolación económica y drama social que vive el país, y búsqueda política acertada del cuerpo de Rajoy, en unos momentos en los que está malherido y anda sin legitimidad alguna. Había que empitonarlo y dejarlo listo para que la ciudadanía en las calles acabase con él, y con un gobierno traicionero, cruel, escondido en una mayoría parlamentaria sin legitimidad, sobre todo si se demuestran los fraudes que han podido cometer con la financiación ilegal del partido.
Lara se esmeró en demostrar que cabe otra política para salir de la crisis que no suponga más ajustes y recortes, proseguir con la austeridad y causar tanto daño y sacrificios. Cree encontrar en la reforma fiscal y la persecución coherente del fraude fiscal, muy importante sin duda pero no fácilmente compatible, la fuente de ingresos necesarios para neutralizar la compulsión por reducir el déficit público por la vía de disminuir los gastos públicos, que, por supuesto, también, permiten una redistribución que impida cargar en las partidas de los servicios y prestaciones sociales imprescindibles los recortes que se llevan a cabo. Parecería pues que IU representa una alternativa por la izquierda firme, digna, coherente y sensata. El discurso en la tribuna del parlamento del Coordinador había sido aprovechado y, desdibujado el PSOE con el fácil «tú más», cabe hablar hasta de éxito.
No obstante, hay un punto débil en la posición de IU que Rajoy aprovecha una y otra vez para mostrarle que la supuesta coherencia falla en el fondo. En tromba saltó Rajoy a la tribuna y le vino a decir esto al dirigente de izquierda unida: usted quiere una política económica más activa y una política social más redistributiva y potente, pero este país está en quiebra y no dispone de los fondos necesarios más que si Europa nos los proporciona, y para ello nos exige recortes y austeridad. Quien postule otra política no puede reclamarla con autoridad si al mismo tiempo no plantea romper con la zona euro o la Unión Europea.
Sin duda, la reacción de Rajoy es un golpe contundente a la política de IU, que tendrá que aclarar internamente y dilucidar algo tan sencillo de formular y tan complejo de manejar políticamente: euro si o euro no. Para ello tiene previsto celebrar una conferencia sobre el tema de Europa a lo largo del semestre, imprescindible, pues el destino del país depende de la solución que se dé a la crisis del euro, y arriesgada, por el peligro de que no se adopte la alternativa correcta y se deje nuestro futuro al albur de los mercados y las imposiciones de la llamada «troika».
La contundencia de los hechos también ha atrapado a Rajoy. Pintó una realidad económica muy sombría para no dejarse aprisionar por los datos negativos que habrá de soportar a lo largo de este año por lo menos, y al mismo tiempo abrió unas rendijas a la esperanza, ilusas y sin justificación, con la intención de hacernos creer que su política por dura y cruda que sea acabará por promover la recuperación económica y la creación de empleo, según una coletilla que repiten sin pudor y monótonamente todos los portavoces del PP.
Aprovechó Rajoy la aparente corrección del déficit exterior, sin mencionar las condiciones dramáticas en que esto se ha logrado, con los 6 millones de parados como botón de muestra. Y pasó por alto que la desaparición del déficit no reduce ni un ápice la enorme deuda exterior acumulada desde la creación del euro. La economía española soporta unos pasivos exteriores, públicos y privados, que se eleva a 2,3 billones de euros, que son la causa fundamental de la paralización del país y los problemas que atenazan el futuro.
Del mismo modo, quiso sacar provecho a supuesta mejora del déficit público (ya veremos si esa mejora es real o inventada), pero dejo también sin aclarar que un déficit público en torno al 7% del PIB representa un desequilibrio muy agudo y sobre todo, de nuevo, que la reducción del déficit no implica mejora alguna en la deuda acumulada por el sector público. Los graves problemas de la deuda exterior y pública siguen pesando sobre la economía de un modo abrumador y por ello no cabe pronosticar mejoras ni salidas próximas de la crisis.
Ha sido la propia Comisión europea la que ha propinado ese golpe duro a Rajoy, cuando apenas dos días después de su «triunfante» debate sobre el estado de la nación ha desmantelado las previsiones gubernamentales: en 2013 la recesión será más profunda, el paro seguirá aumentado, será mayor el déficit público y, en general, más sombrías perspectivas después de más de cinco años ya de crisis.