Si algo debemos agradecer al Diputado Carreño (del PSUV), a Capriles y al círculo que rodea al Gobernador es que si no fuese por sus torpezas discursivas, sus balurdas estrategias políticas y por su homofobia o endohomofobia según pueda aplicar, el tema sobre la discriminación y el maltrato por un asunto de preferencia u orientación […]
Si algo debemos agradecer al Diputado Carreño (del PSUV), a Capriles y al círculo que rodea al Gobernador es que si no fuese por sus torpezas discursivas, sus balurdas estrategias políticas y por su homofobia o endohomofobia según pueda aplicar, el tema sobre la discriminación y el maltrato por un asunto de preferencia u orientación sexual no estuviese hoy en el tapete como un tema relevante para nuestra sociedad.
Venezuela se caracteriza en general por una condición familiar y lingüística profundamente homofóbica, y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, pero también ha demostrado un avance importante sobre la tolerancia a ciertos aspectos que eran tabú en nuestra sociedad hace pocos años.
El parlamento venezolano es el único en América Latina que nunca se ha planteado ni siquiera discutir sobre el asunto, cuando menos plantearse la idea de aceptar el matrimonio gay, así como tampoco el tema del aborto ha sido agenda para nuestro parlamento, que por 14 años ha estado liderado por representantes de izquierda y con ideas «progresistas».
El presidente Chávez evadió permanentemente el tema de la homosexualidad, quizá por considerarlo poco pertinente o estratégico en la agenda política venezolana, pero nunca dejó de reconocer que era un sector social importante de la sociedad e incluso no dejó de incluirlos dentro de sus políticas públicas y dentro de su gabinete de ministros, sin embargo el problema central es que los homosexuales que han llegado a altos cargos dentro del gobierno, por lo general, lo ocultan o tratan de disimularlo, incluso mostrando poses homofóbicas que han detenido el avance de algún movimiento certero en este sentido.
Nadie dentro de la Asamblea Nacional, sea o no homosexual ha planteado la necesidad de discutir la necesidad de legislar sobre el asunto, tanto por la discriminación o el maltrato como por la igualdad de derechos, y aún siendo un tema polémico, lo único que se ha logrado es alguna foto o pose que trate de calmar los ánimos opináticos de parte del gobierno, o quizá algún pronunciamiento de parte de la oposición que insinué la necesidad de discutir el tema, pero jamás se plantea una posición fuerte sobre la legislación en esta materia.
Aún peor, los liderazgos existentes en los movimiento de GLTBs venezolanos no han logrado aún una verdadera articulación en este sentido ya que se encuentran divididos o anulados por el hecho de que nadie dentro de las estructuras de gobierno levantan sus banderas, esperando que le den el visto bueno para su lucha. Apenas existen acciones aisladas, muy valederas pero que han sido poco significativas hasta ahora.
En este sentido deseo formular algunas propuestas:
1. Si lo sucedido en la Asamblea Nacional realmente indignó a actores políticos de relevancia tanto del gobierno como de la oposición, y si además realmente no existe ninguna intención real de discriminación, debería iniciarse una discusión sobre dos leyes: la primera sobre la penalización de acciones o hechos discriminatorios en contra de la preferencia u orientación sexual, la segunda sobre los derechos civiles de unión de ciudadanos del mismo género.
2. Esta oportunidad debe ser aprovechada por los diversos movimientos GLTB en nuestro país para consolidar posiciones, liderazgos, y lograr que sus banderas sean enarboladas por aquellos que viven y padecen una lucha que con toda razón se ha librado en el mundo y que es profundamente socialista.
La lucha de los afrodecendientes, de las mujeres, de los jóvenes, de los obreros y en general de los sectores más discriminados o víctimas del capitalismo no puede librarse de manera aislada, y el socialismo concreto no puede apartarse de estas luchas que hacen del socialismo la lucha de las minorías que juntas son mayoría, pero fragmentadas son más útiles para las minorías dominantes.
Al final, no tengo ninguna duda que la homofobia expresada en la AN por el diputado Carreño y la negación permanente del tema en la dirigencia de Primero Justicia y la endohomofobia de algunos dirigentes de ambos lados en contraposición a la reacción general de la población venezolana ha ayudado a demostrar que nuestra sociedad se encuentra mucho más madura que sus «líderes», lo que permitirá en un corto o mediano plazo avanzar sobre éste y otros temas.