La crisis económico-financiera aprieta cada vez más a las naciones integrantes de la Unión Europea y en su extensión alcanza hasta a países como el Reino Unido, que en décadas pasadas llegó a ser el país hegemónico del orbe. El Reino Unido de Gran Bretaña fue la principal potencia mundial durante el siglo XIX y […]
La crisis económico-financiera aprieta cada vez más a las naciones integrantes de la Unión Europea y en su extensión alcanza hasta a países como el Reino Unido, que en décadas pasadas llegó a ser el país hegemónico del orbe.
El Reino Unido de Gran Bretaña fue la principal potencia mundial durante el siglo XIX y el comienzo del XX, que controlaba cerca de la cuarta parte de la superficie terrestre.
A principios del siglo XXI aparece como la sexta economía mundial (detrás de Estados Unidos, Japón, China, Alemania y Francia) con perspectivas de seguir bajando ante el empuje de otros Estados.
El nuevo gobierno de coalición británico, dirigido por el conservador David Cameron, ha trazado las líneas para instaurar en toda la nación un «cinturón de castidad económica» con drásticas reducciones del gasto público, que afectará fundamentalmente a las capas más desfavorecidas del país.
Las rebajas serán drásticas y podrían alcanzar hasta el 40 % de los presupuestos de algunos ministerios, mucho más de lo que había advertido con anterioridad el jefe de Finanzas del gobierno, George Osborne, quien en junio pasado señaló que varias instituciones y organismos deberían funcionar con un 25 % menos de las asignaciones durante un período de cinco años.
En una reciente comparecencia, Osborne dijo a los ministros de Defensa y Educación (no estaban previstos en los recortes iniciales) que estudiaran la forma de economizar entre 10 y 25 %, mientras para los otros departamentos estatales la disminución se establecerá de 25 al 40 %.
La Oficina de Responsabilidad Fiscal, entidad creada por el gobierno conservador-liberal, señaló que en 2010 el déficit fiscal llegará a 230 000 millones del dólares, o sea, el 10,5 % del Producto Interno Bruto (PIB).
Con esos números negativos se estima que para 2015 la deuda acumulada estará en el orden de los 2 000 billones de dólares y los intereses a pagar anualmente a los acreedores rebasarán los 100 000 millones.
Entre los tijeretazos previstos se encuentran: aumento del impuesto al consumo del 17,5% al 20%; congelación de los impuestos municipales; tributo a los bancos por unos 2 000 millones de libras; subida de impuestos al capital en posesiones no empresariales tales como segundas casas; recorte del subsidio a la vivienda; reducción del 25 % al 40 % a los gastos ministeriales.
La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria puntualizó que 600 000 puestos de trabajo desaparecerán solo en los servicios públicos, mientras organizaciones sindicales indicaron que serán eliminadas más de 1 500 000 fuentes de empleo y los trabajadores ya se preparan para iniciar las protestas pacíficas en las calles.
La Organización Internacional del Trabajo informó de que en el trimestre abril-junio la cifra de parados en el Reino Unido llegó a 2 440 000, que representa el 7,8 % de la mano de obra económicamente activa.
Cameron y Osborne, con la intención de lograr sus empeños, se han encargado de introducir el miedo entre los sectores pudientes del país al decir que la situación fiscal es tan grave que el Reino Unido seguiría los pasos de Grecia si no se adoptan las medidas de saneamiento.
No es menos cierto que la situación es peliaguda, pues Gran Bretaña ha padecido recesión en los últimos seis trimestres y el pasado año la economía se contrajo 5 %.
A la par, motivado por la crisis mundial, el mal manejo de la economía y los gastos para ayudar a Estados Unidos a mantener las ocupaciones en Iraq y Afganistán, en conjunto han provocado un descenso en sus exportables equivalente a ocho dólares de gastos por seis de ingresos.
Las críticas al programa de ajuste de los conservadores no se han hecho esperar, y el líder sindical Mark Serwotka significó que no se mejora la economía poniendo a las personas en la fila del paro, mientras la jefa interina del Partido Laborista, Harriet Harman señaló que ese presupuesto conservador va a frenar la recuperación económica y cortar servicios públicos indispensables para los ciudadanos.
El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz fue más allá al criticar los ajustes británicos durante una entrevista con el diario The Independent. Para el economista estadounidense, estos provocarán una recesión profunda y afectarán a millones de británicos.
Agregó que al reducir gastos se disminuye la actividad económica por contracción de la inversión, aumentará por tanto el desempleo, bajará el monto de dinero por impuestos y no habrá suficiente riqueza para pagar las deudas.
Stiglitz recordó que esa fórmula de cortar gastos se ha utilizado en varias etapas por diferentes países con resultados económicos catastróficos.
El presidente norteamericano Herbert Hoover la aplicó como contrapartida del llamado Crack de 1929 y provocó la llamada Gran Depresión. En las décadas de 1980 y 1990, el Fondo Monetario Internacional le impuso la misma política a Corea, Tailandia, Indonesia, Argentina y otros países que arrojaron desastrosos efectos.
Los augurios indican que la economía británica se volverá más débil, al tiempo que crecerán las asimetrías dentro de la población.
Datos de prensa y de Organizaciones No Gubernamentales (ONGS) aseguran que las 1 000 personas más ricas de Gran Bretaña poseen un capital conjunto de 334 000 millones de libras esterlinas. Por otra parte, se incrementa la pobreza, la cual afecta a 650 000 niños, que representan el 27 % de la población infantil.
El cinturón de castidad económica adoptado por el gobierno conservador británico llevará penurias a la población, que observará en los próximos meses cómo se reducen los programas sociales y se incrementan el desempleo y la pobreza colectiva.
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