Grecia está en un callejón sin salida, con un duro plan de austeridad, dictado por la Unión Europea (UE) y el FMI, mientras miles de personas se manifestaron en la plaza de la Constitución de Atenas. Si bien el primer ministro, George Papandreu, logró la aprobación del paquete, queda claro que la gran mayoría […]
Grecia está en un callejón sin salida, con un duro plan de austeridad, dictado por la Unión Europea (UE) y el FMI, mientras miles de personas se manifestaron en la plaza de la Constitución de Atenas.
Si bien el primer ministro, George Papandreu, logró la aprobación del paquete, queda claro que la gran mayoría del pueblo griego ya no apoya su línea política, ni la de su partido, el Movimiento Socialista PanHelénico (Pasok).
El Consejo de los Helenos (Parlamento unicameral) dio luz verde el miércoles al proyecto de ley que sustenta el programa fiscal, con 155 votos a favor, la mayoría del partido gobernante de Papandreu.
La situación del gobierno socialdemócrata griego recuerda la condena de Sísifo en la mitología griega. El fundador y rey de Éfira fue obligado por los dioses a empujar una piedra enorme por una ladera ascendiente. Pero antes de que alcanzase el tope la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo.
El tema mitológico ilustra bien la situación económica y -en consecuencia- política del gobierno heleno. El plan internacional de austeridad debe desendeudar a la nación, pero al mismo tiempo bloqueará el crecimiento económico, advierten analistas.
Si Grecia quiere liquidar sus deudas, destruye al mismo tiempo la capacidad de crear y asegurar una economía funcional. Las consecuencias serán aun más graves y afectarán futuras generaciones.
El problema de Grecia está inexorablemente asociado con la desigualdad estructural económica e industrial dentro de la Unión Europa (UE). La falta de una industria propia frena el desarrollo de la economía, y el plan europeo de austeridad hará imposible el escape de esta trampa.
Con esos hechos de fondo, la crisis griega debe ser entendida como crisis de toda la Europa del Sur: La desindustrialización del Sur condena a países como Grecia, Portugal y también a España al subdesarrollo y a la dependencia de la «Europa esencial», o sea, de Alemania y Francia.
En el concepto neoliberal de la UE no son más que mercados de consumo y fuentes de mano de obra barata. El entonces presidente de la Comisión Europea, el italiano Romano Prodi, hace unos años bautizó ese concepto de dependencia estructural: la «Europa de las dos velocidades».
La crisis, de otro lado, fomentó el auge del racismo dentro de la UE. En Alemania, las grandes empresas mediáticas lideraron en las últimas semanas verdaderas campañas de odio contra «los griegos».
Sobre todo la empresa alemana Springer, de muy mala fama, difundió en las primeras planas del diario sensacionalista BILD esos prejuicios. «Los griegos se jubilan con 52 años», se leyó en grandes letras, y: «ÂíLos griegos quieren NUESTRO dinero!».
De hecho, esta propaganda distrae de los verdaderos beneficiaros de la crisis griega: especuladores y bancos. Según datos oficiales, solamente el Deutsche Bank se deshizo en los últimos meses de empréstitos públicos griegos de cinco mil millones de euros.
Según datos del ministerio alemán de Finanzas, el banco tuvo en 2010 acciones de 26,6 mil millones de euros, mientras actualmente tiene sólo 21,4 mil millones en empréstitos griegos. Una estrategia parecida tienen los bancos franceses que se deshicieron de bonos griegos de un valor de 12 mil millones de euros.
La UE decidió en mayo de 2010 acaparar estos papeles de alto riesgo. Por lo tanto, el Banco Central Europeo se convirtió en un verdadero «Banco Malo» que ayuda a limpiar los activos tóxicos.
Significa simplemente la socialización de los costos de la crisis a nivel europeo – y tal vez- la redistribución más grande de capital desde abajo hasta arriba en la historia de la Unión Europea.
http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=301690&Itemid=1