Hastiado de medidas neoliberales que han llevado a la pobreza, el desempleo y la inseguridad social a millones de personas, el pueblo helénico concurrió a las urnas para votar por el partido Syriza que propugna cambiar el fracasado sistema político, económico y social vigente. El descontento masivo de los habitantes griegos fue el que le […]
Hastiado de medidas neoliberales que han llevado a la pobreza, el desempleo y la inseguridad social a millones de personas, el pueblo helénico concurrió a las urnas para votar por el partido Syriza que propugna cambiar el fracasado sistema político, económico y social vigente.
El descontento masivo de los habitantes griegos fue el que le abrió las puertas al partido de izquierda Syriza cuyo programa de gobierno plantea revertir la situación provocada por las fuertes medidas neoliberales de austeridad impuestas por la troika (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea).
El triunfo de Syriza no pudo ser mejor: 36,34 % para su candidato Alexis Tsipras, por solo 27,81 % para su más cercano perseguido, Adonis Samarás, del conservador Partido Nueva Democracia y primer ministro del actual gobierno.
La debacle de los conservadores ocurrió pese a la fuerte campaña de miedo ejercida por el gobierno y los medios de comunicación de la derecha nacionales y extranjeros que anunciaban, si ganaba Syriza, la salida de Grecia de la zona euro; el no pago de la abultada deuda; la cancelación de nuevos empréstitos; la perdida de subsidios de los agricultores, récord de cancelaciones de turistas, caos, por cierre de los bancos; falta de medicamentos.
Pero el sufrimiento padecido durante casi una década por el pueblo helénico resultó el motivo principal para que las masas más golpeadas, social y económicamente, salieran a dar el voto al Partido que tratará de sacarlos del abismo.
Grecia debió realizar elecciones anticipadas porque el Parlamento no logró elegir un presidente y mientras Nueva Democracia y otros partidos como el PASOK (socialdemócrata) apuntaban a continuar con las políticas trazadas por la Troika, Syriza planteaba renegociar la deuda, suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía nacional y crezcan los puestos de trabajo, además de una política económica a favor de las capas sociales más afectadas en estos años, al poner fin a los programas de austeridad.
En los últimos cuatro años tuvieron lugar en esa nación europea, 30 huelgas generales. El desempleo alcanza al 27 % de la población activa y entre los jóvenes llega al 52 %; la deuda sobrepasa el 170 % del Producto Interno Bruto; el acceso a la vivienda y la educación se han convertido en un lujo y 3 000 000 han sido excluidos de la sanidad pública.
Grecia inició su viaje al abismo económico en 2004 cuando el déficit llegó al 6 % del PIB y la deuda a un poco más del 100 %. Al siguiente año, el país fue sometido al control fiscal de la Comisión Europea y en 2009 llegaron los multimillonarios rescates a los bancos y la implantación en violentas medidas de austeridad aplicadas con intransigencia que han llevado al hundimiento de su sistema político y económico.
En una jugada capitalista para mantener el control y la opulencia de los poderosos, los rescates que reciben no solo Grecia, sino también Portugal, Irlanda y España, se destinan a los bancos privados para que estos paguen las deudas que el Estado ha adquirido con otros bancos de países como Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, lo que provoca a la vez un mayor endeudamiento al adicionarse los altos impuestos acordados.
Para recibir los empréstitos, la Troika impone leoninas medidas de ajustes y austeridad con el «derecho» a supervisarlas permanentemente, con lo cual esos países pierden la soberanía financiera, política y social.
En 2012, el ahora saliente primer ministro heleno Antonio Samaras que auspiciaba las medidas neoliberales, dijo a los jefes de la Troika: «No estamos pidiendo más dinero. Estamos pidiendo bocanadas de aire para la inmersión que estamos haciendo».
La depauperación de la nación es general y su dimensión se refleja hasta en periódicos conservadores como El País, de España, que publicó recientemente: «Visitar las instalaciones de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 es un paseo melancólico por las ruinas del presente. El abandono y la escasa vigilancia han permitido que el óxido y la maleza amenacen barandillas y campos de deportes, que algunas gradas de la piscina olímpica hayan sido arrancadas, que un turbio charco refleje el trampolín de los saltos, que la basura y las hojas muertas cubran pasillos y las pintadas decoren sus muros».
Con plena autoridad y razón, el estadounidense Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, señaló que «las tesis neoliberales han llevado al mundo al borde de la ruina al propugnar las bondades económicas de los mercados libres y sin restricciones y la reducción al mínimo de las funciones del Estado a favor de la iniciativa privada».
Syriza es un partido político que surgió en 2004 de la unión de diez partidos de ideología socialista y comunista en forma de coalición de la izquierda, con miras a derrotar a los poderes financieros neoliberales que han provocado la profunda crisis económica, con enorme desempleo general y el incremento de la pobreza al 35 %.
Asimismo, aboga por una Europa con inclusión social, pacífica, estable, y rechaza la del capital financiero.
Por el momento, el golpe ha sido muy fuerte para la Unión Europea, los oligarcas, los componentes de la Troika y el gobierno alemán que ha llevado la voz cantante a la hora de imponer medidas de austeridad. Por esos motivos, Alexis Tsipras deberá enfrentar grandes desafíos y presiones durante su gobierno.
Pero lo cierto es que el suelo de la viaje Europa se estremece y otros movimientos ven en las recientes elecciones griegas un ejemplo a seguir, como Podemos, de España, que ha logrado crecer rápidamente en adeptos a su causa en los pocos meses de su fundación, o el Movimiento 5 Stella, de Italia, que promueve una sociedad más humana sin la consecución de las rancias medidas neoliberales.
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