Primera parte. La necesidad de la deuda. 1. Hasta el 15 de septiembre de 2011 se habían celebrado 63 subastas de deuda pública del Estado; algunos días, varias. En ellas se han vendido más de 135 mil millones (de euros) entre los diferentes tipos de letras (hasta 18 meses) o de bonos y obligaciones, títulos […]
Primera parte. La necesidad de la deuda.
1. Hasta el 15 de septiembre de 2011 se habían celebrado 63 subastas de deuda pública del Estado; algunos días, varias. En ellas se han vendido más de 135 mil millones (de euros) entre los diferentes tipos de letras (hasta 18 meses) o de bonos y obligaciones, títulos por encima de los 18 meses y con 30 años de límite. En lo que resta de año, todavía faltan bastantes subastas por celebrarse, en las que acabará por emitirse los 100 mil millones para la amortización del capital de deudas anteriores y unos 60 mil millones de deuda nueva, para afrontrar el déficit de este año. El año que viene, aunque se haya disminuido el déficit, se espera mayor volumen de deuda subastada porque es un año de muchos vencimientos, en los que se tendrá que cambiar deuda vencida por deuda emitida. 2. Antes de 2009 circulaba una deuda pública del Estado de 358 mil millones y ahora se mueve una deuda 565 mil millones . Las Comunidades Autónomas tienen una deuda de 132 mil millones. Las entidades locales tienen, finalmente, 32 mil millones. Más de 700 mil millones entre los tres niveles territoriales del poder público. A partir de ahora me centro sobre todo en la deuda del Estado, pues es la que ofrece mayor información.
3. Esta cifra se debe relacionar con los últimos déficits presupuestarios ocasionados por 1. la caída de la recaudación por la disminución de la actividad económica, 2. la reducción de los ingresos por las reformas tributarias realizadas por los gobiernos de González, Aznar y Zapatero y 3. por el aumento al inicio de la crisis de los gastos por el rescate bancario (20 mil millones), el estímulo económico (8 mil millones) y el mismo coste incrementado del servicio de la deuda (aumento de 10 mil millones anuales desde 2009 hasta 2011). El déficit pasó por 110 mil millones en 2009 y 90 mil millones en 2010; para este año, el déficit previsto será algo menor, de unos 60 mil millones. Si sumamos a la deuda anterior a la crisis los déficits ocurridos desde entonces alcanzamos la deuda actual.
4. A pagar el servicio de la deuda, según la Ley de Presupuestos Generales del Estado, dedicamos 27 mil millones anuales para intereses ; sólo intereses, por ahora la amortización del capital se hace con la emisión de deuda que se usa para pagar el capital en periodo de amortización. Nos gastamos en intereses de la deuda casi tanto como en tres millones de prestaciones de desempleo. Teniendo en cuenta que el gasto no financiero es de unos 150 mil millones, los intereses de la deuda se llevan una sexta parte del presupuesto no financiero del Estado. En 2010 el importe de los intereses era de 23 mil millones. En 2009, 17 mil millones y medio. En 2008, menos de 17 mil millones. En 2009, el pago de intereses no alcanzaba una décima parte del presupuesto de gastos no financieros del Estado.
5. La cantidad de los intereses se ha elevado no sólo por el aumento de la deuda en circulación sino también por el efecto de la subida de los tipos de interés . Como se expone en los párrafos 1. y 4. actualmente, primero, cambiamos deuda vieja por deuda nueva y, segundo, creamos deuda nueva para solventar el déficit. Pero no renovamos la deuda vieja en las anteriores condiciones, sino con tipos de interés más elevados. Por ejemplo, el Bono a 10 años, que se considera como referencia para calcular la prima de riesgo, ha subido en la media de 4,15 á 5,45 desde 2009 hasta la actualidad. Parte de los aumentos de estos intereses se deben al empeoramiento de las condiciones económicas de España que alejan a ahorradores temerosos de impagos que colocan sus ahorros en valores seguros como el oro, la deuda alemana, que experimentan una atracción mayor en los tiempos revueltos, aunque empieza a alertarse de una posible burbuja áurica; pero otros se deben a las estrategias especulativas de los señores del dinero (fondos de inversión, fondos de pensiones, aseguradoras, grandes patrimonios).
Segunda parte. La financiación de la deuda.
6. Con esos datos econométricos los ahorradores, inversores o especuladores privados valoran si comprar deuda pública española, dentro de las múltiples opciones que tienen: deuda de otros países o de empresas, acciones, inmuebles, oro, obras de arte, monedas, … En la regulación del Banco Central Europeo se dispuso que esta autoridad financiera pudiera prestar a los bancos privados, pero no a los Estados, con lo que a los Estados sólo le queda posibilidad de buscar financiación en los terroríficos «mercados», convenciendo a esos ahorradores-inversores-
7. Dicen que la desconfianza no engendrada por especuladores sino sujeta a fundamentos económicos puede venir de los débiles indicadores económicos de España (crecimiento estancado, balanza comercial muy negativa) con el razonamiento de que la recaudación en una economía estancada o en recesión no permitirá a la larga la recaudación para el pago de intereses o del alto endeudamiento privado (que, según algunas voces, ¡tendría que asumir el Estado!, sin posibilidad de pagar el volumen de intereses). La deuda privada asciende a más de dos billones. Lo cierto es que ya el Estado ha asumido decenas de miles de millones con el primer rescate a los banco en 2009, la intervención de las cajas caídas y la reordenación bancaria (o bancarización para privatización de las cajas).
8. Si los inversores o especuladores privados abandonaran a España, sus necesidades de endeudamiento tendría que satisfacerlas con los rescates de las instituciones internacionales (Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Unión Europea a través del llamado fondo de rescate), financiadores en última instancia. En estos rescates salen beneficiados los acreedores previos (que recuperan sus inversiones) y han aguantado hasta que el negocio empieza a ser arriresgado, estas instituciones (con dinero que ponen los Estados, sus pueblos) asumen parte de la deuda que antes estaba en manos privadas y los Estados sufren una financiación a tipos elevados, que les asfixia, y una exigencia de reformas que beneficia a las grandes empresas, que muchas veces fueron acreedores, y de recortes sociales. Como ya el gobierno español se ha adelantado en el lanzamiento de todas las medidas que exigen estas instituciones, se podría decir que un rescate no sería una catástrofe novedosa, sino la continuación de la degradación del estado social y de la democracia.
9. Cuando las especulación se ceba sobre la deuda española, como en agosto, los medios de comunicación transmiten la sensación de que estamos al borde del abismo a partir de los datos de la devaluación de la deuda pública en el mercado secundario, en el que los propietarios de deuda pública compran y venden entre sí. Vemos a continuación a los políticos con grave semblante comunicando a los inversores-especulares que se harán las «reformas precisas». Contagian un pánico a la sociedad . En general la sociedad no tiene mucha noción de lo que ocurre, aunque algunas personas ya se han acostumbrado a fijarse en el nivel de la prima de riesgo de la deuda española. La psicosis más la ignorancia constituyen un caldo de cultivo perfecto para hacer unos recortes sociales con apariencia de reformas estructurales para «mejorar la competitividad», o excusas semejantes. Ya en el párrafo 7. se expuso que si un día los inversores-especuladores se resisten decididamente a comprar la deuda española y debemos aceptar el rescate-secuestro de las instituciones multilaterales no nos caeríamos en un pozo, sino que bajaríamos un par de metros, ya que hace tiempo que caemos.
10. Una de las preguntas que se plantean periódicamente los líderes, los expertos, los periodistas es si España precisará del rescate o cuándo ocurriría . Muchos parecen muy listos por la firmeza de sus expresiones, aunque luego la realidad tozuda deja en ridículo su presunta ciencia. Otros son más discretos y reconocen el desconcierto. En unas finanzas racionales la pérdida de confianza sería un proceso diminutivo en el que progresivamente más inversores-especuladores, tras un análisis de la capacidad de pago del deudor y por desconfianza a recuperar la inversión, se niegan a adquirir deuda pública española, porque ven un riesgo muy elevado de no recobrar lo invertido. Sin embargo, en las finanzas desquiciadas en la que los especuladores institucionales buscan rentabilidad en operaciones de recompra y reventa la desconfianza puede ser súbita. Un movimiento especulador se esfuerza en el mercado secundario para devaluar los títulos de deudas con la intención de adquirir deuda en el primario a menor valor y con mayor rentabilidad, sube la prima de riesgo y los que saben o dicen saber de esta materia pronostican si España puede resistir sin rescate hasta el nivel 400 o hasta el nivel 425. Después de la subasta o de alguna compra por el Banco Central Europeo, baja la prima de riesgo y todos nos olvidamos durante unas semanas de la escena del rescate. Da la sensación de que la intervención de los rescatadores ocurriría en uno de esos episodios de «terror», cuando los mimos bancos se asusten en sus juegos de especulación o ya se hayan cansado de hacer el negocio de la deuda de forma directa o si les aparece un negocio más lucrativo por otro lado. Lo más inteligente para los que no vamos a hacer negocio con o sin rescate es que nos despreocupemos porque la senda neoliberal por una u otra ruta está trazada; hay que luchar más bien contra el neoliberalismo, previo, simultáneo o posterior a los rescates-secuestros.
11. Hay que decir que, aunque se produzcan rumores sobre el alto riesgo que tiene España de ser rescatada-secuestrada, debido a que los inversores-especuladores no tienen confianza en la economía española o en el Estado español, hasta ahora en las emisiones de deuda pública, las subastas de las que se habló en el párrafo 1, suele producirse una solicitud de deuda que multiplica los objetivos del Tesoro y la adjudicación final, incluso en el capítulo agudo de histeria de agosto. Por ello, cabe sospechar que detrás de los movimientos de elevación de los tipos de interés interviene la presión especuladora. Ello orienta a pensar que todavía no hay desconfianza racional.
12. Con la excusa de mejorar la confianza de esos mercados el Gobierno ha adoptado en esta legislatura una infinidad de medidas antisociales (eliminación de la medida populista de los 400 euros del IRPF, elevación del IVA, rebaja de los sueldos de los funcionarios, eliminación de cheque bebé igualmente populista, la congelación de las pensiones, la reducción de la ayuda oficial al desarrollo, el abaratamiento del despido, el alargamiento de la vida laboral hasta los 67 o disminución de las pensiones, la privatización de cajas, aeropuertos y loterías, el deterioro de la negociación colectiva, la precarización del empleo juvenil, …). Lo último fue la constitucionalización del déficit cero. Con todas estas medidas se quiere transmitir a los inversores-especuladores financieros que en España el pago de la deuda es la prioridad principal del Estado, que pueden comprar deuda pública sin problemas, y se quiere anunciar a las empresas asentadas o a las que pudieran plantearse la localización en España que los costes laborales en España les va a permitir producir a buenos precios. A los trabajadores y ciudadanos españoles sólo nos aterrorizan con el futuro tan inhospito que están construyendo. En realidad, no sirve de mucho tanto anuncio o tanta medida, pues los especuladores sin reglas acosan a la pieza que han evidenciado su debilidad para obtener todo el beneficio posible, sin escrúpulos, hasta que el negocio dure.
13. Quizá se pregunten quienes son esos inversores-especuladores que para tranquilizarse necesitan que les comuniquen constantemente que se diseña una España en la que a ellos se les prepara el trozo de tarta más grande posible, hasta poner en riesgo de inanición a grandes sectores sociales. Ya intenté responder a esa pregunta con el artículo Billones devoradores de derechos sociales. Son grandes patrimonios empresariales, personales y familiares, pero son sobre todo los bancos con el dinero de nuestros depósitos, fondos de inversión, fondos de pensión o las aseguradoras con el dinero de nuestros seguros. En este engranaje de codicias, se extendió la sensación de que cada individuo o familia con las rentas de su trabajo y con las rentas de su patrimonio tenían que escapar a la pobreza que nos persigue y alcanza a los últimos de la carrera. Casi nadie da por buena la situación en la que su dinero no se reproduce en forma de rentas de ahorro (intereses de un depósito, dividendos, ganancia patrimonial en un fondo de inversión o de pensión, rentas de alquiler de una inversión inmobiliaria). El sistema nos induce a usar nuestros ahorros como medio de obtención de los mayores rendimientos posibles, como medio para la comodidad, el consumismo, … Nos alienta a entregárselos a las entidades especuladoras con la condición de que nos compensará con parte del pastel. Lo paradójico es que las víctimas han suministrado las armas a los enemigos de la sociedad para que exijan a los Estados las reformas en las que ellos salen perdiendo. Pan para hoy y hambre para mañana. La avaricia, el individualismo, la competencia social, la comodidad, el consumismo, el deseo de seguridad social, … nos ha convertido en aliados de nuestros enemigos.
14. ¿Qué se puede esperar?. Por ahora, conociendo la correlación de fuerzas entre quienes fomentan las medidas antisociales (sus grandes medios) y quienes desean que el expolio concluya parece que el retroceso seguirá su cauce . El mayor temor que se predica es el del rescate-secuestro en el caso de que los inversores-especuladores privados se nieguen a adquirir nueva deuda. El grupo de personas que se suma, en cambio, a la protesta no arrastra apoyo suficiente para que los impulsores de esta campaña cesen en su empeño. Seguramente en la constatación que hacen ellos de la desarticulación social y de la indefensión, se han visto libres para lanzar una ofensiva acelerada contra los mecanismos que les impedían una mayor acumulación.
15. Los «mercados», gobiernos y medios atemorizan a su población con la posible escena del rescate, que es la intervención del FMI o de la UE adquiriendo deuda en poder de los bancos, exigiendo reformas y rescates e imponiendo tipos de interés muy poco solidarios. Sepamos que hay un más allá de ese momento; no se hunde el mundo ese día, aunque, antes, durante y después, la sociedad se estará orientada hacia la inhospitalidad para las personas que dependen de unos salarios, de unos servicios públicos y de unas pensiones públicas. Si el rescate supone que las instituciones internacionales sustituyen parcialmente a los acreedores privados, puede llegar el momento en el que los rescatadores sin piedad también se harten de rerrescatar al rescatado en debilitamiento progresivo por los compromisos de la deuda y las medidas de ajuste. A Grecia la tienen constantemente amenazada con retirarle «la ayuda». Por ahora la amenaza parece un auténtico farol en el que sale perdiendo el pueblo heleno. Si llegara a consumarse, el país entraría en una cascada de impagos a acreedores financieros pero también a los no financieros. Habría llegado el momento de plantear quitas y esperas (los acreedores no verían recuperado el capital invertido y tardarían más en cobrarlo. Por supuesto, levantar el vuelo económico y sostener los servicios, infraestructuras y pensiones del Estado en esa situación de atrapamiento total sería casi imposible; años, décadas, … de desdesarrollo.
Tercera parte. Las alternativas.
16. Lo que ahora le ocurre a Europa (Grecia, Portugal, Irlanda, en realidad a todos los países europeos, agarrados por el neoliberalismo) al final de la década de los setenta ya le ocurrió a los países empobrecidos. Por si ellos no tuvieran suficiente con las dificultades para competir en un mercado global desigual o para aplacar las fuerzas neoimperialistas ambiciosas de sus recursos naturales, en la década de los setenta hubo otra época de endeudamiento fácil porque las crisis petroleras crearon los petrodólares, que se iban colocando en esos países. Los países se endeudaron sin crear bases para su crecimiento. Igualmente acudieron más tarde el FMI y el Banco Mundial al socorro convirtiendo deuda de bancos privados en deuda de estas instituciones. Para refinanciar la deuda exigían los Planes de Ajuste Estructural. Esos planes, idénticos a los que se obliga ahora a los estados rescatados en Europa, se demostraron perjudiciales para el desarrollo económico y social de esos pueblos . Se veían con la soga al cuello sometidos a esas políticas para malpagar el servicio de la deuda y mantener el endeudamiento.
17. Estos paquetes de medidas no son perjudiciales sólamente porque recortan derechos sociales, el carácter antisocial. Económicamente provocan una depresión en la demanda interna . La reducción de rentas de las clases populares por la vía de la rebaja salarial directa, los recortes de los servicios públicos (salario indirecto) o de las pensiones (salario diferidos), impide que estas clases consuman todo lo que las empresas necesitan. Las empresa dedicadas a la producción y distribución de los bienes que aquellos consumen tienen problemas para vender sus productos, para sobrevivir, para mantener su empleo. Por contra, en la concentración de las rentas derivadas a las oligarquías normalmente éstas se convierten en ahorro que luego no se lanza a la inversión productiva, sino a la especulación financiera, con los efectos narrados en otros puntos de este artículo. Con unas políticas así se contribuye a crear un círculo vicioso de economía estancada, menos capacidad de pago de la deuda, reestructuración de la deuda para alargar el atrapamiento, más políticas restrictivas… todo dentro del esquema del crecimiento económico.
18. Los grupos alternativos , inspirados por medidas que han funcionado históricamente o improvisando, hacen unas propuestas alejadas del programa neoliberal de los gobiernos, grandes partidos, grandes medios y grandes empresas. Se apunta especialmente a otro paradigma fiscal del Estado. Una de las actuaciones más importantes que se han usado en otros países es la suspensión, auditoría y repudio de parte de la deuda, la que se demuestre odiosa , perjudicial para los pueblos. Haciendo uso de este concepto, podría considerarse que la política neoliberal de rebajar impuesto y permitir el fraude fiscal a favor de las clases más altas ha provocado un déficit fiscal estructural responsable de la actual deuda, oculta durante años tras las privatizaciones o la recaudación elevada en la coyuntura de la burbuja inmobiliaria.
19. Esta medida es una de las que atacan más directamente el problema, pero hay otras. En lugar de equilibrar las cuentas públicas por el apartado de los gastos (recortando), invitan a un aumento de los ingresos (sobre todo con fiscalidad para que paguen más impuestos los más ricos o las grandes empresas), con lo que corregir el déficit y mejorar los servicios. Los dogmáticos del neoliberalismo insisten en que eso produciría una fuga de capitales. Luego, los críticos proponen una mejor regulación de los movimientos de capital, un impuesto a las transacciones especulativas, una banca pública, eliminación de los paraísos fiscales, la creación de eurobonos avalados por países ricos, intervención del BCE de una forma más natural, agencias públicas de calificación con la misión de frenar también la especulación.
20. En realidad, esos puntos de la política económica alternativa se inscriben en un programa mucho más amplio. A mí me gusta soñar con que durante este proceso de deterioro de nuestro modelo social y democrático de convivencia podemos descubrir en nosotros a otra persona humana , menos materialista, más social, más política, más cultural, más ecológica, más solidaria con los que peor están en la sociedad mundo, con sanidad, educación, vivienda y medios básicos de vida garantizados… Los tiempos históricos nos arrastran hacia otro tipo de humanidad: muy desigual, con un grupo que concentra el consumismo que antes estaba más repartido; amplios sectores que ven degenerar sus derechos y un tercer y un cuarto mundo en una situación de precariedad extrema. Muchas veces nos hablan del cambio civilizatorio precisamente los neoliberales, se lo he escuchado varias veces a Felipe González, pero por el camino trazado por ellos nos dirigimos al segundo de estos dos mundos. Depende de la concienciación crítica, la manifestación, la organización, la unión y la exigencia la posibilidad de ir hacia el primero.