Son muchos los temas que tenemos en el tintero, entendiendo que nuestro Presidente y hermano mayor, Nicolás Maduro Moros, sucesor de Hugo Chávez, y que entre sus múltiples tareas tiene la pesada carga de llevar el legado histórico y revolucionario del gigante, y que dicha tarea es nada sencilla, pues pese a las duras circunstancias […]
Son muchos los temas que tenemos en el tintero, entendiendo que nuestro Presidente y hermano mayor, Nicolás Maduro Moros, sucesor de Hugo Chávez, y que entre sus múltiples tareas tiene la pesada carga de llevar el legado histórico y revolucionario del gigante, y que dicha tarea es nada sencilla, pues pese a las duras circunstancias que le ha tocado afrontar, y entendiendo que en estos momentos y en esta nueva fase de la Revolución Bolivariana, hay que construir un nuevo modelo económico y productivo socialista, es entonces también importante entender, que los factores apátridas y contrarrevolucionarios entienden que entonces sus conspiraciones deben ser permanentes para dar al traste con la Revolución. De nosotros depende que tengan éxito o no.
Manejamos algunos escenarios, los cuales en próximos artículos los iremos develando y desmenuzando cual rompecabezas. Si les puedo adelantar lo siguiente. La mayoría de las medidas tomadas por Nicolás Maduro y el Alto Mando Político y Militar de la Revolución tienen sus justificaciones, no solo de obedecer el mandato del pueblo, sino a las condiciones objetivas y subjetivas de nuestro proceso revolucionario en estos instantes. Pero si debemos reconocer, y lo ha señalado el extraordinario psiquiatra y cuadro revolucionario Erick Rodríguez, el mismo y el primero que acuñó el término de disociación psicótica, que nos ha faltado la pedagogía política, para explicar en todas sus dimensiones a nuestro pueblo, no solo el por que de las medidas, sino donde estamos y hacia donde vamos en esta fase de la Revolución, esto lo desarrollaremos en posteriores artículos. Ahí queda evidenciado el boquete comunicacional, el vacío dejado por la ausencia física del gigante de Sabaneta.
Pero hoy, para el momento en que escribo estas líneas, es un día especial, un día como hoy, 2 de febrero de 1999, asumía un compromiso con el país y la historia Hugo Rafael Chávez Frías. Ese Comandante inolvidable, quien casi siete años antes, se había dirigido a nosotros y nosotras en la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, y quien había señalado que «Por ahora los objetivos no habían sido cumplidos», y asumía ante el país y ante sus compañeros de armas la responsabilidad de dicha rebelión. En un país, hastiado de que la clase política dirigente en aquel entonces evadiera sus responsabilidades acerca de la debacle que en aquel entonces había, el asumir la responsabilidad por parte de Chávez, le concito respaldo y apoyos que dispararon al infinito su popularidad, la cual fue aprovechada por Rafael Caldera en las presidenciales de 1993, y los frutos los cosecharía Chávez en las elecciones del 6 de diciembre de 1998.
Pero no solamente era una mera elección de un hombre lo que se planteo y no solamente era la asunción de un nuevo gobierno en aquel entonces. Hugo Chávez representó en ese momento y representa el fin de un ciclo histórico. El ciclo de las traiciones, de la demagogia, del populismo barato y ladrón, de la entrega de los recursos de nuestro país a las transnacionales. Ese hombre, amado por el pueblo y odiado por la oligarquía, por ese clamor del pueblo que se hizo indetenible, esa presión popular, fue lo que obligo a que el entonces Presidente Caldera firmara su indulto y saliera a las calles un 26 de marzo de 1994, pero desde la cárcel, ya Chávez había construido un proyecto alternativo y de Gobierno para nuestro país.
Un Chávez que juró sobre una moribunda constitución, pero más que sobre una moribunda Constitución, sobre un modelo totalmente corrompido, podrido, excluyente. Un modelo que incrementó los niveles de pobreza, la marginalidad, que descuido la educación más elemental, y antes bien, la negó a la mayoría de nuestro pueblo. Un modelo que recibió a ingentes inmigrantes de países latinoamericanos y caribeños, a los que desatendió y dejó que los problemas de servicios públicos y sanitarios se agravaran en las ciudades. Un modelo en el que nos encontrábamos arrodillados y encadenados a los designios del Fondo Monetario Internacional, que se tradujo en la entrega de empresas y sectores estratégicos a sectores transnacionales, además de «flexibilización» laboral, protestas reprimidas a sangre y fuego, y desmantelamiento del Estado-Nación venezolano.
Ese Chávez que no aceptó cargos en el gobierno puntofijista, porque tenía claro el rumbo a seguir: «Ir al poder», pero para hacer la Revolución, y se fue a las catacumbas del pueblo, casa por casa, calle por calle, barrio por barrio, por los campos, por las grandes ciudades, por las minas, a explicar su propuesta de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, para refundar el Estado sobre bases sanas. Esa refundación basada en un Estado Democrático y Social, de Derecho, pero sobre todo de Justicia, de dignidad para todos y para todas, y que ese proceso constituyente sigue hoy, en fase ejecutiva.
A Chávez le hicieron todo lo imposible para que no llegara a la Presidencia: Reformaron, violando la misma Constitución vigente en aquel entonces, la ley electoral para evitar su ascenso al poder, o en su defecto, cercarlo con un parlamento y una Corte Suprema de Justicia que pudiera, eventualmente destituirlo, le sacaron la silla a la bella Irene Saéz y al denominado «caudillo», los partidos del statu quo (AD,COPEI), respaldando al candidato oligarca Henrique Salas Romer (Frijolito I), la mayoría de gobernadores y alcaldes de aquel entonces se plegaron a Salas Romer, pensando que así le cerrarían el camino al Comandante, y una vez que triunfó, trataron de ponerse a la orden, algunos pocos militares, bajo el mando del entonces Comandante General del Ejército, Rubén Rojas Pérez, yerno del entonces Presidente Rafael Caldera, se preparaban para desconocer el triunfo bolivariano, pero fueron rápidamente neutralizados, intentaron todo para que Chávez no llegara, pero no pudieron.
Claro, debemos tener claros que el triunfo y la posterior asunción de Hugo Chávez a la Presidencia de la República, era ganar un espacio de poder, pero no era el poder. No olvidemos que hay un poder aparente y un poder real. La oligarquía, en buena medida maneja el poder real por no sólo tener el poder económico, sino dominio del Estado Burgués que aún impera, y en ese entonces de algunos militares felones, pero trataron primero de cooptar a nuestro Chávez, de «domar al bicho», pero luego de culminado el proceso constituyente en sus fases de convocatoria y asamblearia, y se paso a la fase ejecutiva, y Chávez no solo mostró en su discurso sino en los hechos que no traicionaría a su pueblo, entonces fue cuando dejaron de hacerle pucheros y optaron por la vía de la desestabilización, del golpe de estado, de las salidas fuera de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y los atajos del derramamiento de sangre y la violencia.
Y pese al golpe de estado, sabotaje-paro económico petrolero, guarimbas, asesinatos de líderes campesinos, amenazas de invasión militar e intervenciones extranjeras, de las contradicciones internas dentro de nuestra Revolución, no podemos negar los grandes avances y logros del proceso revolucionario iniciado por Chávez.
Las Misiones Sociales, la inclusión de muchas personas a un digno sistema de Seguridad Social, no deberle ni medio al Fondo Monetario Internacional ni al Banco Mundial, la Revolución Deportiva, la Revolución Cultural, El impulso de un mundo pluripolar y los diferentes bloques de integración en los que hoy en día nos encontramos insertos, la nueva doctrina militar bolivariana, el rescate de nuestras raíces (Miranda, Bolívar, Robinson y Zamora), poner cada vez que podía, en rídiculo al imperialismo norteamericano y de otro signo, son pequeñas muestras del balance en positivo de estos 15 años de la llegada de la Revolución al Gobierno, y que continúan con el Gobierno de Nicolás Maduro.
Por razones de tiempo y espacio, no alcanzaría para describir con el nivel de detalles los logros y conquistas logradas con Chávez, son muchísimos, y además porque también tenemos que estar conscientes que aún falta mucho por hacer. Parafraseando a Martí pudiéramos decir hoy en día: «Pero así están Bolívar y Chávez en el cielo de América, vigilantes y ceñudos, sentados aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a sus pies; así están en ellos, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que ellos no dejaron hecho, sin hacer esta hoy, porque Bolívar y Chávez aún tienen que hacer en América todavía«.
El gran mérito de Chávez fue que nos sacó de la postración en la que nos encontrábamos, que rompió las cadenas de la esclavitud de nuevo signo. Hoy ser venezolano y venezolana es sinónimo de dignidad en todo el mundo, de lucha de batalla y de grandeza. No puedo dejar de escribir estas líneas, sin que me corran algunas lágrimas.
Pero estas lágrimas producto de la ausencia del líder infinito y elemento subjetivo de la Revolución, las convierto en energía y motor para seguir cumpliendo con el mantenimiento de la parte de su legado que me corresponde.
Por eso, hay mucho que celebrar en estos 15 años de la llegada de la Revolución Bolivariana al Gobierno. Y seguir batallando por la construcción de una nueva hegemonía del Poder Popular y tener ganados muchos más espacios de poder que los que hoy tenemos, no sólo tener el poder aparente que nos da contar con algunas estructuras de los Poderes del Estado, sino también de los poderes fácticos y del control de la realidad que hoy tenemos.
¡Bolívar y Chávez Viven, y su lucha y la Patria que nos legaron sigue! ¡Hasta la Victoria Siempre! ¡No hay Maduro sin Socialismo, ni Socialismo sin Maduro! ¡Independencia y Patria Socialista! ¡Viviremos y Venceremos!
* Abogado,Activista por los Derechos Humanos,Militante Revolucionario y de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas (RENTSOC).
http:// juanmartorano.blogspot.com http://juanmartorano.wordpre
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.