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Hacer trampa

Fuentes: Página 12

Para aquellos que alguna vez se han acercado a la historia del pensamiento económico, el nombre de Adam Smith remite al filósofo escocés del siglo XVIII, padre de la llamada teoría clásica, quien sostuvo -entre otras muchas ideas- que la división del trabajo y la búsqueda del beneficio individual constituían las fuerzas motoras del progreso […]

Para aquellos que alguna vez se han acercado a la historia del pensamiento económico, el nombre de Adam Smith remite al filósofo escocés del siglo XVIII, padre de la llamada teoría clásica, quien sostuvo -entre otras muchas ideas- que la división del trabajo y la búsqueda del beneficio individual constituían las fuerzas motoras del progreso económico.

Tres siglos más tarde, un homónimo del célebre economista parece haberse tomado demasiado en serio la importancia de maximizar los ingresos individuales. Si uno mira en estos días las grises páginas policiales de los periódicos en los Estados Unidos encontrará referencias a un economista de 39 años graduado en Harvard que responde al nombre de Adam Smith. Este operador financiero declaró el martes pasado ante los tribunales de Nueva York, testificando contra su ex jefe en una causa por utilización indebida de información privilegiada. La acusación apunta a Raj Rajaratnam, presidente de Galleon, uno de los fondos de inversión más importantes del mundo. La causa judicial le imputa a Rajaratnam haber conseguido indebidamente ganancias por más de 45 millones de dólares gracias al uso de datos confidenciales de empresas como Intel o IBM.

Rajaratnam, de 53 años, originario de Sri Lanka, supuestamente empleó una red nacional de operadores, agentes financieros y ejecutivos de varias empresas para obtener esa información privilegiada. El año pasado el financista ocupaba el puesto 236 de la lista de los 400 estadounidenses más acaudalados elaborada por la revista Forbes, con una fortuna de 1500 millones de dólares.

El Adam Smith contemporáneo es uno de los 19 imputados que ya han reconocido su culpabilidad en este caso y colaboran con la investigación de las autoridades norteamericanas. El señor Smith declaró el martes pasado que Rajaratnam «me dio luz verde para violar la ley utilizando información secreta de industrias pertenecientes al sector tecnológico». El operador contó que mientras trabajaba en el fondo de inversiones se relacionó con altos ejecutivos de empresas tecnológicas a los que les ofreció dinero para acceder a información confidencial referida al desempeño de esas compañías. Smith explicó muy gráficamente desde el estrado la diferencia entre analizar financieramente los números de una empresa y usar información privilegiada: «Hacer research es como preparar la tarea antes de ir a la escuela, usar información privilegiada es como hacer trampa en un examen».

El juicio es seguido con mucho interés por los operadores de Wall Street, ya que en el mismo están involucradas relevantes personalidades del mundo financiero, que deberán acudir como testigos durante el proceso. Entre ellos se destaca el amigo de Rajaratnam, Rajat Gupta, acusado de haber anticipado ilegalmente al fundador de Galleon Group las ganancias trimestrales de Goldman Sachs y de Procter & Gamble, dos empresas sobre las que disponía de información privilegiada por ser miembro de sus directorios.

Como toda historia que se precie, esta saga de estafas tiene su costado pasional donde se entrecruza la decisión de obtener información secreta por cualquier medio con naturales y entendibles deseos carnales de ejecutivos estresados por sus elevadas responsabilidades. Entre los involucrados que han reconocido su participación en la utilización de información privilegiada figura Danielle Chiesi, una ex consultora del fondo de cobertura New Castle Funds LLC que se declaró culpable de tres cargos de conspiración en relación al caso del fondo Galleon. Danielle se involucró amorosamente con Robert Moffat Jr., un ex ejecutivo de IBM quien admitió haberle suministrado información sensible mientras mantenían relaciones íntimas.

Al declararse culpable, Robert Moffat Jr. buscó diferenciarse del resto de los imputados alegando que sus motivaciones para brindarle información secreta a la bella Danielle no se originaron en la vulgar y mercantil búsqueda del vil metal, sino que su comportamiento se basó en valores nobles que movilizan a gran parte de la humanidad desde el origen de los tiempos.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/45-5070-2011-04-04.html