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23 edición del Festival Internacional de Filmes de Friburgo. Entrevista con el realizador argentino Pablo Trapero

«Hacer una película es un verdadero acto de fe»

Fuentes: Rebelión

Si en el año 2000 llegó a Suiza y ganó con «Mundo Grúa» cuatro de los principales premios del Festival Internacional de Filmes de Friburgo (FIFF), Pablo Trapero regresa ahora con «Leonera», su última producción. En esta ocasión, para inaugurar la 23 edición del FIFF. A un ritmo de una película cada dos años, Trapero […]


Si en el año 2000 llegó a Suiza y ganó con «Mundo Grúa» cuatro de los principales premios del Festival Internacional de Filmes de Friburgo (FIFF), Pablo Trapero regresa ahora con «Leonera», su última producción. En esta ocasión, para inaugurar la 23 edición del FIFF.

A un ritmo de una película cada dos años, Trapero realizó «El Bonaerense», en 2002; «Familia Rodante», en 2004; y «Nacido y criado», en 2006.

Trabaja profesionalmente desde hace varios años con su mujer, la joven actriz Martina Gusman,1978, quien desempeña el rol principal en «Leonera», coproducción argentino-brasilero-coreana, estrenada en el 2008. Una historia de cárcel femenina, donde Julia (Martina Gusman), acusada de un asesinato, da a luz en la prisión.

Trapero tiene previsto rodar en el año en curso su próxima obra, que es a la vez una historia de amor y un film «noir». El guión presenta la relación entre un abogado que trabaja como *puntero* – buscando clientes víctimas de accidentes- y Luján, una joven médica residente. Nuevamente Martina Gusman protagonizará el papel principal.

«Estoy muy feliz de este reencuentro nueve años después de mi primera visita a Friburgo», enfatiza el realizador al iniciar esta entrevista exclusiva.

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Pregunta: «Leonera», su última película se pasea por los principales festivales del mundo y no termina de sorprender a la crítica…

Pablo Trapero: Es una película muy bien recibida. El hecho de integrar la selección oficial de la última edición del Festival de Cannes fue importante. Pero no es sólo eso. Ocupa un lugar destacado entre las producciones argentinas más vistas el último año en mi propio país. Además, ha sido comprada por distribuidores latinoamericanos y europeos.

P: ¿Qué cambió entre el Pablo Trapero de «Mundo Grúa», del 1999, y el actual?

R: Lo que puede cambiar en la vida de todo ser humano en casi diez años. En ese tiempo hice nuevas experiencias tanto en filmación como en producción. «Leonera» es mi quinto largometraje después de «Mundo Grúa», en tanto director. Pero participé casi en una quincena de filmes como productor o co-productor. También, en estos años, hubo muchos cambios personales. Lo que se mantiene es ser una misma persona; y el mismo amor hacia este arte que cuando asistía como estudiante a la Escuela de Cine en San Telmo, en Buenos Aires.

P: Mundo Grúa era más intimista, más simple, más modesta que «Leonera». ¿Volvería a hacer algo semejante a su primera realización?

R: En realidad no lo sé. Cuando pasa el tiempo me cuesta ver mis propias películas, aunque siguen estando muy cerca de mí. Sigo experimentando siempre nuevas formas, tipo de actores y actrices. Me gustan distintos géneros, como el propio documental. Por eso no puedo descartar nada de cara al futuro.

P: Cuándo llegó a Friburgo por primera vez en el 2000, el cine argentino vivía una real explosión. Ahora pareciera que el epicentro de la nueva producción latinoamericana pasa por otros países…

R: Hay que tener en cuenta que en estos últimos años en Argentina se dio una enorme variedad de obras, surgió una gran cantidad de nuevos actores y actrices, nacieron nuevas casas productoras. Todo lo que entonces era nuevo y novedoso ahora es casi cotidiano. Y no se puede pedir a un país que tenga una producción cinematográfica anual de 4 ó 5 ó 6 películas excelentes. Si bien el año pasado en Argentina hubo una gran producción, con varios filmes seleccionados para los más importantes festivales del mundo, y que marcharon muy bien incluso en salas comerciales de mi país.

P: Así y todo pareciera que lo más dinámico del nuevo cine latinoamericano se desplazó a otros países de la región…

R: Definitivamente, más que en la nacionalidad de un film creo en la importancia de los directores. Lo que define el cine de autor, son, justamente, los directores. Y puede ser un poco caprichoso y un tanto peligroso quedarse sólo en el análisis de la producción por país o zona geográfica. Claro que tiene su importancia. Pero para mí, en tanto espectador y profesional del cine, me dicen mucho más los autores que la procedencia.

Si se tiene en consideración, por ejemplo, Latinoamérica como conjunto, veremos la enorme diferencia entre el cine de cada país. No es lo mismo el argentino que el mexicano, ni el colombiano que el brasilero. Más aún, en Argentina mismo será distinto un film de la Patagonia a otro realizado en el norte. En ese sentido, me resulta casi imposible hablar, también, del europeo como único cine. Es muy diferente la producción española de la polaca o de la francesa.

P: ¿Es decir, es fundamental que se reconozca y acepte la diversidad?

R: Sin duda. Hay que defender la diversidad. Y sin rechazar la procedencia geográfica, es fundamental estimar la obra de los autores.

P: En «Leonera», ha colaborado el cineasta brasilero Walter Salles, conocido internacionalmente por su «Diario de Motocicleta». ¿Ejemplifica una perspectiva de trabajo común más allá de fronteras y nacionalidades?

R. Con Walter hemos colaborado en varias películas. Con los años hemos construido una real amistad, una admiración mutua por nuestro respectivo trabajo. Compartimos con fuerza la idea de la colaboración y la necesidad de expandir este concepto. Y de evitar que cada uno quede fragmentado en su propio mundo.

P: ¿Ese nuevo y futuro cine latinoamericano, con proyección continental, podría surgir de estas formas concretas de cooperación interpersonal entre directores de diversos países?

R: Es una gran ayuda para que nuestras películas atraviesen las fronteras y lleguen a otros lados. Da mucha tranquilidad saber que en esos otros lugares hay quienes cuidarán de nuestras películas y, viceversa. Sobre todo pensando en lo difícil que es hacer una película en nuestros países. ¡Cada film es un verdadero acto de fe!

Sergio Ferrari, desde Friburgo, Suiza

En colaboración con swissinfo

www.fiff.ch