El 20 de octubre de 2012, dos semanas después de su triunfo en las elecciones, Hugo Chávez realizó su primer y único Consejo de Ministros de esta nueva etapa. Allí planteó la necesidad de avanzar en la construcción del Estado comunal garantía de irreversibilidad de la Revolución Bolivariana. A un año del llamado «Golpe de […]
El 20 de octubre de 2012, dos semanas después de su triunfo en las elecciones, Hugo Chávez realizó su primer y único Consejo de Ministros de esta nueva etapa. Allí planteó la necesidad de avanzar en la construcción del Estado comunal garantía de irreversibilidad de la Revolución Bolivariana.
A un año del llamado «Golpe de Timón» y a sólo siete meses y medio de la muerte de Chávez, hoy la Revolución Bolivariana enfrenta la desestabilización económica impulsada por la oposición de derecha, fortalecida en las elecciones de abril y decidida a dar el golpe de alguna manera. En este escenario -que es el que enfrenta desde su asunción el 19 de abril- el gobierno de Nicolás Maduro ha definido la lucha contra la corrupción y contra el acaparamiento como los ejes centrales en la coyuntura inmediata. Y el fortalecimiento de las Comunas como estrategia de mediano plazo, apuntando a la restitución del poder al pueblo, definido por el propio Chávez como una tarea esencial.
En el Consejo de Ministros y Ministras de octubre de 2012, Chávez planteó que comenzaba «el nuevo ciclo de la transición», apoyado en la construcción de poder popular hacia el Estado comunal. En ese momento enfatizó la importancia de la democracia en la construcción del socialismo bolivariano.
«Aquí tengo al [libro de] István Mészáros -señaló-, el capítulo XIX, que se llama ‘El sistema comunal y la ley del valor’. Hay una frase que hace tiempo subrayé, la voy a leer, señores ministros, ministras, vicepresidente, hablando de la economía, del desarrollo económico, hablando del impulso social de la revolución: ‘El patrón de medición -dice Mészáros- de los logros socialistas es: hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general’. Entonces, venimos con el tema de la democracia, el socialismo y su esencia absolutamente democrática, mientras que el capitalismo tiene en su esencia lo antidemocrático, lo excluyente, la imposición del capital y de las élites capitalistas».
Luego, en un gesto inusual para un presidente, Chávez se quejó ante sus ministros de forma ácida, mientras millones de familias venezolanas seguían la reunión de gabinete presidencial en transmisión conjunta de radio y televisión. «Seguimos entregando las viviendas, pero las comunas no se ven por ningún lado, ni el espíritu de la comuna, que es mucho más importante en este momento que la misma comuna: la cultura comunal. ¿Me explico? ¿Será que yo seguiré clamando en el desierto por cosas como éstas?». Poco antes, mirando hacia Maduro -recién nombrado vicepresidente-, Chávez había dicho: «Nicolás, te encomiendo esto como te encomendaría mi vida: las comunas, el Estado social de derecho y de justicia».
Su principal preocupación en el inicio de la nueva etapa de gobierno (2013-2019) fue realizar una «autocrítica para rectificar, no para seguirla haciendo en el vacío o lanzándola como al vacío. Es para actuar ya señores ministros, señoras ministras. Las comunas, manden a buscar la Ley de las Comunas, léanla, estúdienla».
Un año después, el gobierno -encabezado por quien él personalmente nombró su sucesor- viene asumiendo el desafío. Apenas asumió como presidente en abril, Maduro nombró a Reinaldo Iturriza como ministro de Comunas. En los primeros seis meses de gestión, el ministerio ha incorporado a los movimientos sociales, no sólo porque referentes comuneros pasaron a ocupar algunos cargos importantes sino porque recogen las demandas de Chávez y del propio pueblo.
Este es el caso de Gerardo Rojas, en Lara, quien participa en la comuna Ataroa y ahora, desde el ministerio, lidera un equipo de trabajo a través del cual se articulan las políticas que involucran -desde su concepción hasta su ejecución- a los movimientos sociales y las comunas en desarrollo.
La Comuna rural Negro Primero, en las montañas de Carabobo, también se ha revitalizado en los últimos meses. Sus referentes sienten que hay un cambio en las políticas desde el gobierno de Calle y la puesta en marcha del Golpe de Timón.
Estos son sólo dos ejemplos de comunas en las que hace un año se expresaban amargas críticas a la burocracia en el propio chavismo planteando que, en lugar de impulsar desde el Estado se ponían trabas a la construcción del poder popular. Esta crítica es la que recoge Chávez en la campaña hacia el 7 de octubre y expresa luego el 20, en el Consejo de Ministros.
Hoy las Comunas continúan batallando con una serie de procedimientos muchas veces burocráticos e ineficientes pero en su mayor parte sienten que sus elaboraciones políticas tienen receptividad en la institución y apoyan la gestión ministerial, mediante la cual se sienten reivindicados.
El complejo proceso de construcción del tejido social necesario para sostener y profundizar la Revolución no está exento de contradicciones, presiones y debilidades, tanto por la ofensiva de los sectores de la derecha como por los problemas del propio elenco en el gobierno. En ese sentido, aún hay mucho por construir y nada por festejar. Aunque bien vale tomar en cuenta que si hace un año había una sola comuna registrada, hoy existen 184 en esa situación. Y otras 600 en construcción.
El Censo Comunal realizado hace un mes en todo el territorio nacional ofreció resultados alentadores en término de piso necesario de organización popular. Si bien muchas de estas organizaciones censadas seguramente no tengan un nivel de actividad importante, expresan el nivel de participación e involucramiento popular. 40.035 consejos comunales, 28.791 movimientos sociales, una proyección de 14 mil comunas. Un punto de partida interesante en esta batalla que Chávez señalaba como estratégica: el golpe de Timón hacia el Estado comunal, para avanzar en el socialismo del siglo XXI, para asegurar la irreversibilidad de la Revolución Bolivariana.