La Constitución de Brasil (1988) establece que la salud es un derecho de todos y que el Estado debe garantizar el acceso universal e igualitario de la población a todas las acciones y servicios necesarios para promover y proteger este derecho (artículo 196). Para cumplir con este propósito, una de las líneas de acción ha […]
La Constitución de Brasil (1988) establece que la salud es un derecho de todos y que el Estado debe garantizar el acceso universal e igualitario de la población a todas las acciones y servicios necesarios para promover y proteger este derecho (artículo 196). Para cumplir con este propósito, una de las líneas de acción ha sido incentivar la producción nacional de genéricos, con el fin de sacar adelante el programa de asistencia farmacéutica y asegurar el acceso de la población a medicamentos esenciales.
En este escenario, ha sido necesario adoptar medidas que han afectado las patentes de algunos medicamentos producidos en el país por multinacionales farmacéuticas. Este hecho ha colocado a Brasil en el centro del debate entre quienes defienden la producción de genéricos para que la población más necesitada pueda acceder a los medicamentos básicos, y quienes argumentan que los derechos de patentes son indispensables para financiar las investigaciones para el desarrollo de nuevos fármacos.
A pesar de la polémica suscitada y los obstáculos puestos por las empresas farmacéuticas, la política de genéricos en Brasil se ha profundizado desde la entrada en vigor de la Ley de Medicamentos Genéricos en 1999.
En este contexto, aunque los medicamentos genéricos se usan para atender las necesidades de toda la población, es importante hacer referencia a uno de los programas más exitosos y conocidos mundialmente, que se sustenta en el uso de genéricos. Se trata del Programa Nacional de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS)/SIDA y Hepatitis Viral, que garantiza la distribución gratuita del tratamiento antirretroviral a los portadores del VIH y enfermos de SIDA (Ley 9.313 de 1996).
Según cifras proporcionadas por el Departamento ETS/SIDA, cerca de 200.000 pacientes reciben medicación con 19 fármacos distribuidos por el Sistema Único de Salud de Brasil. Debido al alto costo que supone la importación de la mitad de los medicamentos que componen el tratamiento, los genéricos se han convertido en un pilar fundamental para mantener la viabilidad económica del programa a largo plazo. Actualmente, en el país se producen un total de diez medicamentos de este tratamiento. Sin embargo, el hecho de que legalmente un genérico sólo pueda ser fabricado después de la expiración de la patente, ha obligado a la negociación de los precios del resto de medicamentos con los fabricantes de los mismos.
Ahora bien, estas negociaciones no siempre han arrojado los resultados esperados. Por esta razón, el gobierno de Brasil se ha valido de mecanismos como las licencias obligatorias y la no renovación de las patentes para asegurar el acceso a estos medicamentos, ambos instrumentos amparados por la legislación nacional e internacional. Sobre licencias obligatorias y expiración de patentes Según la Organización Mundial del Comercio, una licencia obligatoria es «el permiso que da un gobierno para producir un producto patentado o utilizar un procedimiento patentado sin el consentimiento del titular de la patente». Desde el año 2001, el gobierno brasileño comenzó a plantear la posibilidad de recurrir a licencias obligatorias, como un mecanismo de presión para lograr reducciones en los precios de los medicamentos durante las negociaciones con las farmacéuticas. Uno de los casos más conocidos fue cuando el gobierno de Brasil anunció en el año 2005 que podría quebrar la patente del antirretroviral Kaletra, si no lograba acordar un precio con los laboratorios Abbott. En esta oportunidad, se alcanzó una reducción de 46% en el precio del medicamento.
Pero fue en 2007, cuando Brasil se convirtió en el primer país de América Latina en suspender la patente de un medicamento. En esa ocasión, se trataba del Efavirenz, uno de los fármacos importados para el tratamiento del SIDA. Esta decisión fue tomada luego del fracaso de las negociaciones del Ministerio de Salud con la empresa estadounidense Merck Sharp&Dohme, titular de la patente y fabricante del producto. El Ministerio de Salud de Brasil informó que la propuesta brasileña consistía en comprar el medicamento al mismo precio ofrecido por esta empresa a Tailandia, que era de US$ 0,65 por cada comprimido de 600 mg frente a los US$ 1,59 que pagaba Brasil. La oferta final de la compañía consistió en la reducción de sólo 2% del precio, lo cual fue rechazado por el gobierno de Brasil.
Por ello, en abril de 2007, el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva aprobó la ordenanza que declaraba este medicamento de interés público; y en mayo, decretó la licencia obligatoria con fines de interés público por su importancia para el Programa ETS/SIDA (Decreto N° 6.108/2007).
Hasta la actualidad, ésta ha sido la única ocasión en la cual se ha emitido una licencia obligatoria en Brasil. No obstante, la polémica ha continuado en los años siguientes por aquellas decisiones judiciales, mediante las cuales los tribunales brasileños han rechazado la solicitud de patentes para algunos fármacos o se han negado a extender el período de vigencia de algunas patentes más allá de los veinte años establecidos en la Ley de Propiedad Industrial de 1996. Estas situaciones han sido frecuentes, destacando por su amplia difusión en los medios de comunicación, la decisión de rechazar la patente del antirretroviral Tenofovir en 2008, por considerarse que no existía la actividad inventiva requerida en la ley para patentar cualquier producto. Cabe destacar que ese mismo año, la Oficina de Patentes de Estados Unidos también había rechazado la solicitud de patente de este medicamento por el mismo motivo.
Otras decisiones que han causado controversia son la sentencia del Tribunal Superior de Brasil en 2010, que ordenaba la extinción definitiva de la patente del Viagra por haber agotado su vigencia; o los fallos del Tribunal Federal de Río de Janeiro que ha negado reiteradamente la renovación de patentes de medicamentos como el Aprovel de Sanofi (hipertensión arterial), y Geodon de Pfizer (esquizofrenia). Por otra parte, teniendo en cuenta que en el año 2012 expiran doce patentes y en 2013 lo harán otras trece, es de esperarse que estas acciones judiciales continúen, especialmente porque se trata de medicamentos muy costosos como los utilizados en el tratamiento del cáncer de mama (Xeloda de Roche) y la leucemia (Glivec de Novartis), según información proporcionada por la Asociación Brasileña de Industrias de Medicamentos Genéricos (ProGenéricos). Es importante destacar que las licencias obligatorias están contempladas en el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial del Comercio, e incluidas en la legislación brasileña sobre la materia.
Igualmente, la no renovación de una patente es una prerrogativa que tienen todos los Estados. No hay ninguna ilegalidad en estas decisiones, pues la compañía u organismo que detenta los derechos de patentes ha gozado de todos los beneficios derivados de las mismas durante el tiempo estipulado por la ley.
Algunos resultados positivos
Todas estas acciones han contribuido a reducir los costos y poner al alcance de la población medicinas más económicas. En términos cuantitativos, el Ministerio de Salud brasileño ha señalado en diferentes foros internacionales, que el coste medio anual del tratamiento para los pacientes con SIDA se redujo aproximadamente 25% entre 2003 y 2009, pasando de 1.770 euros a 1.346 euros [1] .
Al respecto, el Departamento ETS/SIDA/Hepatitis Viral ha declarado que «con las negociaciones sucesivas, y medidas más enérgicas, tales como la licencia obligatoria de efavirenz en 2007, Brasil ha logrado alcanzar la sostenibilidad del acceso universal a la terapia antirretroviral»Multinacionales: Recuperando el terreno perdido
Las empresas transnacionales del sector no han tardado en reaccionar. Con el fin de contrarrestar la disminución de ganancias por concepto de patentes vencidas o no otorgadas, las grandes farmacéuticas están incursionando en el mercado de genéricos a través de la adquisición de empresas brasileñas.
En abril de 2009, Sanofi-Aventis adquirió la empresa Medley, considerada la tercera compañía farmacéutica más grande y la principal empresa de genéricos en Brasil. Otro caso similar se registró con la compra del 40% del Laboratorio Teuto por Pfizer en 2010. Cabe esperar que dichas compañías mantengan esta línea de acción para ampliar su participación en este negocio.
En este sentido, las farmacéuticas podrán protestar y recurrir a tribunales nacionales e internacionales, pero no se retirarán del mercado brasileño. La razón es sencilla: el importante crecimiento experimentado por la industria de genéricos en este país, así como las proyecciones de ganancias para los próximos años son un gran atractivo para ellas.
Los datos de ProGenéricos lo corroboran: el año 2011 cerró con un record histórico en la producción de medicamentos genéricos en Brasil. Con respecto al 2010, el volumen comercializado aumentó 32% con la venta de 581 millones de unidades; mientras que los ingresos crecieron un 41%. Si se mantiene esta tendencia, Brasil podría convertirse en el tercer mercado de genéricos más grande del mundo en el año 2015, por detrás de Estados Unidos y China.
Reflexiones finales
Como lo reconoce la Organización Mundial de la Salud, los medicamentos genéricos son las únicas medicinas a las cuales los más pobres pueden acceder. De allí que los países en desarrollo deben planificar y ejecutar políticas públicas de mayor alcance e invertir más recursos en infraestructura e investigación en el área de salud. Para ello, deben hacer frente a las presiones de las empresas privadas y los gobiernos de los países desarrollados.
No debe pasar inadvertido el hecho de que los gobiernos de Estados Unidos y de varios países de la Unión Europea han interpuesto reclamaciones ante la OMC o han recurrido al uso de distintos medios de presión para defender los derechos de propiedad intelectual de las multinacionales farmacéuticas en Brasil. Una prueba reciente de esto es que desde el año 2008, en varios puertos y aeropuertos de la Unión Europea, se han realizado confiscaciones de medicamentos genéricos que se encontraban en tránsito, todos provenientes de India y cuyo destino era Brasil.
Aunque la versión oficial es que estos decomisos se realizaron para evitar el tráfico de medicamentos falsificados, existen pruebas de que el verdadero motivo son supuestas infracciones de patentes. Ante esta situación, el gobierno de Brasil presentó una reclamación ante el Órgano de Solución de Controversias de la OMC en 2010, iniciando así la celebración de consultas sobre esta materia con la UE y los Países Bajos. Retomando la idea anterior, si se desea avanzar y seguir garantizando el acceso de la población a los medicamentos, el gobierno brasileño debe profundizar en estas políticas sociales como lo ha hecho con el aumento en la inversión en laboratorios y centros de investigación oficiales como la Fundación Oswaldo Cruz (FIOCRUZ), o el lanzamiento de la campaña «La Salud no tiene precio» que garantiza el acceso gratuito a medicinas para la hipertensión y la diabetes (y ofreciendo otros medicamentos a precios más bajos para el asma o la osteoporosis), por citar algunos ejemplos.
Notas
[1] Aunque las cifras oficiales se proporcionan en reales brasileños (R$), se realizó la conversión a euros tomando en cuenta el tipo de cambio proporcionado por el Banco Central de Brasil el 07/04/2012 (1 R$= 0,42 €).
Fuente original: http://www.revistapueblos.org/spip.php?article2387
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