Si el rumbo del combate a la desnutrición no cambia radicalmente, la meta de reducir a la mitad la proporción de personas que sufren hambre en el mundo sólo será alcanzada cerca de 2065.
Esta evaluación pesimista de Flavio Valente, coordinador técnico de la no gubernamental Acción Brasileña por la Nutrición y los Derechos Humanos, pone en duda el cumplimiento en 2015 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, fijados por la comunidad internacional.
El tema está en debate en la 32 Sesión del Comité Permanente de las Naciones Unidas sobre Nutrición (SCN, por sus siglas en inglés), que se reúne en Brasilia desde el lunes hasta este viernes.
En el encuentro fueron presentados estudios sobre programas de alimentación en Angola, Bolivia, Brasil y Mozambique, para evaluaciones y discusión de sus enseñanzas.
En el caso de Mozambique, el informe destaca que en seis años, de 1997 a 2003, la desnutrición pasó a afectar de 36 a 41 por ciento de sus 19 millones de habitantes.
La situación de Brasil es mejor que la de los demás países evaluados, pero es preocupante en la cuestión cualitativa de la alimentación, según Valente, cuya organización preside la representación de la sociedad civil en el SCN.
«Todo apunta a que Brasil podrá cumplir la meta de reducción de desnutridos, pero con relación a la calidad de alimentación tendrá que mejorar mucho», dijo a IPS.
Según una investigación del estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, divulgada el año pasado, 3,8 millones de los 95,5 millones de brasileños mayores de 20 años, es decir cuatro por ciento, presenta déficit de peso.
Mientras, la última investigación estadística sobre la niñez indicaba en 1996 la prevalencia de desnutrición crónica en 11 por ciento de los niños brasileños, con 2,3 por ciento sufriendo desnutrición aguda.
El combate al hambre debería ganar más relevancia en el sistema de la ONU, pero primero tendrá que ganar prioridad en las agendas de los países, sostuvo Valente.
«Es un tema de extrema importancia porque tiene influencia directa en otros rubros de las Metas del Milenio, como reducción de la mortalidad infantil, el combate a enfermedades infecciosas y la mejora de la salud materna», argumentó.
La primera de las ocho Metas del Milenio (adoptadas en 2000 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, ONU), se propone abatir a la mitad la proporción de población que sufre pobreza extrema y hambre, con plazo hasta 2015.
Hay 852 millones de personas que pasan hambre en el mundo, estima la Organización de las Naciones Unidas para Alimentación y Agricultura (FAO).
El hambre crónica afecta a 300 millones de niñas y niños, y cada año nacen 30 millones de bebés con peso inferior a 2,5 kilogramos, un déficit que se debe generalmente a la desnutrición de la madre y que aumenta la mortalidad infantil, destacó Catherine Bertini, presidenta del SCN.
Hay avances, aunque tímidos. En Mozambique el estudio fue importante para identificar los principales problemas en esa área, dijo Sonia Khan, coordinadora de nutrición del Ministerio de Salud mozambiqueño.
«Hemos visto como la nutrición y la seguridad alimentaria pueden integrarse en los programas de reducción de la pobreza y en otros de reconstrucción nacional», comentó.
«Este fue el punto de partida para el diseño de los programas que pretendemos desarrollar e implementar. Nada se aplicó aún, pero el estudio ayudará a establecer planes de combate a la mala nutrición en Mozambique», concluyó.
El problema está presente en otros países. Los estudios revelaron que los aspectos de seguridad alimentaria y nutricional no fueron adecuadamente tratados en los planes nacionales.
«Es necesario dejar claro que matar el hambre no significa solo dar alimentos a las personas», sostuvo Valente. El principal indicador para medir el índice de desnutridos en el mundo es el bajo peso, pero «muchas enfermedades se deben a la falta de una alimentación adecuada y de calidad, que provoca anemia y baja estatura, por ejemplo», explicó.
El actual gobierno brasileño dedica mucha atención al tema, reconoció Luciene Burlandy, secretaria ejecutiva del Foro Brasileño de Seguridad Alimentaria y Nutricional (FBSAN). «Desde el inicio de este gobierno la cuestión del hambre está en la agenda política, ampliando su discusión en la sociedad», señaló.
La prioridad se reflejó en el informe presentado en la reunión del SCN, en que se identificaron 81 programas en ejecución en el ámbito de 23 ministerios, secretarías especiales u otros órganos gubernamentales.
«Son programas que de alguna forma tratan del hambre. Falta, sin embargo, una mejor articulación entre ellos para obtener mejores resultados», admitió Maria de Fátima Carvalho, supervisora de Política de Alimentación y Nutrición del Ministerio de Salud.
«Tenemos que avanzar mucho para alcanzar las metas del derecho a la alimentación», afirmó.
Pero los miembros del SCN quedaron satisfechos con los informes presentados y el intercambio de experiencias en Brasilia. «Cuando se empieza a mostrar las dificultades y los avances, otros caminos aparecen», declaró a la oficial Agencia Brasil de noticias, Roger Shrimpton, secretario ejecutivo del Comité.
Sería muy importante una ayuda de Brasil, que está asumiendo un papel activo en el combate al hambre mundial, a los otros tres países evaluados, especialmente Angola y Mozambique, acotó Shrimpton.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha propuesto estrategias globales contra el hambre en varios foros internacionales. En 2004 consiguió, junto a los gobernantes de Chile, España y Francia, que líderes de 110 países aprobaran una declaración que propone aumentar los recursos para luchar contra el hambre mediante impuestos a las transacciones financieras internacionales y a las ventas de armas.