Algo debe pasar en las altas esferas de las instituciones financieras multilaterales que quienes pasan por sus principales puestos de dirección acaban viendo la luz, entre tanta oscura ortodoxia, más pronto que tarde. Ya le ocurrió en su momento a Stiglitz que, tras su paso por el Banco Mundial, se convirtió en una de […]
Algo debe pasar en las altas esferas de las instituciones financieras multilaterales que quienes pasan por sus principales puestos de dirección acaban viendo la luz, entre tanta oscura ortodoxia, más pronto que tarde.
Ya le ocurrió en su momento a Stiglitz que, tras su paso por el Banco Mundial, se convirtió en una de las voces más activas contra las dinámicas globalizadoras que la misma institución que dirigió se encarga de propagar y, cuando puede, de imponer.
Ahora resulta que el Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn anda desdiciéndose de lo mismo que, cuando tuvo la oportunidad, impulsó y defendió.
Así, entre 1997 y 1999, Strauss-Kahn fue ministro de Economía francés y se encargó del proceso de transición al euro, aceptando, asumiendo y defendiendo la necesidad de que el Banco Central Europeo fuera un banco central totalmente independiente del poder político. Es más, en 2005 creó uno de esos clubs de élite que tan queridos son en Francia («À gauche en Europe») defendiendo el «Sí» al proyecto de Tratado Constitucional Europeo; proyecto en el que se volvía a sancionar la independencia del Banco Central Europeo.
Pues bien, ahora resulta que lo que entonces parecía tan acertado y oportuno se revela como el auténtico disparate económico, pero también político, que aquello suponía y que algunos ya denunciamos en su momento.
En estos días, Strauss-Kahn anda entonando lamentos de plañidera contra la excesiva independencia del Banco Central Europeo (ese mismo del que hace unos días escribía este artículo). En su opinión, el problema de sobrevaloración que está experimentado el euro obedece a que el Banco Central Europeo es «sobre-poderoso» como consecuencia de que «no tiene contrapeso político en la persona de un verdadero ministro europeo de Finanzas».
Y digo yo, ¿ahora, después de diez años de funcionamiento, es cuando Strauss-Kahn se da cuenta de que el Banco Central Europeo carece de contrapeso político? Porque eso era algo previsible desde su nacimiento, que él promovió, cuando se encomendó a dicha institución que se dedicara, en exclusiva y con absoluta independencia del poder político, a tratar de alcanzar y mantener la estabilidad de precios.
Es más, no sólo es que carezca de contrapeso político sino que tampoco tiene por qué atender, a la hora de tomar decisiones, a la voluntad de las autoridades políticas comunitarias o nacionales.
De hecho, ahí está su director, Jean-Claude Trichet -por cierto, otro francés-, quien, con visos de una recesión mundial a las puertas, se permite seguir manteniendo los tipos de interés inalterados para tratar de domeñar una inflación que en los últimos meses se ha alejado del objetivo del dos por ciento. Un objetivo que, para más inri, es el propio Banco quien se lo impuso a sí mismo puesto que en sus estatutos sólo se habla de estabilidad de precios pero no se cuantifica ésta.
Y, además, le interesa continuar con esa política en la medida en que el diferencial de tipos de interés con Estados Unidos favorece la sobrevaloración del euro lo que, en un contexto de precios del petróleo tan elevados, posibilita que el coste de la factura energética no repercuta de forma tan grave sobre la inflación y coadyuva a su objetivo de preservar la sacrosanta estabilidad de precios.
Mientras tanto, lo que ocurra con las exportaciones europeas, con las tasas de crecimiento y el empleo de las economías nacionales de la zona euro o con el desplome del mercado inmobiliario en España a Jean-Claude Trichet parece que le da lo mismo.
Ya veremos si cuando abandone el cargo no empieza a desdecirse como su colega Strauss-Kahn y acaba también viendo la luz.
Alberto Montero Soler ([email protected]) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y miembro de la Fundación CEPS. Puedes ver otros escritos suyos en su blog «La otra economía».