Una nota de Eurostat de abril de 2018 indica que España es el cuarto país con la menor tasa de empleo de toda la Unión Europea, solo Grecia, Italia y Croacia están por debajo. Un informe del Banco Central Europeo de mayo de 2017 destaca que España es el segundo país de la Unión Europea […]
Una nota de Eurostat de abril de 2018 indica que España es el cuarto país con la menor tasa de empleo de toda la Unión Europea, solo Grecia, Italia y Croacia están por debajo. Un informe del Banco Central Europeo de mayo de 2017 destaca que España es el segundo país de la Unión Europea con más subempleo, solo por detrás de Chipre.
En las estadísticas de Eurostat se refleja que en 2017 España es el estado de la Unión con más personas en paro en cifras absolutas y la segunda tasa de paro más alta, solo por detrás de Grecia. Un informe de la OCDE de 2014 sitúa a España como el país en el que las personas tienen el mayor riesgo de perder su empleo y en el que hay mayor dificultad para salir de la situación de desempleo.
Otroinforme de Eurostat, señala que España encabeza el empleo a tiempo parcial no deseado, solo Grecia está peor. Un informe de la OCDE dice que España es el tercer estado de la Unión Europea con el mayor porcentaje de trabajadores pobres, solo Rumanía y Grecia tienen más pobreza laboral.
En abril de 2018 Eurostat informó que España es el segundo estado con menor incremento salarial de toda la UE en 2017 : los salarios crecieron aquí cinco veces menos que en la media europea. Un informe de Eurostat de Abril de 2018 demuestra que España es el tercer país con mayor desigualdad salarial de Europa, solo Lituania y Rumanía tienen una diferencia mayor entre los salarios más altos y los más bajos.
España es el estado de la Unión Europea con más personas trabajando con un contrato temporal, como demuestran los datos de Eurostat . Un informe reciente de la UE afirma que sólo el 8% de las personas con contrato temporal en España se convierten en indefinidas frente a una media del 24% en Europa.
Un informe de la Comisión Europea de mayo de 2018 destaca que España es el estado con la mayor tasa de temporalidad de Europa. En ese documento la UE dice, textualmente, que «el mayor uso de la temporalidad por encima de la media europea no puede ser atribuido a una diferente estructura sectorial de la economía. La cuota del empleo con contrato temporal es superior en España que en la UE en todos los sectores, no solo en aquellos con una naturaleza estacional como la agricultura, el turismo y la construcción».
El Banco de España, en su informe anual sobre la economía española correspondiente a 2017 dice textualmente: «en la presente recuperación se está manifestando de nuevo un rasgo característico de las fases expansivas de la economía española, consistente en un aumento de la tasa de temporalidad, acompañada de una disminución de la duración de los contratos y de un incremento de la parcialidad no deseada».
Resulta evidente que tenemos un problema, un enorme problema con el empleo, con la falta de empleo, con la calidad del empleo. España es la quinta economía de la UE pero es el Estado que tiene el mercado de trabajo más precario, con menos oportunidades de empleo, con más paro, más temporalidad, más trabajo parcial no deseado, más subempleo, más desigualdad salarial, más trabajadores pobres, con salarios estancados, con más fórmulas irregulares de contratación.
La precariedad laboral ya es una característica estructural del mercado de trabajo en España porque prácticamente la mitad de las personas que participan en él están en situación de precariedad, en cualquiera de las diferentes formas en las que se materializa.
En España de cada cien asalariados 26 tienen un contrato temporal, 16 trabajan a tiempo parcial y tenemos una tasa de paro del 17%.
La suma de estas tres tasas de temporalidad, parcialidad y paro elevarían el universo de la precariedad muy por encima del 50%, pero esta operación aritmética no es correcta porque las diferentes tasas no se pueden sumar directamente sin tener en cuenta que en muchos casos se superponen unas sobre otras.
La precariedad en el trabajo es un mal con muchas caras: las personas que buscan trabajo y no lo encuentran, las que rotan entre el desempleo y el trabajo temporal de bajo salario, las que trabajan a tiempo parcial no deseado, las personas que se convierten en autónomos a la fuerza, los falsos autónomos, las que sufren las nuevas fórmulas de empleo vinculadas a las plataformas digitales que sustituyen relaciones laborales colectivas por relaciones mercantiles individualizadas.
Las personas jóvenes que trabajan como becarias, las que hacen falsas prácticas e incluso llegan a pagar por trabajar, las que trabajan unos meses al año, las personas que sufren el deterioro de sus condiciones laborales por culpa de la subcontratación en cascada y la denominada descentralización, las que acceden el empleo a través de empresas multiservizos o de ETTs, las que tuvieron que rebajarse el salario para no perder el empleo, las personas que tienen formación superior y trabajan en empleos sin cualificación, las que tuvieron que emigrar para encontrar trabajo….
Tenemos un grave problema que además de estructural es permanente, porque llevamos así desde 1984, con consecuencias muy negativas sobre las personas que la padecen pero también sobre el modelo productivo, sobre la economía en general, sobre la demografía, sobre las cuentas públicas, sobre la productividad, sobre el bienestar de la inmensa mayoría social.
Esta es la herencia que deja el Gobierno Rajoy y el desafío a lo que se tiene que enfrentar el nuevo gobierno: cambiar un modelo laboral precario resultado de las 54 reformas laborales impuestas desde 1984, todas con el objetivo de flexibilizar el mercado de trabajo a costa de recortar derechos laborales. Ahora hay que cambiar de paradigma, recuperando la estabilidad laboral como principio básico de funcionamiento del mercado de trabajo.
Y para eso son insuficientes los cambios limitados como los que anuncio la nueva Ministra de Trabajo, porque para combatir la precariedad es necesario un nuevo marco normativo que debe tener como primer paso ineludible la derogación de las últimas reformas laborales.
Manuel Lago. Deputado de En Marea en el Parlamento de Galicia.