-Contrapunto: Has hablado de que Brasil está atravesando un período de crisis. ¿Cómo estás viendo el escenario político actual? ¿Cuáles son los posibles desarrollos de esa conjugación de crisis? -João Pedro Stedile: La evaluación de los movimientos populares brasileros, que nos conformamos en el Frente Brasil Popular -que reúne a casi setenta organizaciones nacionales-, es […]
-Contrapunto: Has hablado de que Brasil está atravesando un período de crisis. ¿Cómo estás viendo el escenario político actual? ¿Cuáles son los posibles desarrollos de esa conjugación de crisis?
-João Pedro Stedile: La evaluación de los movimientos populares brasileros, que nos conformamos en el Frente Brasil Popular -que reúne a casi setenta organizaciones nacionales-, es que Brasil vive un período histórico muy complejo, porque están ocurriendo al mismo tiempo tres crisis: una crisis económica que paralizó la economía hace dos años y que aún va a seguir sin crecer, con un fuerte proceso de desindustrialización, aumento de desempleo y disminución del salario medio; una crisis política sin precedentes, pues el proceso electoral fue secuestrado por las empresas que financian los candidatos y después los controlan -las diez mayores empresas del país financian cerca del 70 % de los parlamentarios-; y una crisis social, cuya punta del iceberg apareció en las protestas de junio de 2013 y está aún latente, ya que los problemas del pueblo, sobre todo de las grandes ciudades, solo aumentan, sin solución.
Como es una crisis profunda, seguramente su salida será prolongada y exigirá un nuevo bloque de alianza de clases que pueda sacar el país adelante. Por ahora, no hay ninguna señal de construcción de ese nuevo bloque.
La clase dominante, el gran poder económico que controla nuestra economía -que son el capital financiero, las empresas transnacionales y sus aliados internos-, presenta un único programa que es el retorno al neoliberalismo, basado en 3 puntos: a) una realineación de nuestra economía con Estados Unidos y, por lo tanto, en contra de las iniciativas regionales, a la espera de que el sometimiento y un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos traiga miles de millones de inversión para reactivar la economía; b) un mínimo estatal que corta todas las inversiones en política social y prioriza solamente la infraestructura para exportar; c) corte de los derechos de los trabajadores, ganados a lo largo del siglo XX y consagrados en la Constituyente de 1988. Con esto, esperan reducir el costo de la mano de obra y aumentar su tasa de ganancia a repartir con mejores condiciones entre sus socios o competidores extranjeros.
Pero el problema es que ese programa no ha funcionado bien en ningún lugar del mundo, ni en Europa y, mucho menos, en América Latina. Y en el caso brasilero, el pueblo ya derrotó en cuatro elecciones ese programa neoliberal.
Ya el gobierno de Dilma está completamente perdido. Erra en el diagnóstico, ya que reduce la crisis a un problema ornamental, y comete un error en la composición de la cartera ministerial al formar un equipo mediocre que no representa ni los partidos ni los intereses de la sociedad. Y por eso es que está metida en una crisis política sin precedentes. Un gobierno que sólo hace gol en contra y, con ello, está perdiendo día a día su base social, sus seguidores.
-C: ¿Cuál es la propuesta de los movimientos populares en esta situación?
-JpS: De parte de los movimientos populares, hemos analizado que, en primer lugar, precisamos crear una gran unidad entre la clase trabajadora, desde los campesinos, los trabajadores precarizados o los trabajadores sindicalizados, todos, para también presentar un programa que nos saque de la crisis.
Hemos avanzado en muchas direcciones. Estamos construyendo esa unidad en torno al Frente Brasil Popular, lanzado en un acto político el 5 de setiembre en Belo Horizonte, con más de dos mil militantes y dirigentes políticos.
Tenemos una plataforma mínima que defiende la democracia, por eso estamos contra cualquier golpe que quiera derribar el gobierno de Dilma e, incluso, de algunos gobernadores corruptos en los estados. Estamos por la defensa de todos los derechos de los trabajadores y por los derechos sociales del pueblo. Estamos en contra de entregar las reservas de petróleo, como quiere la derecha. Defendemos un programa de integración regional y trabajamos por un programa de reformas estructurales y populares de mediano plazo.
Sin embargo, la fuerza de la clase obrera no solo se expresa en espacios de unidad o de documentos. Nuestros esfuerzos solo se expresan políticamente si llegamos a las calles con movilizaciones y presiones masivas, y en eso estamos todavía por debajo de lo que necesitamos, porque en las varias movilizaciones que hicimos, aun estando programadas, por ahora, apenas la militancia se está movilizando; la población, nuestra base social, está asistiendo desde el sofá, y eso es muy malo.
Así que esperamos también poner más energía para generar, en el próximo período, un reascenso del movimiento de masas, que pueda poner a la clase obrera como el principal actor de este escenario de lucha de clases, que, por ahora, está confundido y abrumado únicamente por la política institucional.
-C: ¿Qué análisis está haciendo el movimiento del avance conservador en Brasil?
-JpS : En la actual fase de dominio del capital financiero e internacionalizado, aquellos parámetros clásicos de la república y del capital industrial en la disputa democrática están superados. El capital ahora no precisa más partidos ni instituciones; ejerce su poder, no solo por el dinero, sino también por la enorme influencia económica que tiene en la sociedad, por el uso sistemático de los medios de comunicación (televisión, radio, periódicos), donde tiene hegemonía completa. Entonces, los medios de comunicación son hoy la principal arma política de la burguesía y su verdadero partido ideológico. Es a través de ellos que su predicación proyecta valores sociales falsos y se predica el conservadurismo. Por eso, también defendemos que como parte de la construcción democrática y de la salida de la crisis actual es necesaria una profunda reforma de los medios de comunicación, que democratice su poder de acceso y que dé al pueblo y a sus organizaciones el derecho de acceso a una información verdadera.
A pesar de que ellos manipulan, mienten todos los días y convencen a los sectores más atrasados y desorganizados, no pueden nunca cambiar la realidad, y mientras no haya soluciones concretas a los problemas reales de la población, la crisis continuará.