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Hay una cosa clara

Fuentes: Rebelión

¿Se preguntan ustedes qué pasó en Brasil? pues yo también. Se lo pregunto a muchos y nadie me contesta nada coherente. Todos opinan y no se saca nada en limpio. Habrá que esperar a la segunda vuelta, supongo. De todas maneras ahora conviene tratar de razonar, a ver si logramos aclarar algo. En primer lugar […]

¿Se preguntan ustedes qué pasó en Brasil? pues yo también. Se lo pregunto a muchos y nadie me contesta nada coherente. Todos opinan y no se saca nada en limpio. Habrá que esperar a la segunda vuelta, supongo. De todas maneras ahora conviene tratar de razonar, a ver si logramos aclarar algo. En primer lugar la votación de Haddad no es mala: un 28 por ciento. Y esto porque Haddad no es Lula, que si éste hubiera sido candidato, otro gallo nos cantaría. Un poco tarde se decidió Lula a darle sus votos a Haddad. Y por supuesto que eso no es automático ni es tan fácil. Empezó muy tarde la campaña de Haddad y los votos que sacó son muchos para esa situación.

¿Se preguntan ustedes qué pasó en Brasil? pues yo también. Se lo pregunto a muchos y nadie me contesta nada coherente. Todos opinan y no se saca nada en limpio. Habrá que esperar a la segunda vuelta, supongo. De todas maneras ahora conviene tratar de razonar, a ver si logramos aclarar algo. En primer lugar la votación de Haddad no es mala: un 28 por ciento. Y esto porque Haddad no es Lula, que si éste hubiera sido candidato, otro gallo nos cantaría. Un poco tarde se decidió Lula a darle sus votos a Haddad. Y por supuesto que eso no es automático ni es tan fácil. Empezó muy tarde la campaña de Haddad y los votos que sacó son muchos para esa situación.

Pero lo que nos espanta a todos, es que Bolsonaro sacara tantos, un 46%, una diferencia enorme. Y el día de la elección, a última hora se decía que llevaba un 48% o más, o sea que anduvo rasguñando la presidencia en primera vuelta. La esperable entonces era que hubiera segunda vuelta, menos mal que así será. Este Bolsonaro era un político poco conocido, un facho mil por ciento que apareció a última hora. Tuvo la suerte de que le pegaran una puñalada en el vientre -o que se la mandara a pegar- lo que lo envió al hospital y le permitió no asistir a los últimos debates. Porque si allí soltaba algunas de sus famosas frasecitas, eso podía costarle unos cuantos millones de votos. Por ejemplo: «El error de la dictadura fue torturar y no matar». «No te violo porque no lo mereces», le dijo a una diputada porque era fea, pues las bonitas merecen los favores de este magnífico señor, este gran violador. «Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. Prefiero que muera en un accidente».

Pero lo cierto es que Brasil votó por un facho, no nos lo ocultemos a nosotros mismos. Al parecer, el fascismo se está adueñando del mundo entero, comenzando por Estados Unidos, con Trump.

La corrupción de las izquierdas o centro-izquierdas en América Latina y en el mundo, ha contribuido. Quizás no todas son corruptas, pero la derecha lo afirma, y las noticias y toda la información no las manejamos nosotros, las maneja el enemigo. ¿Y los ricos, los empresarios y los fachos no son corruptos? Claro que sí, en Chile tenemos un ejemplo clarísimo: un individuo que estafó al banco de Talca y así comenzó a hacer su fortuna. Y otra vez digo: las noticias, los comentarios, la prensa, las comunicaciones las maneja el enemigo. Pero es normal que a la gente le parezca el colmo de los colmos que la izquierda o los que se dicen de izquierda sean corruptos. Y el pueblo tiene razón, pues se siente engañado, burlado.

También la gente se vuelca hacia el fascismo por miedo. ¿Miedo a qué? Pues miedo a todo: miedo a la pobreza, miedo a quedarse sin trabajo, a que sus hijos no puedan entrar a la Universidad, al cambio climático, a los huracanes e inundaciones que trae consigo, a que los asalten, a que secuestren a sus nietas, miedo a la policía también. Muchos de estos terrores son inculcados, son falsos, pero ahí están. ¿Cómo combatirlos? Con la verdad, dicen todos, pero la verdad también nos la tienen secuestrada. ¿El fascismo protege contra el miedo? Muchos creen que sí. Piensan que con un gobierno fuerte, dictatorial si es necesario, les va a ir bien si se portan bien. Si no protestan, si no reciben a refugiados, si no se meten en política y sus hijos tampoco lo hacen, si no andan molestando, les va a ir bien, van a conservar sus trabajos, nadie los va a asaltar porque a los asaltantes los va a matar el gobierno. Sus hijos van a entrar a la Universidad porque son chicos tranquilos, heterosexuales y obedientes. En definitiva, la vida va a seguir y no va a pasar nada.

¿Y de dónde sacaron todas estas pavadas, estas ideas conformistas, fascistoides en realidad? ¿De dónde ha salido toda esta gente dispuesta agachar el lomo y a abandonar toda dignidad? Creo que el enemigo -llamémoslo así porque así es- nos ha ganado o nos está ganando la batalla de las ideas. En primer lugar, porque los gobiernos que se llaman de centro-izquierda en el mundo y en especial en Brasil -porque ahora nadie dice que es de izquierda, sólo de centro-izquierda- se han dejado ganar por la corrupción y han traicionado al pueblo. Porque las sociedades y los países son cada vez más desiguales, hay unos pocos ricos muy ricos y muchos pobres muy pobres. En Brasil el Partido de los Trabajadores eliminó mucha pobreza. Pero eso la gente no lo ve, sólo ve las diferencias y la desigualdad es más irritante que la pobreza. Y porque hemos permitido que se cree una sociedad individualista, consumista, pues no la hemos sabido combatir.

¿Puede ganar Haddad en segunda vuelta? Parece que no porque la diferencia es demasiado grande.

Mientras esperamos esa segunda vuelta, hay una sola cosa clara: si eres una mujer bonita o tienes una hija o una nieta bonita, no hay que viajar a Brasil por ningún motivo. Porque el probable presidente les dice a sus votantes que si una mujer es bonita, la pueden violar.

Pero lo que nos espanta a todos, es que Bolsonaro sacara tantos, un 46%, una diferencia enorme. Y el día de la elección, a última hora se decía que llevaba un 48% o más, o sea que anduvo rasguñando la presidencia en primera vuelta. La esperable entonces era que hubiera segunda vuelta, menos mal que así será. Este Bolsonaro era un político poco conocido, un facho mil por ciento que apareció a última hora. Tuvo la suerte de que le pegaran una puñalada en el vientre -o que se la mandara a pegar- lo que lo envió al hospital y le permitió no asistir a los últimos debates. Porque si allí soltaba algunas de sus famosas frasecitas, eso podía costarle unos cuantos millones de votos. Por ejemplo: «El error de la dictadura fue torturar y no matar». «No te violo porque no lo mereces», le dijo a una diputada porque era fea, pues las bonitas merecen los favores de este magnífico señor, este gran violador. «Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. Prefiero que muera en un accidente».

Pero lo cierto es que Brasil votó por un facho, no nos lo ocultemos a nosotros mismos. Al parecer, el fascismo se está adueñando del mundo entero, comenzando por Estados Unidos, con Trump.

La corrupción de las izquierdas o centro-izquierdas en América Latina y en el mundo, ha contribuido. Quizás no todas son corruptas, pero la derecha lo afirma, y las noticias y toda la información no las manejamos nosotros, las maneja el enemigo. ¿Y los ricos, los empresarios y los fachos no son corruptos? Claro que sí, en Chile tenemos un ejemplo clarísimo: un individuo que estafó al banco de Talca y así comenzó a hacer su fortuna. Y otra vez digo: las noticias, los comentarios, la prensa, las comunicaciones las maneja el enemigo. Pero es normal que a la gente le parezca el colmo de los colmos que la izquierda o los que se dicen de izquierda sean corruptos. Y el pueblo tiene razón, pues se siente engañado, burlado.

También la gente se vuelca hacia el fascismo por miedo. ¿Miedo a qué? Pues miedo a todo: miedo a la pobreza, miedo a quedarse sin trabajo, a que sus hijos no puedan entrar a la Universidad, al cambio climático, a los huracanes e inundaciones que trae consigo, a que los asalten, a que secuestren a sus nietas, miedo a la policía también. Muchos de estos terrores son inculcados, son falsos, pero ahí están. ¿Cómo combatirlos? Con la verdad, dicen todos, pero la verdad también nos la tienen secuestrada. ¿El fascismo protege contra el miedo? Muchos creen que sí. Piensan que con un gobierno fuerte, dictatorial si es necesario, les va a ir bien si se portan bien. Si no protestan, si no reciben a refugiados, si no se meten en política y sus hijos tampoco lo hacen, si no andan molestando, les va a ir bien, van a conservar sus trabajos, nadie los va a asaltar porque a los asaltantes los va a matar el gobierno. Sus hijos van a entrar a la Universidad porque son chicos tranquilos, heterosexuales y obedientes. En definitiva, la vida va a seguir y no va a pasar nada.

¿Y de dónde sacaron todas estas pavadas, estas ideas conformistas, fascistoides en realidad? ¿De dónde ha salido toda esta gente dispuesta agachar el lomo y a abandonar toda dignidad? Creo que el enemigo -llamémoslo así porque así es- nos ha ganado o nos está ganando la batalla de las ideas. En primer lugar, porque los gobiernos que se llaman de centro-izquierda en el mundo y en especial en Brasil -porque ahora nadie dice que es de izquierda, sólo de centro-izquierda- se han dejado ganar por la corrupción y han traicionado al pueblo. Porque las sociedades y los países son cada vez más desiguales, hay unos pocos ricos muy ricos y muchos pobres muy pobres. En Brasil el Partido de los Trabajadores eliminó mucha pobreza. Pero eso la gente no lo ve, sólo ve las diferencias y la desigualdad es más irritante que la pobreza. Y porque hemos permitido que se cree una sociedad individualista, consumista, pues no la hemos sabido combatir.

¿Puede ganar Haddad en segunda vuelta? Parece que no porque la diferencia es demasiado grande.

Mientras esperamos esa segunda vuelta, hay una sola cosa clara: si eres una mujer bonita o tienes una hija o una nieta bonita, no hay que viajar a Brasil por ningún motivo. Porque el probable presidente les dice a sus votantes que si una mujer es bonita, la pueden violar.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.