Las cosas van a peor. Desde septiembre, 16 billones de dólares han sido barridos de los mercados de valores internacionales. Las pérdidas en los Estados Unidos -donde se originó el desorden financiero- han sido muy inferiores a las de otros mercados más vulnerables. El índice de Dow Jones ha perdido menos del 40% desde su […]
Las cosas van a peor. Desde septiembre, 16 billones de dólares han sido barridos de los mercados de valores internacionales. Las pérdidas en los Estados Unidos -donde se originó el desorden financiero- han sido muy inferiores a las de otros mercados más vulnerables. El índice de Dow Jones ha perdido menos del 40% desde su máximo de 14.000 puntos, mientras que Hong Kong, Polonia y China han caído más del 60%. Es una sangría.
La Tabla de Índices Opcional de Volatilidad de Intercambio de Chicago, el «Índice del Miedo», se elevó a 79’13 el viernes, el más alto en sus dieciocho años de historia. La volatilización masiva en las bolsas es principalmente el resultado de una devaluación de los fondos de alto riesgo, que se han convertido aceleradamente en un basural de acciones para cubrir el valor menguante de su principal activo. Según el New York Times: «Se estima que los fondos de alto riesgo perdieron 180 mil millones de dólares durante los tres últimos meses y que algunos están al borde del colapso. Los inversores están reclamando su dinero, y Wall Street se prepara para una convulsión en el sector de 1’7 billones de dólares». Si un gran fondo, como Citadel, se viene abajo, creará un agujero negro en el sistema financiero, similar a la pérdida de Lehman Brothers y, una vez más, el Tesoro de los Estados Unidos tendrá que acudir al rescate mediante una ayuda varias decenas de miles de millones de dólares procedentes de los contribuyentes.
Las dislocaciones causadas por la caída libre de los fondos de alto riesgo dejan la puerta abierta a la posibilidad de que los mercados bursátiles tengan que ser cerrados e medida que los actvos se desvalorizan en el mercado. El profesor de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini lo resumió así:
«Los actores políticos pueden verse pronto obligados a cerrar los mercados financieros, puesto que el pánico vendedor se acelera. «En efecto, hemos alcanzado un punto donde las consideraciones sobre los fundamentos y la tasación a largo plazo ya no importan nada para los mercados financieros. La caída libre debida a la rápida contracción de los inversores nos aproxima al borde del colapso. Ahora lo que importa son movimientos -más que acciones y fundamentos-, y los movimientos son unidireccionales, puesto que todos venden y nadie compra, ya que intentar comprar valores de renta variable es como agarrar un cuchillo volando. No hay compradores en este mercado disfuncional, solo vendedores y pánico es el feo estado de este juego desestabilizador. «Hemos alcanzado el inquietante punto donde la conducta disfuncional de los mercados financieros tiene efectos destructivos en el sistema financiero y -mucho peor- en la economía real. Por tanto ha llegado la hora de abordar acciones políticas e intervenciones gubernamentales más radicales.» (Nouriel Roubini’s Global EconoMonitor)
La desbandada de la bolsa ha provocado también enormes fluctuaciones en el mercado monetario. El dólar ha subido un 16% en detrimento del euro en cuestión de semanas mientras todas las otras divisas han perdido terreno de forma continuada, a excepción del yen. La repentina caída de materias primas y el desarrollo de las apuestas basadas en dólares en capitales extranjeros han reforzado el dólar y han convertido al Tesoro de los Estados Unidos en la inversión más segura.
La volatilidad está causando problemas en todas partes, especialmente allí donde las empresas extranjeras deben pagar préstamos atrasados en unos dólares que se han disparado en relación con sus respectivas divisas. Los mercados emergentes están siendo vapuleados. La fortaleza del dólar amenaza también con hacer más difíciles las exportaciones de los Estados Unidos, que han sido el único ámbito de la economía que ha funcionado bien en los últimos meses. Si las tendencias actuales continúan, entonces los gobiernos extranjeros deberán adjudicar más reservas a apuntalar sus divisas, lo que hará aún más difícil para los Estados Unidos financiar su actual déficit, así como equilibrar su cuenta de resultados. Dicho de otro modo, estas intensas e inauditas oscilaciones de divisas anuncian una crisis de financiamiento que se avecina próxima, ya que el crédito se ha agotado y el dinero resulta aún más escaso. Por ahora, el dólar sigue alto, pero el futuro se vislumbra sombrío.
La crisis financiera está drenando el crédito del sistema y empujando los precios hacia abajo en todos los sectores. Ningún activo ha quedado intacto, incluyendo el oro, que anunció su mayor pérdida consecutiva en una semana de los últimos 28 años y pasó de los 1.040 dólares en marzo a 734 dólares al cierre de la bolsa el viernes.
El crudo ha sido también golpeado por apuestas especulativas realizadas por los fondos de alto riesgo que están ahora obligados a vender sus posiciones para cubrir las pérdidas en sus activos respaldados por créditos. El movimiento errático en el precio del crudo hace posible ver la verdadera potencia destructiva de un mercado desregulado, especialmente las opacas compras y ventas realizadas por los fondos de alto riesgo. En apenas 14 meses, el crudo pasó de 70 a 145 dólares y de nuevo a 67 dólares el viernes. Los especuladores de Wall Street hicieron subir los precios con dinero prestado de los bancos de inversión, propinando un golpe demoledor al consumidor americano. La Reserva Federal jugó un papel decisivo en esta estrategia al proporcionar crédito a bajo interés que generó crecientes beneficios para los inversores y empeoró las condiciones de vida para todos los demás. Ahora que la burbuja monetaria ha estallado, sus efectos se pueden notar en todo el mundo. Países que se beneficiaban del alto precio de las materias primas están siendo ahora vapuleados por doquiera, desde Rusia hasta el Golfo Pérsico. Los productores de etanol se enfrentan a la quiebra, si las cosas no dan un giro radical en los próximos 12 meses. Lo apunta el Wall Street Journal:
«La tragedia de la segunda burbuja es que ha dejado la economía en una posición más débil para sobrellevar el desplome inmobiliario y el pánico crediticio. El consumidor norteamericano ha sido fustigado con una inflación de 4 dólares en sectores como el gas y los alimentos, mientras industrias enteras han sido puestas al borde de la quiebra. Los fabricantes de coches de Detroit han estado el último año desmontando la cadena de montaje de camiones y todoterrenos, al tiempo que se preparaban para hacer coches eléctricos e híbridos, aun cuando cuando su flujo de caja se había evaporado. Sus nuevas inversiones están basadas en la expectativa de que el precio del crudo permanecerá alto, pero ¿habrá mercado para los híbridos, si el crudo baja a 50 dólares el barril? «Mientras el Congreso dilucida las causas del desastre actual, la principal se esconde a plena luz del día: la irresponsable política económica que tanto ha hecho para crear la adicción crediticia y delinquir con la burbuja del bienestar y la circulación del dólar; los resultados de estas prácticas son ahora bien claros.»
Los efectos de un tipo de interés bajo y del contagio crediticio no se limitan a consideraciones superficiales.
Como subraya el analista Thomas Kostigen, la política monetaria puede ser una sentencia de muerte para los pobres de todo el planeta, que son invariablemente sus principales víctimas:
«La dura realidad del chaparrón económico no es que Joe el Fontanero no pueda comprar su negocio, o que los planes de pensiones se estén perdiendo, o que el desempleo esté aumentando; la dura realidad es que la gente va a morir. «Según el Banco Mundial, desde que los precios de los alimentos empezaron a subir, 100 millones más de personas han sido empujados hacia la pobreza, y dos mil millones de personas están ya al borde del desastre. Recordemos que casi la mitad de la población mundial vive con menos de 2’50 dólares al día. Millones de personas mueren cada año de hambre e inanición, y más de mil millones no tienen acceso a agua potable. «Estas cifras están destinadas a crecer de manera espectacular con un incremento demográfico que contribuirá a la disminución de los recursos naturales y al aumento de los precios de todos los bienes y servicios de consumo. Mientras cae la bolsa y se tambalea la economía mundial, es importante recordar que no es solo de pérdidas financieras de lo que estamos hablando, sino de pérdida de vidas humanas. «Y no son sólo gentes que viven en sitios lejanos quienes sucumben a tales penurias extremas. Observen esto: las pérdidas de empleo en el Estado de Indiana han causado que la pobreza infantil haya aumentado un 29% desde el año 2000. La distancia en términos de riqueza en los Estados Unidos y en todo el mundo está a niveles históricos, y eso trae consigo graves consecuencias. «La Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo anunció esta semana que el hiato que separa a ricos y pobres está ensanchándose en todo el mundo, y que los Estados Unidos están experimentando la mayor distancia. «Estamos experimentando el mayor nivel de desigualdad económica de la historia. La intensificación de la erosión del suelo económico solo comportará el hundimiento de más gente en la desposesión. «Por eso es tan importante enderezar la crisis económica ahora. Estamos todos interconectados» (MarketWatch)
La administración Bush ha convocado una cumbre económica de las 20 economías más importantes para después de las elecciones presidenciales. Los dirigentes de los Estados Unidos y de la Unión Europea esperan perfilar otro Bretton Woods en el que el control del sistema económico global quede en manos de esas mismas naciones. Es probable, no obstante, que el resultado sea considerablemente diferente de lo previsto. Bajo el liderazgo de China, 12 naciones asiáticas han acordado establecer un fondo de 80 mil millones de dólares para proteger sus economías de la devaluación monetaria, la evaporación de capital y otros trastornos financieros. China tiene las mayores reservas, con 1’9 billones de dólares, seguida de Japón, con más de 1 billón de dólares. Claramente, las dos naciones más ricas marcarán la agenda y jugarán un papel central en la toma de decisiones sobre cómo abordar la recesión global.
La cumbre de Noviembre en Washington podría producir algunas sorpresas desagradables, insinuadas ya por el jefe de gobierno y tailandés, Olarn Chaipravat, que declaró a Bloomberg News:
«El mensaje de esta iniciativa es que China considere la apertura de su sistema bancario y permita a la divisa más fuerte, que es el yuan, ser legítimamente proclama como divisa convertible del mundo.»
No ofrece duda: la enfermedad financiera actual, que trae sus orígenes en Wall Street y en la Reserva Federal, ha demostrado que el dólar debe ser reemplazado como divisa de reserva mundial y que los Estados Unidos deben ser destituidos como administradores de hecho del sistema económico global. El liderazgo implica responsabilidad, y los Estados Unidos están obligados a rendir cuentas por sus errores. Ha llegado la hora del cambio.
Mike Whitney es un analista político independiente que vive en el estado de Washington y colabora regularmente con la revista norteamericana CounterPunch.
Traducción para www.sinpermiso.info: Pol Vidal