Recomiendo:
0

Herramientos para cambiar el mundo: monedas complementarias y personas concienciadas

Fuentes: The Ecologist para España y Latinoamérica

La 1ª conferencia sobre monedas complementarias (a partir de ahora, MC) en España tuvo lugar recientemente en Brihuega (Guadalajara), en primavera. Alberto Montiel estuvo allí para contárnoslo.

Salvo en periodo preelectoral, en el que los temas sociales parecen recobrar protagonismo, la economía ocupa el principal lugar entre los temas más influyentes de la política; a fin de cuentas todo se valora en términos «económicos» en un mundo que parece diseñado por y para el dinero. Pero a pesar de la aparente atención que se presta a la economía y a la astronómica cantidad de dinero y riqueza que nos rodea, dicen, quienes se molestan en contabilizar algo más que el dinero, que un 70% de la población mundial se puede considerar pobre, de los cuales unos 1.500 millones se encuentran en situación de pobreza extrema; peor aún, la situación no tiene aspecto de ir a mejor sino todo lo contrario. No cabe duda de que el dinero es un extraordinario invento que podría acabar con nosotros.

NUESTRAS VIDAS Y EL DINERO…

No podemos negar que la mayoría de los ciudadanos de los países llamados ricos y desarrollados vivimos una vida determinada en gran medida por el dinero, pues lo necesitamos  para casi cualquier actividad cotidiana. Pero mientras algunos se matan literalmente a trabajar en empleos que no les satisfacen, por un salario que tampoco les satisface, otros -los menos- consiguen formar parte de una minoría «rica» que saca un gran beneficio del trabajo de los demás. Unos pocos consiguen desarrollar habilidades útiles para ayudar a la minoría rica a acumular aún más dinero, aunque aparentemente se estén ayudando a sí mismos. Otros, peor vistos pero muy útiles para el sistema económico, son fieles servidores de la minoría rica, aun sin habilidades dignas de mención, y reciben a cambio una pequeña fracción del botín. En cualquier caso, la regla básica del juego es que todos aparentemente podemos llegar a formar parte de la elite privilegiada, si bien las normas del juego no lo facilitan en absoluto. Peor aún, no se premia la inteligencia ni el talento de quien beneficia más a la comunidad ni quien hace feliz a un mayor número de personas porque el mecanismo económico vigente no contempla una valoración suficiente de lo más valioso de nuestro patrimonio ambiental y humano: tierra fértil, aire limpio, aguas cristalinas, biodiversidad, diversidad cultural, expresión artística, conocimientos ancestrales, comunidad, relaciones humanas, desarrollo personal, cultura, tiempo para el ocio y el juego, etc., etc.

UNA GRAN CHAPUZA

Cabe, pues, preguntarse cuál es el motivo de tan descomunal chapuza si vivimos en estados democráticos. Si la economía es -supuestamente- una ciencia de la distribución de la riqueza, ¿no será que la intención de esa distribución es el enriquecimiento continuado y sin fin de los más ricos a costa del saqueo de los más pobres? Una pregunta que no suele obtener respuestas, entre otras cosas porque no está bien visto plantear semejantes dudas en el seno de la «Fe Económica» de nuestro mundo librecapitalista. Realmente, la política se ocupa sólo de la economía de los grandes números; de los Estados, de la Unión Europea, etc., pero muy poco -por no decir nada- de las economías familiares o de las pequeñas comunidades. Lamentablemente, pocos políticos parecen entender los conceptos fundamentales del funcionamiento de la economía y menos aún de la ecología, de la que interpretan como poco más que un capricho de sociedades ricas, cuando en realidad la ecología abarca e influye sobre cualquier otra «ciencia» social y, principalmente, sobre la economía.

Pero esta «ceguera» no sólo es cosa de políticos y economistas -si bien en su caso es algo imperdonable-, pues la mayor parte de nosotros vivimos sin comprender realmente de dónde sale el dinero, por qué son tan abismales las diferencias entre ricos y pobres y cuál es el papel de bancos y gobiernos en todo el embrollo.

Afortunadamente hay gente que, sin ser «expertos» -gracias a Dios-, son capaces de verlo claro, y, mejor aún, de explicarlo de forma inteligible y proponer soluciones a los graves inconvenientes que genera el funcionamiento del dinero.

4 APRECIACIONES ERRÓNEAS ACERCA DEL DINERO

Una de estas personas es Margrit Kennedy, que, en su muy clarificador y recomendable libro Dinero sin inflación ni tasa de intereses, explica entre otras cosas cuáles son los cuatro errores más extendidos acerca del dinero.

Según Margrit Kennedy el primer concepto erróneo es que existe un único tipo de crecimiento.

Deducimos equivocadamente que el único tipo de crecimiento es el que observamos en la Naturaleza (en nuestro cuerpo y en plantas y animales, sobre todo). Este crecimiento se produce con relativa rapidez al principio del desarrollo de los organismos para posteriormente desacelerar y estancarse finalmente. Pero aún así podemos crecer «cualitativa», ya que no «cuan­titativamente».

Otro posible crecimiento es el lineal o mecánico, por el que, por ejemplo, más máquinas producen más bienes o más petróleo produce más energía. Se llega al tope cuando se detienen las máquinas o se acaba el petróleo.

El tercer -y peor entendido- tipo de crecimiento es el exponencial, el cual es muy lento al principio, se acelera en forma continua y llega finalmente a una fase de crecimiento casi vertical. Este tipo de crecimiento también existe en la Naturaleza, si bien sobre todo cuando los ecosistemas se descompensan (como con las plagas) o los organismos sufren ciertas enfermedades graves (como el cáncer).

También el dinero se duplica a intervalos regulares, multiplicándose según una pauta de crecimiento exponencial, debido al mecanismo del interés compuesto. Puede decirse que los intereses actúan como un cáncer sobre nuestra estructura social.

Con tan sólo aplicar un 1% de interés compuesto se da una curva de crecimiento exponencial con un período de duplicación de 72 años.

Como el tipo de crecimiento habitual en los seres vivos no nos permite experimentar más que la pauta de crecimiento físico propia de los seres vivos, que se detiene al lograr el desarrollo óptimo, al ser humano le es difícil entender el impacto de la pauta de crecimiento exponencial en el mundo físico. Eso fue lo que le ocurrió al emperador persa de un famoso relato, que quedó tan encantado con el nuevo juego de ajedrez inventado que quiso satisfacer cualquier deseo de su inventor. Éste pidió que se colocara un grano de trigo en la primera cuadrícula de la tabla, el doble en la segunda, cuatro veces más en la tercera, ocho veces en la cuarta, y así  sucesivamente, duplicando en cada casilla el número de granos de la anterior. Al emperador le pareció una demanda curiosa pero modesta, pero terminó cayendo en la cuenta de que todo el trigo cosechado en su reino no alcanzaría para satisfacer su deseo. La cantidad a la que ascendía en la cuadrícula 64 del tablero equivalía a 440 veces la cosecha de cereales de todo el planeta.

Con relación más directa con el tema monetario, Margrit Kennedy continúa explicando que el fenómeno del crecimiento exponencial supondría también que con un centavo invertido en el momento del nacimiento de Cristo y colocado a un interés del 4% podía adquirirse en el año 1750 una esfera de oro de peso equivalente al de toda la Tierra. Esto también demuestra que el pago continuado de intereses e intereses compuestos es imposible. Se da una contradicción entre la necesidad económica y la imposibilidad matemática.

EL SEGUNDO ERROR

El segundo concepto erróneo consiste en que sólo se pagan intereses en caso de solicitar un préstamo en dinero.

El sistema funciona de  forma encubierta, razón por la cual es difícil captar el verdadero impacto del mecanismo de los intereses. Suponemos que sólo pagamos intereses cuando solicitamos préstamos y que para evitar el pago de intereses lo único que debemos hacer es no comprar nada a crédito. Pero esta creencia es falsa porque los intereses están incluidos en el precio de todo lo que pagamos. Se ha calculado en un 50% lo cargado sobre el capital sobre todos los bienes y servicios.

Según M. Kennedy al abolir las tasas de interés y reemplazarlas por otro mecanismo capaz de asegurar la circulación monetaria, la mayoría de nosotros podría poseer el doble de riqueza o trabajar la mitad del tiempo que trabajamos, conservando nuestro nivel de vida actual.

 

EL TERCER CONCEPTO

El tercer concepto erróneo es que bajo el sistema monetario actual todos son afectados en igual medida por las tasas de interés.

Esto podría formularse de la siguiente manera: como todos tienen que pagar intereses al solicitar un préstamo o adquirir bienes y servicios, y como todos obtienen intereses al ahorrar dinero, todos se benefician (o perjudican) por igual con el sistema monetario actual. Lo cual tampoco es cierto, pues existe una gran diferencia entre aquellos que se benefician con el sistema y los que deben pagar.

Un sector mayoritario de la población paga más intereses de los que recibe, una parte de la minoría obtiene un poco más de lo que paga y el resto de la minoría obtiene los intereses que pierde la mayoría. Esto explica por qué «los ricos se vuelven cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres». Dicho de otro modo, el sistema monetario produce una redistribución oculta que constantemente transfiere dinero de los pobres hacia los ricos. Cada vez más dinero se concentra en manos de menos individuos y corporaciones.

 

CUARTO ERROR: INFLACIÓN

El cuarto concepto erróneo es que la inflación es parte integral de la economía libre de mercado.

La mayoría de la gente entiende que la inflación forma parte del sistema monetario, algo totalmente «normal»,  pues no hay ningún país capitalista con una economía libre de mercado sin inflación. Los ingresos públicos, el producto nacional bruto, los salarios y los sueldos aumentan en un porcentaje muy inferior al que aumentan los pagos del Estado en concepto de intereses. Esto significa que tarde o temprano las deudas públicas serán superiores a los ingresos públicos en todos los países industrializados. Pero poca gente reconoce los signos de enfermedad del sistema monetario, aún menos gente conoce el remedio a la enfermedad y hasta ahora nadie fue capaz de desarrollar un sistema monetario «sano» que per durase. Pocos se dan cuenta de que la inflación no es más que otra forma de tributación, que posibilita a los gobiernos paliar los problemas más graves provocados por el incremento de sus deudas.

Termina diciendo Margrit Kennedy que, cuanto mayor es la brecha entre el ingreso y la deuda, tanto mayor será la inflación necesaria. Al permitir a los bancos centrales emitir dinero, los gobiernos logran reducir sus deudas… empobreciendo a la mayor parte de la población, claro.

HAY OTRAS OPCIONES

Así como Margrit Kennedy, otros muchos economistas y expertos fuera de lo común (en cuanto a su amplitud de miras), entre los que destacaría a Bernard Lietaer, autor de El futuro del dinero, también abogan por un sistema económico basado en una moneda libre de inflación e intereses. Luchar por ello es necesario y loable. Deberíamos encontrar el modo de enseñar a los políticos el «abc» del dinero, pero mientras, y como la cosa puede ser muy entretenida dado su escaso hábito a discurrir sobre estos asuntos, sería prudente que paralelamente tomáramos medidas a más corto plazo, buscando  las soluciones que podemos poner a nuestro alcance.

Está bastante claro que se precisan buenas ideas para cambiar el mundo, pero también debería estar igualmente claro que esas buenas ideas se han de poner en práctica también en nuestras casas, en nuestras ciudades y pueblos, en las asociaciones y comunidades de allá donde vivamos, porque no podemos dejar en manos de una minoría con poderes políticos o económicos algo tan importante como nuestro futuro.

Precisamente para facilitar el acercamiento y conocimiento de algunas experiencias acerca de las monedas complementarias, se organizó la 1ª Conferencia Nacional en España. Tuvo lugar entre el 2 y el 4 de marzo pasados en Brihuega (Guadalajara), en un enclave natural privilegiado, y asistieron una cincuentena de participantes de toda España y también de otros países. Entre los ponentes se contó con testimonios de comunidades en Alemania, Italia y México.
El evento fue consecuencia de las conversaciones de un grupo de personas seriamente preocupadas por el estado actual de cosas en la sociedad y que ven cómo ciertos  temas que pasan desapercibidos para la mayoría realmente nos afectan -y mucho- en el día a día a todos nosotros. Son personas muy motivadas por promover cambios que mejoren de forma permanente nuestro entorno y nuestras relaciones económicas, entre otros. Coinciden en que para sumar energías hacia un mundo mejor debemos fortalecer las economías locales y una de las más poderosas herramientas con las que contamos son las MC.

Expliquemos qué son las MC. Como cualquier otra moneda, es un medio de pago aceptado dentro de un grupo o comunidad que tiene como fin facilitar el intercambio de bienes y servicios. Como primera alternativa al dinero convencional se plantean sistemas de trueque. Estos presentan algunas ventajas pero también muchas limitaciones. El principal inconveniente del sistema de trueque sería la necesidad de poner de acuerdo a un consumidor y a un productor de un mismo bien o servicio (si tenemos un excedente de patatas y necesitamos comprar pan es poco práctico ir al panadero con una bolsa de patatas, no sólo por el peso sino sobre todo porque el panadero seguramente necesite otro producto distinto, al menos en ese momento).

La moneda complementaria viene a ser como un sistema evolucionado de trueque que supera esas limitaciones
aparentemente como dinero convencional, pero mejor por los motivos expuestos a continuación.

Se llaman complementarias porque son monedas creadas para llenar el vacío que dejan las monedas convencionales. Son monedas regionales respaldadas por una riqueza real y tangible que depende de la capacidad de trabajo y creatividad de las personas, creadas por entidades de carácter fundamentalmente social, al margen de los bancos centrales y por  tanto no sujetas a inflación ni a ninguna tasa de interés. No cabe especular con ellas porque no están diseñadas para su acumulación ni para la práctica de préstamos con cobro de interés. Benefician a las personas en base a su esfuerzo y capacidades creativas y no por una acumulación de riqueza. Pueden ser monedas con soporte «físico» como las convencionales, en papel y metal, o bien pueden ser monedas virtuales, consistentes en un registro contable con base informática.

ESTANCAMIENTO O CAMBIO

El mundo de nuestros días es seguramente más complejo que el que vivieron nuestros ancestros. El conocimiento se ha expandido con consecuencias de toda índole, como que la tecnología y la economía se han vuelto indescifrables para la mayoría. Pero no por ello debemos renunciar a entender sus fundamentos elementales, sino todo lo contrario.

Quizá ahí esté el origen de tanto desastre: dejar en manos de «expertos» los asuntos más importantes. Tal es el caso de los economistas: la mayor parte de ellos son como técnicos que apenas entienden en profundidad las herramientas y principios con los que trabajan (y si lo entienden, no se plantean cuestiones morales), pero que no por ello se abstienen de actuar, por lo que lo hacen irresponsablemente (igual que ocurre con la mayoría de ingenieros). La consecuencia es una tecnología y economía vacías de sentido, de intención creativa, sin huella del espíritu humano. El resultado ha sido una inevitable continuidad en el saqueo y explotación, propio de las civilizaciones más «primitivas y brutales», pero, eso sí, bajo un barniz de cultura, desarrollo y aparente democracia.

CAMBIO DE RUMBO

Muy probablemente estemos a las puertas de un cambio de rumbo trascendental en la organización social y económica del mundo, pues no podemos seguir como hasta ahora. Se agotan la capacidad de crecimiento económico, demográfico, la capacidad de recarga de los ecosistemas, los recursos no renovables, etc. Tenemos dos opciones, cambiar de dirección controlando el rumbo, o apurar el camino hasta un final -ya cercano- en el que no podamos ya rectificar y caigamos en un abismo desconocido.

La buena noticia es que el aparente caos que nos rodea está rebosante de oportunidades de cambio. No estamos aún acorralados ante un callejón sin salida y no debemos caer en el derrotismo. Al contrario, disponemos de poderosas opciones; las verdaderas limitaciones son más de carácter psicológico que físicas.

Las MC son una herramienta clave para adaptarnos a los cambios. Cierto que por sí mismas no son una solución a muchos de los problemas, pero son totalmente necesarias como lo son otros cambios que han de conformar un mundo nuevo, en el que las relaciones humanas no se fundamenten en la explotación y el miedo a la escasez.

Sólo podría retenernos el miedo a la libertad, lo cual sería muy grave; mucho más grave que la misma falta de libertad.