La High Frecuency Trader, o comercio de alta frecuencia, ha transformado el mundo de la especulación bursátil realizando compras y ventas de valores en millonésimas de segundo, pero también lo ha expuesto a nuevos peligros. Los parqués de las bolsas están siendo sustituidos por ordenadores superpotentes Hombres gritando y haciendo extraños gestos con sus manos […]
La High Frecuency Trader, o comercio de alta frecuencia, ha transformado el mundo de la especulación bursátil realizando compras y ventas de valores en millonésimas de segundo, pero también lo ha expuesto a nuevos peligros.
Los parqués de las bolsas están siendo sustituidos por ordenadores superpotentes
Hombres gritando y haciendo extraños gestos con sus manos mientras escriben en unas pequeñas libretas y hacen llamadas con sus teléfonos en un frenético pogo. Esa es la estampa más común en el imaginario de la mayoría cuando se piensa en los mercados de valores y en los parqués de las bolsas. Pero eso ya es cosa del pasado. En la actualidad, el 50% de las operaciones de compra y venta de acciones y valores las hacen un montón de servidores y computadoras sin nadie al mando, salvo una serie de algoritmos.
La High Frequency Trading (HFT), o comercio de alta frecuencia, ha tomado el mundo de las finanzas a la misma velocidad con la que actúa. Esta joven tecnología ha revolucionado el mundo del comercio de las acciones, ha dejado en el paro a miles de traders y brokers, ha suplantado a los gurús de la economía por fórmulas matemáticas que intentan predecir el futuro y ha convertido la guerra financiera por hacerse con el mejor trozo del pastel en una carrera tecnológica. Una carrera que va muy rápido.
En lo que parpadeamos, un ordenador que obedece a un algoritmo puede realizar 7.000 acciones de compra y venta
Un parpadeo dura 350 milisegundos. Una transacción, la compra o venta de una valor en el mercado bursátil, mediante HFT se hace cinco microsegundos. Es decir, en lo que parpadeamos, un montón de ordenadores superpotentes en una habitación han realizado 7.000 acciones de compra y venta. Si multiplicamos esa cifra por las decenas de empresas que ya utilizan esta tecnología y por 24 horas (los ordenadores no duermen) nos podemos hacer una idea de la cantidad de acciones de compra y venta que hacen estos ordenadores al día.
El sistema es «sencillo»: cuanto más rápido, cuanto mayor volumen, cuanto más preciso sea el algoritmo, mayores ventajas se tendrán sobre sus competidores y mayores beneficios se obtendrán. En cuestión de milisegundos, una gestora de activos o trader puede realizar miles de compras y ventas, aprovechando caídas o subidas en el mercado para comprar y vender el mismo activo millones de veces en el tiempo que te lees este párrafo. Esa lógica ha sido la que ha llevado a los grandes inversores a cambiar las reglas del juego en la bolsa, pero también a ponerla en peligro.
EL FLASH CRASH DE LAS 2:45
A las 14 horas, 42 minutos y 44 segundos del 6 de mayo de 2010 los cimientos de Wall Street se desmoronaron y en un solo segundo los valores del mercado se hundieron, llegando a caer muchos de ellos más de un 30%. Por un momento se pensó que algo había ocurrido en Grecia. Los mercados estaban muy atentos a ese país europeo donde un nuevo gobierno de izquierdas prometía plantar cara a la deuda. Pero no fue el país heleno, fue un robot de inversión de la firma de asesores financieros de Kansas Waddell & Reed.
El Flash Crash 2010, también llamado Crash of 2:45 en referencia a la hora de la caída, fue provocada por una orden de venta de 4.100 millones de dólares de futuros que realizó la máquina de Waddell & Reed. Estas máquinas lanzaron miles de órdenes de venta que otros inversores, y sobre todo otras máquinas, ya que los inversores no tienen esa velocidad de reacción, interpretaron esa caída como un motivo de alarma para vender, y lo hicieron. En cuestión de un par de minutos se realizaron 17 millones de operaciones. Ante las masivas señales de ventas los precios se desplomaron. El Dow Jones, el selectivo de las 30 empresas más grandes de Estados Unidos, se dejaba un 9% en segundos. Aproximadamente un billón de dólares se esfumó. Empresas como Procter & Gamble, la multinacional dueña de marcas como las maquinillas Gillette o Fairy, cayeron casi un 30%. Tan solo 20 minutos más tarde, el mercado había recuperado prácticamente todo lo perdido. Pero en estos vaivenes especulativos siempre hay ganadores y perdedores. En conjunto, se calcula que los traders perdieron aproximadamente 200.000 millones de dólares.
Un ordenador vendió 4.100 millones de dólares de futuros en microsegundos, lo que provocó que se realizaran 17 millones de operaciones en minutos
Este hecho no ha sido el único. El 1 de agosto de 2012 volvió a ocurrir. En esta ocasión los ojos se pusieron sobre la firma de inversiones Knight Capital. Durante esa mañana, la empresa empezó a vender todo su stock en segundos e hizo temblar todos los mercados bursátiles. La compañía intentó calmar a sus clientes diciendo que había tenido un «fallo tecnológico» y que se estaba resolviendo. La realidad es que aquel falló lo provocó uno de sus algoritmos al llegar a la conclusión de que tenía que venderlo todo. Al día siguiente, Knight Capital anunció que aquel fallo le había hecho perder 440.000 millones de dólares en un solo día.
LA GUERRA TECNOLÓGICA POR ESTAR MÁS CERCA
En una batalla que se libra en microsegundos por obtener el mayor beneficio, los microsegundos pueden valer millones de euros y los algoritmos no son la única arma. Las grandes empresas se han lanzado a una guerra por estar lo más cerca de los parqués y entre ellos mismo. Los microsegundos que pueden diferenciar una orden de compra o venta de la de tu oponente debido a la cercanía entre tu oficina y el centro de compras puede valer millones de euros. «Los HFT están construyendo infraestructuras específicas para ganar milisegundos en la ejecución de sus operaciones», declara a El Salto Juan Manuel Viver, responsable en España de Finance Watch , una organización dedicada a que las finanzas funcionen por el bien de la sociedad. «Si tienen cables ‘privados’, sus órdenes se ejecutan unos milisegundos por delante de los de sus competidores y les hacen ganar millones, por lo que invierten dichas infraestructuras, desde cables submarinos propios a utilizar la torre más alta de bélgica, que se construyó para propósitos bélicos, para HFT», explica.
LOS TRADERS ROBOT TAMBIÉN TIENEN SU LOBBY
Pese a todas estas señales que parecen indicar que los algoritmos pueden fallar menos que los humanos, pero que sus fallos pueden ser mucho más sistémicos y provocar reacciones en cadena (de esos mismos robots) que podrían hacer colapsar la economía de mercado, la HFT también tienen sus grupos de presión.
«Hace el mercado mucho más eficiente, lo que pasa es que lo hace menos beneficioso para los intermediarios, pero con mejor resultado para los usuarios finales, tales como los fondos de pensiones o los vendedores minoristas», argumentaba Remco Lenterman de IMC Financial Markets en una conferencia sobre HFT en Bruselas. Lenterman se ha hecho famoso en la capital europea por ser el principal representante del lobby europeo en favor de la desregulación y defensor de los traders electrónicos.
Por su posición en Finance Watch, Viver ha tratado en diversas ocasiones con los defensores de este tipo de comercio. «Los lobbies dicen que el HFT es necesario para generar liquidez en el mercado, y que reduce las fricciones en los mercados financieros al generar mayores volúmenes de transacciones», explica a El Salto Viver, «pero como se ve en las cifras ahora mismo, casi el 50% de las órdenes son especulativas o lo que se denomina ‘ruido’ en vez de inversores ‘reales’ que adquieren los instrumentos financieros para un determinado horizonte temporal de inversión», lamenta.
«Yo solía trabajar como trader en Goldman Sachs y las comisiones que cobrábamos en aquella época eran mucho mayores que en la actualidad, gracias a la HFT», sigue narrando Lenterman ante la sala mientras proyecta una tabla. Precisamente Goldman Sachs, para la que el lobista trabajó 16 años, es uno de las principales compañías en invertir en el desarrollo de esta tecnología y de despedir brokers cuando consigue suplantarlos por algoritmos. El panorama de las oficinas, y sus ofertas laborales, también ha cambiado mucho. Mientras la profesión de trader parece que tiene a desaparecer, las grandes firmas inversoras recorren las universidades de física o matemáticas en busca de genios que logren conseguir el mejor algoritmo que les asegure unos mayores beneficios.
El lobby financiero consiguió que se eliminase del texto final de MiFID una obligación de que las órdenes de compra/venta sean válidas durante al menos 500 milisegundos
Los logros de estos lobbies tienen su efecto: «Consiguieron que se eliminase del texto final de MiFID una obligación de que las órdenes de compra/venta sean válidas durante al menos 500 milisegundos, lo que ‘ralentizaría’ el mercado, según argumentaban ellos», narra el integrante de Finance Watch, y añade que Francia y Alemania tienen reglas específicas nacionales para el HFT más estrictas que las europeas.
La solución para poder controlar estas prácticas, según Viver, pasa poner un mayor esfuerzo supervisor, por ejemplo, en la European Securities and Markets Authority (ESMA), la CNMV europea. La agencia cuenta actualmente con un presupuesto y personal muy reducido para las funciones de supervisión de los algoritmos del trading, lamenta. Pero insiste en lo explicado anteriormente, las inversiones HFT no serían muy perjudiciales si fueran pocas operaciones, pero con los porcentajes actuales «es necesario distinguir la inversión de la especulación».