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Hipotecas, dólar y oro

Fuentes: Prensa Obrera

Cuando todo el mundo tiene puestos los ojos en la quiebra de General Motors o, más aún, en la fiebre porcina, el mercado hipotecario norteamericano se encuentra al borde un nuevo colapso. Es que la Reserva Federal ha agotado el cupo de 300 mil millones de dólares que fuera destinado a la compra (con emisión) […]

Cuando todo el mundo tiene puestos los ojos en la quiebra de General Motors o, más aún, en la fiebre porcina, el mercado hipotecario norteamericano se encuentra al borde un nuevo colapso. Es que la Reserva Federal ha agotado el cupo de 300 mil millones de dólares que fuera destinado a la compra (con emisión) de títulos respaldados en hipotecas para permitir la refinanciación de las deudas hipotecarias. Este punto final a la moratoria de remates de viviendas ya está provocando incumplimientos en los pagos a un ritmo superior al del año pasado. La consultora DataQuick asegura, por ejemplo, que los ‘defaults’ han alcanzado un número record en California.

Según la agencia Bloomberg, los retrasos en los pagos entre los propietarios con mejor foja de cumplimientos han crecido un 50 por ciento en el último mes, sea como resultado de una caída de ingresos personales o de la acumulación de una deuda excesiva. Los prestatarios de primer nivel que acumulan atrasos de más de 60 días subieron de casi 500 mil en diciembre pasado a casi 750 mil en enero. Para muchos observadores, la única salida a este derrumbe es habilitar la quiebra personal ante un juez, para que éste pueda adecuar los términos originales de los contratos a las circunstancias de la crisis. Los bancos se oponen a esto resueltamente. Si el método se extendiera a las empresas endeudadas y a las tarjetas de crédito, se podría producir una ‘eutanasia’ de acreedores, con un impacto superior al causado por la quiebra de Lehamnn Brothers en septiembre pasado. Los jueces se verían obligados, como mínimo, a reducir las deudas hipotecarias al nivel del precio que tienen las viviendas en el mercado – un 60 por ciento por debajo del precio de adquisición. Muchos propietarios han dejado de pagar sus cuotas, precisamente, debido a que las hipotecas han quedado muy por encima de los precios de sus propiedades.

El stock de viviendas sin vender alcanza a los diez meses, pero esto no incluye el «inventario en las sombras», o sea las hipotecas que los bancos tienen en su poder por afuera del mercado hipotecario. Los acreedores se encuentran sentados encima de miles de casas desocupadas que no pueden re-vender o dispuestas para la venta; esto hunde cada vez más los precios y acelera los impagos de las hipotecas. Si como consecuencia del agotamiento del financiamiento de los títulos garantizados por hipotecas, que dispuso la FED, se incrementa el número de impagos, los precios de las viviendas seguirán cayendo, y sucesivamente habrá nuevos ‘defaults’. Después de una ingeniería financiera que consumió ya varios billones de dólares, la crisis en los Estados Unidos no ha salido de su punto de partida: la caída en picada del mercado hipotecario. Esto es suficiente para volver a hundir a los banc! os que han prestado para hipotecas o que tienen títulos vinculados con ellas, lo que reanudaría el despeñe de la Bolsa de Nueva York.

El sistema monetario en tensión

La divulgación de que China ha incrementado de 600 a 1.054 toneladas sus reservas de oro ha sacudido la estantería. Es que significa que el principal acreedor monetario de Estado Unidos está cambiando su cartera y puede llevar a otros países a hacer lo mismo, en detrimento de la acumulación de dólares o monedas de reserva.

El acaparamiento de oro como reserva externa responde a los temores que genera el crecimiento del endeudamiento de Estados Unidos para organizar rescates de su sistema financiero en crisis. Con una deuda pública en aumento (1,7 billones para el año), que ha pasado del 40% al 120% del PBI en menos de lo que canta un gallo, y el financiamiento del déficit anual (11% del PBI), la capacidad de financiamiento se restringe y desata la huida del dólar.

China sugirió la posibilidad de reducir sus tenencias de activos en dólares, en especial de bonos del Estado, y sustituirlas por derechos especiales de giro (SDR), una suerte de cuasi-moneda cuya regulación exigiría la formación de un directorio monetario internacional con la presencia de los chinos. En el trimestre enero-marzo bajó la posición de China en bonos de Estados Unidos (salida), lo que explica que la tasa de interés haya subido un 50%. China está poniendo el freno a la inversión de dólares en EEUU; mientras en el primer trimestre de 2008 se agregaron 200 mil millones a las reservas, en 2009 sólo agregaron la cuarta parte, 50 mil millones.

Los swaps establecidos con Argentina por 50.000 millones se repitieron con cinco países más para facilitar el comercio en yuanes. Ciertas ciudades de China fueron autorizadas a realizar acuerdos trasfronteras para comerciar en yuanes. En Hong Kong se emitirán bonos en yuanes respaldados por el Banco Popular de China (banco central). Sin embargo, la posibilidad de convertir al yuan en moneda de reserva tiene límites insuperables: supone liberalizar por completo el mercado financiero chino para posibilitar la libre convertibilidad de su moneda. Esto convertiría a China en una semicolonia de los bancos internacionales. La decisión de aumentar las reservas de oro está incluida en un cambio estratégico de las autoridades chinas: reducir su dependencia del dólar.

La declinación del comercio mundial

Algunos especialistas creen que ha comenzado una imparable lucha de devaluaciones competitivas entre las monedas. La producción industrial de Japón cayó 38% en febrero (contra febrero de 2008), y por vez primera en 29 años registró una balanza comercial negativa debido a la valorización del yen. Esto avivó las intenciones del Banco de Japón de devaluar su moneda.

China ha comenzado a tener deflación, en febrero anunció -1,6% de caída en los precios al consumidor. Las exportaciones en marzo cayeron 17,1% respecto al año anterior. «Una fracción del Politburó está ansiosa por una devaluación del yuan», dice A. Pritchard del Daily Telegraph.

Inglaterra ha dejado caer la libra esterlina desde una relación de 2,1 dólares a 1,45 en estos días.

Suiza informó que intervendrá en el mercado de divisas para impedir una valorización de su moneda. Sus bancos están en problemas, con el secreto bancario cuestionado y una exposición de deuda estructurada para financiar créditos al Este de Europa que llega al 50% del PBI. Los seguros contra default de la deuda soberana suiza están entre las más altas de Europa, en 127 puntos básicos, lo que puede significar que el franco suizo pierda su condición de moneda de reserva, dice Pritchard.

Una propuesta para la crisis

Durante el «forum» de Davos, en marzo pasado, se produjo «una recomendación concreta para arreglar la crisis financiera global», dice Gillian Tet, del Financial Times (8/4). ¿En qué consiste? En volver al respaldo oro, debido a que las dos terceras partes de los activos del mundo están en monedas sin respaldo (fiat currency), y «los chinos han concluido ahora que esto es inaceptable». Para ser más precisos: habría que establecer un pool de reservas de oro para sustentar una moneda internacional nueva. O sea, crear un directorio mundial. Simplemente una utopía, pues significaría la armonización social de la burguesía, lo cual es una contradicción en términos, ya que supone la abolición del mercado y de la competencia – en cuyo caso ni siquiera se necesitaría el oro.

Algunos estrategas financieros se pusieron a hacer los números. El banco suizo UBS «calcula que las reservas de oro de Estados Unidos son muy pequeñas, relativas a su base monetaria, sería necesario un precio arriba de los U$D 6.000 por onza para reintroducir una conversión al oro. Para implementar este estándar en Japón, China y Estados Unidos, el precio debería ser mayor – de U$D 9.000. Sería una gigantesca devaluación mundial de todas las monedas. Los precios corrientes, medidos en oro, quedarían reducidos a casi cero y las deudas y créditos a cenizas.

Para Gillian Tet es «impensable que volvamos a una conversión al oro. Sin embargo, en los últimos 18 meses, dice, se han producido algunos eventos inimaginables.» Y cita como prueba que «algunos financistas se envían por mail un pequeño y extraordinario ensayo de Alan Greenspan, que escribió en apoyo a la conversión al oro en 1960, llamado «Oro y libertad económica.»