En cuanto a la censura, a partir del 2019 el Gobierno chino implementó una serie de medidas más severas con respecto a las cintas hollywoodenses que se estrenaban en gigante chino.
En medio de los anuncios recientes de EEUU sobre los impuestos a productos de varios países en la anunciada guerra de los aranceles, el país asiático no se va a quedar de brazos cruzados. Y en esta línea, quizás debamos decir o anticipar que Hollywood depende China, ya que su influencia sobre aquél es cada vez más clara.
China quiere llegar a un acuerdo, el problema es que no tienen claro cómo hacerlo. La guerra comercial continúa. Pekín ha subido el tono y ha dejado claro su posición. Menos Hollywood, más cine local
La primera y más visible de las consecuencias es el impacto que va a tener en la recaudación de los próximos estrenos en los cines, en esas producciones de altos presupuestos a las que les será difícil recuperar sus inversiones y llegar a convertirlas en verdaderos éxitos. A esto hay que sumarle una constatación, un hecho, que no es otro que la nueva generación, la generación Z no va al cine como las anteriores. Por otro lado, hay una cuestión de fondo y es que, generalmente, a los chinos les importan más las cosas con las que se identifican y por eso mismo prefieren ver películas en las que se refleje la realidad, puesto que la mayoría de las películas actuales que llegan de Hollywood son pura fantasía, de ciencia ficción, apariciones espaciales, de superpoderes y extraterrestres… Al principio, eran una novedad. Hoy en día, la cosa ha cambiado. Mirando la taquilla actual de Hollywood, dos películas han obtenido unos porcentajes altos de taquilla: Rápidos y Furiosos. También Jurassic Park, Avatar 2, Godzilla vs Kong…, y sobre todo Megadolón, debido a que tiene en su reparto a Wu Jing, y quizás sea un caso especial. Pero ahora China ya no depende de los taquillazos norteamericanos para llenar sus cines, ya que el 60 % de la taquilla total es producto de las películas chinas que se van estrenando. Y esto se debe a que el gigante asiático ha sabido aprender la lección y, una vez aprendida, ha diseñado una estrategia: ha cogido los referentes globales y los ha replicado con su propio sello. En la última década, para que nos hagamos una idea, ha desarrollado una industria capaz de hacer superproducciones locales con gran acogida. Ahí tenemos Wolf Warrior, Hi Mom, Ne Zha II, The Wandering Earth II…, que demuestran ese giro.
China quiere llegar a un acuerdo, el problema es que no tienen claro cómo hacerlo. La guerra comercial continúa. Pekín ha subido el tono y ha dejado claro su posición: «Si Estados Unidos insiste en seguir su propio camino, China luchará hasta el final”. Menos Hollywood, más cine local. La medida responde a la ley de mercado y a la elección del público. Si los jóvenes chinos no van al cine, Hollywood tiene un problema. Según los datos de taquilla, sólo dos películas estadounidenses de las diez estrenadas en lo que va de año han superado los cien millones de yuanes, es decir, los 14 millones de dólares. Esas películas son Capitán América: Un nuevo mundo y Una película de Minecraft. El panorama ha cambiado. Filmes que en otros tiempos tuvieron mucha aceptación, ahora no la tienen. No hace mucho, la nueva entrega animada de El señor de los anillos fue un fracaso. A eso habría que sumar el descalabro comercial de Joker 2 ó Bordenlands. El público está dando la espalda a algunos estrenos. Y hay que recordar que estamos ante el mercado más grande del mundo con 1.400 millones de habitantes, entre los que va creciendo la clase media, que ya no va al cine exclusivamente los días festivos. La asistencia a las salas se ha reducido en un 40%. El cine cada día es más caro y esto afecta a Hollywood, porque el éxito o el fracaso de un estreno puede ser definitivo y marcar el futuro de ese producto.
Durante años, el cine norteamericano buscó penetrar en ese mercado. Hasta el 2002, eran 10 las películas extranjeras al año que permitía China. La cifra se dobló a la siguiente década. Y en el 2012 el total era de 34 películas. Hollywood siempre hizo todo lo posible por estar dentro, por conquistar ese gran mercado, pero había y hay dos reglas a tener en cuenta: 14 de ellas tienen que llegar a las salas en formato 3D ó IMAX y…, sin olvidarnos de la censura. De ahí que los grandes estudios tengan que buscar las estrategias para estar en ese mercado. Y entonces, llegan las contradicciones de la industria, que, si por un lado se presenta como la valedora de la diversidad y la democracia, por otro se pliega a la censura y, de pronto, quedan vetados temas muy delicados como los del Tíbet, Taiwán, los personajes LGBTQIA. Es más, hay que decir que la fábrica de los sueños ha llegado a prescindir de Richard Gere por su compromiso con el Tíbet y su amistad con el Dalái Lama. También fueron vetados en China el director Martin Scorsese por Kundun y el actor Brad Pitt por Siete años en el Tíbet. Una de las estrategias para eludir la censura, o parte de ella, es incluir actores chinos en sus películas como Donnie Yen en Rogue Ona: una historia de Star Wars. De forma más sutil, hay películas que introducen ciertos guiños a la cultura china con productos cotidianos de ese país, como la leche Shuhua en Transformers: la era de la extinción o el servicio de mensajería QQ en Día de la Independencia: contraataque. Pero, siendo sinceros, las productoras tiene poco que hacer para cambiar las reglas del juego dictadas por el Gobierno de Pekín. No queda otra más que los cineastas norteamericanos se adapten a las condiciones chinas. Si quieren estrenar, los contenidos se tienen que ajustar a lo que ellos entienden por “un material aceptable”. Y por si faltaba algo, en octubre pasado, China desplazó por primera vez a Norteamérica como el mayor mercado cinematográfico del mundo.
Sólo las cintas que cumplen las estrictas demandas de los censores del Departamento Central de Propaganda del PCCh son tenidas en consideración
En cuanto a la censura, a partir del 2019 el Gobierno chino implementó una serie de medidas más severas con respecto a las cintas hollywoodenses que se estrenaban en gigante chino. De ahí que Eternals, Shang-chi, Doctor Strange 2 o Lightpear no pudieron estrenarse. Son muchas las limitaciones a las que ha de atenerse una película de Hollywood para llegar al público. Y es tal el valor que posee ese mercado que las productoras están dispuestas a todo o a casi todo. Es decir, están dispuestas a hacer todo lo posible para satisfacer los requisitos del Gobierno chino. Sólo las cintas que cumplen las estrictas demandas de los censores del Departamento Central de Propaganda del PCCh son tenidas en consideración. Esta entidad es la encargada de supervisar la producción, la distribución, la proyección de las películas…, de organizar la revisión del contenido…, la importación y exportación… Es un órgano que trabaja para que se cumplan las pautas de propaganda del partido. A los cineastas se les exige que eliminen escenas, diálogos y temas que puedan estar relacionados con alguna falta hacia el Gobierno chino. Los directivos de Hollywood cada vez tienen más en su mente los deseos de los censores: cuáles son y qué hacer. Pekín ejerce una gran presión sobre Hollywood, al que empuja a que presente una imagen positiva y blanqueada de China, de su partido gobernante, y alienta a que promuevan mensajes favorables con sus intereses políticos.
La censura puede adoptar formas diferentes. Películas como Kundun y Siete años en el Tíbet, sobre la invasión y ocupación china, o El laberinto rojo, sobre las violaciones a los derechos humanos en el sistema legal chino, provocaron que China ordenara que se detuviera la relación comercial con los estudios que las produjeron en 1997. Los responsables pidieron disculpas, diciendo: ―”Cometimos un error estúpido. Lo bueno es que la película se hizo; lo malo es que nadie la vio”. Esto fue lo que le dijo el director ejecutivo de la Disney, Michael Eisner, al primer ministro chino Zhu Rongji. Y añadió: ―“Quiero disculparme. En el futuro, deberíamos impedir que sucedan esta clase de cosas, para evitar una afrenta con nuestros amigos”. Y es entonces cuando llega la transformación, la tijera y el darle la vuelta a la historia…, y se manipulan los hechos para que encajen en la narrativa que complazca a China. En Amanecer rojo los invasores chinos se convierten en surcoreanos. En este caso, el productor y distribuidor Dan Mintz dijo que “si el filme se hubiera difundido sin esa manipulación, habría habido represalias de verdad”. En la película de 2013 Gravity, en la que Sandra Bullock interpreta a una astronauta norteamericana, los restos de un satélite ruso dañan al transbordador estadounidense. La realidad fue otra. Los rusos nunca lanzaron un misil contra uno de sus propios satélites, pues que los servicios de inteligencia norteamericanos no fueron alertados por los chinos sobre el lanzamiento, una maniobra bastante temeraria, y los chinos, entre otras cosas, generaron la mayor y más peligrosa chatarra espacial de la historia, pero las culpas en la película recaen sobre los rusos. Los guionistas se las apañaron para distorsionar la historia.
El problema, ya para finalizar, va mucho más allá del negocio cinematográfico. No se trata sólo de Hollywood, no es solo el sector tecnológico, no es solo el baloncesto y todos los deportes…, así como un montón de industrias… el problema es que, si quieren llevar sus productos y servicios a ese mercado, tienen que cumplir con unas reglas que le permitan acceder a los consumidores, luego… el problema es todo, afecta a todo. Hay quienes piensan que, si no hay un contraataque, con el tiempo estarán perdidos.