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Huelga de profesores de la red pública de Minas Gerais

Fuentes: Rebelión

Los profesores de la red pública de Brasil, hace ya mucho tiempo que enfrentan gobiernos neoliberales. Gobiernos que tienden a aplicar modelos de gestión experimental quebrando el Estado y lesionando el derecho de los ciudadano a los servicios esenciales. El modelo llamado «Shock de Gestión» es lo que vivimos en piel propia en el Estado […]

Los profesores de la red pública de Brasil, hace ya mucho tiempo que enfrentan gobiernos neoliberales. Gobiernos que tienden a aplicar modelos de gestión experimental quebrando el Estado y lesionando el derecho de los ciudadano a los servicios esenciales. El modelo llamado «Shock de Gestión» es lo que vivimos en piel propia en el Estado de Minas Gerais. Lo que debería equilibrar las cuentas del Estado acabó creando un abismo entre la valorización ideal y la realidad crítica del profesor de la escuela pública. Esto sucede en todo el territorio nacional.

Entre derrotas y desánimo, el paquete se completa con la definitiva desvalorización de la carrera por diversos gobernantes sin compromiso con la sociedad. Hace algunas semanas, los profesores del Estado de Minas Gerais cerraban una huelga de 112 días por el pago del piso salarial nacional. Este piso fue votado, aprobado y sancionado por el Presidente de la República y cuestionado por gobernadores descontentos de varios estados. Entretanto, el Supremo Tribunal Federal lo juzgó constitucional y dio la victoria a los trabajadores.

Era de suponer que los estados acatarían la decisión del órgano supremo y darían la razón a los trabajadores. Sin embargo no fue esto lo que sucedió. La batalla fue, entonces, trabada con una huelga. En asamblea decidimos que era hora de luchar y garantizar el cumplimiento de la ley en pro de nuestro piso. Sin embargo, el gobierno del Estado no lo entendió de este modo y con una campaña fuerte y sucia en los medios intentó manipular la opinión pública contra los profesores. Aún así, conseguimos luchar por 112 días, y, sin pago, sin negociación, pero con diversas intervenciones populares y diputados sensibles a nuestra causa, conseguimos arrancarle al gobierno un espacio para la negociación.

Analizando desde el punto de vista del ciudadano, percibimos que trabamos una guerra en un terreno desconocido y descubrimos que las instituciones públicas actúan contra el ciudadano organizado. El sistema ejecutivo, pasando por el legislativo, el judicial y hasta la fuerza policial, todos juntos forman una gran red de manipulación que se completa con los medios de comunicación desinformando a una población desatenta. Percibimos además, que la ley sólo se ejecuta contra el ciudadano común y no contra el Estado, aquella figura macabra que aparece en nuestras pesadillas cuando leemos Maquiavelo.

Sufrimos represalias: cese de pagos, amenazas, humillaciones. Fuimos substituidos por personas sin formación específica y salarios reducidos. Cansados, retrocedimos cuando nuestros recursos ya eran escasos. Vimos como tiraban nuestra carrera a la basura por medio de propuestas que por lo menos, eran absurdas. Pero quedó claro, ¡ no somos ganado! Somos guerreros conscientes de como funciona el sistema y trataremos de organizarnos para enfrentar al monstruo del Estado Neoliberal.

Mentir es fácil, eludir aún más. Engañarnos, es, por lo menos, desconcertante. Colocar la opinión pública contra nosotros es jugar sucio. Cabe recordar que los millones que el gobierno pagó a los medios de comunicación para divulgar propaganda contraria a nuestra lucha, es dinero retirado de la prestación de algún servicio esencial a la población. Es absurdo decir en los medios que los profesores públicos ganan muy bien. ¿ Por qué no hablan de los salarios de los diputados, secretarios de gobierno, o jueces? ¿ Ellos no ganan demasiado? ¿ Por qué el chivo expiatorio es el pobre profesor?

Por eso, es hora de decir basta a los poderosos. Queremos profesores bien pagos y educación de calidad. No queremos maquillar el sistema para decir que todos están felices y que la educación es una de las mejores, pues sabemos, en lo más íntimo, que no es así. De la misma forma que los números son esenciales para demostrar hechos indiscutibles, son usados también para crear mentiras.