Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de prensa
La Cámara de Diputados acaba de aprobar la apertura del proceso de impeachment de la presidente Dilma Rousseff. El proceso todavía debe pasar por el Senado, pero este difícilmente revisará la decisión de los diputados.
El gobierno Dilma carga con un 82% de reprobación. Es expresión de la ruptura de la clase obrera y de la mayoría de la población con un gobierno que se eligió con una estafa electoral, haciendo, una vez electo, lo contrario de lo que había prometido en la campaña. Y es el rechazo masivo a un gobierno de alianza del PT con banqueros, empresarios, y sus partidos, que atacó los derechos laborales y previsionales, que viene promoviendo un brutal ajuste fiscal para proteger los lucros de los banqueros y está metido hasta el pescuezo en escándalos de corrupción. Ese rechazo no se resume al gobierno Dilma. Se extiende, también, al vice Michel Temer (PMDB), que no cuenta ni con 2% de las intenciones de voto y cuyo impeachment es apoyado por casi 60% de la población. Hay un asco también hacia el presidente de la Cámara, el corrupto Cunha (PMDB), cuya casación es aprobada por 77%. O sea, hay un fuerte sentimiento contra las instituciones y los políticos de forma general. Nadie quiere a Dilma, pero nadie quiere, tampoco, a Temer, y menos todavía a Cunha.
Pero no fue por esa razón que los diputados aprobaron el impeachment. El impeachment es fruto de los maridajes y todo tipo de ofertas promovidas por Temer y por la oposición burguesa, incluido la promesa de frenar la Operación Lava Jato que ya incrimina a buena parte del Congreso. La votación del impeachment este domingo, 17, fue un verdadero show de horrores, un desfile de hipocresía y cinismo que mostró la cara de esa democracia burguesa.
Fuera todos ellos
El pueblo quiere también la caída del vice Michel Temer. Primero porque Temer es da la misma chapa que Dilma. También se eligió debido a esa estafa electoral. Segundo, él hizo parte del corrupto PMDB, es aliado del mafioso Eduardo Cunha y es también tiene una biografía llena de escándalos de corrupción.
Además de eso, Temer viene construyendo, junto a banqueros, empresarios de la Fiesp (Federación de las Industrias de San Pablo) y demás partidos de la oposición burguesa, como el PSDB y el DEM, un programa de gobierno que busca retomar y profundizar el ajuste fiscal y los ataques promovidos por el gobierno del PT. Tiene en la mangas, por ejemplo, la Reforma de la Previsión Social, Laboral, y el proyecto de las tercerizaciones de su aliado Cunha.
No podemos dar un minuto de tregua a un eventual gobierno Temer. Es preciso impedir que él gobierne. Es hora de movilizarse para echar también al Congreso Nacional corrupto, comandado por el bandido Eduardo Cunha, que está presto a tornarse, en la práctica, vice-presidente. El Congreso Nacional, con 60% de los parlamentarios envueltos delitos que van de corrupción a homicidio, no tiene la más mínima autoridad para pasar la faja presidencial a nadie que sea.
El proceso no acaba aquí. Este circo va a continuar. Vimos que las manifestaciones de este domingo fueron muy pequeñas, sea por el impeachment, porque cayó la ficha de que quien entra es Temer, sea contra Temer y para que siga Dilma.
En el campo del gobierno
En la votación de este domingo, infelizmente, los diputados del PSOL cerraron filas con el gobierno y votaron contra el impeachment. El voto de «no» al impeachment, en una polarización entre esos dos sectores burgueses, significa en la práctica perfilarse al lado del gobierno. El argumento de los diputados del PSOL repite la defensa esgrimida por el gobierno de que el impeachment sería un «golpe».
En la verdad, no hay ningún golpe en curso. Lo que existe es una lucha de un sector burgués capitaneado por la oposición de derecha, contra otros sector burgués que está hoy al frente del gobierno. El impeachment solo está siendo posible porque la amplia mayoría de la población y de la clase trabajadora rompió con el gobierno Dilma y quiere que ella se vaya. La tesis del golpe no tiene otro sentido que el de chantajear a los sectores de izquierda, principalmente la juventud y la base de los movimientos sociales populares para salgan a las calles en defensa de un gobierno indefendible.
Una posición alineada a los intereses de la clase trabajadora debería ser de denuncia de esos dos sectores.
Huelga general para derribarlos a todos ellos
El PSTU (Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado), viene afirmando la necesidad de una huelga general para echarlos a todos ellos y para derrotar el ajuste fiscal. La clase trabajadora, hoy, es capaz de hacer esa huelga y garantir elecciones generales. Eso queda demostrado cuando los obreros paralizan fábricas con esa consigna, como ocurrió en General Motors, en la Embraer y en otras fábricas de São José dos Campos (San Pablo). O en las obras con millares de obreros de la construcción civil en Belém (Pará).
Ahora, con Temer presto a asumir la presidencia en maridaje con la oposición burguesa y presentado un claro programa de ataque contra los trabajadores, el PSTU reafirma que es preciso que la CUT (Central Única de los Trabajadores), CTB (Central de los Trabajadores y Trabajadoras del Brasil) y MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) rompan con el gobierno y paren de defenderlo, y que sumen fuerzas con la CSP-Conlutas (Central Sindical y Popular) y el Espacio de Unidad de Acción en la convocatoria de una huelga general que paralice el país, impida la asunción de Temer y exija el llamado a elecciones generales para que el pueblo pueda echar al que quiera.
Todos a las calles el día 1º de mayo
La CSP-Conlutas y entidades que componen el Espacio de Unidad de Acción están convocando a una gran movilización para el día 1° de mayo, Día del Trabajador, en la Avenida Paulista. Será una manifestación contra el gobierno Dilma y contra Temer, el PSDB y ese Congreso Nacional; a favor de una alternativa de la clase trabajadora frente a la crisis.