Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Introducción
Se están extrayendo muchos miles de millones de euros de las naciones deudoras vasallas de Europa (España, Grecia, Portugal e Irlanda) y transfiriéndolos a los bancos acreedores y a los especuladores y estafadores financieros situados en la City de Londres, Wall Street, Ginebra y Frankfurt. Bajo lo que se ha denominado programas de «austeridad» los regímenes conservadores y socialdemócratas en el poder amasan vastos pagos tributarios vía unos recortes presupuestarios salvajes y sin precedentes en los salarios, la inversión pública, los programas sociales y el empleo. El resultado ha sido un catastrófico ascenso del paro, del subempleo y del trabajo eventual que es superior al 50% entre los trabajadores jóvenes menores de 25 años, y entre el 15% y el 32% de toda la fuerza laboral. Los salarios [1] y las pensiones se han recortado drásticamente entre un 25% y un 40%. La edad de jubilación se ha atrasado entre 3 y 5 años. Los contratos laborales (apodados «reformas») concentran el poder exclusivamente en manos de los jefes y de los contratistas laborales que ahora imponen unas condiciones laborales que nos hacen pensar en principios del siglo XIX.
Para conocer de primera mano la crisis capitalista y las respuestas de los trabajadores he pasado gran parte del mes de mayo Irlanda y el País Vasco entrevistándome con líderes sindicales, militantes de base, trabajadores y trabajadoras en paro, activistas políticos, académicos y periodistas. Este artículo se basa en muchas entrevistas, observaciones, publicaciones, visitas a centros de trabajo y hogares, tanto en pueblos como en ciudades.
Irlanda y el País Vasco: crisis comunes y respuestas divergentes
Los Estados, sociedades y economías irlandeses y españoles han sido víctimas de una prolongada y profunda depresión capitalista que está devastando el nivel de vida de millones de personas. En Irlanda el paro y el empleo precario llegan al 35% y en el País Vasco superan el 17,5%, con un paro juvenil que llega al 40% [2] . Ambas economías se han contraído más de un 20% y no dan muestras de recuperación. Los partidos gobernantes han recortado drásticamente los gastos públicos entre un 15% y un 30% en varios servicios sociales. La clase dirigente capitalista de Irlanda y la zona vasca ha minado toda posible inversión para la recuperación rescatando bancos, pagando a acreedores extranjeros y plegándose a los dictados de la autocrática «troika» (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea). El llamado programa de «austeridad» solo se impone a las personas trabajadoras, empleadas y dueñas de pequeños negocios, nunca a la élite. Esta «troika», que tienen su base en Bruselas, y sus colaboradores locales han reducido o eliminado los impuestos de sociedades y proporcionado subsidios y otros inventivos monetarios para atraer a las corporaciones multinacionales y al capital financiero extranjero.
Los partidos políticos burgueses que estaban en el poder al principio del crac han sido sustituidos por nuevos regímenes que están firmando acuerdos adicionales con la «troika«y los banqueros. Estos acuerdos imponen recortes más profundos y todavía más salvajes del empleo público, y un debilitamiento aún mayor de los derechos y de la protección de los y las trabajadoras. Los empleadores tienen ahora poderes arbitrarios para contratar y despedir a los y las trabajadoras en cualquier momento, sin indemnización por cese o peor. Algunos contratos en Irlanda permiten a los empleadores pedir el reembolso parcial de los salarios si los trabajadores se ven obligados a abandonar su trabajo antes de que acabe su contrato debido a abusos del empleador. La economía española, incluido el País Vasco, está sometida a una forma moderna de «pagos tributarios» dictados por la oligarquía imperialista gobernante de Bruselas. Esta oligarquía ni ha sido elegida ni representa a las personas a las que grava con impuestos y explota. Solo son responsables ante los banqueros internacionales. En otras palabras, la Unión Europea se ha convertido en un imperio de facto gobernado por y para los banqueros de la City de Londres, de Ginebra, Frankfurt y Wall Street. Irlanda y el País Vasco están gobernados por regímenes vasallos colaboracionistas que implementan el saqueo económico de su electorado y hacen cumplir los dictados de la oligarquía de la UE, incluida la criminalización de las protestas políticas masivas.
Sin embargo, las similitudes de las condiciones socioeconómicas entre Irlanda y el País Vasco ante la crisis, la austeridad y la dominación imperialista contrastan con las profundamente divergentes respuestas entre los y las trabajadoras de ambas regiones debido a las profundamente diferentes estructuras política, sociales y económicas, historias y prácticas.
Hacer frente a la crisis: la lucha vasca, la lucha irlandesa
Ante la crisis de larga duración y gran escala Irlanda se ha convertido en el Estado vasallo «modelo» para los Estados imperialistas acreedores. La principal confederación de sindicatos irlandeses y los partidos políticos dominantes (incluido el Partido Laborista, actualmente en coalición con el partido gobernante Fine Gael) han firmado una serie de acuerdos con las oligarquías de Bruselas para recortar drásticamente el empleo y el gasto públicos. En cambio, el sindicato independentista vasco LAB ha encabezado seis [2] exitosas huelgas con una participación superior al 60% en el País Vasco, incluida la última, el 30 de mayo de 2013.
Las políticas colaboracionistas de clase de los sindicatos irlandeses han llevado a una profunda ruptura generacional: los trabajadores más mayores firman acuerdos con los jefes para «preservar» sus trabajos a expensas de la seguridad de empleo de los más jóvenes. Los y las trabajadoras irlandesas más jóvenes, a quienes se ha dejado sin ningún medio organizado de lucha de masas, han estado abandonando el país en unas cantidades desconocidas desde la Gran Hambruna de mediados del siglo XIX: en los últimos cuatro años de una población trabajadora de 2.16 millones han emigrado más de 300.000 personas trabajadoras y se espera que otras 75.000 se vayan en 2013. En medio de esta catástrofe del siglo XXI la amargura y «brecha generacional» de los y las trabajadores emigrantes deja ver en el muy bajo nivel de remesas que se envían a «casa». Una razón de que la tasa de paro irlandesa se mantenga en un 14% en vez de un 20-25% es la increíble huida al extranjero de las y los jóvenes trabajadores.
En el País Vasco, en cambio, no hay una emigración masiva de personas trabajadoras jóvenes. En vez de huir se ha intensificado la lucha de clase. La lucha por la liberación nacional ha ganado apoyos entre la clase media y los pequeños empresarios ante el fracaso total del régimen de derecha de Madrid (dirigido por el autodenominado «Partido Popular«) a la hora de frenar la espiral descendente. La fusión de la lucha de clase y la nacionalista en el País Vasco ha militado en contra de cualquier acuerdo capitulador firmado por los sindicatos «moderados», Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de Trabajadores (UGT). LAB tienen mucha más influencia de lo que podría sugerir la cantidad de sus afiliados formales. La capacidad de LAB para movilizar está arraigada en su influencia entre los delgados de fábrica que se eligen en todos los centros de trabajo y que supera con mucho la cantidad total de afiliados. Por medio de la reunión de delegados en asamblea las y los trabajadores discuten y votan la huelga general, a menudo pasando por encima de las ordenes provenientes de los cuarteles generales en Madrid. La democracia directa y la militancia de base liberan a los y las trabajadoras vascas militantes de la burocrática estructura sindical centralizada que en Irlanda ha impuesto que se haga unas retrógradas « retribuciones « a las corporaciones multinacionales.
En el País Vasco existe una fuerte tradición de cooperativas, especialmente el complejo industrial Mondragon que ha creado una solidaridad entre trabajadores de las comunidades urbanas y rurales ausente entre trabajadores irlandeses. Los dirigentes políticos y asesores económicos irlandeses se han postrado ante las corporaciones multinacionales y les han ofrecido el tipo impositivo más bajo, exenciones fiscales mayores y a más largo plazo, y la regulación laboral más sumisa de todos los países de la Unión Europea.
En el País Vasco el partido nacionalista y socialista EH Bildu– Sortu , el diario Gara y LAB proporcional un apoyo ideológico y político mutuo durante las huelgas, las contiendas electorales y las movilizaciones de masas basadas en la lucha de clases. Juntos hacen frente a los programas de «austeridad» como una fuerza unida.
En Irlanda el Partido Laborista, supuestamente vinculado a los sindicatos, ha entrado en la actual coalición en el gobierno. Han aceptado una nueva oleada de recortes en el gasto social, los despidos de empleados públicos y una reducción de salarios [1] del 20%. Es posible que los dirigentes sindicales estén divididos en relación con estos draconianos recortes, pero la mayoría sigue apoyando al Partido Laborista. El más militante sindicato de trabajadores del comercio rechaza los recortes, pero no tiene alternativa política. Aparte del apoyo del partido nacionalista-republicano Sein Fein y de partidos de izquierda más pequeños, la clase política no ofrece una estrategia o programa político progresivo claro. El Sein Fein ha hecho la «transición» desde la lucha armada a la electoral. Según las últimas en cuestas (mayo de 2013), ha duplicado su índice de aprobación de menos del 10% al 20% debido a la crisis. Sin embargo, el Sein Fein está dividido internamente: el ala «izquierda» pro-socialista quiere intensificar la lucha «en contra de la austeridad» mientras que los dirigentes parlamentarios «republicanos» se centran en la unificación y quitan importancia a la lucha de clase. A consecuencia de su colaboración con la «troika» y las nuevas leyes de impuestos regresivas el Partido Laborista está perdiendo apoyo y el partido tradicional de derecha, Fianne Fail, que fue responsable de estafas generalizadas, del boom especulativo y de las concesiones a las corporaciones, está volviendo a la escena electoral ¡e incluso puede que vuelva al poder! Esto ayuda a explicar por qué las personas trabajadoras han perdido la esperanza en cualquier cambio electoral positivo y están huyendo masivamente de la perpetua inseguridad en el trabajo impuesta por su elite: «Mejor un billete de avión a Australia que toda una vida de servidumbre por deudas, unas leyes sobre bancarrota regresivas y contratos dictados por los patronos aprobados por los jefes de los sindicatos que tiene salarios de seis dígitos».
La revuelta del País Vasco en contra del gobierno central de Madrid se basa en parte en el hecho de que es una de las regiones del Estado español más productivas, avanzadas tecnológicamente y progresivas socialmente. El paro en el País Vasco es inferior al del resto del Estado. Un alto nivel educativo, un sistema regional global de salud, especialmente en las zonas rurales, y una extendida red de asambleas electas locales, combinado con sus herencias cultural y lingüística únicas han hecho avanzar a la nación v asca hacia mayor entidad política. Para muchas personas esto señala a los vascos como la «vanguardia» política para romper con los dictados neoliberales de la UE y el decrépito régimen de Madrid.
Conclusión: perspectivas políticas
Si continúan las actuales tendencias de políticas de austeridad y de emigración Irlanda se convertirá en un «país vacío», con monumentos históricos, bares llenos de turistas e iglesias antiguas, carente de sus trabajadores y trabajadoras más ambiciosas, mejor preparadas e innovadoras: un paraíso fiscal desindustrializado, las Islas Caimán del Atlántico Norte. Ningún país de sus dimensiones puede seguir siendo un Estado viable si tiene que hacer frente a los actuales y cada vez mayores niveles de emigración de sus trabajadores más jóvenes. Irlanda será recordado por sus postales y vacaciones fiscales. Sin embargo, hay esperanza ya que los republicanos de izquierda del Sein Fein, los socialistas, comunistas y activistas antiimperialistas se unen a las y los trabajadores en paro y con trabajos precarios para formar nuevas redes de movimientos de base. Hasta cierto punto puede que se detengan las puertas giratorias de los políticos irlandeses que asumen y dejan cargos públicos. Puede que jóvenes educados y enfadados que tienen trabajos interiores a su formación decidan quedarse en casa, mantenerse firmes y volver sus energías hacia una rebelión popular. Un importante dirigente socialista lo resumía de la siguiente manera: «El profundo pesimismo y la influencia de la fallida democracia social y de la ideología imperialista dentro del movimiento de los trabajadores son muy fuertes. Como sabe, solo podemos empezar a partir de donde estamos«. En efecto, la determinación y convicción de los militantes de los sindicatos irlandeses es una razón para esperar y creer que la actual huida va a convertirse en una lucha futura.
En el caso del País Vasco la cada vez mayor lucha nacional y de clase, unida al legado de unas cooperativas y una solidaridad poderosas basadas en asambleas da esperanzas de que se puede derrotar al actual régimen reaccionario de Madrid. La junta neofascista gobernante (el partido gobernante sigue honrando a la dictadura y al ejército de Franco) está cada vez más desacreditado y tiene que recurrir a una presión cada vez mayor. En lo que respecta a los movimientos militantes vascos el régimen ha adoptado violentas medidas provocativas: criminalizar las protestas de masas legales, detener a personas que luchan por la independencia haciendo acusaciones y prohibiendo mostrar las fotos de los presos políticos (a los que Madrid llama «terroristas»). Es evidente que el gobierno está cada vez más preocupado por la fuerza de las huelgas generales y el creciente poder electoral de la izquierda independentistas, y ha estado tratando de provocar una «respuesta violenta» como pretexto para ilegalizar la prensa, el partido y el programa de EH Bildu Sortu y LAB.
En mi opinión, Madrid no tendrá éxito. España como Estado centralizado se está deteriorando: las políticas neoliberales han destruido las relaciones económicas, ha destrozado el vínculo social y abierto la puerta a movimientos sociales avanzados. El sistema bipartidista se está desmoronando y una nueva generación de movimientos autónomos está desafiando las políticas colaboracionistas de clase de los confederaciones de sindicatos tradicionales.
Notas:
[1] El autor diferencia entre » salary» y «wage» que, aunque ambos significan sueldo o salario, «salary» se calcula anualmente, se paga mensualmente y se traduce en una cantidad constante que perciben los profesionales, mientras que «wage» se calcula por horas o días y se paga semanalmente (N. de la t.).
[2] Estas cifras han sido rectificadas por el autor después de la públicación del artículo en inglés (N. de la t.).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.