La jerarquía católica venezolana, acusada por las autoridades de intromisión en asuntos ajenos a la religión, ratificó hoy su enfrentamiento al proyecto de reforma constitucional del presidente Hugo Chávez. Una declaración de la Conferencia Episcopal Venezolana acusa al mandatario de intentar concentrar poder, pese a que el proyecto busca dar carácter constitucional al Poder Popular, […]
La jerarquía católica venezolana, acusada por las autoridades de intromisión en asuntos ajenos a la religión, ratificó hoy su enfrentamiento al proyecto de reforma constitucional del presidente Hugo Chávez.
Una declaración de la Conferencia Episcopal Venezolana acusa al mandatario de intentar concentrar poder, pese a que el proyecto busca dar carácter constitucional al Poder Popular, para garantizar la participación de la población.
El documento coloca nuevamente a la jerarquía católica frente a Chávez, quien recientemente pidió a los obispos pedir perdón públicamente por el apoyo dado al golpe de Estado de 2002.
«Ningún obispo ha salido a pedir perdón o, por lo menos, a reconocer el error. Nadie ha pedido perdón por el cardenal Ignacio Velasco, que en paz descanse, que tenía como nombre clave «zamuro negro», y en cuya casa se reunían los golpistas», expresó.
La posición de la Conferencia Episcopal rechaza asimismo la proyección socialista con la que Chávez propone enfrentar la pobreza y considera que ese modelo es «contrario a la visión cristiana del hombre».
Una declaración similar de los obispos el pasado julio fue interpretada por las autoridades como alineamiento con la oposición y provocó también el rechazo de muchos creyentes por considerar que constituyó un espaldarazo a los ricos.
En esa ocasión los obispos criticaron la reforma, aun antes de conocerse, lo que llevó a algunos como el párroco de Maracaibo Atencio Vidal a denunciar que el documento ocultó programas diseñados para dar salud y educación a millones de pobres.
Esa declaración siguió a un acercamiento, que hoy parece llegar a su fin, luego del nombramiento como cardenal de Jorge Urosa y de Giacinto Berlocco como Nuncio Apostólico, considerados moderados, en relación con sus antecesores.
Según versiones de fuentes cercanas a la Conferencia Episcopal de Venezuela, la entidad es controlada por los radicales opuestos al presidente venezolano liderados por Baltasar Porras, Roberto Luckert y Ovidio Pérez Morales.
El documento episcopal ratifica el dominio de la orientación conservadora, manifestada también en el caso del sacerdote Martín Zapata, rector de la Universidad Católica Santa Rosa, cuya destitución fue solicitada por el episcopado.
Zapata atribuye a la maniobra un carácter político: «Me han clasificado como un cura rojo, marxista, porque dicen que he puesto la universidad en manos de las hordas chavistas y en beneficio de la Revolución».
El Presidente de la República estima que los principios originales del cristianismo deben integrar el sistema proyectado para beneficio de toda la sociedad, en particular los pobres, junto a los conceptos socialistas y el ideario de Simón Bolívar.
Para algunos, como el diputado Augusto Montiel, la iglesia católica venezolana desperdicia así la oportunidad de incorporarse a una corriente que avanza en el continente con el apoyo de la mayoría de los sectores tradicionalmente excluidos.