Posiciones antigubernamentales de los obispos colocan hoy a la jerarquía católica venezolana en el centro de las críticas de feligreses y autoridades que acusan a la institución de asumir una actitud política conservadora. El origen del nuevo enfrentamiento es la crítica frontal de la Conferencia Episcopal de Venezuela a un proyecto de reforma constitucional que […]
El origen del nuevo enfrentamiento es la crítica frontal de la Conferencia Episcopal de Venezuela a un proyecto de reforma constitucional que los obispos consideraron un intento de establecer el marxismo leninismo.
La virulencia del ataque llamó la atención en sectores de la sociedad venezolana sobre todo porque se trata de un intento de frustrar una iniciativa de la cual no existe todavía ni un borrador conocido públicamente.
La postura contrasta con el llamado del presidente Hugo Chávez a toda la población, incluyendo la oposición, a aportar propuestas para la reforma que busca el perfeccionamiento de la sociedad con el objetivo de lograr una mayor justicia social.
El propio presidente Chávez, quien se autodefine cristiano, acusó a los obispos de mentir e intentar manipular a una población tradicionalmente considerada católica.
La acusación más recurrente es que la jerarquía eclesiástica asumió nuevamente una posición de defensa de los ricos, en contradicción con los principios originales del cristianismo.
Cheo Peñalver, en un artículo publicado en un medio electrónico local, se pregunta por qué la jerarquía de la Iglesia ataca en forma implacable al gobierno del presidente Chávez, que ha fundamentado el Socialismo del Siglo XXI, en los postulados del propio Jesucristo.
Según su criterio se debe a que hoy como en 1812, en plena gesta independentista, la jerarquía de la Iglesia toma partido por los privilegiados, alejándose de los postulados de Cristo cuando afirma que de los pobres es el reino de Dios (Lucas 6,-20-21).
«Cada día que pasa, estoy más convencido que la alta jerarquía de la iglesia Católica ha sido, es y seguirá siendo un partido político más y un poder, sobre la faz de la tierra», opina Ramón González, quien dice creció en un hogar católico.
El coronel Hendy Montiel, ingeniero metalúrgico, escribió en el sitio web Aporrea que con su actitud la iglesia reafirma una historia de oposición a los intereses nacionales, desde 1797, cuando un clérigo denunció la conspiración emancipadora de Gual y España.
La posición de los obispos recibió el respaldo de los partidos opositores, pero también la crítica de autoridades como el canciller Nicolás Maduro quien «»como ciudadano y como cristiano» deploró el uso de la sotana y su influencia para emitir juicios políticos.
Al respecto afirmó que los obispos en su país actúan como dirigentes políticos y pretender ser inquisidores del gobierno del presidente Chávez.
Maduro no sólo estimó que se trata de planteamientos alejados de la realidad venezolana, sino también alertó que forman parte de un plan desestabilizador contra el gobierno.
Coincidentemente algunos medios periodísticos estiman sospechosa la posición del episcopado tras el fracaso reiterado de los políticos opositores y el enfriamiento de un movimiento estudiantil que pretendió tomar las calles.
Pero más allá de conjeturas sobre las motivaciones, lo real es que la cúpula venezolana regresó a una posición de enfrentamiento con las autoridades, luego de un período de calma relativa, para algunos resultado de una lucha interna de corrientes.
El rechazo de muchos católicos a la posición de la jerarquía de la iglesia parece tener un importante asidero en que al enfrentar al gobierno de Chávez los obispos se oponen a una política de gran contenido social, beneficiosa para millones de pobres.