Existe el peligro en los momentos actuales de que se desarrolle una profundización de la recesión a escala mundial. Desde hace 4 años asistimos al final definitivo del auge económico imperialista. Esto expresa el crepúsculo del capitalismo mundial y demuestra claramente que el modelo económico liberal-capitalista ha alcanzado un callejón sin salida. La primera potencia […]
Existe el peligro en los momentos actuales de que se desarrolle una profundización de la recesión a escala mundial. Desde hace 4 años asistimos al final definitivo del auge económico imperialista. Esto expresa el crepúsculo del capitalismo mundial y demuestra claramente que el modelo económico liberal-capitalista ha alcanzado un callejón sin salida. La primera potencia mundial se encuentra al borde de la bancarrota, si no resuelve la cuestión del pago de la deuda antes del 2 de Agosto próximo.
Debido a los enormes déficits tanto de la balanza de pagos como del déficit financiero en los presupuestos, se enfrenta a dificultades enormes que puede provocar un nuevo colapso del dólar lanzando al sistema hacia una recaída fulminante de la recesión. El imperialismo en EEUU se enfrenta a los dos temibles males del capitalismo en la actualidad, como son el estancamiento y la inflación de forma simultánea.
Si no se evita la recesión del mercado más grande del planeta, que es el capitalismo estadounidense, puede provocar una reacción en cadena sobre la Unión Europea y el resto de las economías. Algunos premios Nobel de economía, los economistas burgueses serios y las estadísticas pronostican una caída real de la producción industrial en los países más desarrollados, debido sobre todo al dumping social que representa las enormes inversiones y la capacidad productiva de China y demás países asiáticos.
Esa situación desataría una guerra de mercados muy virulenta que tendría como consecuencias fundamentales los levantamientos de las masas y enfrentamientos políticos explosivos que podrían contagiarse rápidamente como ocurrió en los recientes levantamientos revolucionarios vividos en el Norte de África.
Lo que nos han vendido como un inicio de la recuperación que intentaban explicar como una salida de la crisis, ha sido un engaño más pues apenas ha habido una utilización media del 69 % de la capacidad productiva instalada en los países desarrollados. Esto significa que sigue existiendo una caída de la tasa de inversión, pues la Formación Bruta de Capital Fijo aún no se ha recuperado, cuando sabemos que ese índice nos muestra los puestos de trabajo que se pueden crear en el futuro a corto plazo, pero sigue todavía en negativo.
La nueva recesión está llegando rápidamente sobre los talones de la última; aproximadamente unos cuatro años desde la última crisis del verano de 2007, y ahora regresamos a lo que posiblemente será una recesión algo más profunda que la anterior. Aunque es preciso analizar con cautela los procesos económicos. La recesión de 2007 no sólo significó, en cuanto al conjunto de los países claves del sistema, una caída de la producción, sino que lo más grave es que también supuso un desempleo de millones de personas y un incremento del hambre mundial que se estima por encima de los 150 millones de seres humanos más desde que golpeó la crisis.
La situación de abandono de los pueblo pobres que vemos ahora de nuevo en Somalia, es una condena de lo asesino que es este sistema capitalista, que se ha convertido en una FÁBRICA DE MATAR, donde están dejando morir a 12 millones de personas que corren hambrientas y despavoridas sin que le den solución. La ONU y sus organismos como la FAO, reclaman, tarde y mal, unos 1.600 millones para paliar la situación, y les dicen que no hay dinero, lo cual es falso. El presupuesto destinado a guerras en EEUU para este año supera los 700.000 millones de dólares. Dicen los expertos que con solo dedicar el 1 % del gasto de armamento se podría resolver el hambre en todo el mundo, pero es más, con el 1 % de lo que gasta solamente un país como EEUU que representaría más de 7.000 millones de dólares, se podrían cubrir más de 4 veces el presupuesto que reclama la FAO. Esto demuestra el método asesino de exterminio de los pueblos que está aplicando el imperialismo. Dicen que no hay dinero, pero no es verdad, lo que ocurre es que están utilizándolo para acabar con los pueblos que no son rentables para su economía.
Si se recrudece la recesión el desempleo, el hambre y la miseria aumentarán en todos los principales países capitalistas del mundo y mucho más en los países empobrecidos. El paro, ahora no simplemente forma un ejército de trabajo de reserva, sino que indica una enfermedad orgánica del capitalismo como ocurrió en el período de entreguerras. Esta nueva recesión, que podría durar años, a su vez será seguida de un nuevo boom inestable, pero las deudas serán impagables. Esto se verá, pero con ritmos cada vez más rápidos, seguido por una nueva recesión.
Hemos entrado en un nuevo periodo donde los ciclos de auges y recesiones se moverán más rápido que en cualquier otro momento de la historia del capitalismo. Las convulsiones sociales, los cambios bruscos y repentinos en la toma de conciencia de las masas se verán acelerados de forma vertiginosa. Significa eso que ahora estamos en la época de la agonía mortal del capitalismo, pero que se negará a morir mientras no existan las fuerzas suficientes y necesarias para que este modelo decrépito, senil y corrupto hasta la médula, sea sustituido.
Si no se inicia el cambio de modelo de sociedad, aplicando modelos alternativos, se va a producir una tendencia a la caída de los niveles de vida, con oleadas de migraciones desesperadas, en todos los países capitalistas. En estas oleadas de luchas rápidas y sucesivas de auges y crisis, es precisamente cuando las masas sacan conclusiones de emergencia, exigiendo sus derechos a una vida mejor y organizándose para la lucha.
Los cambios bruscos y constantes de una situación económica a otra, con caídas de gobiernos y saltos a derecha e izquierda producen mucha incertidumbre y ésta, a su vez, tiene un efecto político sobre la conciencia de las masas, abriéndose un período de explosiones políticas que pueden afectar a continentes enteros. Esos procesos de inestabilidad crónica del capitalismo tienen efectos a su vez, sobre las perspectivas de la burguesía de cada país. El pesimismo se extiende y la penumbra y el temor ante un futuro económico incierto desata la huelga de capitales que empeora la situación.
Esa decadencia del sistema capitalista queda reflejada incluso en sus propios representantes que permanecen perplejos sin saber qué medidas tomar: además, se equivocan al plantear que los recortes sociales en los presupuestos y los ataques van a solucionar los problemas, porque dialécticamente ocurre lo contrario: el mercado global se deprime y prepara una situación de espiral descendente que lastra la economía. La otra medida que se experimentó con el keynesianismo ya no sirve porque las deudas son tan abultadas que se rompería el equilibrio agudizando la quiebra total con bancarrotas estatales múltiples.
Mientras esto ocurre, las organizaciones tradicionales de la clase obrera observan por la izquierda la debilidad del estalinismo que fue derrotado por la propia historia y la socialdemocracia que ha colapsado ante las presiones del imperialismo. Las direcciones mayoritarias, sean políticas, sean sindicales del movimiento obrero han sido totalmente incapaces de evaluar correctamente la nueva etapa a la que nos enfrentamos en el desarrollo de la economía capitalista en el contexto histórico mundial.
Las condiciones objetivas para el socialismo democrático, están maduras, pero ese nuevo modelo tiene que surgir recogiendo lo mejor de los modelos mencionados de la «socialdemocracia» periclitada, que ha sido incapaz de enfrentarse al capitalismo, habiéndose convertido en sus meros gestores (y ya ni eso), y el «estalinismo» cuya falta de democracia obrera, junto con la burocracia corrupta y el nacionalismo gran ruso, produjeron su bancarrota, por lo que toda esa experiencia histórica hará que la lucha de clases descubra el camino que posibilite el cambio necesario.
El capitalismo refleja sus insalvables contradicciones en el agravamiento de las contradicciones entre la producción social, por un lado, y los Estados nacionales y la propiedad privada por el otro. Esta última se ha convertido en un enorme freno y drenaje para el desarrollo de las fuerzas productivas. El capitalismo ya no es capaz de cumplir esta tarea con el éxito que consiguió durante los períodos de décadas, incluso utilizando los salvajes mecanismos de la guerra de rapiña, que se convierten en gastos deficitarios cada vez más inviables de soportar. Están metidos en varios frentes sangrientos, como Irak, Afganistán, Oriente Medio, Libia… y no quieren reconocer su derrota.
El imperialismo, a través de la eliminación provisional de las fronteras nacionales de los países capitalistas superaron parcialmente las contradicciones durante un tiempo, con la tan cacareada GLOBALIZACIÓN, que incrementó el desarrollo del comercio mundial y la reducción de las tarifas y otras barreras arancelarias entre las naciones capitalistas. La dominación a través de la guerra, o el chantaje y la amenaza de ésta, del imperialismo estadounidense fue suficiente para dictar esta política a sus rivales y fue un medio de superar parcialmente los límites del capitalismo: el Estado nacional y la propiedad privada. El comercio mundial y la tasa de beneficios de los imperialistas aumentaron de forma desaforada.
Se produjo una profundización de la división mundial del trabajo y una extensión de la integración de la economía mundial en un conjunto indivisible, nunca visto en la historia. La internacionalización del capital tuvo lugar a través de las multinacionales. Quizás por última vez se dio un impulso al desarrollo de las fuerzas productivas en los países industrializados y, en parte, incluso en los países subdesarrollados, que con enormes inversiones de capital procedente de EEUU y Europa, creyeron que habían superado estas contradicciones, pero eso fue solo parcial y temporalmente, pues la Historia no se había terminado, como pronosticó alguna lumbrera mercenaria del capital.
En realidad, la economía se ha desarrollado tanto que ha sobrepasado los límites proporcionados por el sistema capitalista. Ahora nos hallamos en el crepúsculo del capitalismo y nos enfrentamos a una época convulsiva de la lucha entre las clases. Pero la agonía mortal del capitalismo no podemos esperar que se produzca simultáneamente ni por implosión sino que será una lucha larga y difícil.
Durante el desarrollo del capitalismo se han creado ingentes recursos económicos, que pueden, y podrán, ser utilizados para sostener al capitalismo, cuando su supervivencia peligre. En un momento de insurrección de masas los capitalistas no dudarán en hacer concesiones para conseguir un margen de respiro. Pero darán marcha atrás tan pronto como la situación haya cambiado y el movimiento de masas de la clase obrera haya disminuido. Eso es lo que no entienden las direcciones reformistas de los sindicatos mayoritarios, que para conseguir algunas reformas positivas, la lucha de masas tiene que ser firme y lo más amplia posible, incluso con métodos revolucionarios. En las condiciones modernas, el papel del factor subjetivo es el más importante para las conquistas sociales.
El papel de las direcciones reformistas, sindicales y políticas, una vez y otra ha consistido en intentar salvar al capitalismo de su bancarrota. No han entendido que el capitalismo ha pasado de ser un freno relativo para el desarrollo de las fuerzas productivas, a convertirse ya en un freno absoluto, que no admite ninguna reforma que no sea arrancada por la fuerza de las masas en acción.
El capitalismo ha propiciado un sistema «democrático» falsificado, en base a dos partidos de derechas en casi todos los países. En Estados Unidos son el Partido Republicano y el Partido Demócrata. En otros países algo de lo mismo, pero bajo el estrecho margen de la crisis estructural del capitalismo no existe margen suficiente para reformas viables que satisfagan las necesidades de la clase asalariada.
Ante esa situación vemos que existe un malestar sin precedentes con ambos partidos políticos, tanto con los demócratas, a los que se han atado los dirigentes sindicales y los sindicatos, como con los republicanos, virtualmente los representantes de las grandes empresas. La razón está en que durante el transcurso de los últimos años no ha habido un aumento concreto de los ingresos reales antes de impuestos de los trabajadores. Después de impuestos incluso se ha producido una caída de los niveles de vida de la clase obrera norteamericana. En los últimos 25 años realmente ha habido un declive de los ingresos reales de los asalariados.
Cuando ganó Obama las masas estaban muy animadas y contentas porque se les prometía avances sociales, en sanidad, educación y mejoras sociales, pero la presión desde el primer momento de los lobbies económicos en manos de los Republicanos ha hecho fracasar todas las expectativas de cambio. Ahora Obama esta siendo cuestionado con furia por la población. Eso explica la actitud de las masas hacia los partidos burgueses, la repulsión, el escepticismo y el cinismo hacia todos los partidos.
El capitalismo norteamericano se encuentra igualmente en un callejón sin salida; el gobierno pasa de unas promesas a su contraria, lo que añade una inestabilidad social, a la crisis política y económica. Se está acelerando el proceso y los trabajadores norteamericanos pueden llegar a la conclusión de que necesitan organizar un partido del movimiento obrero independiente, que se está fraguando ya.
En EEUU la clase obrera negra y otras capas oprimidas están pasando ya a desarrollar acciones de lucha industrial, contra los banqueros y políticos. Los trabajadores organizados han empezado a ejercer presión rechazando los ataques y los fraudes, por conseguir mejoras y necesitarán una organización independiente del capital, de izquierdas, de los trabajadores y que defienda a las masas explotadas.
Los ritmos de vida en Estados Unidos son diferentes a Europa y los trabajadores, obligados por las circunstancias de la crisis, pueden conseguir en un menor plazo que en otros países, crear un partido obrero de masas, que sea utilizado para defender sus intereses que les arranca el salvaje capitalismo mafioso. Máxime cuando el anterior auge económico tuvo el efecto positivo para la izquierda de reforzar poderosamente el desarrollo de las clases asalariadas, que hacen ahora frente al capitalismo, cada vez con más virulencia.
En el anterior periodo los trabajadores norteamericanos, a pesar de trabajar duro y de esfuerzos personales, muchos sectores cualificados de los trabajadores consiguieron niveles de vida altos. Tenían dos coches, un rifle, buenas vacaciones y cosas similares, un nivel de existencia bastante confortable. Ahora eso ha terminado. Incluso aunque la recesión vaya seguida por un nuevo período de boom anémico, requerirá de enormes esfuerzos por parte de los trabajadores norteamericanos para recuperar lo que han perdido debido a la crisis, la recesión y la inflación de los últimos años. Exigirá de batallas intensas y luchas huelguísticas, probablemente a un nivel considerablemente superior al de las impresionantes huelgas de antaño. El hecho de que millones de trabajadores en EEUU estén parados, de entre ellos más de ocho millones que pueden perder sus hogares por no poder pagar las hipotecas, demuestra que económicamente el capitalismo mundial no está en condiciones de salir de la crisis con la celeridad que necesitaría.
Nos acercamos a períodos de auge en las luchas obreras, períodos de revolución, períodos de luchas diversas de los trabajadores en cada uno de los países capitalistas. Habrá períodos de desconcierto, desesperación e indiferencia, alimentados por la frustración del movimiento de los trabajadores por la política de los partidos y por la debilidad de sus direcciones que serán cuestionadas una vez y otra.
No obstante, en un período de diez a quince años, o antes en algunos países, las masas rápidamente llegarán a la conclusión de que no hay otro camino que la transformación socialista de la sociedad. En países donde existe tradición de partidos socialdemócratas y socialistas, la clase trabajadora continuará, como han repetido durante décadas y décadas, girando hacia las organizaciones mayoritarias de la clase trabajadora, por muy desprestigiados que estas estén por ahora.
Cada vez más capas activas de la clase obrera exigirán a sus dirigentes una política en interés de los trabajadores y si no lo hacen intentarán apartarlos y elegir nuevas direcciones y nuevos programas. Porque comprenderán que los intereses de los más pobres, de los explotados, de los oprimidos, de la clase trabajadora en su conjunto, que esos intereses solamente pueden ser satisfechos con la lucha de masas, que arrastrará tras de si a las capas medias semi-proletarizadas.
El incremento de las contradicciones en el mundo capitalista va acompañado de las contradicciones que se darán y se desarrollarán en el interior de los partidos de masas de los trabajadores, cuando la burocracia se ha convertido ya en un freno absoluto para dirigir a los trabajadores en sus luchas por mejoras sociales.
Existen grupos y partidos que se reclaman del comunismo más ortodoxo que desarrolló Stalin. Ahora bien, el modelo Soviético ha sido probado por la historia y los trabajadores no hicieron, cuando se estaba derrumbando, nada por defenderlo, porque entendían que donde no existe democracia obrera ni control de la producción esto lleva a una situación caótica como así había ocurrido. Las masas trabajadoras son utilizadas simplemente como otro factor de producción. Se habían desarrollado nuevas contradicciones entre los intereses de las masas y los de la burocracia hasta que el sistema más o menos se derrumbó acosado por el imperialismo que estaba muy satisfecho, pero con esta recesión están muy preocupados porque no tienen al «comunismo» para echarle todas las culpas.
En la extinta URSS vimos cómo la burocracia tenía tendencia a buscar una salida a las contradicciones económicas que ella misma había producido con el aumento de la participación en el mercado mundial. Las ilusiones de construir el socialismo en un solo país, cuya política estalinista había sido completamente derrotada, llegaron a su final alcanzado de otra forma también a China, donde las ideas autárquicas de Mao tuvieron que ser reemplazadas y ahora vemos a un «Partido Comunista-Capitalista Chino» que es una contradicción insalvable que se tendrá que despejar al final.
La decadencia patética del «marxismo estaliniano» oficial se expresó en Polonia, con la manifestación gigantesca a favor del Papa, cuando las masas se oponían a la mala gestión burocrática del régimen, pero no existía la más mínima indicación de un movimiento de masas en dirección clara al Capitalismo como alternativa, sino que fue introducido por las fuerzas de los poderes fácticos, Iglesia, Ejército y Capital y ahora muchos trabajadores del Este añoran la igualdad, porque la mayoría no puede vivir y solamente una ínfima minoría convertidos en capitalistas explotan a las masas.
En esta recesión la decadencia del capitalismo y la dificultad de contener a las masas por otros métodos que no sean el fraude y los métodos parlamentarios de engaño, mentiras y distorsión, indican la debilidad del sistema. Pero no nos deben pillar por sorpresa los acontecimientos, pues hemos visto los levantamientos de las masas en acción derrotando a sus tiranos, uno tras otro, como se derrumba las fichas del dominó, en las Revueltas y Revoluciones del Norte de África, que no es un acontecimiento accidental , sino que ha sido el inicio de los procesos que tendrán lugar en el futuro si no se consigue modificar el modelo de explotación capitalista, que aunque algunos empezaron diciendo que había que reformar, ha demostrado que no admite reformas, sino que nos han implantado una «dictadura financiera de los capitales», que ahora llaman eufemísticamente «los mercados». Pero en un país tras otro, cuando la recesión apriete, las masas tomarán de nuevo el camino de la lucha.
Quizás en los países subdesarrollados, como en el mundo desarrollado, los acontecimientos no procederán en línea recta. Habrá alzas y bajas de la economía que serán seguidos por movimientos de las masas, no necesariamente en consonancia y sincronizados aunque cada vez lo estarán más a la par por el papel de contagio que juegan las nuevas tecnologías. En los países subdesarrollados, más que en cualquier otra zona, los capitalistas son absolutamente incapaces de desarrollar las fuerzas productivas excepto hasta un nivel muy limitado. Como en los países capitalistas occidentales, las mejoras en la economía que tendrán lugar de vez en cuando sólo pueden animar a las masas y las reivindicaciones de la clase obrera en particular. La propiedad privada, el latifundismo y el capitalismo son totalmente incapaces de jugar un papel progresista en las condiciones modernas que impone el imperialismo en el mundo subdesarrollado manteniéndose la propiedad privada que estrangula la producción.
El proceso molecular de toma de conciencia, la psicología de las masas, particularmente en el mundo subdesarrollado, está cambiando. La perplejidad de la burguesía y el fracaso de la clase dominante en demostrar una salida a la sociedad, tiene consecuencias revolucionarias en los países coloniales. Ahí la burguesía es completamente incapaz de jugar el papel que jugó la burguesía en Occidente en el pasado. La parálisis de la burguesía se reflejará en la furia de las masas que exigirán soluciones cada vez con más fuerzas.
El callejón sin salida en el que el imperialismo y los Estados semi-feudales, latifundistas y capitalistas se encuentran, ha sido el responsable de la revolución en Túnez, Egipto, Libia, Yemen y demás… Se está abriendo un nuevo período, en el que habrá convulsiones, unas tras otras, en los continentes económicamente atrasados del mundo. El socialismo internacionalista, utilizando el método del materialismo dialéctico para el análisis de la realidad y en vistas a ofrecer las transformaciones necesarias, debe encontrar un camino para llegar a las masas, particularmente en países que han desarrollado un movimiento obrero y sindical, para ayudarles a sacar conclusiones, organizarse y reivindicar el verdadero programa de transición al socialismo, con democracia, libertad y derechos civiles plenos.
Existe un peligro que tenemos que analizar y detectar, debido al callejón sin salida del capitalismo en los países coloniales en el que ha sido postrada la población y sometida a sangrientas tiranías. Ese peligro es el rebrote y desarrollo de partidos neo-estalinistas, que ante la desesperación de las masas, la intransigencia del capitalismo y la debilidad del factor subjetivo correcto, se pudiesen dar procesos de desarrollo de Estados bonapartistas proletarios, totalitarios, similares a los que se dieron antaño, lo cual retrasaría de nuevo el proceso hacia el verdadero socialismo democrático.
La solución a la miseria, al paro, al hambre, a la explotación y a la opresión de unos hombres contra otros, pasa por una lucha firme exigiendo la expropiación de esa minoría de capitalistas parásitos, que nadie ha elegido, para profundizar en la «democracia social», empezando por la nacionalización de la banca, los monopolios y los latifundios, para poner las principales palancas de la economía, mediante la creación de una Banca Pública y Democrática, así como las principales palancas de la economía, bajo el control democrático de toda la sociedad en beneficio del pueblo trabajador.
De esa manera se podría planificar de forma democrática y socialista la economía, se podría utilizar la tecnología que está muy desarrollada, para reducir drásticamente la jornada laboral y poniéndonos todas y todos a trabajar repartiendo el trabajo como un bien cada día más escaso. Así se permitiría a la mayoría de la población participar en las tareas del control democrático de la gestión de todas las Administraciones Públicas y en el resto de los ámbitos económicos, de atenciones sociales, culturales y políticos ejerciendo la democracia plena a todos los niveles, creando las condiciones materiales y humanas para un desarrollo espectacular de las fuerzas productivas priorizando los objetivo de la ética y el bienestar social marchando decididamente hacia una sociedad sin clases: Es decir la Sociedad Socialista Democrática, Internacionalista y Solidaria.
No a la Dictadura del Capital. Por la Federación Democrática y Socialista de Europa. Por el Derecho a la Autodeterminación de los pueblos del mundo. Hacia la Confederación Socialista Mundial.
* El autor pertenece al área de comunicación y formación de Izquierda socialista de Málaga PSOE-A