Al contrario que la mayoría de los periodistas estadounidenses que viajaron a Iraq a cubrir la guerra, Dahr Jamail lo hizo para detenerla, no para contemplarla pasivamente. Jamail era guardabosques voluntario en el Parque Nacional Denali, en Alaska. Corría el año 2003, cuando solía escuchar en la radio las noticias sobre la invasión a Iraq […]
Lo que sucedió después figura en su libro recién publicado, titulado «Beyond the Green Zone: Dispatches from an Unembedded Journalist in Occupied Iraq» («Más allá de la Zona Verde: Despachos de un periodista independiente en el Iraq ocupado»).
En noviembre de 2003, Jamail subió a un avión rumbo a Amman, y pocos días después estaba atravesando el desierto occidental iraquí en un taxi compartido rumbo a Bagdad.
«Mi ida fue un acto de desesperación», escribió. «Me atormentaba el hecho de que el gobierno de mi país hubiera invadido y ocupado ilegalmente otro al que había bombardeado en 1991.»
Una vez en Iraq, Jamail se dedicó a escribir informes sobre la gente común. Pasó meses en hospitales, morgues y mezquitas.
Sus despachos cubrían aspectos cotidianos de la ocupación, como la situación de los gasoductos, los puestos militares de control y las estaciones telefónicas. Ese trabajo fue publicado por numerosos medios de comunicación, incluida la agencia IPS.
Dahr Jamail es, tal vez, el único periodista estadounidense que documentó en persona el costo humano de los dos sitios de Estados Unidos contra la ciudad de Faluya, en abril y en noviembre de 2004.
En ambas ocasiones, Jamail dio cuenta de numerosas violaciones a las Convenciones de Ginebra, base del derecho internacional humanitario que protege a la población civil afectada por conflictos armados y a los prisioneros de guerra.
Entre otras transgresiones, el periodista constató el uso de bombas de racimo y fósforo blanco (sustancia similar al napalm) en áreas civiles densamente pobladas, el bloqueo del suministro humanitario a la ciudad, incursiones militares estadounidenses en hospitales y tiroteos contra ambulancias.
Tantos iraquíes murieron en Faluya que el estadio municipal de fútbol terminó convertido en una enorme tumba colectiva.
«Traté de pensar en un cementerio en un campo de fútbol en Estados Unidos –lápidas sobre la tierra y cuerpos desfigurados por la metralla debajo, poblando un lugar donde antes los niños reían y corrían y pateaban pelotas–, pero la imaginación me falló», observó.
El libro representa, en parte, un esfuerzo por acercar un poco más a los perpetradores de estos crímenes de guerra al banquillo de los acusados. Los asedios contra Faluya son el punto culminante del libro, que concluye cuando Jamail abandona Iraq por última vez, en febrero de 2005.
«No se necesita conocer los hechos que están ocurriendo ahora para saber qué es lo que sucede. Lo que sí resulta necesario es saber las condiciones que permiten todo eso», dijo el periodista a IPS.
Desde su regreso, pasaron muchas cosas en Iraq: elecciones, la investidura de un nuevo primer ministro y el aumento de tropas ordenado por el gobierno de Estados Unidos para mantener el «progreso» en el país ocupado, en especial en la occidental provincia de Anbar, donde se encuentra Faluya.
Jamail ve los acontecimientos actuales a través del prisma de los esfuerzos militares anteriores de Estados Unidos.
«Lo que veo en Anbar es una versión ‘macro’ de lo que hicieron en Faluya tras el fallido asedio de abril», explicó. «Les patearon el trasero. Como no podían tomar la ciudad, financiaron, armaron y apoyaron a las milicias locales y se retiraron.»
«Como las bajas de soldados se redujeron, fingen haber entregado el control de la seguridad a los iraquíes y hacen de cuenta que las cosas mejoran. En realidad, ahora volvieron a financiar y a apoyar a las milicias sunitas, pero a gran escala, y la bomba de tiempo no se detiene con nada», advirtió.
«Beyond the Green Zone» es el último en una serie enorme de libros escritos por periodistas estadounidenses para mostrar la guerra desde la óptica iraquí.
Las historias que narra Jamail aparecen rara vez en los noticieros televisivos o en la portada de los diarios estadounidenses, pero constan en libros como «Night Draws Near», del periodista de The Washington Post y ganador del premio Pulitzer Anthony Shadid, y también en documentales.
La situación informativa es paradójica. Por un lado, la mayoría de los hechos narrados por Jamail han sido ya bien documentados. Por el otro, la mayoría de los ciudadanos estadounidenses los ignoran.
«Los medios de comunicación ni siquiera comenzaron a mostrar lo que realmente está sucediendo en Iraq. La mayoría de la gente no tiene idea», dijo Jamail.
«El público ya sabe que la guerra no anda bien, pero no está al tanto de que la mitad de los iraquíes son refugiados o indigentes, o bien necesitan desesperadamente ayuda. ¿Cómo se informarían esas cosas si sucedieran aquí?», se preguntó.
«Todos los medios titularían: ‘¡Qué catástrofe!’ ‘¡La gente sufre!’ ‘¡Miren lo que le pasa a la familia de este niño!’ Pero en el caso de Iraq recibimos informes que rozan los hechos, según los cuales las cosas no van tan bien. No muestran realmente cuán mal está la situación», se lamentó.
La fotografía de Jamail reproducida en la tapa muestra a un niño iraquí parado nervioso cerca de un tanque estadounidense. En las páginas interiores, aparecen, abriendo cada capítulo, imágenes de cadáveres en una morgue y de combatientes de la resistencia con una lanzadera de cohetes, entre otras.
Jamail considera que sus fotografías son de aficionado, pues carecen de la complejidad en la composición que ornan imágenes tomadas por fotoperiodistas experimentados. Pero su ventaja es que muestran la ocupación de Iraq a través de los ojos de una persona común.
«Al volver a Estados Unidos, el país invasor y ocupante, vi a la gente siguiendo con sus vidas como si nada sucediera, para mi asombro. Si las noticias se volvían demasiado ‘intensas’, podían apagar el aparato y dar un paseo, mirar una película o llamar a un amigo», recordó.
«Beyond the Green Zone» es un esfuerzo por romper esa apatía.
«Nuestra obligación moral como periodistas es decir las cosas tal como suceden. La gente puede, si quiere, apagar la televisión, pero yo debo hacer mi trabajo. Quiero decirles: ‘Perdón, pero tu gobierno acaba de invadir otro país y lo mutiló. Tendrás que vivir con eso.»»
*Aaron Glantz es colaborador de IPS y publicó el libro «How America Lost Iraq» («Cómo Estados Unidos perdió Iraq»), de la editorial Tarcher/Penguin.