Recomiendo:
3

INDITEX 2020: La caída del mito

Fuentes: Viento Sur

El año 2020 pasará a la historia por muchas cosas: la Covid-19, el confinamiento domiciliario, las restricciones o las mascarillas, pero sobre todo porque miles de familias se han visto afectadas por una crisis económica sin paliativos que hoy, un año después, todavía no podemos apreciar su magnitud.

Con todo, las crisis económicas no afectan a todos por igual y mientras cientos de trabajadores y trabajadoras ven ante sí un futuro incierto, las grandes compañías han salido bien paradas. Una de ellas ha sido Inditex que pese a haber tenido un fuerte descenso de sus ingresos al principio del año, acabó ganando 1.106 millones de euros.

Esto contrasta con el malestar de sus trabajadores y trabajadoras (propios y auxiliares) que ven cómo los cierres de tiendas, los despidos, los ERTEs injustificados y los recortes de derechos se han convertido en la estrategia para contrarrestar el hecho de haber ganado menos que en años anteriores.

Parece que los problemas de Inditex con las empresas auxiliares ya no están solo en el sudeste asiático, el norte de África o Latinoamérica, ya que los trabajadores de las subcontratas que trabajan dentro y alrededor de su sede se han cansado y se están uniendo.

Algo que no debería olvidar una compañía que vive de su imagen inmaculada es que cuando aquellos que te han hecho crecer y enriquecerte se cansan de esa cuerda que cada vez ahoga más y su realidad de precarización y abusos te golpea en la puerta de casa. Cuando eso pasa, ni todas las administraciones, ni todos los medios obedientes del capital que te han rendido pleitesía y han contribuido a construir este mito, podrán silenciar la unión de una clase obrera sin miedo.

Greenwashing, digitalización y eliminación de puestos de trabajo

La crisis económica, así como la crisis energética y ecológica, está obligando al capital a reestructurarse. El escenario ha cambiado, pero el objetivo sigue siendo aumentar beneficios a toda costa y en un contexto de crisis, donde la bajada de ventas está provocando una pérdida en sus beneficios millonarios, el ahorro en el coste de personal se ha agudizado.

La digitalización junto con la externalización de servicios les brinda una oportunidad en este sentido y no la han dejado escapar. Con todo, siguen necesitando aumentar sus ventas y adaptarse a un público exigente con el cuidado del medioambiente y que demanda cada vez más productos etiquetados como bioeco o sostenible, por ello han tenido que reinventarse y encontrar la forma de seguir produciendo de la manera más barata posible, pero con una nueva imagen que les permite abrirse paso en nuevos mercados verdes para poder seguir sobreviviendo un tiempo. Con ello, el capital ha sabido construir una fachada verde que los medios de comunicación han comprado sin preguntarse cuánto de verdad había en el fondo.

Bajo ese discurso de sostenibilidad y modernidad, las empresas del sector textil -la segunda industria más contaminante- se han lanzado al mercado online y la ropa eco. Para el consumidor, marcas como H&M, Mango o Inditex están a la vanguardia en cuanto a la utilización de nuevas tecnologías y de nuevos tejidos sostenibles que nos hacen creer en el compromiso de las multinacionales con el planeta.

Pero ¿qué hay de cierto en este compromiso?, ¿la utilización de ropa reciclada y de tejidos vegetales como la viscosa tiene que ver con el cuidado del medio o con la subida de precios de las materias primas? ¿qué consecuencias tiene la venta online? ¿cómo tratan a sus trabajadores y trabajadoras estas marcas? Estas preguntas que no solemos hacernos cuando compramos una camiseta o un pantalón tienen consecuencias cada vez más cercanas.

Si bien la cuestión ambiental es sumamente importante, esta vez me centraré en el ámbito laboral local y las consecuencias de las decisiones de una de las empresas más importantes de nuestro país: Inditex. En junio de 2020 Inditex presentaba su plan estratégico: Horizonte 2020, en el que anunciaba su intención de impulsar su comercio digital. La consecuencia directa llegaría a principios de este mismo año con el anuncio del cierre de unas 250 o 300 tiendas en todo el Estado. Una decisión que dejaba claro la intención de la multinacional de prescindir poco a poco de la tienda física con la consecuente pérdida de empleos y derechos.

Si algo tenemos que tener claro es que Inditex funciona como todas las grandes empresas, su único objetivo es acumular la mayor cantidad de beneficios posible. A pesar de ello, sabe que como parte de su estrategia debe dar una imagen de ejemplaridad, por lo que no puede permitirse anunciar un ERE en sus tiendas. De esta forma, decidieron anunciar que ninguna de sus trabajadoras sería despedida sino que sería “recolocada”. En medio de una crisis como la de la Covid, en la que cientos de pequeñas y medianas empresas tuvieron que bajar las persianas definitivamente o mandar a sus trabajadores a un ERTE, Inditex aprovechó para colocar una trampa que sus empleadas no compraron y hoy siguen en pie de guerra para defender sus puestos y sus derechos.

El cierre, a priori, no implicaba despidos, pero dejaba a sus trabajadoras sin garantías. El texto del acuerdo dejaba claro que no se iban a garantizar los horarios ni las jornadas, incluidas aquellas adaptaciones por motivos de conciliación, en cuanto a los contratos temporales, tampoco se asegurarían ya que Inditex reconocía en dicho texto “la posibilidad de alternar períodos de actividad y no actividad a lo largo del año”, precarizando y destruyendo empleo por la puerta trasera. 1

El blanqueamiento de esta decisión no se hizo esperar. Inditex lanzaba al poco tiempo una serie de anuncios que tendrían entretenido al público, como la apertura de una tienda modelo de Zara Home o su nueva aventura empresarial, Zara Beauty, marca dedicada al mundo de la cosmética.

La decisión de apostar por la venta online fue adornada por el susodicho discurso de sostenibilidad, modernidad y prosperidad, pero dejando a su paso muchos cadáveres silenciosos.

La pérdida de derechos y la recolocación de las trabajadoras de las tiendas es solo la punta del iceberg. Detrás de cada una de las tiendas de la compañía existe toda una serie de trabajos que Inditex tiene subcontratados, por lo que la decisión de prescindir de los establecimientos físicos ha dado pie a que las empresas que han crecido y se han enriquecido bajo su sombra, lo utilicen como excusa para despedir y amedrentar a los trabajadores que osan ser críticos o reclamar sus derechos.

En varias de estas empresas, los sindicatos venían denunciando la explotación de sus trabajadores y trabajadoras y la tendencia a externalizar el trabajo mediante empresas de trabajo temporal. Situación que ha culminado con despidos masivos a pesar de que muchas de ellas cerraron el año anterior con beneficios.

Cándido Hermida, histórico proveedor de Inditex, despedía en mayo a 23 trabajadores que llevaban entre 10 y 28 años trabajando para la empresa, cubriendo esos puestos con una ETT, tal y como denunciaban los sindicatos CCOO, CIG y UGT.

A su vez, Kimak (antiguo grupo Caamaño), tomó una decisión similar despidiendo a 26 trabajadores apelando a la necesidad de adaptarse a las condiciones de Inditex. Por su parte, el grupo Malasa despedía a más de 100 personas en su filial Noa Madera Creativa mientras se lleva el trabajo para México. Carpintería y Barnizado Real (CBR) subcontrata de este grupo para el montaje de las tiendas de Inditex, presentaba en mayo un ERE de extinción y Montajes Nobre, otra de sus auxiliares, reducía al mínimo un personal que viene trabajando bajo condiciones de explotación laboral: cobrando por debajo del convenio, con jornadas de más de 10 horas diarias y sin cobrar vacaciones.

La situación que destapa esta serie de despidos, cierres y movilizaciones es que la estabilidad en el trabajo en el sector textil gallego tiene los días contados y la crisis de la Covid ha supuesto una excusa perfecta para que empresas más preocupadas por aumentar su margen de beneficios que por garantizar empleo de calidad siga precarizando y explotando a la clase trabajadora.

Precarización y lucha en las empresas auxiliares

Dar una de cal y otra de arena siempre ha formado parte de la estrategia Inditex y funciona siempre y cuando seas capaz de sostener ese difícil equilibrio. Sin embargo, parece que el mito se viene abajo. Uno de los mantras que repite la multinacional una y otra vez es lo importante que son los trabajadores y trabajadoras de la empresa. Es innegable que aquellos que cuentan con un contrato firmado por la compañía para trabajar en su sede tienen unos derechos con los que muchos ni soñamos y que la propia empresa se encarga de resaltar en la prensa continuamente: menús ecológicos a 15 céntimos, descuentos en ropa, servicio de transporte, tardes del viernes libre… Sin embargo, como se suele decir, no es oro todo lo que reluce.

Cualquiera que viva en Arteixo es consciente de la cantidad de personas que trabajan en la sede central del gigante de la moda. La cantidad de coches que entran y salen durante varias horas en cada turno, nos deja claro que Inditex da trabajo a una gran cantidad de personas. Lo que no sabemos es que gran parte de estos trabajadores pertenecen a múltiples empresas subcontratadas y cuyas condiciones son bien diferentes.

Existe una sensación generalizada en los trabajadores y las trabajadoras de las contratas que trabajan en las instalaciones de Inditex: “Aquí dentro hay trabajadores de primera y de segunda y se encargan de recordárnoslo todo el tiempo”, “nosotros somos de las auxiliares, no importa el tiempo que lleve nuestra empresa o nosotros mismos trabajando aquí, somos auxiliares”, “ no tenemos ni las mismas condiciones, ni los mismos derechos que los trabajadores contratados directamente por Inditex, por ejemplo, nosotros no podemos comer en el comedor por 15 céntimos».

Hasta hace poco tiempo y a pesar de estas diferencias, los trabajadores de las contratas mantenían una cierta paz con sus empresas y con la compañía, pero de un tiempo a esta parte la precarización y los despidos han hecho saltar esto por los aires. Actualmente, la situación de las contratas gallegas es insostenible y la imagen idílica de Inditex se resquebraja en medio de una crisis en la que el objetivo de sacar tajada es demasiado evidente. Mientras otras grandes empresas gallegas le ganan la partida en ese juego de la ejemplaridad aparente, Inditex no ha sabido estar a la altura.

La situación en estas empresas deja entrever un modus operandi que busca acallar críticas e impedir la consolidación de sus derechos. Para lograrlo, Inditex revisa cada año las condiciones de las contratas y aplica la estrategia del miedo para reprimir a los trabajadores y trabajadoras. Las continuas externalizaciones que aplica la multinacional no tienen que ver con motivos económicos sino con lavarse las manos y no verse salpicada por los escándalos mientras aprieta cada vez más, rebajando derechos y reprimiendo las críticas.

La situación de las contratas siempre ha permanecido oculta a plena luz del día para la clientela. Una clientela que es espectadora de una cortina de humo mediática muy poderosa que permite olvidarse de los escándalos e impide ver la realidad. Los publireportajes del domingo en el periódico más leído de Galiza sobre las maravillas de la multinacional son una poderosa herramienta para ello. Por poner un ejemplo: las páginas escritas sobre los comedores de km cero, ecológicos y vanguardistas de la compañía son numerosas, pero contrastan con la opinión de sus trabajadoras.

La empresa encargada de los comedores se llama Sodexo. En febrero de 2020 se hizo con la concesión del comedor destinado a los trabajadores de almacén y fábrica, y por primera vez, Inditex no hizo nada ante el despido de 4 trabajadoras. “Estos despidos consiguieron amedrentar a los trabajadores y ahora nadie se quiere movilizar por miedo” nos dice Raquel, delegada de la CIG.

Muchos de los trabajadores y trabajadoras que llevan años en el comedor han pasado ya por varias empresas y han ido consiguiendo derechos a base de lucha; sin embargo, ahora ven cómo están perdiendo muchos de ellos de un plumazo. “Antes de que yo entrara se había conseguido que los festivos fuesen voluntarios y conseguimos cobrarlos por encima de lo estipulado en el convenio, pero esta empresa en cuestión de meses empezó a coger menos gente para los festivos produciendo una sobrecarga de trabajo. Cuando protestamos para que nos dieran un día de descanso a mayores o nos dieran más dinero, se negaron. Los trabajadores del almacén que nos apoyan siempre que pueden, nos ayudaron a hacer una protesta y al siguiente festivo no fueron a comer.”

Sin embargo, la empresa tomó represalias: “nos comunicó que se iban a trabajar obligatoriamente los festivos y se iban a cobrar como un día normal, nos darían un día de descanso que al final no vamos a tener por exceso de jornadas anuales.”

Sodexo cuenta con la concesión de todos los comedores de Inditex, algo que nunca se diera. Tan solo en el comedor de almacén, sirve más de 1000 menús diarios y sin gastos de local, algo que cualquier hostelero en estos días agradecería tener. Sin embargo, esto no parece suficiente para la empresa, que alegó en los despidos, dar menos menús que los acordados debido al protocolo Covid que impide a los trabajadores de muchas contratas acceder al comedor.

Raquel lleva 13 años trabajando en el comedor y ha pasado por 4 empresas distintas. Reconoce que las condiciones han cambiado mucho en estos años, pero la situación actual está siendo muy difícil. “Hace 13 años no teníamos ni sindicato, estuvimos mucho tiempo sin derechos, no sabíamos ni cuándo nos íbamos a ir de vacaciones hasta que lo mandara la empresa. Después de todo lo que hemos tenido que luchar por nuestros derechos ni siquiera nos los reconocen. Es muy duro llevar años haciendo el trabajo de la mejor manera posible y que tengamos que ir con miedo a trabajar, que no sepas ni si puedes firmar una hipoteca porque te puedes quedar en la calle en cualquier momento.”

La realidad es que Inditex vive de su cuidada imagen, encaje o no con la realidad. La compañía ha sobrevivido a duros golpes como Rana Plaza, los escándalos en talleres de América Latina, la prohibición del sandblashing en Turquía, etc, casi sin inmutarse, demostrando una capacidad para la adaptación asombrosa y una gran habilidad por salir reforzada, haciendo de esas pilladas puras campañas de marketing. Un ejemplo paradigmático fue cómo logró cambiar la postura de Greenpeace que pasó de señalarlos por utilizar productos tóxicos en su ropa a felicitarles y ponerles de ejemplo, cuando lo que han incluido son procesos de neutralización en lugar de eliminar ciertos productos.

Sin embargo, el telón de este gran teatro tenía que caer en algún momento y ya se sabe que cuando la ilusión se resquebraja empiezan a verse las miserias. Este último año, han sido muchas trabajadoras y trabajadores las que han dicho basta y se han movilizado para denunciar la precarización que llevan años sufriendo. Un goteo constante de denuncias, huelgas y movilizaciones cada vez más difícil de esconder tras el silencio de la prensa.

Inditex ya no puede acogerse a la excusa del desconocimiento de las condiciones en las que están los trabajadores y trabajadoras de las subcontratas, porque llevan años siendo explotados por la propia compañía entre las paredes de su sede. Contratos de entre 9 y 12 horas al día, trabajadores que deben asumir responsabilidades y funciones que no les corresponden, despidos por orden del cliente, represión sindical, cambios de horarios y condiciones y congelación de tarifas tienen una difícil explicación por parte de la multinacional.

En estos últimos años, Inditex está apretando más que nunca, como ya había hecho en anteriores ocasiones, pidiendo un esfuerzo a las contratas y a su personal, a pesar de sus beneficios millonarios. De hecho, si hay algo que tienen en común todas estas empresas es que el aumento de dichos beneficios nunca se ha transformado en mejores condiciones laborales. En esta ocasión, trabajadores y trabajadoras que llevan más de 12 años trabajando para la multinacional ven como el clima de inseguridad, miedo y represión aumenta. Es por eso que muchos han decidido salir a la calle, porque saben que solo con la lucha obrera conseguirán asegurar sus derechos.

La puerta de la sede central de Inditex en Arteixo ha sido testigo de victorias históricas como la de las trabajadoras de Bershka y ha continuado hasta día de hoy que ve cómo esas protestas se han incrementado desde 2020 debido a los recortes de derechos y aumento de despidos en las auxiliares, pero también por el continuo cierre de tiendas de la compañía. Este mes de mayo a la huelga de 19 días de los trabajadores de Veolia, suspendida temporalmente después de llegar a un preacuerdo y la readmisión de un compañero despedido injustamente, se le une el paro de 24 horas del personal de tiendas.

En 2020 eran los trabajadores de Vero Juncal los que abrían el camino con la primera huelga secundada por el 100% del personal. Su trabajo es llevar a cabo el mantenimiento de las máquinas de Zara Logística y pese a que estas no pararon, la multinacional decidió prescindir de gran parte de la plantilla diciendo que no eran necesarios.

Sergio Escarís, delegado de la CIG, explica que ni él ni sus compañeros tenían que haber estado en ERTE: “Teníamos mucho trabajo pendiente por hacer y no se hicieron todos los mantenimientos necesarios en las máquinas con el riesgo que eso conlleva, sin olvidar que la carga de trabajo siempre existió”.

No es entendible que una empresa ahorre precisamente en las máquinas que se encargan de la producción y los trabajadores saben que pueden traer graves consecuencias: “Están ahorrando en tareas de mantenimiento, pero se incrementará mucho la carga de trabajo y sin hacer ese mantenimiento preventivo, el riesgo de que las máquinas se estropeen es muy alto”.

Gracias al paro de 24 horas y a una posterior convocatoria de huelga indefinida consiguieron garantizar la reincorporación de los trabajadores y la finalización de este primer ERTE el 30 de septiembre del año 2020. “La carga de trabajo fue incrementándose, pero Inditex seguía diciendo que no éramos necesarios, por esto tuvimos que salir a la calle a exigir una solución. Nosotros somos los que controlamos las máquinas, los que hacemos que funcionen, llevamos muchos años”, recuerda Escarís.

Sin embargo, en marzo de este mismo año les han aplicado otro ERTE que tiene menos justificación si cabe, ya que están trabajando a pleno rendimiento. Por eso, esta vez no esperaron a convocar una nueva huelga indefinida que se desconvocó gracias a un mejor acuerdo que el anterior. “Firmamos un ERTE con la garantía de que se irán incorporando compañeros progresivamente hasta su finalización, que ya nos notificaron que será el 1 de agosto debido al aumento de la producción. Hemos conseguido garantizar los puestos de trabajo, tener una pequeña complementación del salario y garantizar derechos que habíamos perdido en el anterior.”

Pese a todo, la situación del resto de contratas que están llevando a cabo despidos para castigar las críticas, evitar que los trabajadores y trabajadoras se organicen o el recorte progresivo de derechos adquiridos está poniendo en alerta a todos los trabajadores y trabajadoras. “No sabemos lo que puede pasar. Este año existen licitaciones de varias empresas y puede existir un cambio de empresa. Nosotros tenemos firmado el derecho de subrogación, pero viendo lo que está pasando con otras contratas nos tememos que puedan querer recortar derechos laborales. Estamos pendientes de lo que pueda pasar por si tenemos que volver a salir a la calle.”

En el caso de los trabajadores y trabajadoras de limpieza, solo les bastó convocar la huelga para que la compañía se sentara a negociar, ante el miedo de lo que la presión de una plantilla unida y combativa pudiera ejercer sobre la opinión pública. “Una unión que costó años conseguir, pero que hoy da sus frutos” nos recuerda Miguel Veiras, delegado de la CIG en Servilimpsa Samsic.

Inditex impuso a esta empresa subcontratada para las tareas de limpieza de la sede central y la plataforma logística de Zara que fuesen 7 personas las encargadas de las tareas de limpieza y desinfección en una superficie que sobrepasa los 500.000 m2  distribuidos en 5 plantas, por lo que el 77% de su plantilla iría a un ERTE. A su vez, el personal en activo debía extremar las medidas de limpieza, yesto provocaba “un aumento insostenible de la carga de trabajo y cambios continuos de los horarios laborales” que la plantilla no estaba dispuesta a tolerar por más tiempo.

Viendo cómo estas empresas se acogen a los ERTE para poder adaptarse a lo que Inditex les exige, cabe preguntarse si esta herramienta está sirviendo para que las empresas multinacionales la utilicen como estrategia de ahorro en lugar de ser un mecanismo contra la destrucción de empleo. Una medida que no solo es pagada por todas a través del dinero público sino que son las trabajadoras y trabajadores las que ven reducido su salario y sus derechos ¿Dónde queda aquello de que todas debíamos arrimar el hombro? ¿Dónde está el esfuerzo de la multinacional? ¿Será que el secreto de sus beneficios millonarios es la precarización de los empleos?

En el caso de la empresa Top Wash, que se encarga de realizar los acabados y tinte de la ropa de Inditex, no ha servido la aplicación de los ERTE, ya que en septiembre del 2020 despidió a 8 trabajadores y trabajadoras.2

La empresa aludió a la crisis de la Covid19 para prescindir de un turno de trabajo (noche) y despedir a 8 trabajadores y trabajadoras, muchos de ellos en el punto de mira de la empresa desde hacía tiempo por ser de los que reclamaban que se cumpliesen sus derechos. Anteriormente, la mayoría de la plantilla estuvo en un ERTE, que se repetiría este mes de mayo por la bajada en la carga de trabajo a la que Inditex les tiene sometidos.

Sin embargo, esta empresa, que lleva años teniendo grandes beneficios, no era la primera vez que utilizaba esta fórmula. Tres años antes despedía a otros 9 empleados acogiéndose a la mala situación económica y la necesidad de reorganización. A pesar de eso, pocos meses después esos trabajadores fijos fueron sustituidos por eventuales y ETT.

Lo que cambió esta vez fue, que por primera vez en la historia de la empresa, los trabajadores y trabajadoras se movilizaron y realizaron protestas delante de la fábrica para pedir la readmisión de sus compañeros y compañeras. Óscar Maroño, delegado de la CIG, reconoce que gracias a la movilización lograron que los compañeros despedidos pudieran obtener mejores acuerdos, algo que no se logró la anterior vez: sin embargo cree que es necesario llegar a una unión mayor: «Si hubiésemos ido todos a la huelga probablemente los trabajadores hubiesen sido readmitidos.”

En este contexto, los trabajadores de SARPEL, encargados del mantenimiento eléctrico de las instalaciones de Inditex vieron como de un día para otro, les rebajaron el sueldo en 400€ a cinco de sus operarios y exigían el traslado de uno de ellos a Asturias, así como el desplazamiento de otro. Sin negociaciones, sin alternativas, sin tener en cuenta la posibilidad de conciliación familiar que motivaba su negativa a trasladarse, el trabajador quedó en la calle. Inditex ordena y la empresa cumple, pero ambos se desentienden. Algo que se está convirtiendo en habitual.

Esta vez, Veolia, una multinacional francesa que se acaba de hacer cargo del mantenimiento de la sede, despidió de manera fulminante a uno de sus trabajadores. Tras 12 años encargándose de una función muy específica dentro de la empresa como es el mantenimiento de los grupos electrógenos de emergencia, la empresa se justificaba con la decisión de externalizar su puesto sin posibilidad de subrogación o pasar a formar parte de otras áreas.3

Tanto el trabajador como sus compañeros tenían claro quién toma esa decisión y con qué fin: “Echaron la culpa a Veolia global que habían decidido externalizar mi puesto por ser un servicio crítico y que querían mejorar el servicio. Sin embargo, reconocen en la carta de despido que yo también prestaba servicios en otras áreas donde están contratando personal. Lo que querían era echarme para evitar que tuviéramos la posibilidad de tener tres delegados y como mis compañeros decían que me iban a elegir a mí, me cogieron de cabeza de turco para impedirlo y de paso atemorizar a todo el personal.”

La estrategia de Inditex es evitar que los trabajadores se organicen y luchen por sus derechos, por eso fracciona todo lo posible cada servicio y los externaliza en todas las empresas posibles. De esta forma su estrategia del miedo va calando más fácilmente, pues la capacidad de enfrentarte al gigante se ve reducida.

Lo que no contaba Veolia ni Inditex era que la unión de estos trabajadores los llevaría a convocar una huelga indefinida para exigir no solo la readmisión inmediata de Rubén sino unas condiciones laborales justas. Sus peticiones eran del todo comprensibles, pedían que se igualara sus condiciones laborales con el resto de las contratas y han conseguido que al menos se sienten a la mesa: “hay empresas del metal que cobran mucho más que nosotros, casi el doble. Pedimos cosas normales como que se cumpla el convenio, el reconocimiento de las categorías, los complementos de turnicidad o el plus de centros con el que cuentan las demás contratas.”

Los trabajadores en huelga empezaron sus contratos en empresas distintas y los fueron juntando en una misma contrata a través de múltiples subrogaciones. Muchos de ellos llevan más de 10 años trabajando allí y ven cómo la presión y el clima de desconfianza es cada vez mayor. “Tenemos miedo por nuestro trabajo, lo que le pasó a Rubén nos puede pasar a cualquiera, quién te dice que mañana externalizan tu puesto de trabajo o te cambian por otro que cobre menos a pesar de que tu llevas 17 años trabajando aquí y mirando por el bien de la empresa”.

Durante la elaboración de este texto, los 19 días en huelga de los trabajadores de Veolia triunfaron y culminaron en una mesa de negociación abierta desde hacía dos años. Una huelga ejemplar que ha dado sus frutos consiguiendo no solo que su compañero fuese readmitido sino el derecho a la subrogación para que esto no vuelva a suceder. Esto es lo que nos decían antes de lograr el tan ansiado acuerdo: “Hace un año intentamos que Inditex nos firmara un compromiso de subrogación que no está recogido en el convenio del metal, pero que sí consiguieron otras contratas. Solo pedimos lo mismo que tienen los demás, igualar condiciones. Su respuesta fue que nosotros no nos teníamos que preocupar, que éramos como “de casa” porque nadie conoce mejor las instalaciones. Una vez más fue una bomba de humo y un año después tuvimos que convocar una huelga para que nos escuchen”.

Ahora les toca seguir peleando y negociando con la empresa para que les sea reconocido el plus de centro y algo tan básico como el cumplimiento del convenio.

Trabajadoras unidas, la caída del mito

El hartazgo de unos trabajadores que ven cómo sus condiciones laborales cada día son más precarias, debido entre otras cosas a la cantidad de subrogaciones que sufren, se hace cada vez más insoportable.

En esta situación, la solidaridad y la unión demostrada por los trabajadores de Veolia que han estado 19 días de huelga, con concentraciones dos veces al día durante 3 semanas delante de Inditex se han convertido en todo un ejemplo al que mirar. Una decisión así no se toma por casualidad. Tras años cobrando por debajo del convenio, aguantando años de negociaciones que no conducen a nada, ver cómo despiden a un compañero que no solo es un gran trabajador sino alguien que lucha por los derechos de todos hizo saltar esa chispa.

No han sido los primeros en concentrarse ni en ir a la huelga, pero quizá por ser los últimos, por ser una plantilla pequeña o por conseguir unir en una larga lucha a todos los compañeros, se ha convertido en el orgullo de muchas y muchos que no han dudado en solidarizarse y unirse a sus protestas. “Los trabajadores de Veolia han dado una lección muy grande de compañerismo y los admiramos mucho”, nos dice Raquel (CIG), trabajadora en el comedor de fábrica y almacén.

Las dificultades han sido muchas: los han invisibilizado, han intentado boicotearlos con todo lo que han podido, pero han resistido de una manera ejemplar. Hoy podemos decir que la lucha sirve. No han estado solos, los trabajadores y trabajadoras de limpieza, comedor, mantenimiento, tintorería, tiendas… los han acompañado cada día porque saben que lo que les pasó a ellos le puede pasar a cualquiera, porque ven cómo la precarización que está inundando no solo a las contratas sino también a las tiendas se está convirtiendo en la estrategia favorita de Inditex. Miguel (CIG), del servicio de limpieza, reconoce que no se trata de que te esté ocurriendo lo mismo en ese momento, sino que hay que estar unidos porque aunque trabajen en distintas empresas son compañeros y si no están unidos es mucho más difícil conseguir defender los derechos: “ Nosotros creemos que tenemos que estar con los compañeros, aunque no estemos teniendo despidos, ni problemas tan graves, creemos que tenemos que apoyar al resto de las contratas”

Esta unión y solidaridad no siempre ha existido. El proceso en las distintas empresas ha sido distinto, pero la presión que tienen ahora les ha hecho dar el paso. “Nos costó conseguir la unión de los trabajadores y trabajadoras, pero gracias a eso, la presión que ejercemos en la empresa es suficiente para conseguir defender nuestros derechos y mejorar nuestras condiciones laborales. La gente ha visto que si se lucha unido, se consiguen las cosas“, afirma Miguel.

Óscar (CIG), reconoce que en Top Wash hay mucho que avanzar en este terreno, a pesar de haber conseguido convocar paros y manifestaciones por primera vez en los años que tiene la empresa, cree que es necesario que todos se unan. “Hemos conseguido algo impensable en la empresa, que muchos se hayan manifestado por la readmisión de los compañeros era algo en lo que pocos confiaban, pero ante el futuro que nos espera, tenemos que estar todos unidos”.

Raquel recuerda de dónde vienen y agradece poder contar con la solidaridad de los trabajadores del almacén de Inditex: “Cuando no teníamos ni sindicato, fueron los mozos de almacén los que se movieron para apoyarnos”. Algunas de las grandes victorias sindicales en el comedor han sido fruto de esa unión entre trabajadores de almacén y los de comedor. De esta forma consiguieron la readmisión de unas compañeras cuando una de las empresas anteriores que llevaba el comedor, las echó a la calle. Más recientemente consiguieron mejorar el horario y la conciliación de los del turno de tarde: “los del turno de tarde entraban a las 18.00 hasta las 22.00 y se iban para casa hasta las 2.00 de la madrugada y salían a las 6.00. Hubo compañeros que estuvieron hasta 8 años con este horario hasta que nos movilizamos para que tuvieran unos horarios que facilitasen la conciliación. Al final conseguimos que les pusieran turnos fijos”.

Sergio (CIG), de Vero Juncal, reconoce que si no llega a ser por la unión de los compañeros y que están dispuestos a luchar para conseguir y mantener sus derechos esto no sería posible “Conseguimos estar unidos y de esta forma hemos conseguido derechos, pero siempre tenemos riesgo de perderlo. Conseguir mejoras, se consiguen con mucho trabajo, pero mantenerlas es más difícil. En eso estamos ahora, aguantando”.

“Nosotros tuvimos la mala suerte de tener que negociar el convenio en plena pandemia de la Covid-19 y hemos tenido que luchar mucho para mantener derechos muy importantes que podíamos perder. Parece poco, pero pocos lo han conseguido.” nos dice Sergio.

Lo que vienen a demostrar todas estas empresas es que la unión y la lucha de la clase obrera puede vencer por muy grande que sea el gigante al que te enfrentes. Cuando la avaricia rompe el saco es difícil predecir por donde te van a venir. Esta vez parece que esa doble cara de Inditex se ha destapado y el mito de Amancio ha empezado a caer.

La estrategia de Inditex de poner a las contratas como diques de contención encargados de reprimir las protestas y dividir a los trabajadores no está saliendo como esperaban. Los trabajadores y trabajadoras han decidido apuntar al verdadero culpable, dificultando que la multinacional pueda seguir con una política de marketing que vende una relación idílica con sus empleados mientras el miedo, la precarización y la represión sindical campan a sus anchas.

La lucha sirve.

Notas

  1. https://poderpopular.info/2021/01/19/las-trabajadoras-de-inditex-exigen-derechos-ante-el-cierre-de-tiendas/
  2. https://poderpopular.info/2020/09/11/top-wash-ere-encubierto-de-inditex/
  3. https://poderpopular.info/2021/05/16/huelga-en-veolia-subcontrata-de-inditex-los-trabajadores-exigen-la-readmision-de-ruben/

Patricia Grela es militante de Anticapitalistas Galiza

[Versión en galego aquí].

Fuente: https://vientosur.info/inditex-2020-la-caida-del-mito/