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Tus ahorros al servicio de la guerra

ING y AXA, dos bancos con inversiones en armas de destrucción masiva

Fuentes: Rebelión

Fallujah, noviembre 2004. Decenas de miles de ciudadanos quedan rodeados por el ejército estadounidense que lanza ataques sin cesar. La luz, el agua potable y toda la asistencia médica son cortadas. La masacre de miles de personas, nunca condenada por ningún estado (occidental) supuestamente civilizado, incluye el uso de armas químicas. El fósforo blanco, utilizado […]

Fallujah, noviembre 2004. Decenas de miles de ciudadanos quedan rodeados por el ejército estadounidense que lanza ataques sin cesar. La luz, el agua potable y toda la asistencia médica son cortadas. La masacre de miles de personas, nunca condenada por ningún estado (occidental) supuestamente civilizado, incluye el uso de armas químicas. El fósforo blanco, utilizado contra población, provoca una muerte cruel. Es un producto químico que produce quemaduras profundas, hasta los huesos, cuando entra en contacto con la piel. El uso del fósforo blanco como arma química está prohibido por varios tratados internacionales, y es considerada como un arma de destrucción masiva ilegal. El silencio de los gobernantes ante este crimen contra la humanidad parece haber animado al régimen de EEUU a seguir utilizando esta arma ilegal y ha ordenado el aumento de la producción de la misma.

Estado Español, junio 2006. Más de un millón de ciudadanos tienen sus ahorros en ING (por valor de más de 13.000 millones de euros). Poco o nada saben para qué se utiliza su dinero o en qué empresas ING invierte, facilita créditos, etc. Un ejemplo:

Desde septiembre 2005, dos empresas están encargadas de renovar y ampliar toda la producción de fósforo blanco para el ejército USAmericano. La empresa encargada de la producción del fósforo blanco se llama Pine Bluff Arsenal y es propiedad del ejército gringo. Las dos principales empresas encargadas de la modernización de la producción del fósforo blanco son Shaw Environmental Inc. y Teledyne Brown Engineering. ING y AXA, dos grupos financieros internacionales, tienen juntos inversiones por un valor de 37 millones de dólares en estas dos empresas.

Los dos grupos financieros tienen una largo y sucio historial en cuanto a sus vínculos financieros con la producción de armas, y más concretamente con las armas de destrucción masiva.

En una investigación publicada en abril 2004 [1] se detallan los nexos financieros entre los dos grupos con la fabricación de las armas más controvertidas y declaradas ilegales por varios tratados y tribunales: las armas nucleares, las minas antipersonales, las armas con uranio empobrecido y las bombas de fragmentación.

Aunque ING, como consecuencia de la campaña, ha retirado parcialmente sus intereses financieros de algunas de las empresas dedicadas a la fabricación de armas de destrucción masiva, el grupo financiero sigue manteniendo inversiones e intereses en varias empresas armamentísticas. ING dispone oficialmente de una política ‘ética’ en cuanto a las inversiones en armas, pero no es puesto en práctica. AXA no dispone de ninguna política (pública) al respecto.

En el Estado español las dos empresas son muy activas, AXA como empresa aseguradora, y ING como líder en el sector del banco directo. Lo que hacen estas y otras entidades financieras con el dinero no es inocente. El dinero es tuyo, y la responsabilidad de lo que se hace con el también. [2]

Lista de algunas empresas vinculadas a la producción de las armas de destrucción masiva:

Empresas productoras de bombas de fragmentación: EADS, Lockheed Martin y Raytheon.

Empresas involucradas en la producción de armas nucleares: EADS, Lockheed Martin, MBDA, Halliburton, Rolls Royce y Serco.

Empresas productoras de armas con uranio empobrecido: Alliant TechSystems Corporation (ATK), General Dynamics y BAE Systems.

Empresa productora de minas antipersonales: Singapore Technologies Engineering.



[1] Una investigación publicada en el marco de la campaña ‘Mijn geld, goed geweten’ de varias ONGs flamencas que logró un impacto bastante grande y forzó a varios bancos a cambiar su política financiera en cuanto a sus vínculos con la producción de armas.

[2] Existen alternativas, por ejemplo los bancos éticos.