Los mercados de acciones de todo el mundo experimentaron caídas abruptas hacia el final de la semana pasada. Podría ser solo una pequeña «corrección» o una nueva etapa de volatilidad financiera, pero sería conveniente estar preparado para más conmociones y una sucesión de altibajos.
Los mercados bursátiles internacionales enfrentaron la semana pasado su mayor desplome en mucho tiempo. Significó el comienzo de una sucesión de altibajos para los mercados de todo el mundo, que podría afectar también a las monedas, las corrientes de capital y la «economía real» de la producción y el trabajo.
El jueves y viernes, la bolsa de Estados Unidos tuvo su mayor caída en cinco años. En esos mismos dos días el mercado accionario de Londres perdió todas las ganancias que había hecho en el correr de este año.
Los mercados asiáticos también cayeron. El viernes, el Índice Compuesto de Kuala Lumpur cayó 1,9 por ciento, mientras que los índices del mercado bursátil cayeron cuatro por ciento en Corea del Sur y Taiwán, 2,7 por ciento en Hong Kong y 2,4 por ciento en Singapur y Japón.
Los problemas de los mercados crediticios finalmente se transfirieron a los mercados accionarios y de esa manera se «oficializó» la inestabilidad financiera que se ha estado montando y que ahora finalmente le llega y golpea al ciudadano común.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, dijo que no hay motivo para que cunda el pánico, lo que por supuesto dejó a la gente preocupada ante la idea de que se avizoran más problemas. El secretario del Tesoro, Henry «Hank» Paulson, fue más directo y describió la oleada de ventas como «un llamado a los inversionistas a que despierten».
El caldo de cultivo de estos eventos fue la crisis de las hipotecas subprime (de alto riesgo) en Estados Unidos, o los préstamos para compra de vivienda otorgados a familias no tan solventes. Los fondos de cobertura y otras instituciones financieras podrían perder hasta 100.000 millones de dólares por el incumplimiento de los pagos.
Eso tuvo consecuencias en la economía real ya que la venta de viviendas nuevas en Estados Unidos cayó 6,6 por ciento el mes pasado, lo que se sumó a las dificultades ya existentes.
A mediados de la semana pasada, los bancos que se hacían cargo de financiar las adquisiciones de Chrysler y Alliance Boots no encontraron compradores para los 20.000 millones de préstamos requeridos. Esto infundió el temor de que no hubiera más crédito para las adquisiciones con endeudamiento donde se emplean fondos propios y financiación externa (leveraged buy-outs) y los contratos de compraventa.
Comenzaron a aparecer señales de una retracción del crédito para las inversiones de mayor riesgo, y los inversionistas se movieron rápidamente hacia «inversiones seguras», como los bonos gubernamentales. En los últimos días se habla del reajuste del precio del riesgo.
Las instituciones financieras están cobrando intereses más altos por los préstamos y acciones que se consideran de mayor riesgo, y están reduciendo la corriente de fondos hacia esos sectores de riesgo. Esto afectó a los mercados de capital la última semana. La opinión general es que habrá mucha volatilidad en los mercados financieros en las semanas y meses próximos.
La sucesión de altibajos también involucra a las monedas y al flujo de capital, y es difícil predecir cómo se verán afectados las diversas monedas y países.
Por ejemplo, se pensó que el dólar estadounidense se hundiría, ya que la crisis se originó en su sector financiero. En efecto, cayó a principios de la semana, pero se recuperó al final de la misma, cuando le tocó caer a las monedas de otros países (Nueva Zelanda, Indonesia, Filipinas y Brasil).
Una nueva preocupación es que se desarticulará las operaciones denominadas carry trade, en la cual los préstamos se piden en monedas o activos con intereses bajos para poder prestar o invertir en activos que tengan intereses altos, y así ganar con la diferencia.
El yen japonés, con un interés bajo, es el favorito de este tipo de negocios. Pero como subió abruptamente la semana pasada, se hizo más costoso mantenerlo y los que habían pedido préstamos en esa moneda, ahora tienen que pagarlos rápidamente -o deshacer sus contratos- para evitar pérdidas.
Cuando se produjo la volatilidad la semana pasada, el Banco Asiático de Desarrollo advirtió oportunamente que los mercados financieros de Asia oriental son vulnerables a un brusco cambio del receso del carry trade del yen, y también a un retiro repentino de los fondos extranjeros, así como a caídas bruscas de las monedas.
En un informe realizado el jueves, indicó que el año pasado la región recibió una cifra récord de 269.000 millones de dólares (948.600 RM) de ingresos de capital, lo que también mejoró las monedas asiáticas este año (el baht tailandés en 19,5 por ciento y el peso filipino en 7,4 por ciento).
El Banco Asiático de Desarrollo advirtió que la posibilidad de una desarticulación de los carry trade del yen «exacerba la volatilidad en los mercados financieros emergentes de Asia oriental» e instó a los gobiernos asiáticos a que adopten medidas que les permitan estar preparados ante un revés repentino de las corrientes de capital.
Los inversionistas japoneses cambiaron sus activos a otras monedas que pagan mayores intereses como parte del carry trade, pero pueden regresar rápidamente al yen en la medida que éste volvió a recuperarse a fines de la semana pasada.
El vaivén de los mercados de capital la semana pasada puede ser un nuevo capítulo de la inestabilidad financiera que los expertos han venido anunciando desde hace algún tiempo. Señalaron los «desequilibrios mundiales» en los cuales Estados Unidos ha generado déficit masivos en el comercio exterior, mientras que otros países -entre ellos China- tienen enormes excedentes. Y también las actividades desestabilizadoras de instituciones como los fondos de cobertura y la libertad de inversionistas y especuladores para mover sus fondos a través de fronteras, con el potencial de provocar la volatilidad de monedas y corrientes de capital.
La súbita caída del mercado de acciones la semana pasada podría ser apenas una pequeña «corrección del mercado». Sin embargo, también podría ser el comienzo de meses de conmociones, con vaivenes y vueltas impredecibles.