La II Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones afronta al menos cuatro grandes desafíos: las conexiones física y energética para el desarrollo de la región, la superación de la desigualdad y la pobreza y el incentivo de las diversas identidades culturales de sus pueblos.
La declaración final del encuentro de este viernes y el sábado, en la central ciudad boliviana de Cochabamba, ya está casi lista y se organiza en torno a estos cuatro puntos. El texto final fue ajustado en una reunión de vicecancilleres en la mañana de este jueves, en la que también se elaboró un plan de acción para alcanzar esas metas.
«Así seremos capaces de constituir el cuarto mayor bloque del planeta, junto al Nafta (siglas en inglés del Tratado de Libre Comercio de América del Norte), la Unión Europea y la Asean, la Asociación de Naciones de Asia Pacífico», sintetizó para IPS el diplomático chileno Luis Maira, quien ayudó a redactar la declaración.
No será una tarea fácil, y no sólo porque las metas son ambiciosas. Aún no está claro si todos los 12 mandatarios sudamericanos asumirán la idea de la Comunidad, a pesar de que todos declaran su amor por la integración regional.
El argentino Néstor Kirchner, por ejemplo, sólo confirmará su presencia este viernes por la tarde, poco antes de la inauguración oficial de la Cumbre. Por lo pronto, ni siquiera se informó si su canciller Jorge Taiana se hará presente en Cochabamba.
La incertidumbre sobre la asistencia del mandatario de Argentina obedece a la desconfianza tradicional que despierta un encuentro como éste. La Comunidad fue propuesta por Brasil en 2004 y es considerada por Brasilia como prioridad de su política exterior. Los dos países viven relaciones de amor y odio que van mucho más allá de la rivalidad futbolística.
Eso no impide que ambos hayan dado pasos importantes hacia la integración económica y financiera de América del Sur. «En enero de 2007, Argentina y Brasil comerciarán entre sí utilizando solamente el peso y el real (sus monedas nacionales) sin la intermediación del dólar», informó Agustín Colombo, jefe de Gabinete de la cancillería argentina.
Esa medida facilita la propuesta de creación de un banco de desarrollo sostenido por los países de la región, utilizando sólo las monedas nacionales. La iniciativa también coincide con el llamado Banco del Sur, cuyos contornos son delineados por varios bancos centrales de la región, en especial los de Argentina y Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez confirmó su llegada a Cochabamba este viernes.
Colombo también adelantó que los viceministros definieron, sin fijar fechas, que las dos próximas cumbres de la Comunidad se celebrarán en Colombia y en Chile.
En un encuentro en la paralela Cumbre Social por la Integración de los Pueblos, el secretario general (viceministro) del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, Samuel Pinheiro-Guimaraes, admitió que la Comunidad será implementada de acuerdo con «las presiones que los gobiernos reciban de las organizaciones de la sociedad».
La Cumbre Social, a cargo de movimientos civiles y organizaciones no gubernamentales de América Latina, comenzó el miércoles y se extenderá hasta este sábado también en Cochabamba.
Su propósito es introducir en las discusiones oficiales las preocupaciones y agendas de trabajo que normalmente no figuran en los acuerdos internacionales, como las migraciones y la justicia social y de género.
Con notable participación de movimientos indígenas, principalmente bolivianos, cerca de tres mil personas de la región toman parte de la Cumbre Social.
«Estamos movilizados para exigir y proponer», dijo la activista argentina Graciela Rodríguez, de la red Alianza Social Continental, organizadora de la Cumbre paralela.
La integración sudamericana parece cobrar fuerza tras la elección de gobiernos progresistas en América Latina. Pero no es una idea nueva, recordó el chileno Maira.
«Esta es la tercera oportunidad histórica que tiene la región», sostuvo.
«La primera fue en 1826, cuando (el libertador) Simón Bolívar convocó a una reunión en Panamá para proponer la integración política. Después, en 1959, intentamos crear el mercado común sudamericano, priorizando la economía. Ahora, como Comunidad Sudamericana, tenemos los impulsos político y económico para articular las otras prioridades», opinó.
Pero si bien ayuda la disposición de varios gobiernos que comparten ciertos ideales como el rechazo al modelo neoliberal que se impuso en la región en los años 90, esa no es la única condición necesaria para integrar a América del Sur.
«El neoliberalismo que orientaba a los 34 gobiernos de América en 1994, cuando fue lanzada el Área de Libre Comercio de las Américas, dejó marcas en la arquitectura productiva de todos los países de estas regiones», alertó el sociólogo Edgardo Lander, de la Universidad Central de Venezuela.
«Las economías de todos los países están orientadas a exportar a Estados Unidos y a Europa y a competir entre sí, lo que impide una integración verdadera», explicó. El proceso ahora propuesto es, al mismo tiempo, mucho más ambicioso y difícil, «por no limitarse al aspecto comercial», agregó.
«Debemos pensar en la reorganización del modelo de desarrollo de cada país para atender con prioridad los mercados internos, y repensar la forma en que nos relacionamos con el ambiente, cómo producimos y cómo consumimos energía», precisó. «Necesitamos nada menos que un cambio civilizacional».