Venezuela despide 2006 con una reforzada imagen internacional que permitió derrotar campañas externas cuyo propósito fue debilitar el avance de su política internacional. Con un enfoque cuyos vértices son la integración regional y el apoyo a la consolidación de un mundo multipolar, la política exterior venezolana recibió un respaldo importante de más de siete millones […]
Venezuela despide 2006 con una reforzada imagen internacional que permitió derrotar campañas externas cuyo propósito fue debilitar el avance de su política internacional.
Con un enfoque cuyos vértices son la integración regional y el apoyo a la consolidación de un mundo multipolar, la política exterior venezolana recibió un respaldo importante de más de siete millones en los comicios presidenciales del pasado 3 de diciembre.
La reelección del presidente Hugo Chávez estuvo basada en la propuesta de socialismo frente al neoliberalismo, pero también de la integración y la cooperación regional como alternativa al acercamiento a Estados Unidos promovido por sus opositores.
El año sirvió para demostrar que hoy, como nunca antes, existen condiciones para hacer realidad el sueño integracionista del Libertador Simón Bolívar con el avance de propuestas concretas de cooperación como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).
Más allá de la participación de Venezuela, Cuba y Bolivia en ese esquema, la proyección de cooperación por encima de la competencia recibió un impulso importante en América del Sur.
Para el presidente Chávez, uno de los más grandes logros de la política exterior nacional en 2006 fue el ingreso al Mercado Común del Sur (MERCOSUR), junto a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.
Telesur, Banco del Sur y otras propuestas integracionistas de Venezuela comenzaron a despegar, a diferencia de sólo unos años atrás, cuando parecía imparable la neoliberal Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) promovida por Estados Unidos.
Las acciones de la política exterior venezolana actual están movida, en esencia, por el criterio de Chávez: «estamos en las mejores condiciones que pudo haber habido a lo largo de 500 años en nuestra América, para una integración verdadera».
De acuerdo con esa valoración, no se trata únicamente del triunfo en varios países de presidentes con esa proyección, sino también del resurgir de las fuerzas populares, de la conciencia, que el Jefe de Estado considera la condición previa para el renacimiento de los pueblos.
La proyección internacional propició avances de los vínculos con naciones de África, incluyendo la incorporación de Venezuela como observador a la Unión Africana, mientras con Asia se fortalecieron también los lazos de cooperación, particularmente China, Malasia y Vietnam.
Con la Unión Europea comenzó la recuperación de los daños provocados por el gobierno derechista de José María Aznar, al tiempo que se establecieron acuerdos de importancia con Rusia, incluyendo negocios millonarios en las esferas de petróleo y defensa.
En la región, Petrocaribe comenzó a dar los frutos de un nuevo tipo de colaboración, la cual utiliza el petróleo como instrumento de cooperación, a partir de su importancia vital para las pequeñas islas caribeñas.
La fortaleza de la posición internacional venezolana quedó demostrada asimismo en más de 40 votaciones para la elección del miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, en pugna abierta con Estados Unidos.
Ni siquiera la amplia presión estadounidense a favor de la candidatura de Guatemala pudo derrotar a Venezuela, lo que motivó el acuerdo para desbloquear la situación y proponer a un tercer país con respaldo venezolano y norteamericano.
Chávez valoró el episodio como muestra de la incapacidad de Washington para humillar a Venezuela en el terreno internacional, pese a presiones, chantajes y amenazas apoyadas en la fuerza.