Como un fuerte impulso a la integración y hacia nuevos pasos en la emancipación financiera en la región, que ha estado controlada desde hace 60 años por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), puede catalogarse la reciente creación del Banco del Sur. Siete países latinoamericanos firmaron el 26 de septiembre, en […]
Como un fuerte impulso a la integración y hacia nuevos pasos en la emancipación financiera en la región, que ha estado controlada desde hace 60 años por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), puede catalogarse la reciente creación del Banco del Sur.
Siete países latinoamericanos firmaron el 26 de septiembre, en la venezolana Isla de Margarita, el acta constitutiva del Banco del Sur que contará con un capital autorizado de 20.000 millones de dólares para impulsar el desarrollo de los Estados que conforman la entidad.
Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Ecuador, Bolivia y Venezuela suscribieron el acuerdo que dio vida a la agencia bancaria. La iniciativa los hará más fuertes para enfrentar los embates de las crisis capitalistas mundiales y les permitirá irse alejando, poco a poco, de las recetas neoliberales emanadas del FMI y el BM.
El convenio, acordado en 2007, fue rubricado durante la Cumbre América del Sur-África (ASA) en isla Margarita. El presidente venezolano Hugo Chávez enfatizó que los miembros podrán trasladar sus reservas internacionales depositadas en bancos occidentales hacia esa entidad financiera.
Chávez señaló que «será el banco de nosotros, para traer nuestras reservas que las tenemos allá en el Norte y las usan allá para darnos créditos a nosotros mismos a tasas superiores de lo que nos pagan, es una cosa como que de bobos, pero ya no somos bobos, hemos despertado y no nos pueden seguir manipulando con el cuento del libre mercado».
Los integrantes económicamente más fuertes del Grupo, Brasil, Argentina y Venezuela, aportarán al fondo del Banco, 4 000 millones de dólares cada uno y el resto entregará proporciones distintas, de acuerdo a sus capacidades.
La sede principal del Banco estará en Caracas, contará con subsedes en Buenos Aires y La Paz, y se podrán establecer otras dependencias necesarias para el desarrollo de sus funciones.
La constitución del Banco se oficializó con la rúbrica de los jefes de Estado de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva; Argentina, Cristina Fernández; Uruguay, Tabaré Vásquez; Paraguay, Fernando Lugo; Bolivia, Evo Morales; Ecuador, Rafael Correo; y Venezuela, Hugo Chávez, quienes participaron en la II Cumbre América de la ASA.
Una de las decisiones fundamentales de la entidad es que el monto de los aportes financieras no impedirá que el voto de cada nación tenga igual peso.
Es decir, cada país socio tendrá un asiento en el directorio e igual poder de sufragio, lo cual diferenciará a este organismo de otras entidades multilaterales de crédito, como el FMI y el BM.
De esta forma, el esquema de gobierno y administración consensuada del Banco, donde predominarán la democracia y la igualdad entre sus miembros, representa una innovación que no registra antecedentes en los organismos multilaterales de crédito existentes.
El Banco del Sur nace con los objetivos de propiciar la integración y reducir las asimetrías, a la par que sus funciones serán las de financiar a órganos estatales, entidades autónomas, empresas mixtas, empresas privadas, cooperativas, proyectos de desarrollo en sectores claves de la economía, y sectores sociales.
También se crearán, un Fondo Especial de Solidaridad Social para el financiamiento reembolsable o no, de proyectos sociales, y otro Fondo Especial de Emergencia, informó el ministro de Economía y Finanzas venezolano, Alí Rodríguez. Entre los procesos de integración que serán impulsados están, además del financiero, el energético y el físico. Este último implica la construcción de ferrocarriles, carreteras, facilidades portuarias y aeroportuarias que sirvan como nuevas líneas de conexión entre estos países.
Innegablemente que hace 10 años era impensable que surgiera, conformado por las naciones de América del Sur, un organismo financiero común antagónico a los surgidos en Bretton Woods y al neoliberal Consenso de Washington.
Aunque con gobiernos ideológicamente diferentes, pero con un amplio sentido nacionalista, las siete naciones han sido capaces de formar un Banco que desafía el actual orden hegemónico mundial encabezado por Washington y otras naciones capitalistas desarrolladas.
Tanto el FMI como el BM, a lo largo de los años, han obligado a muchos países pobres a tomar medidas de privatizaciones y de recortes sociales en contra de sus pueblos bajo amenazas de no otorgarles préstamos. Además, estos desembolsos son otorgados con elevados intereses que al paso del tiempo se convierten en impagables.
Con prometedores objetivos y a la vez con grandes retos como son mantener la unión entre sus socios y borrar las asimetrías existentes, surgió el Banco del Sur. Su sola creación demuestra que cuando existen decisiones políticas soberanas se pueden romper con los esquemas hegemónicos leoninos como los ejecutados durante décadas por el FMI y el BM.