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Inteligencia y contrainteligencia I

Fuentes: Aporrea

Otras dos leyes han sido tan cuestionadas como esta que crea el sistema nacional de inteligencia y contrainteligencia. Una, la de Tierras, los llevó a promover la desestabilización del Gobierno y la otra, la llamada ley mordaza, generó una reacción nacional e internacional como si tratara de imponer censura a la radio y a la […]

Otras dos leyes han sido tan cuestionadas como esta que crea el sistema nacional de inteligencia y contrainteligencia. Una, la de Tierras, los llevó a promover la desestabilización del Gobierno y la otra, la llamada ley mordaza, generó una reacción nacional e internacional como si tratara de imponer censura a la radio y a la TV. No sucedió nada de lo anunciado. La primera busca acabar con el latifundio, negado en las constituciones de 1961 y 1999, con expropiaciones pagadas, y la de radio y TV no podía estar por encima de la Constitución, que prohíbe expresamente la censura. Pero así es la oposición, ahora enfrenta esta nueva ley. Voy a referirme a su necesidad, después comentaré su contenido, antes de la reforma.

Desde 1999 el Gobierno de EEUU ha desarrollado una política contra el Gobierno venezolano que cada día se intensifica y diversifica. Todo lo contrario de cuanto ocurría antes. En 1908, cuando Gómez desplaza a Cipriano Castro, las relaciones con EEUU comenzaron a ser armónicas y dependientes, en particular en el campo militar. En ese año no había misiones diplomáticas en Caracas ni en Washington, debido a la tirantez con el gobierno de Castro, enseguida se normalizan, y el 25 de diciembre atracó en La Guaira la nave de guerra Dolphin, para expresar su apoyo a Gómez. A partir de ahí, y con todos los demás gobiernos, visitas como esas fueron frecuentes. Con Gómez vinieron en ocho ocasiones cuatro cruceros, tres submarinos, una cañonera y otras cuatro naves de guerra, y continuaron con Eleazar López Contreras (1936-41) e Isaías Medina Angarita (1941-45). Rómulo Betancourt recibió (enero 1946) al comando de la IV Flota de la armada estadounidense, la misma que acaba de ser reactivada con fines intimidatorios. Ni qué decirles de esas relaciones en la época de Pérez Jiménez (1948-58) y, posteriormente, desde Betancourt (1959) hasta Caldera (1998). ¿Era necesario que los existentes servicios de inteligencia miraran hacia el Norte? En absoluto, sólo para pedir ayuda. Se ocuparon siempre de la subversión interna. A veces, atendían a Colombia. Era yo senador del MAS en 1978 cuando en la Comisión de Defensa se informó que en el entorno de la base área de Maracay se detectaron grupos colombianos que se habían residenciado en los últimos años, y que, igualmente, un determinado número de colombianas trabajaba el llamado «servicio de adentro» de familias de militares.

Nada casual. Eran tirantes las relaciones con Colombia, a propósito del diferendo del Golfo de Venezuela.

Todo cambia con Chávez. Vean, si no.

Primero fue el plan Balboa (mayo 2001), que revela la información que de Venezuela y su fuerza aérea tienen en EEUU.

Era un «juego de guerra»: fuerzas llegadas del exterior, con apoyo interno, controlaban parte del occidente venezolano. ¡La media luna de entonces! El plan fue descubierto por un oficial venezolano que hacía un curso en España promovido por la Otan.

Durante el golpe de abril estuvieron activos unidades y oficiales de EEUU (Ver «Abril en Washington», ÚN, 04-05-2003); reforzó su base aérea en Curazao, invierte cerca de 5.000 millones de dólares y equipo bélico en ampliar el Plan Colombia, instalado y expandido con el pretexto de combatir el narcotráfico (Ver «Del Plan Colombia al Plan Patriota», en la revista Ámbito Cívico-Militar, N° 2, agosto 2005); penetración e infiltración de grupos paramilitares colombianos en la zona fronteriza y en Caracas; trabajo de los servicios de inteligencia y contrainteligencia del Comando Sur; estudian trasladar su base militar de Manta (Ecuador) a Palanquero (Colombia); constantes declaraciones de funcionarios del Gobierno de EEUU, así como de algunos de Colombia, que evidencian políticas y planes agresivos contra Venezuela.

Hay algo más grave que he comentado. La CIA, cuyo poder supongo que nadie discute, ni sus intenciones, ni el empleo de todos los recursos concebibles para obtener sus fines, responsable de asesinatos de dirigentes y de atentados contra jefes de Estado (ver una selección de 650 atentados y agresiones en Cuba, en El mérito es estar vivo, de Luis Báez), tiene cinco divisiones: antiterrorismo, antinarcotráfico, antitráfico de armas, Corea del Norte e Irán, y creó hace un año la sexta: Venezuela y Cuba. La CIA desde entonces destina recursos económicos, humanos, tecnológicos, de información, psicológicos, etc. contra Venezuela, como nunca antes lo había hecho contra país alguno en la región, exceptuada Cuba.

Todo, aunado a las acciones internas, que vienen desde el sabotaje petrolero, las guarimbas, explosivos en embajadas, etc., hasta la permanente incitación en la FAN.

Grupos opositores persisten en la violencia en su propósito de derrocar al Gobierno.

En el siglo XX los gobiernos venezolanos nunca tuvieron amenazas del exterior, salvo de la dictadura de «Chapita» Trujillo, que atentó contra Betancourt (24-6-1960), y varios momentos de fricciones con Colombia. Cambiada radicalmente la situación, nunca como ahora se hacen necesarios unos eficientes servicios de inteligencia y contrainteligencia, reglamentados en una ley. Ley que debe respetar los principios, libertades y derechos individuales consagrados en la Constitución.