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Intercambio desigual Norte-Sur

Fuentes: Rebelión

El estancamiento de los acuerdos de la Ronda de Doha dentro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que desde 2001 tratan de implementar con enormes diferencias las naciones en desarrollo y las desarrolladas y el fracaso de la recién concluida Cumbre entre la Unión Europea y África han sido resultado del desigual intercambio comercial […]

El estancamiento de los acuerdos de la Ronda de Doha dentro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que desde 2001 tratan de implementar con enormes diferencias las naciones en desarrollo y las desarrolladas y el fracaso de la recién concluida Cumbre entre la Unión Europea y África han sido resultado del desigual intercambio comercial que durante decenios ha impuesto el Norte contra el Sur.

En el Consejo General de Gobierno de la OMC efectuado a mediados de diciembre en Ginebra, numerosos oradores de los 152 miembros (con la incorporación de Cabo Verde) denunciaron el grado del recorte de los aranceles de diferentes países y el incumplimiento del tratamiento especial que deben recibir las naciones en desarrollo.

Con razón existen enormes diferencias en cómo proceder en las conversaciones para alcanzar la liberación del comercio y ayudar a los países en desarrollo a exportar más.

Los pobres, representantes de la mayoría, insisten que los ricos como los miembros de la Unión Europea, Japón y Estados Unidos, abran sus mercados de alimentos a través de un recorte arancelario y que dejen de deprimir los precios mundiales por medio de la entrega de importantes subsidios a sus agricultores, para que la competencia sea justa y no de saqueo a los menos desfavorecidos.

Los de economía poderosa presionan, además, para que los subdesarrollados recorten los aranceles industriales para que penetren en sus mercados los productos manufacturados lo que repercutiría negativamente en esas naciones.

Como una forma de mantener y controlar no solo las economías sino hasta la soberanía política de muchas naciones, Occidente habla de apertura de los servicios públicos a la privatización, así como de recortes eficaces en los aranceles en agricultura y productos industriales, mientras rechazan aplicarlos a sus multimillonarios subsidios internos.

En cuanto a la Cumbre África-UE los Estados que conforman la geografía africana dejaron claro que están cansados de solo recibir regaños y supuestas lecciones de quienes durante siglos han extraídos sus enormes riquezas minerales, naturales y hasta humanas.

Los presidentes de varios países africanos refutaron los edulcorados alegatos europeos en cuanto a negocios e inmigración y respondieron que ahora debían pagar por los daños que durante siglos habían ocasionado.

Datos de la OMC indican que los países desarrollados subsidian a sus productores agrícolas con un promedio de entre 350 000 y 365 000 millones de dólares anuales, es decir, 1 000 millones diariamente.

Debido al proteccionismo agrícola de los países desarrollados, las naciones subdesarrollados pierden más de 40 000 millones de dólares anuales. El mayor perjuicio es para América Latina y el Caribe que supera los 14 000 millones de dólares.

Para Jonathan Quirós, del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial de Cuba, los altos montos de subvenciones agrícolas de los países desarrollados, «desconectan» a los productos beneficiados de las señales de los mercados, provocan una verdadera competencia desleal, inducen una espuria falta de competitividad a los productos agrícolas de los países subdesarrollados y limitan sus mercados.

Una medida completamente discriminatoria es la aplicada por Estados Unidos: los aranceles impuestos a las importaciones procedentes de los países subdesarrollados son 20 veces superiores a las aplicadas a las importaciones provenientes de los países desarrollados.

En sentido general, los impuestos aplicados por los países desarrollados a los productos industriales provenientes de los subdesarrollados son 38 % más elevados que los correspondientes a las importaciones entre los miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), que solo aplican entre sí un arancel medio de apenas 1%

Las subvenciones estadounidenses a la agricultura, se ubicaron entre 1998-2002 en 9 700 millones de dólares, o sea, el 60% del total de las ayudas de ese país en el período de referencia.

La OCDE señaló que en 2003 los subsidios agrícolas como porcentajes de ingresos aplicados por los países ricos fueron los siguientes: Suiza: 73%, Noruega: 68%, Corea: 66%, Islandia: 63%, Japón: 59%, Unión Europea: 35%, Estados Unidos: 21%.

De acuerdo a estimaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), los países desarrollados subsidian a sus productores agrícolas con un promedio de entre 350 y 365 mil millones de dólares anuales, cifra mayor en 3,5 veces a la de la AOD concedida en 2006

Los productores agrícolas de los países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) recibieron entre 2000 y 2002 apoyos estatales que en promedio representaron 31% de sus ingresos

En cuanto a las ayudas de naciones desarrolladas por productos agrícolas de exportación fueron: Maíz 27%, carne de vacuno y ternera 33%, Trigo 37%, Otros cereales 41%, Carne de ovino 45%, Leche 46%,, Azúcar 47%,, Arroz 81%.

La Organización no Gubernamental probó que en el año 2003 la llamada Política Agraria Común europea (PAC) ofreció apoyo a un sector que representó menos del 2% del empleo, pero que absorbió 44 379 millones de euros, el 50% del presupuesto total de la Unión Europea en ese período.

Con estas nefastas políticas aplicadas por las naciones desarrolladas contra las menos desarrolladas será imposible en un futuro cercano llegar a acuerdos loables que garanticen, por lo menos, un comercio internacional justo. Los pobres del Sur no están dispuestos a continuar cediendo sus productos y mercados para el enriquecimiento del Norte.